lunes, 18 de julio de 2016

Nana

Nana

La nana, es una canción intima, es el primer somnífero es la voz, relajante de la mujer eterna.

Es la música, conque se duermen los niños, los bebes, no importa que no sean hijos, de quien la canta, cuando el bebé, oye la nana, cierra los ojos, se acurruca, y, sueña, o finge soñar para que dejen de cantar

Las letras, son sencillas, hermosas, tiernas, cursis, hay de todo, pero toda nana, trae el recuerdo de un niño, y, de una madre

Aquí empieza esta historia, la historia de una nana, que estuvo a punto de no ser cantada, porque no habría niño  para oírla

Sucedió hace varios años, la ciudad no importa, a la protagonista, vamos a llamarla Rosa, en realidad su nombre poco importa, si no lo que paso en su vida

Había llegado a la ciudad hacía varios meses procedente del pueblo, del campo, eran los años, en que las tierras de labranza, se iban abandonando poco a poco, pues los jóvenes partían en busca de un futuro mejor, el trabajo del campo siempre fue mal pagado, la gente de ciudad nunca fue agradecida, con la del campo
Rosa tenía 18 años, era guapa, ingenua, con una gran fe en el ser humano, se despidió de sus padres y hermanos, de sus hermanos menores, porque los dos mayores, ya hacía tiempo que se habían ido para Suiza

Su madre la beso, la lleno de consejos, le recordó que no manchase el nombre de la familia, que fuese siempre honrada

Y, con esos consejos, Rosa subió al autobús que entonces se llamaba coche de línea, y, carecía de la comodidad que tienen hoy los autobuses

Llego a la ciudad, que se le antojo enorme, de la estación se dirigió a casa de los señores de Ontario, a cuya casa venía a trabajar como criada

Los señores de Ontario, no tenían hijos, era un matrimonio mayor, que dio todo su cariño a Rosa, no la trataban como a una sirvienta, si no como a una persona de la familia

Rosa, era joven, y, eso hizo que mal interpretara los gestos, y, pensase que sus patronos, la consideraban como un miembro de la familia, como una igual, y, pensó que todo el mundo en la ciudad era bueno, por ello entrego su corazón a un joven vecino, perteneciente a la clase social de sus patronos

Al principio todo fue bien, por las noches soñaba con su boda, lo único que le inquietaba, era como se tomaría su madre, no poder ser la madrina, pero tendría que comprender, que la madrina de su boda, fuese su patrona, la señora de Ontario, que era tan buena

Un día descubrió su embarazo; no la alegraba pero tampoco lo veía un drama, con adelantar la boda, se decía, todo arreglado

Pero cuando fue hablar, con él que consideraba su novio, este se desentendió, y, le propuso deshacerse del niño, del “estorbo”, eso fue lo que le llamo, ella se negó, le dijo que era un crimen horrible, aunque el joven ni se paró a escucharla; Rosa decidió entonces hablar con su patrona, con 

Doña Laura de Ontario, estaba segura de que ella la apoyaría, pero fue al revés, la señora de Ontario, apoyo la decisión  del joven, sólo que propuso que la “operación”, la llevase a cabo un buen médico, ella correría con los gastos, le dijo, “que un crimen” sería el disgusto que iba dar a sus padres, retornando como madre soltera,  que por un error no podía hipotecar su vida, que sólo era sangre

Rosa no sabía que hacer, su corazón de mujer, y su cuerpo le decía que era vida, la vida de su hijo, su miedo le decía lo contrario, y cedió

Llego el día, de la visita al médico, la noche anterior, no había podido pegar ojo, desvelada bañada en un sudor frio

Y, al día siguiente cuando llego al portal de la consulta del doctor, sus piernas se negaban a entrar, de pronto empezó a escuchar, a oír una nana, la misma nana, con la que su madre la arrullaba de pequeña, y el llanto de un bebe, pero era un llanto angustioso de miedo, miro a todos lados, pero no vio a nadie, se giró hacia su patrona que la acompañaba, y, le pregunto

¿No ha oído?

Qué

Fue la respuesta de esta

El llanto de niño, y, una nana, dijo Rosa

“No oigo nada, y date prisa” dijo de nuevo su patrona

Pero Rosa, si oía, y su corazón se aceleraba, echó a correr desoyendo, los gritos de la mujer, se tapaba los oídos, pero era inútil, seguía oyendo al bebe, y, oyendo la nana. Sin saber cómo llego a la estación bueno a la parada de los coches de línea, como les llamaban entonces, y, sin pensarlo dos veces, tomo uno hacia su pueblo

No sabía cómo sería recibida, tal vez aún estaría a tiempo de bajar del autobús; pero cada vez que lo intentaba la nana, volvía a sonar.

Llego al pueblo, no la esperaban, cuando llego a su casa, su madre se asustó, al verla. ¿Qué te ha pasado?, la dijo,  ella se echó a llorar, no sabía cómo empezar, su madre le seco las lágrimas, se fue, y, torno con un tazón de café caliente, bebe un poco, ahora sois dos

¿Cómo lo sabes?

Su madre sonrió, porque en tus ojos, hay brillo de vida, brillan dos almas

¿No, me odias por?

No acabo la frase

Una madre no puede odiar, lo sabrás pronto, ni te odio ni me avergüenzo, lo haría si hubieses dejado matar a ese pequeño, a mi nieto

Siete meses después¸ volvía a escuchar la canción de cuna, la nana, pero ya no le asustaba, la cantaba su madre, la cantaba ella, y, la escuchaba un ángel moreno, cuando tuviese unos meses, lo llevaría a la capital, para que lo conociera su antigua señora,  no quería que su hijo, se criase odiando, por eso, tenía que ir, debía ir, para que doña Laura, lo viese, y, pudiese pedirle perdón

Fin