jueves, 21 de junio de 2012

José de Arimatea


José de Arimatea, dejo la copa de vino que estaba bebiendo sobre la mesa de mármol recién importado de las cantaras de Carrara, se paso las manos por el negro cabello ya cubierto de canas; suspiro lentamente, y luego esbozo una sonrisa dirigida a su hijo más pequeño que jugaba a pocos pasos del lugar donde se encontraba.

Se levanto, y se puso a caminar en circulo. Dando, gracias al Altísimo por todo; no  sólo riqueza, si no lo que vale más, el saber que él no era el dueño absoluto, sino un simple administrador, que tendría que dar cuenta muy severa al verdadero dueño; a todo ello se añadía la bendición de una esposa que le había dado 4 pequeños;  ser un destacado miembro del colegio fariseo y de los senadores; el poseer unas tierras, casi todo el pueblo de Arimatea, cuyos arrendatarios, se desvivían por él.

Gracias Dios mío, me lo has dado todo, y, , ya no tengo nada más que pedirte, sólo que me conserves a los hijos, y, la mujer que me diste, y que aquí estoy para lo que quieras.; aunque no sé que vas,  Tu a necesitar de este indigno siervo”

Mientras pronunciaba en voz baja estas palabras le llegaba el rumor de una extraña canción infantil; cuya letra decía más o menos así.

Necesito que me bajes,
Necesito una sábana
Y que me prestes tu tumba
Para dejarte mi Vida”

José pensó ¡Vaya letra¡ Pero sin saber porque no era capaz de sacarse aquella cantinela de la cabeza.

Fue entonces cuando Marcos uno de sus esclavos lo llamo, para decirle que; el senador y también fariseo. Ruben. Se encontraba allí y deseaba hablar con él; José dio orden de que fuese conducido hasta él; y hospitalario como era el mismo se adelanto a recibir a su huésped, como eran prácticamente vecinos omitió el detalle de ofrecerle agua para los pies; pero si intercambio con el mismo el ósculo de la paz, y le hizo entrega de agua fresca por si deseaba beber o purificarse; cumplidos todos los trámites que la ley ordenaba; ambos hombres corrieron a reclinarse en sendos divanes.

Bien amigo Ruben, tú dirás a que debo el honor de tu visita”
Ruben. Se meso la barba y dijo; ¿Qué piensas de Jesús, de Nazaret?

José de Arimatea, bebió un trago de vino; como si pensará la pregunta. . “No pienso nada. Porque no conozco a ese hombre. Y, no me interesa conocer a nadie de su pueblo, ¿Pero por que me lo preguntas, quien es?

Quien es dices, amigo José, más bien quien dice ser, debería ser tu respuesta; es un don nadie, el carpintero de Nazaret, el hijo de José, bueno pues ahora resulta que su hijo, un carpintero, sin estudios, le ha dado por decir que es el Mesías, y, no se para ahí, deja que lo llamen “Hijo de Dios” y, él mismo afirma ser igual a Dios.

José apretó los puños indignado,  mirando a Ruben. Exclamo

Pero lo que ese hombre dice es imposible;  El Mesias tiene que ser de Belén, y, nadie ni el Mesías es igual a Dios; lo que me dices es una blasfemia. ¿Qué decisión se ha tomado?

Ninguna. Lo sigue mucha gente, bueno gentuza; los tiene engañados con sus trucos, incluso algunos de los nuestros han creído en él; sería conveniente que acudieses el segundo día de la semana a oírle hablar.

No, tengo más cosas que hacer, que oír, los cuentos de ese vividor; lo que no entiendo es como puede haber personas que lo sigan, por tres o cuatro truquillos que les haga, es evidente que la ignorancia de nuestro pueblo es muy grande.

No se, mira pensándolo bien, debo de ir, así lo desmentiré en contra de todos, no le van a quedar más ganas, de engañar al pueblo.

El segundo día de la semana, José de Arimatea, acudió con las ropas que le había prestado un esclavo a escuchar a Jesús, este se encontraba hablando en los alrededores de una sinagoga,  las gentes se apiñaban a su alrededor hasta el punto de que casi lo asfixiaban.

José tuvo que contentarse con un mal puesto, al ir vestido de esclavo nadie tuvo con él preferencias, pero por lo menos conseguía ver a Jesús, sin saber porque, sintió que la mirada de Jesús lo penetraba, trato de esquivar su mirada, pero le era imposible; entonces se dijo, que era una tontería, al fin y al cabo; el tal Jesús, no era más que un cuentista; al que iba a desenmascarar.

Maestro. Dijo la voz de una mujer, nos has dicho, que cuando ayunemos debemos lavarnos y arreglarnos; para que nadie sepa que ayunamos sólo el Eterno, ¿Entendí bien?

Jesús sonrió y añadió. Muy bien mujer;  "Has entendido perfectamente. Ahora sólo falta, que lo pongas en practica. Que todos lo pongáis en practica. ¿Alguien quiere hacerme, otra pregunta?"

José se dijo, esta es la mía, “ Bueno yo soy esclavo, pero como judío me gustaría saber, ¿de que vale el ayuno, si no se sabe, que se ayuna?

Jesús sin perder la sonrisa de su cara; dijo, "me alegra que un hombre que se llama como mi padre terreno, este aquí, y que lo haga con ropaje de esclavo, porque todo hombre es siervo del Altísimo". Y, ahora José de Arimatea, contesto tu pregunta; " Él único que le interesa saber que ayunas lo sabe,  Porque ese es mi Padre,  El Dios de Israel que esta en el Cielo.

José tal vez indignado, por verse descubierto, exclamo. “Eso que dices es una blasfemia, tú,  eres un simple hombre, tu Padre no es Dios. “

"Por qué me llamas embustero, amigo José, eso es indigno de ti, que eres un hombre justo, porque soy de Nazaret, bueno nacer nací en Belen. ¿Te parece que un hombre de pueblo como yo, no puede ser el Hijo de Dios?

José: "No, lo que me parece es que Dios no puede tener ningún hijo, y que a mi no me vas engañar con 4 trucos"

Jesús : No voy a engañarte con 4 trucos., no voy a realizar ningún milagro. Para convencerte,  sé que tu corazón es bueno. Y,  dentro de 2 años me darás, lo que te pedí esta mañana por medio de una canción.

José: tu debes estar loco,  es la primera vez que te veo,  no me has pedido nada.

Jesús: Sí lo hice¿Recuerdas tu oración, y la canción infantil, que venía del fondo de tu jardín?

José: Si lo recuerdo. Pero no entiendo.

Jesús: ya entenderás amigo. No temas volveremos a vernos. Muchas más veces. Ahora deja que estas personas. Sigan descubriendo el amor de Dios.

José abandono su puesto, y se fue, algo rondaba su cabeza; que no le dejaba descansar. La canción. Y el hecho de que Jesús hubiese sabido quien era. Nadie lo había reconocido. ¿Sería acaso verdad, lo que decía? Pero era algo completamente absurdo, Jesús no era más que un cuentista.

Pero un cuentista, no tenía porque conocerlo, no; él,  José de Arimatea; tenía que acercarse más a aquel hombre,  meterse en su grupo,  descubrir. Quien era de verdad.

cuatro meses  más tarde José ya estaba plenamente convencido, aunque tenía alguna pequeña duda,  de quien era Jesús. Eso sí, no había dejado su casa para ninguna reunión, y, lo más que había llegado, fue a invitar a éste y a sus discípulos a beber un trago de vino,  paseando por el jardín había conversado con Jesús, le llamaba la atención su humildad, junto con su sabiduría, pero sobre todo su Amor, su inmenso Amor.

José de Arimatea. Es ya discípulo oculto de Jesús.

Aquella mañana José recibió la visita de su viejo amigo y compañero. Ruben, este entro a donde se encontraba nuestro amigo muy enojado. Su aspecto parecía lamentable, venia sin asearse el pelo, con los ojos pegados; la ropa sucia, sin perfumarse; como quien tiene un gran disgusto,  es que Ruben estaba ayunando,  todas aquellas señales, eran para que la gente viera que ayunaba, al encontrar a José aseado y con su mejor manto puesto; se encolerizo aún más y le pregunto

 Si es que ya se había olvidado de la obligación de ayunar por lo menos 2 días a la semana, que tenían todos los fariseos.

José le respondió. Que no, es más aquel día el había ayunado, pero era  siguiendo los consejos del Maestro Jesús,  Dios era el único a quien le importaba si ayunaba o no.

Ruben muy encolerizado. Le dijo, que Jesús no era ningún Maestro sino un blasfemo ignorante, y, que él debería de fiarse más de las enseñanzas de los verdaderos rabinos de Israel,  hacer como hicieran siempre los buenos fariseos; que al mostrar a la gente que ayunaba,  estaban dando un testimonio;  por último que tuviese cuidado, no fuese a salirle cara la amistad con “El Carpintero”

José no quiso romper la amistad con su viejo amigo,  y también senador, su fe aún no era fuerte, y le dio la razón.

Se despidieron. José de Arimatea, tomo la resolución, de ocultar más su simpatía por Jesús, no fuese a resultar que los demás estuviesen en lo cierto aunque la verdad era que los signos que hacia Jesús apuntaban hacia otro lado, mas  nunca se sabe, él,  el próximo día que ayunase, iba hacerlo como siempre,  que se notase.

El día de su segundo ayuno,  recibió una visita inesperada,  Jesús, que  le recrimino por su cobardía,  le dijo, como hace siempre Jesús que con Él no valen componendas, que o esta dentro o fuera, que si no cree en Él que lo deje, que no lo estaba atando.

José trato inútilmente de esbozar una disculpa,  no pudo. 

Sólo acertó a decir. “Maestro se que eres el Ungido de Yhavé. Pero necesito tiempo, ayúdame”

Jesús no le respondió,  lo miro con una sonrisa. Y salio de su casa.

Desde aquel día. José siguió asistiendo a los sitios a los que iba predicar Jesús pero de incógnito; ante sus compañeros callo, su Fe en la Mesianidad de Jesús.

Un día Jesús volvió a su casa, a pedirle si podría prestarle una de las habitaciones de la parte de arriba de su casa, para celebrar la Pascua, le prometió que no diría a nadie, fuera de sus discípulos quien era el que les prestaba el local

José accedió, fue en su casa, donde Jesús instituyo dos  Sacramentos, La Eucaristía, y el Sacerdocio

Aquella noche, casi de madrugada, recibió la visita de Ruben y de otros dos para que acudiese a la casa de Caifas, para ser testigo de un juicio.

Pregunto contra quien. Y, se le informo que contra Jesús de Nazaret, por blasfemo;  respondió que no iba, porque aquel juicio se veía a las leguas que estaba amañado, de no ser así, no podría decir por blasfemo, hasta que en el juicio se demostrase si lo era o no.

Además había otra cosa, los juicios debían hacerse de día ante todo el pueblo,  no de noche, como si fuese algo tan urgente.

Jesús no era un criminal,  su juicio no corría prisa.

No fue al juicio; tuvo miedo, a no ser capaz de decir no, a las acusaciones falsas contra Jesús,  también tuvo miedo, que sus compañeros los otros senadores y los sacerdotes judíos lo rechazaran.

Al día siguiente. Un esclavo, el mismo que había mandado con un cántaro para que guiase a los discípulos de Jesús hasta su casa lo informo de que Jesús había sido condenado a muerte.

 Fue hasta el Calvario,  estuvo, oculto; esperando un milagro que no llegaba. El milagro de que Jesús se bajase de la Cruz, y, aplastase a aquellos blasfemos homicidas el milagro de que el Dios de Israel los fulminase con un rayo; y,  enviase a los ángeles, a bajar y curar a aquel hombre, que se decía su Hijo.

Pero no paso nada. Jesús murió entre horribles dolores, temblo la tierra,  se oscureció el sol, pero los movimientos telúricos no eran extraños,  los eclipses tampoco.

Sin embargo algo. Le decía, que el milagro todavía estaba pendiente. Fue entonces cuando se fijo en la Madre de Jesús, ella, le dijo que no tenían sitio para sepultarlo;  Nazaret quedaba muy lejos, si pudiese él hacer algo

de pronto se encontró,  llamando,  Señora, a una  humilde Mujer, Madre de un Ajusticiado;  le dijo que sí, fue entonces cuando se acerco otro senador Nicodemo,  también discípulo clandestino de Jesús.

Entre los dos  con permiso de Pilatos bajaron el cuerpo, con los perfúmenes de Nicodemo lo asearon un poco, no podían pararse porque iba comenzar el sábado de Pascua.

José entonces recordó que había que envolver el cuerpo en una sábana. En su casa. Las tenía muy buenas.  ya casi estaba llegando a su hogar, cuando giro sobre sus pasos, y se dijo. “que Jesús no merecía ir en una sábana. Que otro ya hubiese usado antes. Él se merecía una sábana “virgen”, y compro una, a una mujer antigua hilandera en Belen, rogándole fuese del mejor lino”

En esta Sábana, que aún se conserva, envolvió el Cuerpo humano-divino de Jesús, lo deposito, con ayuda de algunos de sus discípulos que aparecieron, y,  de Nicodemo, en su propio sepulcro.

Maria le dio un beso,  le dijo “Mi Hijo, te lo devolverá muy pronto”

Pero José lo tomo. Por locuras de una Madre que ha perdido a su hijo único.
Ni que decir tiene que no creyó, a, los que le hablaron de la Resurrección. 

Para él si no estaba el cuerpo, es que lo habrían robado.

Hasta que una tarde que se encontraba en su jardín, vio acercarse un desconocido, que llevaba un envoltorio en las manos.

Se volvió extrañado de que sus esclavos lo hubiesen dejado entrar.

Y el hombre en cuestión le dijo, que no necesitaba hallar las puertas abiertas para entrar, salvo las del corazón.

José se puso serio y, le dijo, que no entendía nada, pero que no tenía ganas de hablar con desconocidos, que le dijese a lo que iba, o que se fuese.

El hombre. respondió “A devolverte esto que me has prestado, José,  gracias,  por el Sepulcro,  lo he necesitado pocos días, aquí esta la Sábana”. Entonces. José volvió a mirar y cayo al suelo de rodillas.

Diciendo. “ Maestro. Mi Dios. Mi Señor. Mi Redentor, Mi..”
Jesús lo levanto. diciéndole,  “Y tu Hermano. porque ahora, si, quieras eres hijo de Dios".

Alzo la vista, ya no estaba Jesús

Desplegó la Sábana  allí, aparecían las huellas de sangre de su Cuerpo.  No la lavo.,  se la entrego a la Madre de Jesús pero La Virgen, prefirió la custodiase José.

Días más tarde José, con el resto de los discípulos y, de los Apóstoles  estuvo en el monte donde Jesús los había citado,  en el cual, les dio las últimas instrucciones, y se despidió, yendo al Padre

Desde entonces ya no tuvo miedo a confesar su Fe en Jesús,  cuando fue preciso, lo testimonio con su Sangre.

El que había tenido miedo de que lo viesen seguidor de un Rabino polémico, no lo tuvo, de que lo viesen amigo de un ajusticiado a muerte de Cruz
Poco antes de su propia condena a muerte por parte de sus propios ex compañeros recordó y comprendió la canción que unos niños cantaban aquel día
Necesito que me bajes,
Necesito una sábana
Y que me prestes tu tumba
Para dejarte mi Vida”

Fin

Rut


Rut. La moabita, cerró los ojos del cadáver de su esposo, hacia tantos meses que velaba a la cabacera del enfermo en compañía, de su suegra Noemí, de su cuñada Orfa, y el marido de esta última había fallecido hacia 2 días.

Rut. Recordo, lo que había pasado en su vida hasta entonces. Como se habia enamorado, del joven judío, y como a pesar de las opiniones en contra de su familia, que no querían ver casada a la hija del sacerdote de Baal con un extranjero. Ella se había casado. La historia de su cuñada era similar.

Su matrimonio había sido dichoso, sus suegros fueron unos padres para ella. Y como a un padre lloro, a su suegro. Seguia practicando su religión. Y más de una vez, se rió en su interior de que su marido y su cuñado, así como su suegra siguiesen empeñados en ese “dios” invisible, que ellos decían era el único Dios. Y ellos su pueblo.

Pero la tragedia había llamado a su puerta, en las minas en que trabajaban. Su esposo y su hermano un aspid, los habia mordido, y nada pudo hacerse por sus vidas. Rut, invoco a sus dioses. Con promesas. Con amenazas. Nada. Nada, los conmovia, y se admiro de la serenidad de la oración de su suegra. Y de los mismos enfermos. “Que sea lo que Yhavé quiera”, sus suplicas humildes. Más de una vez se dijo ¿por qué no amenazaran a su dios?, y sin querer se dio una respuesta, porque su dios, si era Dios.
Tras los funerales. Por los difuntos. Tanto ella como su cuñada, tomaron la resolución de quedarse con su suegra. Pero esta. Es decir Noemí, no lo acepto. Eran 2 muchachas jóvenes. Apenas tenían 22 años. Y no era cuestión de amarrar su vida, a una mujer a la que ya no les unía nada; excepto el afecto

La cuñada de Rut, acepto. Pero Rut se mantuvo en sus 13, y con su suegra, dejo que el Dios de esta. El único Dios. Tomase posesión de su vida.

Las dos mujeres regresaron a la tierra de Noemí, a Belen. Y se encontraron con que sus campos había sido agostados. Por todo el tiempo que no fueron trabajados. Ahora sólo quedaba una cosa buscar trabajo y trabajar. Pero no era fácil encontrar trabajo para una extranjera. Y Rut. Tuvo que buscar trabajo como “ayudante de siega”

Fue ahí, donde conoció a Booz. Le cautivaron sus ojos, sus manos fuertes. Su sentido de la justicia. El modo de tratar a sus jornaleros y a sus esclavos. Le emociono verlo hacer oración. Con sentimiento. No como quien cumple un rito vacío le emociono. Verlo reirse contando unos chistes mientras bebia de la bota de vino. Y sin darse cuenta. Empezo a enamorarse, y, a desilusionarse.

Pues se decía ¿cómo va un hombre, como él fijarse en una pobre muchacha, como yo?, es cierto que habían hablado, pero no pasaba de ser lo que hoy se llamaria una conversación de trabajo.
Un dia. Rut, se lo conto a su suegra. Y esta, le dijo cómo tenia que hacer para probar si Booz la elegia( esta en el libro de Rut, en la Sagrada Biblia). Noemí le explico que habia una ley, por la que un pariente vivo, tenía que tomar la viuda de su pariente más proximo muerto sin hijos para dar hijos a este, y que Booz era pariente suyo.
Rut. Aunque sin mucha fe, en su suegra. Hizo lo que esta le dijo. Y así Booz le declaro su amor. Hubieron de vencer los obstáculos de otro pariente, que no tenía ganas de esposa pobre.

Y la moabita. Se convirtió en la esposa de Booz. Pero antes de la ceremonia de la boda. Dijo a su esposo. “quiero que Noemí, este conmigo, si no aceptas dimelo. Y ya no me casaré contigo” Booz la beso, y le dijo, que como iba a dejar ir a Noemí, quien iba, a educar al pequeño. Que Yhavé iba crear aquella noche de su boda.
Al oir esto Rut, se puso colorada.

Pero 9 meses más tarde las vecinas felicitaban a Noemí, porque su nuera le habia dado un hijo. Al que Noemí, educo como un buen judío enseñándole a querer y temer a Dios. Y sus padres. Le enseñaron a que no hay razas distintas. A que es bueno que el corazón domine a veces a la cabeza. A querer mucho a su abuelita Noemí. Quien cuando murio, fue llorada por su nuera Rut, y por el bueno de Booz.

A Rut. Le parecia que Dios el Dios de Israel, en quien creia ahora la habia premiado más de lo que merecia. Pero no sabía que de su premio se enteraria, en la morada de los justos; si allí hubiese tiempo. Más de 3000 años después. Y es que el premio de Rut. Fue que de su descendencia. Nacieron Maria y Jesús.
Jesús el Redentor de todos. Acepto tener. En su ascendencia una mujer idolatra.
Fin

Lázaro


Lazaro se sentía feliz, la negra nube que oscurecia su vida, la vida errada de su hermana mayor Maria, ya había pasado. Ahora todo era dicha. Los 3 hermanos vivian felices en Betania, próxima a Jerusalén. Habian sido bendecidos por el Eterno con grandes bienes materiales. Y por si fuera poco. habia tenido la suerte de que el Hijo del Eterno lo eligiese como Amigo.

Si porque Jesús era Amigo intimo de Lazaro desde que ambos eran niños. Muchas veces, Jesús se habia desahogado llorando en el hombro de Lazaro y a la inversa. También se habían reido juntos.

Aquel día Lazaro habia acudido a uno de sus muchos viñedos a echar una mano a sus criados en la recolección de la uva.

Al principio, no noto más que un picor. Pero como el dolor iba en aumento, se paro para verse el pie, y fue entonces cuando descubrio que una serpiente lo habia picado.
Desmayado y con fiebre fue conducido a la casa. Alli se le aplicaron los remedios conocidos desde hacía siglos para casos semejantes. Pero el enfermo empeoraba. Entonces las dos jóvenes hicieron venir los mejores médicos, que nada lograban hacer.
Marta y Maria, velaban al borde de su cama. De pronto Lazaro abrio los ojos y dijo
¿habeis avisado al Maestro?

Sus hermanas le dijeron que sí, que ya venía en camino. Lo primero era cierto. Lo segundo una disculpa dicha a un moribundo, porque como explicar a un amigo. Que su mejor amigo, se ha quedado donde estaba, como si tuviera cosas mejores que acudir al lecho del enfermo. Si en la carcel y en el hospital se conoce la amistad.

Aquello era señal de que Jesús no era amigo de Lazaro. Pero eso Lazaro no debia saberlo. No, en su estado.
Mientras Lazaro empezo a recordar cuando supo quien era Jesús.
Los padres de Jesús; Maria y José iban todos los años a Jerusalén a celebrar la pascua. Y, como Betania quedaba cerca de Jerusalén. Pernoctaban alli, y con ellos tomaban el cordero pascual.
Aquella vez, de ello hacia ya 20 años. Habían llevado con ellos a Jesús. Durante la fiesta Lazaro no vio nada extraño en el pequeño Jesús. Un niño completamente normal. Que lo acompaño en sus juegos. Y al que Maria reprendio. Como Sefora su madre. A Lazaro. “Jesús. Hijo te pones perdido. ¿cuándo aprenderas a jugar sin mancharte ni lastimarte?” lo que se dice un niño y una madre de lo más corriente.
El misterio empezo, cuando a los tres días de haberse despedido. Maria la Madre de Jesús llego a casa de los padres de Lazaro. Llorando. Con los ojos enrojecidos. Con Jose que temblaba por el llanto. Y ni Maria ni José eran gente de llorar por una tontería.
Maria al preguntarle el motivo de su llanto, no era casi capaz de pronunciar palabra, el sollozo la impedía hablar por fin consiguió decir. Que habian perdido a Jesús. Ya hacia 3 días que lo buscaban en vano. En las casas de sus parientes. Y se habian dicho que a lo mejor. Como se habia hecho tan amigo de Lazaro. Habia vuelto alli, Pero Jesús no estaba alli.

Mientras el llanto de Maria, aumentaba. El pequeño Lazaro se dirigia al Templo para preguntar si alguien habia visto a su amigo y fue entonces cuando; lo vio alli sentado en medio de los rabinos y los escribas; haciéndoles preguntas que eran incapaces de contestar, y oyendo como Él mismo les daba la respuesta con toda naturalidad.
Ni se había parado a pensar. Como habria hecho su amiguito para meterse en el “grupo de los sabios” de Israel. Simplemente habia corrido hacia él. Y lo habia llamado a un aparte para decirle
“tus padres te estan buscado. Menudo disgusto tienen tu madre. Llora sin parar a ti te matan. ¿por qué has hecho esto, te has vuelto loco?”

Por respuesta, Jesús. Le habia dicho. Que sus padres no le iban a matar que estaba alli, por cosas de su Padre. Lo que Lazaro a un entendia menos; por que si su padre lo mandaba al Templo no sabia donde estaba. Pues José no era un anciano al que se le pueden olvidar las cosas. Era un hombre joven. Como Jesús veia el desconcierto de su amigo. Le revelo en secreto quien era. El Enviado. Y, le conto que Dios y no José era su Padre natural. Lazaro le creyo. Porque los niños no dudan nunca. Pues no conocen la mentira. Y menos cuando quien les habla es otro niño.

Asi que por primera vez. Lazaro se arrodillo ante su Amigo y le llamo Señor. Preguntándole ¿cómo deberia llamarle y tratarle en adelante?. Jesús le dijo. Que como había hecho siempre. Y que no lo dijese a nadie. Y se fue a seguir haciendo de discípulo el que un día sería Maestro

Lazaro llego corriendo a la casa. Y conto que había encontrado a Jesús. Y allá se fueron Maria y José. Maria se salto las normas que impedían a las mujeres entrar en el circulo de los Maestros. Interrumpio la conversación. Hizo quedar mal a los futuros teólogos, y dio la razon a las viejecitas. Que dicen a veces la tremenda herejia

“Si Dios quiere y La Virgen lo permite”. Agarro a Jesús por un brazo. Le dio una bofetada. Como haria cualquier madre, y, muy seria le pregunto ¿Por qué has hecho esto no ves que tu Padre y yo te buscamos angustiados?”. El niño en vez de disculparse. De prometer no hacerlo más. Dio la razón a los teologos. Que recuerdan que en Dios no manda nadie. Y, secándose las lagrimas. Miro a sus padres y dijo “Por que me buscais, ¿no sabeis que yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre?” nadie entendio nada. Y volvieron a su casa de Nazaret.

Al año siguiente y al otro los dos amigos volvieron a encontrarse, y este encuentro se multiplico en otras festividades judias. La amistad se hizo solida.
Jesús y Maria estuvieron alli, cuando murio Lazaro el padre. Y cuando murio Sefora la madre.
Lloraron por la marcha alocada de Maria la hermana mayor, en busca de sólo Dios sabe que aventuras, y se alegraron cuando esta regreso arrepentida al hogar.

Desde hacia un tiempo. Muchas veces Jesús y los suyos pernoctaban en casa de Lazaro. En aquellas ocasiones. Jesús compartia el cuarto del joven. Y, los dos amigos hablaban, y hablaban de sueños de proyectos. Para Lazaro era su Señor. Pero era tambièn su querido amigo. Y ahora ese amigo le estaba fallando. No venia. Si viniera lo curaria.
De pronto noto como se le nublaba la vista. Sintio como si estuviese abandonando su cuerpo. Tuvo miedo. Se encontro en un lugar sombrio, donde se veia una confusión de gentes. Encima en una nube vió a su Amigo Jesús. Frente a una puerta cerrada.
Jesús le hablo.” Lazaro amigo. Sigue durmiendo. Yo te despertaré. Quiero que estes despierto hasta que esta puerta se vuelva abrir.
¿Qué puerta, es esa Jesús?
La que conduce a la casa del Padre. Pero hasta que yo arrebate las llaves que perdio Adan. No se puede entrar, pronto lo hare. Ahora duerme, amigo duerme. Poco falta para que te despierte.

Y Lazaro se durmió en el sueño de la muerte. Sus hermanas lo enterraron, y 4 días más tarde llego Jesús. Quien se puso enseguida a llorar. Y, los que lo veian llorar decían como lo amaba. Pero otros los peor pensados decian “llora por el remordimiento de no haberlo venido a ver con vida”, y otros peores todavía decían; “llora porque no pudo curarlo como al ciego lo que quiere decir que lo del ciego fue un truco. Porque hay gente que siempre piensa mal”

Ya cerca de la tumba Jesús pidio que fuese abierta. San Juan cuenta lo que paso. Y como Lazaro volvio a la vida.
Dias más tarde en una comida para festejar que Lazaro había revivido, comida en la que Maria gasto una fortuna a los pies del Maestro y que “ el bueno de Judas”. Como toda “la buena gente”. Recordo a los pobres. Si como toda la buena gente. Que no se acuerdan de los pobres cuando se compran abrigos que cuestan millones o joyas. O chalets de 300 o 400 millones. Ni en los derroches de sus fiestas. Pero por un misterio no estudiado. Se les acuerdan todos los pobres. Cuando se hace una capillita. O se le pone una corona a una imagen de la Virgen. O el Papa hace un viaje para hablar de Dios. O se incicia un proceso de canonización, o se compra un caliz. Entonces se les acuerdan los pobres y se atreven a mucho más que Judas. “Dios no manda esto” como si ellos fueran los representantes de Dios.

En un aparte. Lazaro conto a Jesús la visión que habia tenido. No sabia si ya fuera del cuerpo. O todavía en él.
Jesús le rogo que no contase nada. Hasta que Él( Jesús) abriese la Puerta de nuevo. Para lo que faltaba muy poco.

Unos meses más tarde Jesús fue condenado a muerte. Crucificado y al resucitar. Se presento en casa de su amigo, quien como todos dudaba de la resurrección. Entonces le explico que la Puerta ya estaba abierta. Y añadio. Estas son las llaves. Cómo puedes ver 5 llaves. Y le mostro sus cinco gloriosas llagas.

Lazaro callo de rodillas comprendio, de verdad quien era el Amigo que lo habia elegido.
No falto de su cita en el monte de los Olivos para despedir a Jesús. Y, fue un cristiano dócil. Contento con el puesto de cristiano corriente que le habia tocado. Si es que puede haber cristianos corrientes, y un día fue muerto, bueno se durmió. Por confesar que Jesús era el Hijo de Dios. El Redentor del mundo.
Pero de aquel sueño. Jesús no lo desperto. Pues en Betania habia querido arrancarlo de la muerte mala. Aunque sólo tuviese el poder por un tiempo. Pero ahora la muerte era una buena amiga. Y aunque el cuerpo de Lazaro se durmió y aún duerme. Su alma. Fue volando al encuentro de su Amigo.
Del Amigo que no falla nunca. Fin





Herodes


Herodes.

Me llamo Herodes. La historia me ha descrito como un monstruo. El asesino de niños inocentes. Aquí en el lugar al que la misericordia de Dios nos ha destinado.(no, no estamos en el cielo) Pero Dios ha sido misericordioso con nosotros, otro amigo mío el faraón Ramses. El que reinaba en Egipto. Cuando lo de aquel crío llamado Moisés. Pero del que la gente se acuerda menos. Que de mí. Y la verdad hicimos lo mismo.

Dicen que fui un hombre perverso; porque con la intención de matar al Mesias. Asesine a todos los niños menores de 2 años; nacidos en Belen.

Bueno yo quería asegurar mi reino. Y, el Mesias no me decía nada. No sabía quien era.
No, no voy a justificar mi actitud. Pero desde aquí se nos ha permitido conocer a nuestros sucesores y da escalofríos.
Porque Ramses en Egipto; y yo en Belen. Ordenamos la matanza de unos pocos crios. Para consolidar nuestros reinos.
Pero ahora vds. Los gobernantes de ahora. Uds. Que dicen adorar al verdadero Dios. Uds. Que se cuelgan al cuello la imagen de La Cruz donde fue ajusticiado, de adulto; el Niño que se escapo de mis manos. Uds. Han establecido unos sitios en donde asesinan cada día millones de niños antes de que vean la luz. Y, lo más monstruoso. Es que a los niños que asesinamos nosotros. Sus madres los defendían y algunas murieron con ellas. A estos los traen en su vientre sus propias madres.

Nosotros matamos niños. Pero nunca dijimos que eso estuviese bien. Uds. Autorizan su matanza. Abren edificios donde matarlos. Dan ayudas para su muerte. Y ,dicen que “personalmente están en contra” Pero claro “amigos” les pasa lo que a nosotros si no lo hacen pueden perder “su reino” es decir los votos de los criminales.

¿Qué no soy quién para llamar a nadie criminal? Se equivocan lo soy, porque como criminal se lo que es el crimen.
Y, no para aquí su crimen que los hace ya peores que yo.
Porque yo. Y mi amigo( nos conocimos en este lugar) matamos niños una vez. Uds. Lo hacen continuamente.
Y no sólo me refiero a los niños abortados.
Uds. Matan la inocencia y la pureza de los niños. Los corrompe con sus películas sus televisiones. Y, en eso nos ganan ni Ramses ni yo lo hicimos nunca
Uds. Comercian con armas, y, permiten que haya niños soldados.
Miren si yo hubiese sabido que aquel crío que llamaban “El Rey de los Judíos” era Dios me habría portado de otro modo.
Uds. Lo saben; y saben que Él ha dicho; “lo que hagáis a uno de estos me lo hacéis a Mí”.
Los peques que yo mande para el Cielo, anticipadamente. Y,que hay que ver lo que son los niños, me están tan agradecidos; que es gracias a su intercesión que fue otorgada en el último momento de mi partida la gracia de la conversión.

Claro tengo Purgatorio para rato. Pero por poco no acabo en el infierno.
Eso sí, cuando mis amiguitos del cielo(Los santos inocentes) me hablan de los nuevos santos inocentes que llegan; me lleno de dolor. Sobre todo. Porque no solo los han enviado mis sucesores sino sus pobres mamás engañadas de lo que estabán haciendo.
Me olvidaba de deciros “Colegas” “Que hay infierno”.
Os saluda vuestro Antecesor en la matanza de inocentes
Herodes.
Saludos de Ramses I

El cuarto rey Mago


El cuarto rey mago cuento
Todos conocéis el nombre de los Reyes Magos. Melchor. Gaspar y Baltasar. Lo que seguramente no sabréis todos; es que hubo otro Rey Mago; su nombre era. Eliab, hubiese sido el 4º Rey Mago; pero se salió del Belén… Como esas figuras que perdemos, y somos incapaces de encontrar, así le pasó a Eliab.
Pero qué os parece si os cuento un poco su historia.

Tanto Eliab, como sus 3 amigos; no eran en realidad reyes; sino astrónomos; personas que estudian los astros. No, no eran astrólogos. La vida de las personas no esta encerrada en las estrellas. Sino en el corazón de Dios.
Tanto nuestro amigo, como los magos ya conocidos; desconocían al verdadero Dios; y cada uno de ellos tenía una multitud de dioses, que por supuesto no llenaban para nada su corazón. Baltasar que era egipcio adoraba por ejemplo a Isis. A Anubis. Y un largo etc. Melchor que era de la India. Adoraba a Shiva. Brama y otro largo etc. Gaspar que era de Tarsis; adoraba a Tanis. Astarte y algún dios griego o romano. Eliab que era árabe adoraba al sol a la luna.

Muchas veces se habían sentado juntos, y contemplando las estrellas se habían preguntado, y se habían contestado. ¿qué sus dioses no podían ser capaces de hacer aquellas maravillas?. Tenían dudas. Sabían que sus dioses eran mudos. Y lo que es peor, no tenían vida.

Un día conocieron a un mercader judío. Samuel. Y éste les habló de su Dios y de la esperanza que tenía su pueblo en el Mesías.
Desde aquel día. Los tres vivieron con la esperanza de conocer algún día a aquel Niño; no se hacían ilusiones. Porque en primer lugar estaba que “vaya vd. A saber cuando iba a nacer el mencionado Mesias. Y, luego, que bien claro lo había dejado el judío. El Mesías cuando viniese vendría sólo para Israel su pueblo. Nacería de él. Y vendría para aplastar a los extranjeros a los gentiles. A los perros idólatras. Para hacer de Israel un imperio.

A Melchor, con todo el respeto del mundo para el judío; esto le parecían meras idioteces. Para que iba Dios querer tener un imperio, cuando ya es el dueño de todo el mundo.
Claro que él del verdadero Dios sabía muy poco; bueno el dios que le había descrito el judío tampoco tenía mucha pinta de verdadero dios; se parecía un pelín a Marte, el dios de la guerra de los romanos.

Por su parte Baltasar pensaba, que si contra algo tendría que luchar el Mesías no seria contra los gentiles; sino contra la falta de Amor en el mundo.

Y Gaspar opinaba que lo mejor que podría hacer; sería, convertir a todos los hombres en hermanos. Esa sí que sería una gran labor, aunque imposible, a no ser que el Mesías fuese algo más que un hombre.

Y, Eliab. Opinaba que el Mesias de los judíos, haría lo que había dicho su paisano. Y. que nadie podría impedírselo, porque intuía sería algo más que un hombre.

A veces discutían sobre lo que cada uno de ellos pensaba sobre el Mesías.
Aquella noche, no era una noche como todas las demás, era una noche fría oscura; como si las estrellas hubiesen sido barridas del cielo. Y. como si la luna se hubiera evaporado.
De repente, en el firmamento. En el rincón más lejano; comenzó a verse un punto diminuto; que se fue agrandando y agrandando cada vez más. El primero que la vio fue Gaspar que llamó enseguida a sus compañeros.

“Fíjate, Baltasar, y tú también Melchor, Eh tú Eliab; no te quedes ahí rezagado. Mira que fenómeno tan extraño; Una estrella que crece sin parar; mirad que cola; No cabe duda de que se trata de un cometa; pero este no mete miedo( lo decían porque en aquella época; las gentes, pensaban que los cometas eran los culpables de lo malo que pasaba en el mundo; una excusa como tantas; para no luchar por mejorar el mundo; en realidad los hombres y las mujeres de entonces; no se diferenciaban mucho; de los hombres y las mujeres del siglo XXI)

Lo extraño, dijo Baltasar, que era el más observador de los tres; es que este cometa parece viajar, es más sé esta moviendo. Y nos está diciendo que lo sigamos

“No digas tonterías; Baltasar(dijo Melchor) desde cuando hablan las estrellas, ese cometa se mueve debido a ciertas leyes impresas por los dioses en los cuerpos celestes; y punto.

Lo que quieras. Amigo Melchor. ¿Pero puedes entonces decirme; por qué su cola apunta siempre al sitio donde estamos?
Es verdad, objeto, Gaspar. Esta estrella es cómo si estuviera viva. Todavía guardo unos rollos de papiro; que nos regalo aquel mercader judío; y voy a echarles una ojeada; a ver si me aclaran; si nos aclaran algo.
Nada, te van aclarar Melchor, dijo de pronto Eliab. Esos rollos de pergamino que te dejo el judío, no son más que leyendas o mitos para demostrar que su dios; es un dios, que esta por encima de todos nuestros Dioses. No es un tratado de astronomía.
Lo se, Eliab, pero por mirar nada se pierde.

Y tal como había dicho. Melchor leyó de noche; en su tienda, aquellos rollos que sólo él había conservado; los demás se los habían cedido, muy gustosamente, allí se entretuvo, en el relato de la profecía de Balaam. Ni que decir tiene que los rollos a que se refería el rey; mejor dicho el astrónomo Baltasar eran los libros del Pentateuco. También llamada la Thora; por el pueblo judío.
“Aquí esta”; dijo al fin. Y salió corriendo; anunciar a sus compañeros lo que había encontrado; parecía un loco; fíjate, Baltasar, Gaspar, Eliab, fijaos. Aquí, esta habla de una estrella, que anunciara el nacimiento del Mesias, del Rey definitivo de los judíos.
Los otros Magos al principio no querían creerle; decían que no tenía sentido; que un hombre que había creído oír hablar a una burra, podía decir cualquier tontería.

Así que lo mejor que podían hacer era desentenderse de aquel cometa, y seguir con su trabajo. Además excepto Eliab, quien acababa de perder a su esposa; y a su hijita. Todos los demás tenían mujer e hijos, bueno Baltasar tenía mujeres. E, hijos de ambas.
Al día siguiente la estrella seguía allí, y así un día sí, y el otro también. Hay cosas que la ciencia no puede explicar. Porque la Ciencia vale para muy poco. Y, es tan pequeña, tan limitada que cabe en unos miles de libros. Pero los sueños. La ilusión, la capacidad de asombro, el amor. Las risas de los niños; en suma todo lo inmaterial es infinito, porque son destellos que le cayeron al Creador al hacerse sus fotos. Es decir al crear a cada ser humano.
Hay científicos que son tontos, si son premios Nobel, y tienen muchos títulos pero son tontos, no ven más que lo que pueden ver sus aparatos de laboratorio, o, lo que palpan sus manos. No son exclusivos de nuestro tiempo, los hubo siempre, bueno algunos, ven, pero dicen que no; porque es más cómodo. Pero los magos. Aunque mejor debiéramos decir los astrónomos de este relato no eran así.
Ellos si tenían la inteligencia de un niño; que son los más inteligentes. Por ser los más cercanos a Dios.
Como consecuencia de ello; decidieron partir rumbo a Judea, para rendir aunque eran gentiles su pleitesía, su adoración al Recién Nacido Rey de los Judíos.
Baltasar decidió llevarle todas sus joyas. Sus amuletos y hasta sus ídolos de oro, Gaspar decidió llevarle Incienso, del más puro. El que jamás había encontrado un Dios que se lo mereciese. Melchor decidió llevarle Mirra un perfume muy caro.
Eliab, era pobre, y no tenía nada que llevar. Yo amigos; me llevo yo.
Lo que paso después ya lo sabéis. Mateo, un amigo de Jesús, lo cuenta mucho mejor.
El caso fue que como ya sabéis los Magos llegaron a la Casa donde ya estaba alojada la Sagrada Familia; se encontraba Maria sola con su Bebecito, porque San José había acudió arreglar unas ventanas. Tan pronto se supo que era carpintero, y, lo majo, honrado y buen trabajador que era le llovía el trabajo, así que estaba trabajando.

Maria al principio, tuvo miedo; no sabía que hacer, era una gente extraña, vestida de una forma rara; y, hablando una lengua que no conocía. Hasta que empezó a hablar Eliab, él sabía algo de hebreo; y se explicó más o menos como pudo.
“Veréis Señora; hemos sabido, que vuestro Hijo es el Mesias el Rey de los judíos, una estrella nos ha guiado hasta aquí y venimos adorarle. Os rogamos nos dejéis besar al Niño”
La Virgen que era, que es Joven y guapísima. Con un pelo negro como la noche más pura; con unos ojos. Como los de todas las madres. Que no es rubia, porque es semita. Que tiene aires de gitana. Se rió, luego dijo:

“Vale os dejo besar al Niño, pero no lo despertéis por favor, acabo de mudarlo; porque; “no sabéis la de pañales, que mancha el Rey de los judíos; anda tómalo tú; (dijo mirando a Gaspar) a ver si no te moja.

Jesús al cambiar los brazos de María por los de Gaspar; empezó a llorar como un descosido. Y, no hubo forma de callarlo, sólo se quedaba calladito; en los brazos de su Mamá Maria y de Eliab. A los regalos les hizo muy poco caso; bueno, sólo tenía 3 mesitos, pero la barba de Eliab, eso si que le gusto.
Estuvieron hablando; largo rato, La Virgen les ofreció, leche fresquita que había ordeñado aquella misma mañana, de una vaca, que una vecina les había prestado. Y les rogó esperasen la llegada de su esposo.
San José llegó sudoroso y cansado. Se extrañó de ver aquella gente en su casa; pero no temió nada, si Maria los había dejado pasar es que eran buena gente. Además gente buena la había en todo el mundo. Y, mala. Ser judío o gentil no era garantía de nada. Sólo que los judíos eran más privilegiados que los gentiles. Pues Dios había estado más cerca de ellos. De una cosa estaba seguro José; y es que su Hijo, no podían venir para ser propiedad exclusiva de un pueblo o una raza.
Aquella noche, los astrónomos compartieron la casa, con José, Maria, y el Peque Jesús.
Al día siguiente, Maria les entregó una rosca amasada con huevos y manteca; origen de nuestro “roscón de Reyes”.
Ellos se lamentaron y excusaron por no haber traído más cosas. Eliab, callaba avergonzado.
“No sé que diréis de mí, presentarme así, sin nada; pero es que lo perdí todo, al morir mi hijita y mi esposa no tengo nada.
San José lo consoló diciendo; que lo más importante era su persona, el viaje que habían hecho. Y que allí siempre tendría unos amigos.
Y, de ese modo, los Magos se despidieron. Iban ya a medio camino; cuando se sintieron cansados; y se retiraron para dormir; entonces. Eliab escuchó entre sueños; la voz de un soldado; que daba la orden, de parte de Herodes de matar a todos los recién nacidos. Despertó a sus compañeros. Y, les dijo, que tomasen otra ruta. Él volvería a Belén.
Y, volvió, él fue el ángel que avisó a San José; es que los ángeles a veces son hombres o mujeres. Ángel sólo significa Mensajero. “Yo (dijo a San José y a la Santísima Virgen); no tengo nada. Pero quiero serviros como criado, como defensor de vuestro Hijo; mi persona esta a vuestro servicio.
Lo aceptaron, aunque como le dijo Maria, no como criado, sino como amigo, serás como un tío de nuestro Hijo; Yo; añadió San José te enseñare algo de carpintería, porque no creo que te puedas ganar la vida; mirando las estrellas.
Y, así Eliab marchó con La Sagrada Familia a Egipto. Y allí estuvo con ellos; hasta que un día que iba hacer un encargo, se enteró de la muerte de Herodes. Y, avisó a José.
No, él no volvió, en Egipto se había enamorado de una joven hebrea. Se habían casado y eran padres de un niño, al que llamaron José y de una niña a la que llamaron Maria; aunque lo querían mucho, ni Maria ni José, aceptaron que vinieran con ellos.
Tu estarás siempre en nuestro corazón; nunca olvidaremos. Lo que hiciste por nosotros y por nuestro hijo. Que seas muy feliz Eliab. Siempre le hablaremos a nuestro Hijo de ti.
Ya no se volvieron a ver. Bueno si se vieron y se ven en el cielo.
Este relato ha sido; para que no olvides que todos tenemos algo que dar a Dios. Si no tenemos nada, tenemos nuestra vida, nos tenemos a nosotros como Eliab el Cuarto Mago.
Fin

El cartero


El Cartero


Marcelo. Recibió un aviso; para presentarse, en casa, del prefecto de Augusto. Sabía que cuando: lo avisaba, es que algún mensaje; urgente tenía que llevar, pues su oficio era; de mensajero, o, cartero del emperador.

Aún era, de noche, y, apenas tuvo tiempo de solicitar la protección de los Dioses; aunque cada vez creía menos en ellos, pero por otro lado, no se hacía a encontrarse sólo en el mundo, aunque tanto Júpiter, como Juno su esposa, como.... de pequeña protección valían; aparto como pudo de su mente, aquellos pensamientos blasfemos, no fuese ser, que el “ Padre de todos los dioses se enojase, y le arrojase, un rayo en el camino, o lo hiciese andar perdido durante años, como dicen que hizo con el griego Ulises.

Ensillo a toda prisa su caballo, y. al cabo de un rato, que se le hizo eterno, estaba en el domicilio del Prefecto, éste era un hombre afable, culto, y. bondadoso con sus esclavos, lo que no solía ser muy común.

Marcelo, le dijo, tienes que llevar este correo, que ha llegado de Roma, y, del que te he hecho unas cuantas copias, tantas como ciudades hay; en ese pueblucho, llamado Judea.

Atiende bien, deberás pegarlas en las murallas, entregarlas a los vecinos, seguramente, pero qué se enteren bien, de lo que quiere el Emperador

¿Y qué quiere? Se atrevió a preguntar Marcelo, que no comprendía, que interés podría tener Augusto, en aquel pueblo raro, que adoraba un solo dios invisible.

Pues lo que quiere, respondió el prefecto, es jugar un poco con ellos, y sin pedir permiso a su dios, claro que seguro que su dios; no se molesta, porque el César si es un Dios, y están con él todos los Dioses del Olimpo, la idea es que cada familia se trasladé al lugar de donde es originario, el pater familias; ya veras cuantos quebraderos de cabeza, se van armar

Pobre gente”

Vamos, no dirás: que te dan pena, ¿sabes, como nos llaman? Perros, si perros, así nos llaman

Marcelo marcho aquella misma noche. La sede del Prefecto; para lo que hoy llamamos Oriente medio, estaba en Damasco, y al cabo de unos cuantos días por fin, logró entrar en Judea, su primer destino fue a Nazaret, pueblo cuya existencia ignoraba; clavo 1 de los bandos en la puerta de una casa, pero el ocupante de la misma, lo rompió, y, si no escapa le rompe todos los huesos.

Al fin diviso una mujer que; estaba lavando, al percibir su rostro vio que era prácticamente una niña, así que trato de recordar el poco arameo que había aprendido, pues estaba seguro de que ella no sabía nada de latín, y la llamó.

Eh tú, muchacha, eres de aquí, escucha
La joven se levanto, dejó a un lado la ropa con el jabón encima
En ese momento, Marcelo descubrió su estado

Disculpad, señora, os tome por una jovencita, dónde esta vuestro esposo

La mujer sonrío, soy una jovencita, aunque vaya ser madre, tengo 16 años, nada más, preguntas por mi esposo; pues debe estar en el taller es el mejor carpintero del mundo

Tú quién eres

Soy Marcelo, y, traigo unos avisos para todos del Emperador, cómo sabes todo pertenece al César

No, eso si que no, el Único Dueño de todo es Yahvé, El Dios de Israel

Marcelo calló, porque no tenía ganas de discutir, él había venido, a lo que había venido, y, después del incidente con el primer nazareno que se encontró; ni con una embarazada se arriesgaba.

De pronto, la muchacha dijo, no te dije mi nombre, me llamó Maria, mi esposo es José, ven acompaña me a su taller esta aquí cerca en nuestra casa

El esposo de Maria, era un muchacho; sólo un poco mayor que ella, fortachón que, le recibió como sí le conociese de toda la vida le ofreció una banqueta, para sentarse. Y, un trago de vino; sólo cuando, su visita hubo descansado un poco, le pregunto José, el motivo de su visita. Fue, entonces cuando...

Marcelo, abrió uno de los bandos, y leyó la orden del Emperador

El César se equivoca, dijo José, queriendo jugar con el pueblo de Dios.

Os aconsejo que obedezcáis, a mi también me parece una orden injusta, pero no hay porque poner la vida en peligro, si acaso puedes dejar a tu esposa aquí

¿Quién yo? No, yo, voy donde vaya mi marido, que para eso me case, marido y mujer no pueden separarse hasta la muerte

¿Hasta la muerte? Ay las mujeres, ¿ y quién te ha dicho eso?; Pregunto, José sonriendo a su joven, y, bella esposa

Pues dijo, ésta, mientras se acariciaba el vientre, ya muy abultado, “ me lo esta diciendo éste, que vaya día lleva”. Luego añadió iré donde vaya. Y, este José

Bien, cómo queráis, pero obedecer al Emperador

No, replico José, somos descendientes de David, no vamos obedecer al Emperador, pero si vamos a cumplir ese bando, porque si Dios ha permitido que el Emperador, lo escriba: y. tú vengas aquí con él es porque: ahí esta su voluntad para nosotros, él sabrá porque no quiere que mi hijo, nazca en Nazaret; si no en Belén

Marcelo contó el altercado; con uno de los vecinos del pueblo, y, José le dio ropa suya vieja, para que pudiese salir de Nazaret, sin ser apedreado.

Lo que sigue lo sabemos todos, el César pretendía jugar con el pueblo de Dios, y, era Dios quien jugaba con el César, el Mesías el Niño que; la jovencita Maria, llevaba en su seno nació en Belén, como había predicho Malaquías

Y paso el tiempo, un tiempo largo, muchos años.

Marcelo envejeció, nunca pudo olvidar aquel jovencísimo matrimonio, ahora Marcelo ha venido a pasar unos días en casa de un amigo centurión que tiene en Jerusalen, este le cuenta que hace poco, que ha abrazado el Camino, al principio, Marcelo no lo entiende, entonces, Cornelio, le habla de cómo oyó, hablar de Jesús, de su Resurrección, de su encuentro con Simón Pedro, que esta en el lugar de Jesús, hasta que Jesús vuelva que dicen algunos va ser muy pronto

Marcelo escucha a su amigo, ensimismado, su amigo ha rechazado los Dioses, porque según él sólo hay un dios

¿ y conociste a ese tal Jesús?, Pregunta, Marcelo, a su amigo. Quien le responde.

Sí, curo a uno de mis esclavos; paralítico, es un Hombre bueno, además de Dios, lo condenaron injustamente a morir en la Cruz, pero resucito, todos le llamaban “ el nazareno” porque aunque nacido, como me enteré más tarde en Belén, a donde se trasladaron sus padres por el famoso censo de Augusto, se crió en Belén “


Marcelo, se queda pensativo, se rasca su cabeza ya calva, y, luego dice

Así recuerdo, yo lleve ese mensaje; recuerdo que sólo fue amable conmigo un joven matrimonio que esperaban un hijo para muy pronto; espero que si era tu amigo, y, señor, no se enoje con este viejo, pero sinceramente, no veo mucho poder en tu nuevo dios; y, en su padre, ni siquiera pudo escoger donde nacer, y, su madre encinta tuvo que irse a parir a unos cuantos kms.”

Te equivocas Marcelo, fue Dios, quien jugo con el Emperador, el Mesías Jesús tenía que; nacer en Belén, la cuna de David, así estaba profetizado, y, si no fuera, por la orden de Augusto, no hubiera podido ser, Augusto fue el juguete del Altísimo

Marcelo callo, luego dijo, puedes explicarme todo esto con más calma

Cornelio, se tomo todo el tiempo

Cuando Marcelo marcho. ya era un hombre nuevo, un hombre joven que había echado de su corazón a los ídolos, y, lo había abierto al único Dios; y, con la alegría de saber que la jovencita que tan bien lo había tratado, era ni más ni menos que la Madre de Dios

No tardaría en dar testimonio con su sangre, por orden de un prefecto de Claudio, no tan bondadoso como aquel viejo prefecto. Que un día ya lejano la mandara, a Nazaret, a ordenar un censo

Fin