martes, 21 de octubre de 2014

Ópera

Ópera

Elena vivía con su padre en una humilde casa, ella trabajaba como sirvienta, por horas, asistenta, había tenido que dejar sus estudios en la Normal, en la escuela de Magisterio, y, renunciar a su sueño de ser maestra, primero por la enfermedad de su madre, y, ahora por el mal desconocido que  se cebaba en su padre; el cual aunque sólo tenía, 55 años, parecía un anciano, por su aspecto físico, porque su espíritu seguía siendo el de un niño.

Su nombre era Antonio; había sido músico,  había intentado , por todos los medios,  hacer nacer el amor a la música, en sus hijos, tanto en Elena, como en el pequeño Antonio, de tan sólo  10 años, consiguió que amasen la música, sobre todo la ópera; y, hay que reconocer que lo consiguió

No había concierto emitido por la radio, que se perdiesen, al teatro hacía mucho que no iban

Aquella noche, Elena, sentada junto al fuego, que parecía iluminar su moreno rostro, como queriendo nimbar su piedad filial, dijo sonriendo a su padre.

Mañana en el teatro, “Dû, le coin”  estrenan la Traviata, ya sabes que es una de mis preferidas: los amores tan puros entre Violeta, y, Alfredo que con la música parecen aún más profundos, que en obra de Dumas, donde se llaman Margarita, y, Adolfo;  no, papá no hables aún, ya sé que no podemos ir a la función, sólo te pido permiso, para ver la entrada de los artistas

Antonio, contuvo una lagrima, y, le dijo, que nada podía negarle, y, que tenía su permiso para ver la entrada de los artistas, en un suspiro entrecortado dijo, “Ojala pudiese llevarte yo, mismo a la opera”

Grandes carteles anunciaban la representación de la Traviata; con el joven tenor, Piérre du Choix,  en el papel de Alfredo; y, la joven diva, Catherine du Chaussons, en el papel de Violeta,

Piérre, había despuntado ya, como uno de los mejores tenores, del mundo, en operas de menor calado, ahora se enfrentaba al papel de Alfredo, con una gran ilusión;  en uno de los descansos en los ensayos,  comentaba a Pedro, su padre.  “¿Té has fijado, papá, La Traviata; gusta a la gente, porque cuenta una historia de amor imposible, como iba enamorarse un joven de buena familia como Alfredo, de una prostítuta, eso, sólo en el teatro, las novelas, y, la opera, verdad que estas de acuerdo?

Don Pedro, miro sonriendo a su hijo, se acarició la barba, y, le dijo, muy serio. “¿De acuerdo contigo?, para nada, el amor no entiende clases sociales, ni de esas tonterías, Violeta, ama a Alfredo con un corazón puro, así que por supuesto, la historia es posible.

De acuerdo, replico, Piérre, es posible; pero ni el padre de Alfredo lo entendía, claro que no era como tú, papá, era un viejo egoísta.

Pues a mí, tercio, Catherine, (amiga de la infancia de Piérre, y, quien daba vida, a Violeta en la escena), me parece un amor puro, un amor sin intereses

Fíjate, papá, como defiende su personaje, dijo riendo Piérre

La representación fue todo un éxito; Elena vio la entrada y salida de los actores, y, no pudo evitar correr hacia Piérre, y, pedirle un autógrafo, él firmo encantado, en el sencillo, y, humilde bloc, antes de devolvérselo, le dijo

“Espero que mañana, asistirá a la función”

No, creo que pueda ser, respondió, no tengo ropa adecuada; bueno no vaya usted a pensar mal, la tengo, pero se da el caso de que esta en la tintorería; y, a mi padre le sucede lo mismo, y, créame, usted que lo sentimos mucho

Pues no es problema, si me lo permiten, con mucho gusto, le haré llegar un vestido de mi hermana Louisse, que es más, o, menos de su talla, y, uno de mi padre, para el suyo, siempre que no lo tomen como un atrevimiento, son ropas sencillas, pero aunque no sean del tipo que acostumbren a llevar a estos eventos,  les podrán servir

Qué se ha creído, señor, no precisamos ropa, prestada de nadie

Lo, sé, señorita, lo sé,  no la necesitan pero se da el caso de que la tienen en la tintorería, yo, no se la regalo, se la presto, si quiere

Dos días, más tarde, Elena, y, su padre, asistían emocionados a la representación de “La Traviata”

A la salida, Antonio, agradeció, la invitación y los trajes, y, prometió devolverlos tan pronto, los tuviesen listos en la tintorería; la verdad es que los iban a lavar, y, planchar en casa, pero  no podían permitir que conociese la pobreza en la que vivían, ni, que viese su humilde hogar eso sería humillante

Pero Pierre, insistió en acompañarlo, una, y, otra vez, que no pudieron negarse, y, así un día, si, y, otro también el joven tenor, visitaba el humilde hogar, conocía la historia de Antonio, y, se iban enamorando de Elena, y, Elena de Piérre


Cuando Piérre, hablo a su padre, Jacques, de sus planes de boda, con Elena, este le aconsejo pensarlo bien, porque el matrimonio era algo serio, el personalmente no hubiese elegido una joven, como Elena, para nuera, y, no, porque tuviese nada en contra de la joven.

A Piérre, no le gustaron, las insinuaciones de su progenitor, y, le pregunto, si rechazaba a Elena, por ser culta, honesta, y, hermosa, “y, tú, padre defendías el personaje de la Traviata”, le soltó a bocajarro

“No, seas un niño, Piérre, le respondió, tanto La Traviata, como la Dama de las Camelias, son historias de ficción, novelas, cuentos, y, en ese mundo irreal, todo es posible, y, todo funciona, en la vida real no, no es posible, en el caso que nos ocupa, en el tuyo, has de tener en cuenta, que Elena, y, su padre, están contigo, por puro interés, si ella llega a casarse contigo, su padre aunque sea ocasionalmente, volverá a subir a un escenario como pianista, dejaran de vivir en una casucha, para hacerlo en una mansión; te equivocas papá, me quiere a mi, voy a casarme con ella; pero antes aunque sé que no debía hacerlo, voy a comprobar, si es cierto lo que piensas, si lo es, no dudes que haré tu voluntad, papá

Mientras en la casita de Antonio ,  este decía a su hija, que tuviese cuidado; no fuera suceder que Pierre, sólo quisiera burlarse de ella

“No, papá, me quiere. ¿Recuerdas,  los que me decías sobre el amor, de Violeta, y, Alfredo?

Si, hija lo recuerdo,  respondió, Antonio , pero  recuerda que es una novela, una obra de teatro, la vida real es distinta.

Al día siguiente recibían la visita de Piérre, se le veía  muy triste sin fuerzas para hablar, venía a contarles la terrible tragedia que se había abatido sobre su familia;  en primer lugar una enfermedad desconocida, lo había dejado sin voz para el canto, y, si no podía cantar el único trabajo que podría desempeñar era la descarga de camiones; y, por si ellos fuera poco, hoy mismo un antiguo acreedor, al que había tenido que firmar un pagaré, por la resolución de un grave problema en el pasado, exigía el pago, de lo debido con los intereses correspondientes, tanto él como su padre, habían cancelado la deuda en su día, pero fiándose no habían querido justificante del pago, y, ahora no tenían con que demostrarlo, dado que era un amigo, les había  parecido una ofensa, aceptar, recibo del pago, y, ahora lo habían perdido todo.

Le contó que se habían mudado a una buhardilla de alquiler en una zona de bastante mala fama

“Entendería, dijo que, no quisieras seguir con la boda”

Merecerías, respondió, Elena, un par de cachetes, como me puedes ofender, de ese modo tan cruel, yo te amo, a ti, me da igual si eres tenor, o, picapedrero

Piérre con la ayuda de un amigo periodista, mejor dicho de “un falso periodista, le mostró un periódico en el que se informaba de su ruina; de la ruina de la familia de tenores Ducroix, y, de la enfermedad del joven tenor,

Sí Elena hubiese leído otros periódicos habría visto, que todo aquello no era más que un montaje, e incluso, si hubiese podido leer la versión real, de “Le quotidien”; pero para que iba a gastar el dinero en prensa,  si Piérre, se la llevaba gratis

Jacques, tuvo que reconocer la victoria de su hijo

Llego el día de su enlace, en su emoción, Elena no había advertido que su alianza era muy valiosa; no  le importaba ella pensaba a Pierre pobre, y, lo aceptaba, no sería la mujer de un tenor famoso y rico, si la de un hombre honrado; de un honrado estibador de muelles, todos juntos vivirían en su “casita”

Tras el “Si quiero”; Piérre, entono con fuerza el Ave María

Elena lo miro atónita, sin poder creer lo que estaba oyendo, ¿”Pero si tú, me dijiste que estabas mudo para el canto?

“Pues ya ves (respondió sonriendo) un milagro por algo es un sacramento”

Y, tú un sinvergüenza, replico muy seria, debería dejarte, pero no lo voy hacer

Tras la luna de miel, Pierre torno al canto, Elena a sus estudios de magisterio, Antonio volvió a dar clases de música, y, tocar el piano, los médicos consiguieron curar la dolencia que padecía.   La alegría de la  nueva familia aumento cuando Elena, anunció que su amor, había sido bendecido, y se hallaba esperando un hijo, alegría que se hizo mayor, cuando ocho meses más tarde, dio  á luz a una niña, a la que llamo, María Violeta, María por la Virgen Madre, Violeta por la protagonista femenina, de la Traviata;  y un niño al que llamo como a su hermano fallecido, a los dos años; Javier, ambos pensaba Elena, serían, dos grandes divos de la música, los mejores.

La realidad fue muy distinta, a como se la imaginaba, ni María Violeta, ni, Javier, tenían aptitudes, ni les gustaba la música clásica, así que ninguno fue músico, ni tenor, ni tiple, Violeta fue escritora, y, algo muy importante, “mamá  y esposa”, Javier, fue sacerdote, pero si hubo, músicos, y, divas del Bell canto, en la familia de Elena y Piérre, porque después de los mellizos, fueron padres 4 veces más, y, siempre, siempre fueron felices

Fin