Lo que más deseaba Luisa, a sus
11 años, era poder conducir una
moto; por lo que decidió, pedirla a sus
padres, como regalo de fin de curso, por las buenas notas, obtenidas.
“Me lo merezco”; dijo muy sería a
su padre, he aprobado, todas las asignaturas, con media de matrícula de honor;
papá, puedes hacerlo, gracias a Dios, eres un hombre rico
Y, en efecto, D. Julio Navalcero,
lo era, poseía una cadena de tiendas de comestibles, y de hoteles; eso, sin
contar con la fortuna de su esposa, Clara Losada de Navalcero; tenían sólo dos
hijas, Ana, la mayor que estudiaba en Paris, y, Luisa, el ojito derecho de D.
Julio
Aquella noche, mientras tomaban
el postre, Luisa beso a su padre, y, haciéndose la mimosa, le pidió, como
regalo de reyes la moto. D Julio, miro primero a su esposa, y, luego a su hija,
para decirle, que le compraría cualquier cosa; pero la moto no, y, por dos
razones
La primera, porque es un regalo
muy caro, para una niña de 11 años
La segunda, porque es algo muy
peligroso, así que jovencita, la respuesta es; “no”
Luisa, no replico, conocía a su
padre, cuando decía, no, era no
Paso toda la noche llorando
Al día siguiente, en el
Instituto, contó su pequeño drama, a Fernando, un compañero de clase; y, medio
noviete, este le dijo, que tenía una idea, para que pudiesen tener la moto
“que tu padre, te de el dinero,
para comprarla”; le dijo, muy serio
A
Luisa le dio, un ataque de risa, menuda tontería
Fernando, no se inmuto, aguanto
las risas, las carcajadas sin ofenderse lo más mínimo; después poniéndose más
serio, le dijo
“Escucha, no pretendo que le digas; papá, dame 5.000 €,
para una moto, no se trata de eso; lo
que he pensado, es en simular tu
secuestro, y, pedir un rescate tengo un
bajo, que nos iría de perlas, es de mi abuelo, podrías, bueno, podríamos escondernos allí”
Luisa, acepto, y, mientras ella
iba, con Fernando, a un bajo, situado en las afueras de la ciudad.
Su padre, recibía, un anónimo,
hecho con letras de periódico, en el que se le pedía, como rescate, si quería
volver, a ver con vida; a Luisa, 500.000€;
si, quinientos mil; no, los 5.000 de la moto, como pensaba, Luisa; D. Julio no
estaba dispuesto, a tirar el dinero, por supuesto, le interesaba su hija, por eso puso el asunto, en manos de la policía,
pero no se consiguió ningún
resultado
Tres días más tarde, Fernando,
envío otro anónimo, subiendo la cantidad
en 1.000€ más; al no tener respuesta, llamó, por teléfono disimulando su voz,
aunque pocas, si había hablado alguna vez con el padre de Luisa.
“Escuche, si no deposita, 80.000
€ sin marcar, y, nuevos, en el contenedor, que hay en los cantones, frente al
cine, “Perro Verde”; si no lo hace, hoy antes de las 12 de la noche; no volverá
a ver con vida, a su hijita, no hay más mensajes”. Y, colgó
En los 3 días que llevaba, Luisa,
“ secuestrada”; la había convencido, para trasladarse, a otro sitio, la niña,
seguía creyendo, que a su padre, sólo le pedía, los cinco mil que costaba la
moto; por eso no entendía la tardanza, ignoraba la maldad de su amigo.
Empezó, a sospechar, cuando
Fernando la encerró, en un cuartucho de un piso, le dio, un orinal, y, una
manta, para dormir te vale, el suelo, no intentes huir, ni pedir ayuda, estas
sola, yo vendré, a traerte comida, cada 4 días, así, que raciónala, claro que si tu padre, no paga, no, podré
mantenerte, y, dejarte libre, no puedo, sería peligroso para mí. ¿Lo entiendes?
Así, que reza, porque tu padre,
pagué, porque sólo habrá un culpable de tu muerte, él, tu querido papá
Luisa, paso, dos días, y, dos
noches horribles, no tenía, ni radio, ni libros, sólo una ventana; que daba a
la parte trasera de unos edificios
Al tercer día, la despertó, un olor
raro, como a quemado, miro por el cristal, y, vio que había un incendio,
en una de las casas, cuyo patio, veía, desde su ventana; observo, como los
bomberos rescataban a los inquilinos, para ella, no existía, peligro por el fuego, pero podía ser
su salvación; tomo el orinal, y, golpeo con fuerza, el cristal, de la ventana,
hasta romperlo, luego, lo arrojo, por la
ventana, rogando, no lastimase, a nadie, pero si llamase la atención, tuvo
suerte, un bombero miro indignado, para arriba, entonces, asomo la cabeza, y,
lanzo, un grito de socorro, que se ahogo, en su garganta.
Pero como nadie, hace una
gamberrada, y, se queda esperando, que lo feliciten, el joven bombero, intuyo, que había algo raro, así que
trepo por la escalera, y, llego a su ventana; no pudo sacarla por el ventanuco, pero si aviso, por su móvil, a la policía, que vino enseguida, derribo, la puerta, y,
Luisa, fue liberada, Fernando, encarcelado, porque Luisa, no se calló, su
nombre, el bombero, que propició, su rescate, y, que se llamaba Miguel,
recibió, una medalla, al valor, y, fue ascendido, a capitán.
En cuanto, a Luisa, recibió,
una lección, la de no fiarse de quien te intenta oponer, a los tuyos, y,
el cariño, de sus padres, que ahora,
sabía, era más valioso, que una moto
Fin