jueves, 21 de agosto de 2025

La casa de la luz

 La casa de la luz 

La pequeña merienda en la galería de la casa con su abuela cuando llega de la escuela, los días que no hay escuela y en otros momentos, también pasan ratos juntas en la ventana. La abuela cose, o saluda a las vecinas que la saludan desde sus ventanas.

La niña juega con sus muñecas. La abuela la llama y, la acerca a la ventana saluda con la mano a Doña Adela; le dice indicando a una mujer que les saluda moviendo la mano

Doña Adela sonríe. Y, sigue regando las plantas que tiene en su alféizar 

La abuela va a la cocina y vuelve con un plato en el que hay una onza de chocolate express, él que se usa para cocinar, pero que a la niña le encanta.

Mientras la chiquilla merienda aprovecha para decirle quien es Doña Adela 

Doña Adela es la señora de Don Juan, la mamá de Clara,Rosaura, Elisa y Juan Manuel. Son los de la casa de la luz

La luz es lo más importante, lo mejor que Dios nos da, la peor desgracia es ser ciego, y, peor aún ser ciegos del alma 

Abuela.¿Por qué le llamas la casa de la luz, está todo apagado?

Sí, es verdad pero le llamamos, “ la casa de la luz”, porque en casa no andamos a oscuras en parte gracias a ellos. Y, ahora vamos a salir y, lo entenderás mejor 

Ya en la calle abuela y nieta, entran en una tienda que pone “Electricidad Guadalupana”, el establecimiento está justo debajo de la ventana desde la que Doña Adela las saludo, bueno en realidad está dos pisos encima. Pero eso no importa la tienda de electricidad es suya; venden bombillas, y, todo tipo de aparatos eléctricos 

La mujer y la niña entran en el comercio

Buenas tardes 

Buenas tardes Don Juan 

Por favor apeeme el Don que me queda grande, Doña Obdulia 

Como quiera Juan, venía por unas bombillas 

Don Juan, pregunta el voltaje, saca unas bombillas de una caja, comprueba en un panel que alumbran prepara un paquete que introduce en una bolsa de papel porque en los años 60, del siglo XX, no existía el plástico. Ese plástico que nos dicen tarda más de 400 años en destruirse, seguramente viajan al futuro y por eso lo saben. Pero bueno esto no va de plásticos va de otra historia, de la casa de la luz 

Don Juan entrega el paquete, dice a Doña Obdulia el precio, le cobra, le entrega el ticket de pago, luego toma unos caramelos y los da a la pequeña. 

Abuela y nieta salen del comercio, van a la churrería a merendar chocolate con churros con una amiga de la abuela. La señora Ludivina

Mientras meriendan y charlan, la pequeña vuelve a preguntar porque le llaman, la casa de la luz 

“ No te fijas te, ahí compramos las bombillas que nos alumbran en casa”

Es verdad abuela, pero por qué dijiste que en casa teníamos luz en parte gracias a ellos 

“ Pues verás ellos nos venden las luces, pero tenemos que ir a su tienda a comprar, y tener dinero para pagar, pero lo más importante es que en casa los plomos estén bien, porque si no, las bombillas no encenderían, y, estar conectados dados de alta en La Compañía de la luz, pagar sus recibos, por que sí, no estamos conectados con La Compañía de la Luz, seguiríamos a oscuras, aunque todo lo demás estuviera bien 

Doña Ludivina, sonríe y dice a la pequeña 

.- Es como te dice tu abuela. Y, lo mismo en la vida, todos tenemos que ser luz, unos para otros, pero si no estamos conectados con “La Compañía de La Luz”, será imposible, por suerte está compañía siempre está disponible y paga nuestras facturas, pero a veces podemos romper con ella, Prefiriendo la oscuridad, hasta que pedimos perdón y volvemos a conectar nos

“ Como se llama esa compañía, señora Ludivina”

.- Se llama y es Jesús 

El domingo la niña asiste a Misa de catequesis, pronto hará la Primera Comunión

Ya hace meses que la Misa es en lengua vernácula 

Y, hoy la niña ha escuchado decir a Jesús

Cuando el sacerdote proclamó El Evangelio 

“Yo Soy La Luz del mundo’

Y, ha entendido un poco mejor a su abuela y a su amiga, y le ha pedido a Jesús que sea siempre su central eléctrica 

Fin 




El pobre Antonio

 El pobre Antonio un hombre que se creía muy malo y una higuera 

Antonio era un hombre corriente. En su vida había cometido algunos errores, algunos de los cuales le habían llevado a la cárcel.

Pero de eso había pasado mucho tiempo. Y, Antonio estaba plenamente integrado en la sociedad, trabajaba como cartero y todos en el pequeño pueblo lo querían y apreciaban.

Porque además de ejercer bien su oficio. Siempre estaba dispuesto a echar una mano sin pedir nada a cambio 

Pero nadie lo veía en la iglesia, nunca; a veces se acercaba como de puntillas, subía uno o dos de los viejos peldaños de piedra y de pronto se giraba y se marchaba corriendo.

Un día que fue a llevar una carta certificada al cura

Don Leandro. Este aprovechó y le pregunto porque no iba a la iglesia 

No, voy porque soy malo. Hice el mal, hice daño y, Dios odia a los pecadores como yo, soy un ex presidiario,y ahora un simple cartero no tengo méritos para estar allí 

Don Leandro le dijo

“Claro que no los tienes ni tú ni nadie. Pero te equivocas Dios ama no odia a los pecadores, el Hijo de Dios, murió en la Cruz y resucitó por los pecadores por tí, y por mi. Es verdad que lo que hiciste fue malo, pero cumpliste tu pena y,. ahora eres una buena persona, un buen cartero y un buen vecino, un hombre dispuesto a ayudar. Y, Dios te ama y quiere que aceptes su regalo. Que es él mismo, te quiere Santo, como San Pablo..

Yo no tengo méritos para el Cielo

“Ni, San Pablo tampoco al Cielo vamos por Jesús, mira ven conmigo vamos a la parte de atrás de la casa, allí tiene mi madre una huerta. Y, quiero mostrarte una cosa”

Antonio y Don Leandro llegaron a la huerta y entonces de pronto Don Leandro le mostró la higuera enorme ya cargada de pequeños higos

“Acércate, y, fijate aquí en esta parte del tronco está como quemado, hay hasta una pequeña oquedad. Hace años hubo una gran tormenta la higuera estaba casi recién plantada un rayo impactó en ella y le dejó esa marca todos en casa, decían que había que sacar la de la tierra para plantar otro árbol. Todos menos mi padre. Que se opuso y, la enderezó de nuevo, la visitaba cada mañana la regaba con cuidado y mimo le echaba los mejores fertilizantes. Y, la higuera seguía sin dar fruto, mis abuelos y mis tíos, decían que era perder tiempo y dinero tener la higuera ocupando tierra en balde

Mi padre respondió que él la cuidaba, nadie había gastado ni un céntimo en ella, y ahí seguiría. Él la iba cuidar y esperar que diese fruto, sólo la arrancaría si se secaba y Dios y yo, nos encargaremos de que eso no suceda. Y, un día apareció el primer higo y, otro

Mis tíos se casaron y se marcharon, mi padre se casó y su esposa, mi madre vino a vivir aquí nacieron mis dos hermanas, mi hermano Miguel el maestro, y yo. Cuando éramos pequeños, jugábamos y leíamos cuentos bajo sus ramas y, trepabamos por ella. Murieron mis abuelos, se fueron mis hermanos que vienen ahora con sus hijos y nietos. Murió mi padre, quedamos mi madre y yo. Y, ahí está nuestra vieja higuera, o Doña higuera como le llama mi sobrino Luisito; pues bien Antonio esto te propongo como ejemplo

Antonio que llevaba callado un rato dijo 


.- Me va perdonar pero no veo en qué puedo imitar a su padre q.e.p.d 

“A mí padre en nada, nadie dijo que el modelo a seguir fuera él, no el modelo es la higuera. Ella está aquí por mi padre, un rayo y un vendaval casi acaban con ella, si mi padre no la hubiera cuidado habría terminado en la cocina, mi padre espero que diese fruto, y produce los mejores higos de los que te vas llevar un cesto y dos botes de mermelada de la que hace mi madre. Todos somos como la higuera, a ti el vendaval de la tentación y el rayo del pecado te tumbaron, y, te dejaron una pequeña marca. Pero Dios te ama te levantó y espero como hacía mi padre. Tus primeros frutos, que fueron primero ser un buen preso, ya libre un buen cartero una persona que ayuda a todos.”

.- Pero en qué es la higuera modelo para mí 

“En que ella no pretende ser manzano, ni almendro ni cerezo, ni roble, no es el árbol más hermoso, ella acepta lo que es, dar humildes higos, no es hermosa pero es amada, como tú, Dios no te ha pedido nada extraordinario hasta ahora, te pide lo que haces. Ni, tú ni yo seremos frondosos robles ni rosales, ni floridos almendros… Pero si fértiles higueras, por eso no hay excusa de que no vengas a la iglesia. Nos vemos el domingo”

El domingo Antonio fue a Misa. Ahora sabía que Dios nunca había dejado de amar lo. Y, sólo le pedía ser “higuera”

Fin