El torreón misterioso
Aquel viaje
Era una época difícil, en la que
nadie sabía lo que podría suceder, pero todos tenían el miedo en el cuerpo.
Había miedo cuando se sentía a determinadas horas, el timbre, o la aldaba de la
puerta, en realidad se tenía miedo a todas horas, se hablaba con miedo, y, en
esa época Carmen y, Antonio, se casaron, eran dos jóvenes enamorados, él
pertenecía a una importante familia bonaerense, muy cercana a los círculos de
poder, que ahora habían metido el miedo dentro de las gentes, ella pertenecía a
una familia de inmigrantes gallegos, pero ya asentados desde hacía décadas en
la nación argentina, a la que amaban como su segunda patria; y, si bien no, se
metían en política ni militaban en ningún partido, eran contrarios a las actividades
de aquel gobierno
Por eso la familia de Carmen no
apoyo, aquel matrimonio, pero Carmen era mayor de edad, nada, pudieron hacer,
además Antonio, era cosa aparte, y tampoco podían significarse
demasiado
Así pues se casaron en una
iglesia sencilla. Y, emprendieron el viaje de novios a España, en cierto modo
ambos tenían raíces españolas. España estaba estrenando su democracia, pero aún
tenía muy reciente en su mente la dictadura que había vivido, y, ahora sentía
cercano, lo sentía el pueblo, la tragedia, por la que estaban pasando sus
hermanos argentinos
Naturalmente a unos recién
casados, maxime en un hotel aunque sea de provincias no se le hacen preguntas
políticas, tampoco las habrían contestado, los tentáculos del mal, son muy
largos
En un principio se albergaron en
pueblos de lo que entonces era todavía Castilla la vieja, y, en Castilla la nueva; pero un día, otro
huésped del hotel donde se alejaban en un pueblo de Salamanca, les hablo de un
torreón misterioso, en él que se decían sucedían cosas, si les interesaba
conocerlo él los llevaría
En un principio se negaron, pero
luego se dijeron que nada tenía de malo, y, aceptaron
Noche de tormenta
Aquella noche era oscura, negra
como si de una película de terror se tratase, el cielo aparecía cubierto de
negros nubarrones, que parecían amenazarse mutuamente; aunque era el mes de
julio, verano en España, parecía invierno, de pronto comenzó a tronar, los
relámpagos brillaban en el cielo, y.
Carmen no pudo evitar un estremecimiento, un sentimiento de pánico la sacudió
de arriba, abajo, iban en un coche por una carretera que apenas conocían, sin
más luz que los faros de su coche, para visitar un viejo torreón, en una noche
de tormenta
Hay pararrayos, supongo, pregunto
Su acompañante se río, con una
risa sarcástica, no, claro que no hay pararrayos, es un torreón del siglo XV
Por fin, allí estaba medio
derruido
El viejo torreón
Parecía el decorado de una
película de misterio, se hallaba enclavado en la cúspide de una pequeña montaña, bueno llamarlo montaña, sería
tal vez exagerar un poco, aunque el acceso al mismo no era muy fácil, y, más en
una noche como aquella
En tiempos debiera de haber sido
un imponente castillo, pero ahora, solo conservaba en pie, una de las torres,
y, adosada parte del cuerpo central, las almenas que en otro tiempo, debían de
lucir engalanadas, ahora tenían sus picos medio derrumbados
Las arañas lo habían colonizado
Bien, entramos, dijo el
acompañante, vamos no tengan miedo
Carmen iba preguntar si había luz
eléctrica, pero le pareció que sería una necedad, asi que opto por callarse y
se agarro al brazo de su marido
El acompañante, cuyo nombre aún
no he dicho, Rogelio, los miro
Seguramente se preguntarán si hay
aquí luz eléctrica, si se lo preguntan pero tienen miedo de hacer la pregunta; pues
bien si, se instaló hace un par de años, cuando se rodó aquí una película; pero
no creo que funcione ahora, así que he traído varias linternas, y, por supuesto
velas y cerillas
Pretende, que pasemos aquí la
noche, dijo Antonio
Sí, quiero que me ayuden a
descubrir si aquí suceden misterios
¿Misterios?
Si, ya saben cosas que no tienen
explicación racional
Sí, claro que sí, dos tontos como
nosotros que han dejado su cómodo hotel, para venir en una noche de tormenta, a
ver las ruinas de un castillo en una aldea perdida
Vamos no diga eso, entremos, se
animan, ahí tienen sus linternas
Vaya, aquí esta uno de los
interruptores de la luz, probemos, por si hay suerte
La hay, tenemos luz, dijo Carmen,
quien no cabía en si, del asombro de ver, el suelo cubierto de alfombras, las
paredes de tapices, y, lámparas iluminadas, parecía con velas, pero lógicamente
era la luz que habían encendido
Luz que se apaga
Carmen comenzó a pasear por el
interior, era como si hubiese viajado en el tiempo, pero de pronto, las luces
se apagaron, un relámpago brillo en el aire, y, un miedo extraño, un
sentimiento de pavor recorrió todo su cuerpo, no tardo mucho en volver la luz,
y, ella se fue en busca de su esposo y, del hombre que los había llevado a ver
el torreón, no les dijo nada, no quería que se riesen de ella, tomándola por
una cría, en una noche de tormenta era normal, que las luces fallaran,
afortunadamente tenían linternas, y, velas
Permanecieron un tiempo hablando
de historias de aparecidos, y, otras historias similares y de nuevo las luces
se apagaron
Vaya, dijo Antonio, otra vez,
esperemos que dure menos que la vez anterior, mientras tanto, encendamos
nuestras linternas, y, si encontramos un recipiente seguro las velas que hemos
traído
Lo hicieron, porque el apagón,
parecía ir para largo. Y, aquí hubo algo, que los lleno de miedo, las linternas
se apagaron también y, las velas aunque no soplaba aire alguno
Claro que todo puede tener una
explicación racional, a las linternas se les acaban las pilas, la batería, las
velas pueden estar húmedas
Lo que ya es más difícil de
explicar es que unas y otras se encienda de nuevo, sin que nadie les toque, y,
que con su tenue luz se vea, no se crea ver, si no que se vea a una mujer con
un bebe en brazos paseando, por la parte derruida del torreón por el muro que
rodeaban las almenas, como si este aún estuviera allí.
Era una mujer joven, con la
melena suelta, que llevaba en los brazos un niño envuelto en una toquilla, al
que estrechaba contra su pecho, los llantos del niño cortaban el silencio de la
noche; la mujer caminaba descalza, y, no hacía ruido solo el sonar de los
pliegues de sus largos vestidos
Los tres la estaban viendo, y, no
era una imagen ficticia, de esas que se forman por efectos de la luz, por la
sencilla razón de que no había luz, que la luz iba y venía a su antojo; y, era
entonces cuando la veían con toda claridad, el color negro de sus cabellos,
hasta su rostro triste, sus vestidos que le llegaban hasta los pies, y el
llanto del niño que llevaba en brazos, lo malo es que, nadie podía caminar por
donde caminaba ella, porque allí hacia siglos que no había nada
Tanto Carmen, como Antonio, como
el hombre que los había llevado a conocer los misterios del torreón, eran
personas racionales, que no creían en fantasmas, ni aparecidos, pero qué podría
ser.
De pronto un grito de mujer,
corto la noche, seguido del llanto de un recién nacido. ¡Amado mío, tu hijo y
yo, vamos en tu búsqueda, si has muerto no queremos vivir¡
Esto era lo que parecía
escucharse, pero no era un murmullo era un grito que hacía estremecer, mientras
la mujer seguía caminando sobre un suelo inexistente, pero que en otra época
había sentido el crujir de espadas, y, las risas de las damas, de pronto se
detenía y se arrojaba al vacío, o eso parecía
Carmen, hizo ademán de
levantarse, e ir a detenerla, pero tanto Antonio, como el hombre que los había
llevado al torreón, se lo impidieron. “
Quieta Carmen, acabarías en el vacío, nada esta sucediendo ahora, estamos
viendo un hecho del pasado”; yo, tercio, Antonio, creo que tal vez nos echaron
algo en las bebidas que tomamos en el pueblo, y, estamos alucinando,
seguramente se trate un juego de luces,
bueno seguramente no, fijo, sin duda alguna
¿No cree, que como si fuese una
película, el pasado pueda quedar impregnado en los muros que lo vieron?
Mi querido Felipe, los muros no ven, y, no hay
más realidad que lo que podemos tocar
Siento no poder compartir su
opinión, respondió Felipe
Mire mi reloj, creo se está
haciendo tarde, la verdad la historia que me estas contando, parece más propia
de Cuarto Milenio
Mi, amigo bebió un sorbo de
cerveza, sonrió y dijo, Tienes razón, de Cuarto Milenio, que por cierto es un
gran programa, donde no se teme a la verdad
Si, vale, Carlos, no me vayas a
decir ahora, que te crees la historia que me estas contando, porque yo, no,
hombre que estamos en el siglo XX
Pues sí, Irene, lo creo pero no
he acabado todavía de hablar, si no te importa luego te acompaño en el coche a
tu casa, esta oscuro y sé el miedo que tú, la racional tienes a las tormentas
Vale, pero acaba pronto, que paso
con los fantasmas
No voy hablarte de fantasmas, si
no de personas de seres humanos que vivieron hace tiempo mucho tiempo, pero un
tiempo real. No voy a perderme en detalles históricos te llega saber que allá
por el Siglo XIII, hubo un noble castellano, más bien un hidalgo aunque poseía
pues lo había heredado un pequeño castillo, el castillo o torreón al que me he
referido en la historia, este cuyo nombre que yo sepa no paso a la historia, se
llamaba Samuel, era judío converso, bueno era judío disfrazado de cristiano,
cuestión de supervivencia, se enamoró de una joven, Raquel, que nunca dejo el
judaísmo, ambos decidieron casarse, a él su tutor un nobel cuyo nombre no
recuerdo, de acuerdo con los padres del joven Samuel, ya le había buscado
esposa, la hija de unos hidalgos cristianos viejos, pero Samuel quería a
Raquel, y, se negó a casarse, sus padres y su tutor cedieron con una condición,
que Raquel abrazara la fe cristiana, pero Raquel se negó, no podía apostatar.
Entonces se lo prohibieron totalmente
Pero ellos se amaban y
consiguieron que un rabino, ya te dije que la conversión de Samuel al
cristianismo no había sido tal, los bendijera. Ya casados se veían siempre que
podían, y, se amaban como esposos, el fruto de este amor fue un niño; niño que
Samuel no podía reconocer como suyo, pues ante todo el mundo era un cristiano
soltero, un hidalgo soltero que tuvo que ceder, (pues fue amenazado con la
muerte de Raquel, y de su hijo) y, casarse con la joven hidalga, Catalina se llamaba,
la boda fue como mucho fasto, Raquel vivía por aquel entonces escondida con su
hijo en las dependencias del torreón ahora derruidas, desde allí con su hijo en
brazos vio marchar la comitiva nupcial, los vio marchar y volver para el
banquete, todos los días se asomaba medio escondida a ver, si escuchaba los
pasos de su amado, de su esposo, pero este se olvidó de ella y de su hijo,
estaba enteramente entregado a Catalina. Cierto día, Raquel los vio partir hacia otro castillo, entonces trepo a lo más alto del muro a los huecos de las almenas, y, cayo con su hijo al suelo,
y, se mataron. .los enterraron al no ser cristianos en una tumba fuera del
cementerio, aun se puede ver
Qué horror, exclame, y, los
argentinos la vieron
Sí, claro, mi padre fue quien les
llevo al torreón les contó lo mismo que yo te he contado a ti
Que hicieron
Que hicieron, ahora te lo cuento
escucha
Voy a narrarte, como lo estaba
haciendo
“Carmen había quedado sorprendida por la triste
historia de Raquel, quería visitar su tumba, el hombre que los había conducido
al torreón, es decir mi padre, les dijo que no sería fácil hallarla al estar
fuera del recinto sagrado, seguramente habría crecido maleza encima, y, en
efecto asi había sucedido, pero la tumba seguía intacta, y, podía leerse o
adivinarse el nombre. Fue entonces
cuando Carmen, tuvo una idea
Estas personas, necesitan una
Misa
Felipe, les dijo que imposible no
eran cristianos
Pero Carmen, era muy terca, dijo
que todo hombre pertenece a Cristo, por eso lo sepa o no, es cristiano
Ella solicitaría la misa, sin
decir nada más, al fin y al cabo la Misa no era más que el Sacrificio del
Calvario, que Jesús ofreció a su Padre por todos, murió por todos
Y así fue, Raquel y su hijo
“tuvieron su Misa”
Y, las luces que se encendían, y
se apagaban desaparecieron, asi como la figura que parecía caer al vació”
Que bien dije, medio incrédula,
de pronto las luces parpadearon, se apagaron y encendieron
Qué pasa pregunto Carlos lleno de
miedo
Nada, dijo Felipe hijo; están
cambiando la potencia eléctrica en el pueblo, a veces hay estos sustos
Son luces de este mundo
Yo, callé, y, no les dije que
había visto pasar… mejor me callo, ya
llego por hoy de misterio
Fin