El bueno de D. Blas.
Don Blas era el hijo de D. Felix, eran los propietarios y vendedores junto con unos pocos empleados de un “ ultramarinos”, los ultramarinos también llamados tiendas coloniales y que recibían ese nombre porque habían surgido sustituyendo y a la par conviviendo a los colmados en la época colonial, y como vendían productos que procedían de allende los mares se llamaban ultramarinos
El de Félix y Blas
No era muy grande, aunque a mí me parecía enorme, con su largo mostrador, sus altos estantes en donde estaban aquellas cajas de latón enorme con galletas, que se vendían a granel, entonces casi todo por no decir todo se vendía a granel, el aceite incluido
A mí me encantaba ir por mis 6 galletas cuadradas, mi chocolatina de la vaca o la campana del elGorriaga, la llamaba de la vaca, porque tenía una vaquita pintada, era mi favorita
A veces me compraban media tableta de chocolate, que duraba varios días
D. Blas y Don Félix atendían con vestidos con una bata, sobre su ropa de calle, que se llama guardapolvo
Las familias compraban las cosas para casa que necesitaban y las llevaban en capazos o bolsas de papel, el plástico no existía
Pero también se hacían pedidos, que tanto D. Blas como Son Félix o uno de sus empleados llevaban las casas
A veces las familias pagaban a fin de mes o de semana.
El importe era anotado en una libreta de la que la familia tenía su copia
Sí alguien alguna vez no podía pagar toda la deuda, jamás era avergonzado, ni se le negaba lo que iba comprar
E incluso hubo familias a las que un revés de fortuna dejaba sin nada, y de pronto su deuda se mermaba o desaparecía
Me contaron el caso de una familia que tenía una pequeña deuda por motivos políticos y hubieron de marcharse del país, al cabo de unos años volvieron a España en EEUU les había ido bien y lo primero que hicieron fue ir a pagar sus deudas, habían pasado más de 20 años
Cuando llegaron al ultramarinos de Félix Blas, los recibió como si hubieran estado allí la tarde anterior
Tras los saludos y charlar un poco, le dijeron que deseaban saldar la deuda. D. Blas les dijo que lo olvidarán a saber dónde estaría el cuadernito, una de las personas en concreto la madre, sacó un cuaderno viejo de su bolso, yo tengo el nuestro
“Aquí está 225,56 ptas”
Ahora no tengo aquí el dinero y los bancos ya están cerrados, mañana a primera hora nos tienen aquí
Entonces D. Félix se fijo en una moneda de dos cuentas pesetas y otras de cinco pesetas de las que entonces llamaban duros
“Miré Doña Julia aquí creo que tiene y le sobra
No, D. Félix el tiempo ha pasado, y la cuenta ha crecido, yo le voy abonar lo que hoy pagaría por lo que figura aquí, 30700 ptas
No, señora dijo D. Blas usted debe 225,56 ptas, y eso es lo que le cobraremos si se empeña, nada más. Si nos hubiera pagado entonces, y hubiésemos guardado el dinero en el cajón, seguiría siendo la misma cantidad
Y Doña Julia pago su pequeña y gran deuda
Con los niños siempre tenían un detalle unos sugus, una onza de chocolate, unos caramelos tofes, unas galletas. Y, siempre con una sonrisa
Que distinto de los supermercados de ahora, donde nadie conoce a nadie
Hace tiempo que tanto. D. Félix cómo D. Blas partieron de este mundo
“Que Dios les tenga en el Paraíso”
Por qué se lo merecen, no porque lo mereció Jesús para ellos y su vida fue un “ Si” a Jesús al que servían en sus clientes.
Descansen en paz.
Fin