jueves, 21 de agosto de 2025

El pobre Antonio

 El pobre Antonio un hombre que se creía muy malo y una higuera 

Antonio era un hombre corriente. En su vida había cometido algunos errores, algunos de los cuales le habían llevado a la cárcel.

Pero de eso había pasado mucho tiempo. Y, Antonio estaba plenamente integrado en la sociedad, trabajaba como cartero y todos en el pequeño pueblo lo querían y apreciaban.

Porque además de ejercer bien su oficio. Siempre estaba dispuesto a echar una mano sin pedir nada a cambio 

Pero nadie lo veía en la iglesia, nunca; a veces se acercaba como de puntillas, subía uno o dos de los viejos peldaños de piedra y de pronto se giraba y se marchaba corriendo.

Un día que fue a llevar una carta certificada al cura

Don Leandro. Este aprovechó y le pregunto porque no iba a la iglesia 

No, voy porque soy malo. Hice el mal, hice daño y, Dios odia a los pecadores como yo, soy un ex presidiario,y ahora un simple cartero no tengo méritos para estar allí 

Don Leandro le dijo

“Claro que no los tienes ni tú ni nadie. Pero te equivocas Dios ama no odia a los pecadores, el Hijo de Dios, murió en la Cruz y resucitó por los pecadores por tí, y por mi. Es verdad que lo que hiciste fue malo, pero cumpliste tu pena y,. ahora eres una buena persona, un buen cartero y un buen vecino, un hombre dispuesto a ayudar. Y, Dios te ama y quiere que aceptes su regalo. Que es él mismo, te quiere Santo, como San Pablo..

Yo no tengo méritos para el Cielo

“Ni, San Pablo tampoco al Cielo vamos por Jesús, mira ven conmigo vamos a la parte de atrás de la casa, allí tiene mi madre una huerta. Y, quiero mostrarte una cosa”

Antonio y Don Leandro llegaron a la huerta y entonces de pronto Don Leandro le mostró la higuera enorme ya cargada de pequeños higos

“Acércate, y, fijate aquí en esta parte del tronco está como quemado, hay hasta una pequeña oquedad. Hace años hubo una gran tormenta la higuera estaba casi recién plantada un rayo impactó en ella y le dejó esa marca todos en casa, decían que había que sacar la de la tierra para plantar otro árbol. Todos menos mi padre. Que se opuso y, la enderezó de nuevo, la visitaba cada mañana la regaba con cuidado y mimo le echaba los mejores fertilizantes. Y, la higuera seguía sin dar fruto, mis abuelos y mis tíos, decían que era perder tiempo y dinero tener la higuera ocupando tierra en balde

Mi padre respondió que él la cuidaba, nadie había gastado ni un céntimo en ella, y ahí seguiría. Él la iba cuidar y esperar que diese fruto, sólo la arrancaría si se secaba y Dios y yo, nos encargaremos de que eso no suceda. Y, un día apareció el primer higo y, otro

Mis tíos se casaron y se marcharon, mi padre se casó y su esposa, mi madre vino a vivir aquí nacieron mis dos hermanas, mi hermano Miguel el maestro, y yo. Cuando éramos pequeños, jugábamos y leíamos cuentos bajo sus ramas y, trepabamos por ella. Murieron mis abuelos, se fueron mis hermanos que vienen ahora con sus hijos y nietos. Murió mi padre, quedamos mi madre y yo. Y, ahí está nuestra vieja higuera, o Doña higuera como le llama mi sobrino Luisito; pues bien Antonio esto te propongo como ejemplo

Antonio que llevaba callado un rato dijo 


.- Me va perdonar pero no veo en qué puedo imitar a su padre q.e.p.d 

“A mí padre en nada, nadie dijo que el modelo a seguir fuera él, no el modelo es la higuera. Ella está aquí por mi padre, un rayo y un vendaval casi acaban con ella, si mi padre no la hubiera cuidado habría terminado en la cocina, mi padre espero que diese fruto, y produce los mejores higos de los que te vas llevar un cesto y dos botes de mermelada de la que hace mi madre. Todos somos como la higuera, a ti el vendaval de la tentación y el rayo del pecado te tumbaron, y, te dejaron una pequeña marca. Pero Dios te ama te levantó y espero como hacía mi padre. Tus primeros frutos, que fueron primero ser un buen preso, ya libre un buen cartero una persona que ayuda a todos.”

.- Pero en qué es la higuera modelo para mí 

“En que ella no pretende ser manzano, ni almendro ni cerezo, ni roble, no es el árbol más hermoso, ella acepta lo que es, dar humildes higos, no es hermosa pero es amada, como tú, Dios no te ha pedido nada extraordinario hasta ahora, te pide lo que haces. Ni, tú ni yo seremos frondosos robles ni rosales, ni floridos almendros… Pero si fértiles higueras, por eso no hay excusa de que no vengas a la iglesia. Nos vemos el domingo”

El domingo Antonio fue a Misa. Ahora sabía que Dios nunca había dejado de amar lo. Y, sólo le pedía ser “higuera”

Fin





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