miércoles, 7 de mayo de 2014

Lareira ( cuento reflexión en gallego)


“Vella, casa materna, pedras ennegrecidas, que gardan tantos recordos,  tantas vivencias,  eh, ti, lareira, fogo do fogar, onde,  os nosos devanceiros,  veneraban, dunha forma  idolátrica,  os vellos deuses, os deuses da familia, os penates,  os lares do fogar.

E onde eu, escoitei, sendo nena,  os contos da avoa Dolores, avoíña, menuda,  fraca,  co seu pelo, negro, coma a noite, sen unha cana branca,  recollido, nuha,  longa trenza; que  facía ver, que  tiña que haber sido, unha moza, moi, moi fermosa.

Sentabámonos  os netos, perto, de la,  e, o redor do lume da lareira

Miña avoa, Dolores, tivo sempre, moita, imaxinación.

Lume  crepitaba, ruxía, mentres,  todos, ián,   arrimando,  o can, e, o gato,  tamén tiñan, o seu sitio,    o redor da lareira, eu tiña medo, moito medo, o lume,

Os outros, ríanse, de min, miña nai, dicíame,  que non  tivera, medo; a miña tía, Carmucha,  subía, po las escalereiras, co  unha rica, cunca de leite, recen  muxido,  que a todos, lles encantaba, a min non,  eu, pensaba, que a leite,  muxida, era fría, nunca, me gustou, o leite quente, nin morno, dáme noxos,

Mentres, o fogo, o lume, seguía na lareira, a avoa, poñía, un  pote, pra os porcos,  outro pra nos, pra xente; e comanzaba, a falar


“Din, que houbo,  fai tempo, un rei...”

Todos escoitabamos en silencio,  o, terminar,  o, conto, persignábase, a comanzaba, a pregar, a Nai de Deus; porque  na lareira, da miña aboa,  na miña lareira, porque tamén era miña,  xa non se adoraba os ídolos, adorábase,  un só, Deus, o, Único,  o, Deus feito Home, nunha muller,  unha  aldeana, como  a miña avoa, o Deus feito home na campesiña chamada María.

Tempo, pasado, pro tempos, que lembro feliz, con recordo, da miña avoa, e, da lareira


Fin

Gramola


Luisa, acababa de llegar a la casa, de su tía abuela- Carmen, una mujer soltera de 75 años, lo que no le hacía ninguna gracia, a sus 24 abriles, tener que vivir, en casa de "tata Carmen"; intuía que iban a tener encontronazos, pues que iba saber de la vida, una vieja solterona

claro, que tampoco era cuestión de sacar las armas antes de la batalla, era mayor de edad, y, eso hasta Carmen lo entendía, así que si la convivencia no funcionaba se iría y listo


Carmen, se alegro con la llegada de su sobrina, aún recordaba, su no tan lejana juventud, a veces aún le parecía que sólo había pasado un día, desde que cumpliera 24 años, pero había pasado mucho más tiempo, lo decía su pelo, sus arrugas, y, sus lagrimas nocturnas, cuando no la veían

Después de cenar, se dirigió a Luisa, para pedirle un favor, que le ayudase a escoger en el sótano (bodega) cosas para la tómbola de la parroquia, fue así como se encontraron con la gramola.

La primera reacción de Carmen, al ver la gramola, fue, decirle, a Luisa, que la apartase, no podía darla, no podía, porque allí, estaba parte de su  alma;  Luisa, no entendía nada, ella sólo veía, un objeto de museo.

Carmen, la trajo a la realidad, recordándole, que no había nacido con 75 años, había sido joven.

“En mis tiempos, le dijo, porque fui joven, llena de sueños, e, ilusiones, como todos los jóvenes, me gustaba la música, no había discotecas, una sala de baile, pero en el pueblo, nosotros vivíamos en la aldea, allí, sólo había música, cuando se podía contratar una orquesta, para la fiesta del patrón, el caso fue que  tu bisabuelo, mi padre, me trajo esta gramola de Paris, fue el mejor regalo, me encantaba poner discos, y, oír la música, como te puedes imaginar, no paso mucho tiempo, sin que invitase a  mis amigos, y, amigas; hasta que empezamos a organizar bailes, siempre bajo la atenta mirada de papá, o, mamá, y, en uno de esos bailes, al son de la música, que subía de esta gramola, conocí a Javier.

Luisa, interrumpió, a su tía, para decir; “ Lo estoy viendo, era pobre, y, el bisabuelo, se opuso".

No hija, no,  respondió, Carmen, ni Javier era pobre, ni tu bisabuelo se opuso a  nada,  muy al contrario, Javier le encantaba, nos hicimos novios, y, nuestras vidas discurrían, como las de los demás chicos, y, chicas, yo soñaba con el momento de mi boda.

Un día al llegar a casa del conservatorio;  estudiaba música, oí la gramola, me extraño que mis padres hubiesen puesto en marcha, aquel aparato, para ellos tan moderno, claro esta no habían sido ellos, si no mi hermana, tu abuela, pero no estaba sola, estaba con Javier, los dos cogidos de la mano, me puse como un basilisco, mi propia hermana, cómo era posible, ellos no sabían que excusa darme, lo único que acertaron a decirme, fue que se amaban; se habían enamorado, y, antes de que; te pongas a  novelar, te aclaro una cosa,  tu abuela no estaba embarazada; sólo se había enamorado, yo también lo estaba, pero Javier sólo quería a tu abuela, bueno, eso era lo que decía, entonces.

Así pues acepte, renunciar al amor de mi vida, rompí mi compromiso, por mi hermana; aquí Luisa, interrumpió a su tía, para preguntar. 

¿Cómo es que el abuelo, se llama Juan, y, no Javier, no lo entiendo?

Porque Javier, nunca se caso, con mi hermana, con tu abuela, era un sinvergüenza, que lo único que pretendía, de ella, es que convenciera a mi padre, de que le prestase una importante cantidad de dinero, a mí me conocía bastante, para saber que no lo iba conseguir; según él, ese dinero, era para no se que importante negocio; mi hermana, creyó su mentira, y, no paro hasta convencer a nuestro padre, de que le prestase el dinero, y, ni que decir tiene, que una vez lo tuvo en la mano, desapareció; más tarde nos enteramos de que estaba en América,  tu bisabuelo, mi padre, decidió olvidarlo, mi hermana tu abuela, lloro mucho, le dolía no sólo el desengaño, si no el quebranto económico que había hecho sin querer a su familia.; conoció a Juan, que fue un buen marido, yo continúe asistiendo a fiestas, pero mi corazón seguía ocupado, por Javier, al que todavía quiero, por ello, no quiero despedirme de la gramola


Luisa, beso a la anciana, ahora sabía que su tía, no era una solterona, de pronto la contemplo joven llena de ilusiones, bailando al son de la música que salía de una gramola, recién traída de Paris

fin

El Rescate



Lo que más deseaba Luisa, a sus 11 años,  era poder conducir una moto;  por lo que decidió, pedirla a sus padres, como regalo de fin de curso, por las buenas notas, obtenidas.

“Me lo merezco”; dijo muy sería a su padre, he aprobado, todas las asignaturas, con media de matrícula de honor; papá, puedes hacerlo, gracias a Dios, eres un hombre rico

Y, en efecto, D. Julio Navalcero, lo era, poseía una cadena de tiendas de comestibles, y de hoteles; eso, sin contar con la fortuna de su esposa, Clara Losada de Navalcero; tenían sólo dos hijas, Ana, la mayor que estudiaba en Paris, y, Luisa, el ojito derecho de D. Julio

Aquella noche, mientras tomaban el postre, Luisa beso a su padre, y, haciéndose la mimosa, le pidió, como regalo de reyes la moto. D Julio, miro primero a su esposa, y, luego a su hija, para decirle, que le compraría cualquier cosa; pero la moto no, y, por dos razones

La primera, porque es un regalo muy caro, para  una niña de 11 años

La segunda, porque es algo muy peligroso, así que jovencita, la respuesta es; “no”

Luisa, no replico, conocía a su padre, cuando decía, no, era no

Paso toda la noche llorando

Al día siguiente, en el Instituto, contó su pequeño drama, a Fernando, un compañero de clase; y, medio noviete, este le dijo, que tenía una idea, para que pudiesen tener la moto

“que tu padre, te de el dinero, para comprarla”; le dijo, muy serio

A  Luisa le dio, un ataque de risa, menuda tontería

Fernando, no se inmuto, aguanto las risas, las carcajadas sin ofenderse lo más mínimo; después poniéndose más serio, le dijo

“Escucha,  no pretendo que le digas; papá, dame 5.000 €, para una moto, no se trata de eso;  lo que he pensado, es en  simular tu secuestro, y, pedir un  rescate tengo un bajo, que nos iría de perlas, es de mi abuelo, podrías,  bueno, podríamos escondernos allí”

Luisa, acepto, y, mientras ella iba, con Fernando, a un bajo, situado en las afueras de la ciudad.

Su padre, recibía, un anónimo, hecho con letras de periódico, en el que se le pedía, como rescate, si quería volver, a ver con vida; a Luisa,  500.000€; si, quinientos mil; no, los 5.000 de la moto, como pensaba, Luisa; D. Julio no estaba dispuesto, a tirar el dinero, por supuesto, le interesaba su hija,  por eso puso el asunto, en manos de  la policía,  pero no se consiguió  ningún resultado

Tres días más tarde, Fernando, envío otro anónimo,  subiendo la cantidad en 1.000€ más; al no tener respuesta, llamó, por teléfono disimulando su voz, aunque pocas, si había hablado alguna vez con el padre de Luisa.

“Escuche, si no deposita, 80.000 € sin marcar, y, nuevos, en el contenedor, que hay en los cantones, frente al cine, “Perro Verde”; si no lo hace, hoy antes de las 12 de la noche; no volverá a ver con vida, a su hijita, no hay más mensajes”. Y, colgó

En los 3 días que llevaba, Luisa, “ secuestrada”; la había convencido, para trasladarse, a otro sitio, la niña, seguía creyendo, que a su padre, sólo le pedía, los cinco mil que costaba la moto; por eso no entendía la tardanza, ignoraba la maldad de su amigo.

Empezó, a sospechar, cuando Fernando la encerró, en un cuartucho de un piso, le dio, un orinal, y, una manta, para dormir te vale, el suelo, no intentes huir, ni pedir ayuda, estas sola, yo vendré, a traerte comida, cada 4 días, así, que raciónala,  claro que si tu padre, no paga, no, podré mantenerte, y, dejarte libre, no puedo, sería peligroso para mí. ¿Lo entiendes?

Así, que reza, porque tu padre, pagué, porque sólo habrá un culpable de tu muerte, él, tu querido papá

Luisa, paso, dos días, y, dos noches horribles, no tenía, ni radio, ni libros, sólo una ventana; que daba a la parte trasera de unos edificios

Al tercer día, la despertó,  un olor  raro, como a quemado, miro por el cristal, y, vio que había un incendio, en una de las casas, cuyo patio, veía, desde su ventana; observo, como los bomberos rescataban a los inquilinos, para ella, no  existía, peligro por el fuego, pero podía ser su salvación; tomo el orinal, y, golpeo con fuerza, el cristal, de la ventana, hasta romperlo, luego, lo arrojo,  por la ventana, rogando, no lastimase, a nadie, pero si llamase la atención, tuvo suerte, un bombero miro indignado, para arriba, entonces, asomo la cabeza, y, lanzo, un grito de socorro, que se ahogo, en su garganta.

Pero como nadie, hace una gamberrada, y, se queda esperando, que lo feliciten, el joven  bombero, intuyo, que había algo raro, así que trepo por la escalera, y, llego a su ventana; no  pudo sacarla por el ventanuco, pero  si aviso, por su móvil, a la policía,  que vino enseguida, derribo, la puerta, y, Luisa, fue liberada, Fernando, encarcelado, porque Luisa, no se calló, su nombre, el bombero, que propició, su rescate, y, que se llamaba Miguel, recibió, una medalla, al valor, y, fue ascendido, a capitán.

En cuanto, a Luisa,  recibió,   una lección, la de no fiarse de quien te intenta oponer, a los tuyos, y, el cariño, de sus padres, que  ahora, sabía, era más valioso, que una moto

Fin



El Zoo

El  zoo
El pequeño Miguel, no cabía en si de gozo, había llegado el día en que su abuelo, lo iba llevar al zoo.

Era todo maravilloso, los animales le parecían lo más hermoso, y, fascinante del mundo,  en especial los felinos, leones, linces, panteras, tigres, que para Miguel, sólo eran gatitos que habían crecido mucho

Los gorilas que parecían señores con abrigo de piel, la foca, los osos,  en suma todos los habitantes del zoológico

De regreso a casa, su abuelo le pregunto, si le había gustado la visita. Miguel dijo a su abuelo, que mucho, y, que los animalitos le habían encantado; añadió, sin embargo, me hubiese gustado poder tocarles, y, que corrieran libres, me dio pena, que no se les pueda acariciar, eso es lo que no me gusta.

Pero hijo, le dijo su abuelito. ¿Cómo ibas acariciar animales salvajes, y, peligroso?

¿Peligrosos por qué?

Porque comen, hijo, y, matan para comer, pues como vistes, lo que hacen es comer, y, dormir, y, poco más, no matan porque ya les dan la comida

Es decir abuelito, que no hacen casitas, ni cazan  para sus hijitos, como  en la televisión,

No hijo, los de la televisión, son animales libres, que viven en la sabana, en la selva, allí, si hacen todo, lo que tú dices

¿ En el zoo, no son libres, abuelito?

Pues, no hijo, no son libres, tienen todo lo que necesitan, todos los cuidados; pero no tienen la libertad de la selva

Vaya, los zoos son sitios malos, ya no quiero ir más, dijo muy enojado

No, al contrario, no son malos, permiten, la protección de animalitos que de otro modo, morirían, y, desaparecerían para siempre; los protegen de cazadores malos, o, sea furtivos, y, de otros animales

Ya, pero seguro que les gustaría más vivir en libertad

No, lo dudo, pero no se puede tener todo, recuerda, uno tiene lo que elige

¿Eligieron ellos el zoo?

No, los animales, no eligen nada, no pueden esa facultad es exclusiva nuestra

Pues, Ruco ( Ruco, era el perro de la familia, su perro), eligió, comer mi filete

No, te equivoca, Ruco, no eligió nada, siguió su olfato, su instinto, sólo el ser humano, es capaz de escoger, de elegir, lo que es bueno,  o, malo para él; y, aunque te resulte extraño, pequeño, te diré, que hay muchos hombres, que prefieren ser animales de zoo

¿Quiénes abuelito, los presos?

Algunos, puede que sí, pero no me refería a ellos,  si no a los que viven sin Dios, sin Fe, sin  principios que rijan su vida, los que no tienen más criterio para actuar que aquello que les apetece; o, lo que ven hacer en la tv, o, alabar en los medios, los que oyen más lo que les dice su tripa, que su conciencia, todos esos, acaban encerrados en jaulas invisibles, pero no por ello, menos reales, que las del Zoo, Dios quiera, que nunca te pase a ti, sé que ahora eres muy pequeño, y, no me entiendes, pero de ti depende optar por la libertad, aunque vivir libre, sea un riesgo, es lo más hermoso que hay, y, nosotros hemos nacido libres, no dejes que te hagan animal de zoo, sé un león de la sabana, o, mejor querido nieto sé un hijo de Dios, y, por ello un hombre libre

Fin