Cuando La Virgen se quedo sola.
Aquella mañana, María fue como siempre a la fuente, llevaba su cántaro, pero una pequeña nube de tristeza, bañaba sus ojos, haciéndolos más bellos, si es que eso era posible
Aquel día, Jesús no vendría a cogerle el cántaro, porque se había ido, ella sabía que un día se iría. Pero estaba tan a gusto con él, escuchándole, preguntándole, enseñándole, si enseñándole que era su madre, y él un ser humano
Jesús se había despedido, le había pedido su bendición, como cualquier hijo, la había comido a besos, pero tenía que empezar su misión.
Primero se iba a hacer bautizar por Juan, luego un tiempo de ayuno y oración. Y a comenzar, cuando Dios quisiera
María le dijo que se cuidará, que durmiera bien, qué se abrigará, que se alimentará
Que no te cuidas, y eso, Jesús no me gusta
Que si me cuido mamá (inma), le había respondido él
Que tengas cuidado, algunas personas pueden no ser muy buenas.
Jesús le había dicho, buenos ahora en la tierra, desde que papá, esta con Papá. Tú y yo, solos mamí; por eso estoy aquí. Tranquila, nos volveremos a ver pronto.
Hasta pronto mamí, Papá está contigo
María lo entendió, sabía que era cierto
Una vecina que escucho dijo
Ese chico, no está bien de la cabeza, le dice que su padre, está con ella, hace más de 12 años que José duerme con los padres, que en paz descansé, era buen hombre, sí muy buen hombre, a ver como sale el hijo, hasta ahora no había queja, pero a dónde irá
Vio que María entraba para dentro de su casa, y fue corriendo, a ofrecerle ayuda, a decirle que paciencia que los jóvenes hoy en día, en cualquier época es “hoy en día”, “que los jóvenes hoy en día, ya se sabe”
La invito a comer
María agradeció, otro día, hoy quería estar sola, bueno sola no, no, pero sí. Tenía ganas de llorar, pero eso no lo dijo. Se limito a decir, Si el Cielo quiere mañana, pero podemos si quieres orar juntas a la tarde. Somos mujeres y no es preciso seamos diez.
Es que valemos más que ellos
La Virgen se río
Ay que pena María, que El Señor de Israel, no os diese más hijos, con lo buena gente que erais José y tú
María sonrío un poco, sabes Raquel, siento una Voz que me dice, que seré madre de familia muy numerosa, que ya tengo hijos
Raquel pensó ella también se volvió loca. Luego dijo. A la tarde vendré a orar contigo, oraremos y al tiempo hablaremos de nuestra vida, con el tiempo la idea de Raquel, ya con La Virgen en el Cielo, se haría con algunos cambios, y se llamaría Rosario.
Y, sí el Rosario lo ideo Santo Domingo, pero la semilla empezó un día en Nazaret
Después María entro en su casa, todo le recordaba a su Niño Jesús, porque Jesús era para ella su Niño, le asalto un susto. ¿Y, si no lo volvía a ver?. No protesto, ella seguía diciendo Fiat.
Aquí está Señor tu esclava
Pero su Arcángel de la Guarda, Gabriel, al que ella, llamaba Gaby, y el le llamaba María, aunque en el Cielo, le habían dicho que era su Reina, pero Gaby era es un Arcángel marchoso, y pasaba de formalismos, así que la llamaba
La más resalada, la Graciosísima, y con ese nombre le dijo, Volverás a ver a Jesús, yo también soy su Arcángel de la Guarda, lo verás en una boda, dentro de poco, tú serás para él, el Mensajero del Padre
¿En una boda? Dijo María, entonces ya será el tiempo
No, del todo, pero en esa boda, tú lo pondrás en marcha
Gaby, cuida de mi Niño
Graciosísima, que me cuide él, que además de tu Niño es el Dios de Israel, y el Hijo del Dios de Israel, y el que camina, con el Viento del Dios de Israel. Ay Dios mío, Graciosísima, que me acabo de dar cuenta de algo, que ya sabía, que siendo cierto todo lo que digo. Tú eres La Madre de Dios, la Hija de Dios, el Templo de Dios, y, yo como si tal cosa.
Gabi, yo soy tu María, tu Graciosísima, por su Gracia, que yo nada tengo mío, soy su Esclava, toda la Gloria a Él, pero para mi, Jesús es mi Niño, yo lo deje humanar, cuídamelo, Gaby sí hace falta le riñes.
Lo cuidaré lo prometo. Quien me lo iba decir, Custodio de Dios. Jesús también le había dicho, Gaby cuida a mi Mamí
María sonrió, con Gaby, aunque no lo veía, lo escuchaba en su corazón, no se sentía tan sola, además como decía, su Jesús, el Padre, y la Ruha, estaban siempre con ella, y, él en cierto modo también.
Lo creía, lo sabía. Pero echaba de menos tanto oírle decir.
Mamá, otra vez lentejas, no me gustan, y decirle, come y calla, tienes trabajo. Como una madre normal.
Que eso era, una madre que se había quedado sola.
Empezaba a trabajar sin saberlo su advocación de Virgen de la soledad.
Fin.