Nana
La nana, es una canción intima,
es el primer somnífero es la voz, relajante de la mujer eterna.
Es la música, conque se duermen
los niños, los bebes, no importa que no sean hijos, de quien la canta, cuando
el bebé, oye la nana, cierra los ojos, se acurruca, y, sueña, o finge soñar
para que dejen de cantar
Las letras, son sencillas,
hermosas, tiernas, cursis, hay de todo, pero toda nana, trae el recuerdo de un
niño, y, de una madre
Aquí empieza esta historia, la
historia de una nana, que estuvo a punto de no ser cantada, porque no habría
niño para oírla
Sucedió hace varios años, la
ciudad no importa, a la protagonista, vamos a llamarla Rosa, en realidad su
nombre poco importa, si no lo que paso en su vida
Había llegado a la ciudad hacía
varios meses procedente del pueblo, del campo, eran los años, en que las
tierras de labranza, se iban abandonando poco a poco, pues los jóvenes partían
en busca de un futuro mejor, el trabajo del campo siempre fue mal pagado, la
gente de ciudad nunca fue agradecida, con la del campo
Rosa tenía 18 años, era guapa,
ingenua, con una gran fe en el ser humano, se despidió de sus padres y
hermanos, de sus hermanos menores, porque los dos mayores, ya hacía tiempo que
se habían ido para Suiza
Su madre la beso, la lleno de
consejos, le recordó que no manchase el nombre de la familia, que fuese siempre
honrada
Y, con esos consejos, Rosa subió
al autobús que entonces se llamaba coche de línea, y, carecía de la comodidad
que tienen hoy los autobuses
Llego a la ciudad, que se le antojo
enorme, de la estación se dirigió a casa de los señores de Ontario, a cuya casa
venía a trabajar como criada
Los señores de Ontario, no tenían
hijos, era un matrimonio mayor, que dio todo su cariño a Rosa, no la trataban
como a una sirvienta, si no como a una persona de la familia
Rosa, era joven, y, eso hizo que
mal interpretara los gestos, y, pensase que sus patronos, la consideraban como
un miembro de la familia, como una igual, y, pensó que todo el mundo en la
ciudad era bueno, por ello entrego su corazón a un joven vecino, perteneciente
a la clase social de sus patronos
Al principio todo fue bien, por
las noches soñaba con su boda, lo único que le inquietaba, era como se tomaría
su madre, no poder ser la madrina, pero tendría que comprender, que la madrina
de su boda, fuese su patrona, la señora de Ontario, que era tan buena
Un día descubrió su embarazo; no
la alegraba pero tampoco lo veía un drama, con adelantar la boda, se decía,
todo arreglado
Pero cuando fue hablar, con él
que consideraba su novio, este se desentendió, y, le propuso deshacerse del
niño, del “estorbo”, eso fue lo que le llamo, ella se negó, le dijo que era un
crimen horrible, aunque el joven ni se paró a escucharla; Rosa decidió entonces
hablar con su patrona, con
Doña Laura de Ontario, estaba segura de que ella la
apoyaría, pero fue al revés, la señora de Ontario, apoyo la decisión del joven, sólo que propuso que la
“operación”, la llevase a cabo un buen médico, ella correría con los gastos, le
dijo, “que un crimen” sería el disgusto que iba dar a sus padres, retornando
como madre soltera, que por un error no
podía hipotecar su vida, que sólo era sangre
Rosa no sabía que hacer, su
corazón de mujer, y su cuerpo le decía que era vida, la vida de su hijo, su
miedo le decía lo contrario, y cedió
Llego el día, de la visita al
médico, la noche anterior, no había podido pegar ojo, desvelada bañada en un
sudor frio
Y, al día siguiente cuando llego
al portal de la consulta del doctor, sus piernas se negaban a entrar, de pronto
empezó a escuchar, a oír una nana, la misma nana, con la que su madre la
arrullaba de pequeña, y el llanto de un bebe, pero era un llanto angustioso de
miedo, miro a todos lados, pero no vio a nadie, se giró hacia su patrona que la
acompañaba, y, le pregunto
¿No ha oído?
Qué
Fue la respuesta de esta
El llanto de niño, y, una nana,
dijo Rosa
“No oigo nada, y date prisa” dijo
de nuevo su patrona
Pero Rosa, si oía, y su corazón
se aceleraba, echó a correr desoyendo, los gritos de la mujer, se tapaba los
oídos, pero era inútil, seguía oyendo al bebe, y, oyendo la nana. Sin saber
cómo llego a la estación bueno a la parada de los coches de línea, como les
llamaban entonces, y, sin pensarlo dos veces, tomo uno hacia su pueblo
No sabía cómo sería recibida, tal
vez aún estaría a tiempo de bajar del autobús; pero cada vez que lo intentaba
la nana, volvía a sonar.
Llego al pueblo, no la esperaban,
cuando llego a su casa, su madre se asustó, al verla. ¿Qué te ha pasado?, la
dijo, ella se echó a llorar, no sabía
cómo empezar, su madre le seco las lágrimas, se fue, y, torno con un tazón de
café caliente, bebe un poco, ahora sois dos
¿Cómo lo sabes?
Su madre sonrió, porque en tus
ojos, hay brillo de vida, brillan dos almas
¿No, me odias por?
No acabo la frase
Una madre no puede odiar, lo
sabrás pronto, ni te odio ni me avergüenzo, lo haría si hubieses dejado matar a
ese pequeño, a mi nieto
Siete meses después¸ volvía a
escuchar la canción de cuna, la nana, pero ya no le asustaba, la cantaba su
madre, la cantaba ella, y, la escuchaba un ángel moreno, cuando tuviese unos
meses, lo llevaría a la capital, para que lo conociera su antigua señora, no quería que su hijo, se criase odiando, por
eso, tenía que ir, debía ir, para que doña Laura, lo viese, y, pudiese pedirle
perdón
Fin