viernes, 28 de junio de 2013

burro


Era un asno, de  pelo feo, no era un burrito suave como Platero, tampoco tenía nombre, lo llamaban simplemente “burro”, y. a ese nombre, y, a los golpes de la vara de su amo respondía, cariño, no le daban ninguno, lo hacían trabajar sin parar, tirando del arado, o, sacando agua con la noria, o llevando al amo , ó, a la ama, ó,  a los amitos a lomo, mientras le golpeaban, o le tiraban del pelo.
Burro, no recordaba haber hecho nada; para  merecer aquel castigo, si era feo, y, algo torpe, no era culpa suya; cierto que a veces soltaba alguna coz, pero es que uno aunque sea burro, no es de piedra.
Aquella noche, desde su cuadra, escucho una conversación, que  lo llenó de temor, era de sus amos, hablaban de venderlo, porque ya apenas valía más que para comer; Burro, tuvo miedo, y, si lo compraban, aquellos soldados romanos, que patrullaban, por las calles de cualquier ciudad de  Israel, o aquellos griegos, que venían, a completar sus estudios, o. el mismo Herodes, se lo comerían, y, para comérselo lo matarían, si lo compraba un judío no, y no es, que los judíos fuesen mejores, que los que ellos llamaban “gentiles”, “perros”, “idolatras”, no es que simplemente, un tal  Moisés, les  había dicho, que entre otros;  no podían comer carne de equino, y, claro, ahí entraba él, pero claro ningún judío lo iba comprar, si no valía para trabajar, y, no lo podían comer, no definitivamente, si lo compraba alguien, sería un griego, o un romano.
A la mañana siguiente,  lo sacaron a golpes de la cuadra, como siempre y, se dirigieron con él al mercado, la gente pasaba, lo miraba regateaba el precio, y, se volvía a marchar, de pronto se acerco un hombre joven, iba sonriendo, y, mesandose la  barba, se acerco al amo de, “Burro” y, lo saludo “la Paz contigo”, soy José, el hijo de Jacob, el herrero, bueno soy también carpintero, el caso es que necesito, comprar  tu asno, ya que he de marchar, presurosamente para Belén,  el César  ha mandado un censo, y, a mi como  hijo de David, me toca ir a Belén, podría ir andando, pero estoy casado, y, mi esposa María, sale pronto de cuentas, vamos que voy a ser padre
¿Cuánto pides por él?
El amo de “Burro”, miró al joven, y, le pareció una ocasión preciosa para librarse de su animal, así, que respondió a José,  con 2 denarios, me doy por satisfecho, José, le dio los 2 denarios, y, tomó a Burro del ronzal.
Burro, noto algo distinto en aquel hombre, primero de nada, lo tomo con suavidad, como si temiese causarle daño, luego evitó, que metiese las patas  en una charca, “este es un mes frío amiguito, no te mojes las pezuñas, por cierto, no se como te llamas, me olvide preguntárselo a tu antiguo amo, no importa María, te pondrá  un nombre, ya lo veras, es la criatura, más perfecta salida de las manos de YHAWE, y,  no es, te doy mi  palabra, locura de enamorado, que lo estoy, porque es, como te diría, como  una lámpara, que contuviese en sí toda la luz del mundo, como si toda la belleza, de la creación se encerrase en sus ojos, bueno ya lo veras, y, voy a contarte un secreto, que tu no dirás a nadie, no sólo porque no  sepas hablar, sino porque  eres noble, y, bueno; El Niño que espera, es el Mesías  es   el Hijo de Dios, yo no soy su padre, como lo son los otros hombres de sus hijos, pero, soy su padre, no entiendes nada, no importa, yo tampoco, pero lo que importa es amar.
 A Burro, le pareció encantador, aunque temió, estuviese algo loco, porque lo que decía no tenía mucho sentido, claro que, un enamorado, ya se sabe, “el amor vuelve a uno tonto. Así caminando, caminando, llegaron a una modesta vivienda, 2 mujeres se encontraban  sentadas bajo  una higuera, y, una de ellas la más joven,  y, la más hermosa, y, la otra no era fea; se encontraba haciendo una camisita de bebe,  la mayor dejaba desfilar por entre sus dedos el huso de la rueca; al acercarse José llamo “Maria, Ana, mirad lo que he comprado” las dos se levantaron, María llegó  un poco más tarde que su madre, se veía claramente que de un día a otro; tendría ya un niño en sus brazos, José la dijo “Cariño, este es nuestro nuevo amiguito, el  nos ayudara a ir a Belén, a cumplir con la orden del emperador”
 María, que Burro, pudo comprobar, que era todo, y, más de lo que José, le había dicho por el camino, se acercó a él, le acarició el lomo, le dio un beso en el hocico, que  Burro, no lo hubiese cambiado por nada; y, le dijo
“Pero si estás sucio, voy a lavarte, sabes, cuando nazca mi Niño(Jesús) va jugar contigo, ya lo verás,  y, te vas a llamar, Cometa, porque seguro, que allá, en donde estaba, hasta hace ahora 9 meses, cabalgaba en un cometa, así, que te llamaras, Cometa, y, ahora, ven no sólo te lavare, sino que te daré heno fresco.
Que feliz, se sentía Burro, perdón, Cometa,  estar con aquellas dos criaturas humanas, era conocer la mayor felicidad, la alegría,  y, el Amor el amor puro, pero humano se les desbordaba por todos los poros de la piel, y salpicaba a hombres y animales.
El viaje a Belén, fue de lo más emocionante que vivió en su vida asnal, María apenas consintió en ir montada en  su grupa para no cansarlo, decía que  ella ya eran 2, y, Cometa, ya llevaba el modesto equipaje,   a Cometa le caían las lágrimas, porque por muy burro que uno sea, tiene su corazón, y, gente buena la habría, pero como aquella  Niña, que iba ser Madre no en ninguna parte.
Gente buena la  habría, y, seguro que en Belén también, pero claro, aunque la familia de José, y, la de María eran originarias, de allí habían pasado tantos siglos, que eran tantos los descendientes de David, que fue imposible encontrar sitio, el único lugar que hallaron fue un establo ocupado por otro burro, que resulto ser  una burrita, una vaca, un buey una mula 4 ovejas, un lugar no muy adecuado para un recién nacido, pero  era lo que había, no por ello, vio, Cometa, borrarse la alegría de los ojos de Maria ni de los de José, para ellos, aquello estaba bien, porque Dios, lo había querido así,  y, cuando lloraban no dejaban por  ello de sonreír.
Vivió Cometa unos días maravillosos, con cantos de ángeles, pastores, y gentes que  venían adorar al Niño, para el que no había palabras, para  describirlo, y, al que también  Cometa adoro, y, por poco lo aplasta, ya que  quiso doblar la patita, y, casi se cae encima del  recién nacido, Maria al sentir llorar a Jesús, se acercó, y, ayudó a Cometa a levantarse, tomó a Jesús en brazos,   y, con su manita acarició, a Cometa, “Que feliz se sentía éste”.
Cometa, se enamoró de la burrita del establo,  que se llamaba, Goliat, y tenía un amo también muy bueno, no como los suyos, pero es que los diamantes escasean.
Cierto día ya  Vivían en una casita cerca del establo, que Cometa ocupaba con su “esposa” la burrita Goliat, María se acercó a él “estaba llorando, estaba triste, a Cometa, le dio un vuelco su corazón de burro, era como si toda la tristeza del mundo se hubiese metido en  aquellos ojos, porque tendría que sufrir una criatura tan buena; Maria lo acaricio, y, le dijo tenemos que irnos, Cometa, me gustaría llevarte con nosotros, pero es imposible, se  un buen burro, yo  le pediré, siempre al Padre de mi Niño, y, a mi Niño, que ya te quiere por ti no te olvidaremos. Luego lo  besó y salió despacio del establo.
Lo que paso, “Cometa” no lo supo, pero se quedo muy triste, era como si de repente, el establo se hubiera  vuelto oscuro, era aquella una familia tan simpática, tan cariñosa,  y, tan buenos los 3, la esposa Maria le cepillaba el pelo todos los días, lo acariciaba, le daba mazorcas de maíz en su mano, y, en cuanto al hombre al marido a José, que distinto de su amo anterior, había llegado  incluso, a cubrirlo con su zamarra, con su túnica de piel de oveja, en una noche de frío, no eran  unas criaturas especiales, no eran como los demás, y, el Niño, los superaba a todos, a veces sus padres sujetándolo lo ponían a lomos de “Cometa”, y, el pequeñín como todos los niños le tiraba del pelo, pero al contrario que con otros niños “Cometa” se sentía feliz, hasta se olvidaba de comer, y, eso que era “Burro”, como le gustaban sus besos, y, con que dulzura tanto María como José corregían al  pequeño Jesús, diciéndole dulcemente : “no mi Amor , tirar del pelo a “Cometa”, no que le duele, besitos a “Cometa”, y, el pequeño, se llevaba la mano a la boquita y le lanzaba  un montón de besos.
Y, ahora de repente se habían ido,
 ¿Por qué?
¿A dónde?
Al principio extraño la marcha aquella familia, pero pensaron que habrían vuelto a su lugar de origen, que era Nazareth, después poco a poco los olvidaron, ya que en el pueblo pasaron cosas muy graves, el rey Herodes,  asesinó a todos los niños que pudo, en la locura de preservar su trono, Cometa fue testigo de todo esto,  y se alegró de que  el pequeño Jesús no estuviese allí.
Del amor entre “Cometa” y, la burrita del establo, nacieron borriquillos, y borriquillas, a los que sus padres, hablaron de  aquella familia tan  buena. Como todos mueren también “Cometa” murió, y se fue a un lugar   junto a las estrellas, reservado a los  asnos buenos, a la  constelación de Pegaso, que es el cielo de los burros.
 Ha pasado el tiempo, y, ahora del primer “Cometa”; hay como descendiente, una  burrita  arisca brava, que se llama “Estrella” y, que nadie ha montado todavía,  porque no se deja, da coces, patadas, muerde, sus amos  la hubiesen  matado, si no fuera, porque hace poco tiempo, que trajo al mundo, un burrito, y, esperan que, sea más manso que su madre.
A veces los otros burros hablan con ella; y, le preguntan por su extraña actitud y, ella  les comenta que,  la gente es mala,  van a lomos de un animal, y, no se lo agradecen, lo insultan, le tiran del pelo, le pegan, pues que vayan a pie, que todos somos criaturas de Dios, los demás burros, no compartían su opinión porque al fin,  y, al cabo el hombre es imagen de Dios, y, por ello el resto de los animales le deben respeto.
Cierto día un burro muy culto, se  atrevió a preguntarle
¿Qué pasa si un día se acerca el Mesías, y, no lo reconoces, y, lo tiras?
Estrella, contesto, lo conoceré, es más, estoy segura, que era el Niño que conoció mi  tatarabuelo “Cometa”; todos los burros se rieron
El Mesías, el hijo de un pobre carpintero, aquel que dices que nació en un establo, donde guardaban a tu tatarabuela, y, donde la conoció tu tatarabuelo, no hagas  honor a tu nombre “Estrella” (se referían  como el lector podrá darse cuenta al nombre de familia “Burro”)
Mas ella sabía  que, no, estaba equivocada,  y, cuando  aquellos 2 hombres se acercaron al lugar donde permanecían atadas ella, y, su hijo, ella se deja  desatar mansamente, sobre todo, cuando uno de ellos, respondió al que le preguntaba por su acción:
“El Señor los necesita”
Como era natural la llevaron a ella, y, a su potrillo, al cabo de un buen rato llegaron a una  lujosa mansión, que entristeció el corazón de la borriquilla,  si debía de ser cierto, lo que le  habían dicho, o, muy bien les habían ido las cosas, o, aquella no parecía la humilde casa del hijo de un  obrero, de pronto dos mujeres se acercaron riendo, una de ellas muy joven, y muy bella, mientras se secaba las manos en el delantal que cubría su  vestido, hizo señas a otra, que se hallaba; tejiendo, esta última,  aunque algo mayor, no era menos hermosa que su hermana, se acercó al sitio donde estaba, esta, y, la dijo
¿Es este el animal, que mandó traer el Rabí, jamás entenderé al Señor, sabe  que lo nuestro es suyo, que digo lo nuestro, nosotras,  y, todo lo que somos le pertenecemos, si  es El Hijo de Dios, cómo no vamos a ser suyas?

Y, por lo tanto nuestros caballos, y, se le ocurre ni más ni menos que  mandar traer; un burro, que tiene fama de no dejarse montar, con eso piensa hacer su entrada triunfante como Mesías, pero no hermana no paga la pena, intentar disuadirlo, es todo lo terco que se puede ser, es no sólo Dios, es también hombre, al decir esto se rió.
 “Estrella”, escucha emocionada, si era bueno; saber que él no era el dueño de  aquello, seguro que era un hombre pobre, iba ganar la apuesta.
Poco tiempo después, un hombre joven de poco más de 30 años, se acercaba hacia el sitio, donde  se encontraban los animales, las mujeres al verlo, inclinaron reverentemente la vista al suelo, y, una de ellas, la que había estado tejiendo corrió a postrarse a sus pies, en contra de lo que pudiera pensarse, el joven no rehúyo, la adoración como si fuera algo a lo que tuviera derecho, no levanto a la mujer del suelo, ni se declaro indigno; eso si al cabo de unos minutos se inclino le acarició la cabeza, y, la dijo

”Te espera una gran prueba, pero tu serás la primera que veras mi triunfo” Por supuesto nadie, incluida la mujer entendió,  palabra.
 Luego siguió caminando, hacia donde estaba”Estrella” le acarició el lomo, y la dijo sonriendo
 “Oye a mi, no me tiraras, si no mi abba (papi), se va enojar contigo, no, te  hizo tan guapa,  para que eches por el suelo a su Hijo, y, a continuación le beso el hocico; entonces a “Estrella” no le quedaron dudas de quien era, si era “su Niño”
  lego el día de su presentación a Israel, y, la asnita fue adornada con todo tipo de detalles, procuro ir con paso fuerte pero seguro para que Jesús fuese cómodo,  su peso no le molestaba, y, no porque no pesase, Jesús era, y es un Hombre,  de carne y hueso,  y, los hombres pesan, pero era un peso que no era peso, la gente lo vitoreaba, como su Rey, echaban al suelo sus mantos para que él los pisara, si ella sabía que los echaban por él, aunque fueran sus pezuñas de burra, las que los pisaran, por ello, como El Señor que iba montado encima, no le decía que no los pisara ella, seguía pisando como si fueran hojas caídas; “Que contento debe sentirse; y, si le pregunto siendo quien es, sabe mi idioma”, y, así lo hizo; Jesús se limpio una lagrima de sus hermosos ojos, y, la dijo; mi querida “hermana Burrita, ojala los humanos fueran, te lo digo, pese a que yo también soy humano, ojala fuesen los  humanos como sois los que llaman “animales”; sin doblez, nobles, “todos estos que has visto, van a pedir mi muerte, dentro de  2 días, si “Estrella”, voy a ser crucificado, mi padre, no es que exija mi muerte como rescate, no mi Padre acepta mi sacrificio ,como prueba del Amor que mis hermanos, aún no lo son, lo serán tras mi muerte, le debían dar, y, no le dan, vosotros los animales obedecéis siempre, lo que Dios os  manda los humanos no, por ello yo voy  a obedecer por todos ellos aceptando ser crucificado, pero tengo miedo “Estrella”,  si miedo, y, vergüenza, me  expondrán desnudo  a la vista de todos, pero hoy es un día feliz “

         Estrella no respondió, estaba tan triste con lo que había oído, y, lo malo es que Él no se equivocaba no podía.

         Todo sucedió como, Jesús había dicho, y, fue ejecutado en la cruz, a ella, la vendieron a unos árabes, porque su dueño dijo que, no quería un animal, que había sido montado, por un blasfemo, por aquel pecador amigo de pecadores, que era Jesús, todo parecía  triste, los pocos amigos que habían permanecido fieles,  iban haciéndose a la idea de que, no  era al Hijo del Altísimo, a quien habían seguido si no a un loco;  solo “Estrella” y, la madre del joven crucificado, creían en su victoria, pero claro una era una madre mayor, y, madre,  y, la otra era una burra.


         El comprador de “Estrella”;  la llevo a  un pueblo cercano a Emaús,  y allí fue comprada, por 2 jóvenes, que habían sido  seguidores del Maestro de Nazareth;  estos la reconocieron  enseguida, y, por ello la compraron, para cargar sobre ella su propio equipaje,  al poco rato se les acercó un caminante,  ella lo reconoció enseguida, ellos no, iba ser verdad lo que le había comentado, El, los humanos,  hacen cosas peores, y, son más burros que los burros; si ella supo, que era Jesús, ellos no, pero con todo como algo había quedado en su corazón de las enseñanzas del mismo, y, a pesar de que “El extranjero”; les  reprendió, los llamo torpes de corazón, y, de inteligencia, ellos lo invitaron, a quedarse con ellos en la ciudad a la que iban Emaús, y, al romper el pan para la cena, vieron sus manos; las cicatrices de los clavos entonces lo reconocieron, pero Él mientras ellos caían de rodillas se fue, no sin antes acariciar a Estrella, que se sintió  la burra más feliz del mundo, lo que sigue, esta en el Evangelio, no ya se que no se habla de la burra, el único importante es Jesús

La última tentación de San Pedro

La última tentación de San Pedro.
Año 69, un hombre viejo, esta encarcelado en una de las mazmorras, en que Nerón ha hecho meter a los cristianos, acusados, del crimen que cometió, Tigelino, por orden suya quemar Roma.

Este viejo es el jefe, de “esa rara secta judía” adoradores de un judío crucificado, unos locos que hablan del amor al enemigo...”

Pero a los que el pueblo de Roma, quiere ver en las fauces de las fieras; porque para el pueblo de Roma, son unos criminales.

Sin embargo, no todos Irán; a las fieras, el hombre que empieza esta historia será crucificado mañana, como lo fue su Maestro hace 30 años en Palestina.

Treinta años, piensa con su mente vuelve atrás en el tiempo, y. el espacio, regresa a su querida Cafarnaún, donde se había casado, y, al tener, su quinto hijo había quedado viudo, recuerda como conoció, a Jesús en la orilla del lago, y, como lo cautivo, recuerda todo, sin excluir su negación, su mayor pecado, y, su triple confesión, después, cuando el Maestro vivo de nuevo fue a él.
Pero ahora, ante la proximidad de la muerte, una voz tenebrosa, le dice a Pedro.

 ¿Y si el Maestro no resucito?

Si, todo fue un sueño, todos lo queríamos tanto; que nada tiene de malo; ni de extraño que confundiésemos a un extraño, con El, y, la conversación en la playa, seguro que fue un sueño.

Si, Pedro, o, mejor Simón, ese fue siempre tu nombre, de vivir, El Señor, no iba dejar, sus ovejas, a merced de los lobos de Roma, no hubiera permitido, que Herodes matase a Santiago, y, tantos otros;  por confesar su nombre, y, no habían resucitado aún.

¿Por qué, sacrificar la vida, por las ideas de un loco;  por qué no decir al pueblo, que debían adorar al emperador; que Jesús, sólo había sido un pobre carpintero; por qué morir si aún podía vivir unos años, no era tan viejo, 65 años?  Y, ¿Por qué le habría hecho caso, aquel día junto al lago?

Si no le hubiese dejado subir a la barca, hubiese muerto en su Cafarnaún del alma.

Una voz resonó, en el fondo de su alma

Una voz le dijo en el fondo de su alma

“Pedro hijo de Juan” no me niegues de nuevo, no pierdas mis ovejas, eres su pastor, no su lobo.

Pedro(Simón) el viejo pescador no sabía lo que hacer, no tenia a quien pedir consejo; y era algo muy grave lo que tenia que decidir, tenia miedo a la muerte, y, era normal; sudaba sangre;  entonces recordó la noche de la agonía de su Maestro en, Getsemani, mientras él, y, los otros dormían; y,  Pedro el viejo pescador, callo de rodillas, ,llorando dijo “Padre, si mi Señor vive, y, es tu Hijo, te pido que no lo niegue de nuevo, y, si lo hago, que no lo nieguen otros por mi”. Después, como un niño que duerme en los brazos de su padre se quedo dormido.

La noche transcurre indiferente a lo que pasa, indiferente a los llantos de las madres que ven morir, a sus hijos devorados por las fieras, indiferente a los hijos que ven morir a sus padres, quemados en cruces, y, que sienten vacilar su Fe, y, que en el momento máximo de la prueba, saben que todo es cierto, porque si no fuera cierto, ellos no podrían mantenerse en pie.

Sin verlo sienten la presencia de Su Maestro, saben que vive, y, que ha resucitado. Y que  también resucitaran ellos.

Mientras en la cárcel, en la mazmorra, llena de ratas, e, inmundicia humana, un viejo, recobra el vigor de la juventud, un viejo va vencer a sus enemigos, le fue confiado el oficio de abrir las puertas del cielo, ese oficio ahora pasara, a su sucesor, y, así ininterrumpidamente, ahora él va abrirlas con su ejemplo.
Amanece, el guardián entra en la prisión,  sin consideración a sus canas, obliga al reo a levantarse, luego atado le obligan a caminar, la voz del sayón romano suena, dura, e inhumana; “Aún estas a tiempo, si tienes algo que decir este es el momento”
Pedro alza la vista al cielo, símbolo del Cielo, en el que prometo va entrar; sabe lo que esperan de él otra negación, una petición de perdón al César, un darle al César lo que es de Dios; quieren que diga que presidía una secta enemiga de la humanidad, que niegue a su Señor de nuevo.

A cambio le perdonarían la vida, y, evitaría la muerte de muchos. Simón sabe que es mentira; a ningún hombre se le puede perdonar la vida, o, evitar la muerte, porque la hermana muerte, es aliada, y. amiga del hombre para acercarlo, y, llevarlo a los brazos amorosos de su Padre, porque la muerte mala, la muerte eterna, la muerte castiga del Pecado, Pedro sabe, que su Amigo, y, Maestro la mato en una Cruz.
De pronto Pedro abre los labios, y, dice

 “Yo quisiera, me crucificarais, cabeza abajo, no soy digno de morir como el Único Señor, que hay, que tengo, y, que reconozco, Dios perdone, al Emperador mi pobre hermano

Los soldados se miran estupefactos, estarán frente a un loco, pero no es el modo de reaccionar de un loco.

 Poco tiempo después;  Pedro, Simón, el pescador de Galilea, esta crucificado, sobre las colinas del monte Vaticano.

Entrega su Espíritu a Dios. Y, se convierte en el vencedor.
Pues hay alguien; que no sepa quien es San Pedro, incluso aunque no sea muy cristiano o, muy creyente, pero muchos habrá que no sepan quien fue Nerón, y. muchos que lo recuerden,  lo recordaran por sus crímenes.

¿Y, Tigelino, el senador romano, que fue el causante de la muerte, del martirio de Pedro y, de los otros, cuantos lo conocen?.
Pedro supo vencer uniéndose a su Maestro. Y, con su ejemplo llevo a otros a la Victoria.

Supo vencer porque se vio cobarde, recordó su fracaso lo tuvo presente, y. busco en Dios su Fortaleza.

viernes, 14 de junio de 2013

El Caserío

El Caserío 
Al  llegar; al pueblo,  se   veían las  casas;  agrupadas en torno a la iglesia, y,  pegada a la misma;  la escuela, y,  allí, comienza,  la historia del Caserío.

Trabajaba de maestra, doña Elisa, una mujer mayor, a la que muchos criticaban, por no jubilarse, y, dejar paso “ a la juventud”, como si no fuese mejor; anciano, por el hecho de serlo, que el joven, no es que, pretendiesen, un mejor maestro, no, lo que querían era uno manejable, y, doña Elisa no lo era, le daba igual que le llamasen, “señora” por respeto a sus años, hacía tiempo que había cumplido los 60, que señorita, por no llevar anillo, lo que no toleraba, era que ninguno de sus alumnos la tutease, o, le llamase “Elisa” a secas, tampoco, permitía faltas de educación en clase, ni que fuesen vestidos como les diese la gana, en una ocasión, rompió una novela a una jovencita, porque considero, que no era adecuada para ella, y, cuando el padre de ésta fue protestar, y, dijo:

 “yo, que soy su padre, no rompí, la novela de mi hija”

Le contestó, muy sería;  “y, por no hacerlo, usted, hube de hacerlo, yo”

Muchos la veían como, una solterona amargada; que no entendía los jóvenes; como si D. Elisa, no hubiese sido joven; y, no hubiese tenido sueños, como si no hubiese conocido el amor

Le agradecían sí, que se preocupase por cada alumno, cuando estaba enfermo, pero no tanto, que se quedase en la escuela;  intentado, que el más tozudo aprendiese la lección, ni que fuera tan rígida en su moral

Empezaba, siempre sus clases rezando, y, un día un joven alumno, le recordó, que aquello era “anticonstitucional;” en primer lugar, ordenó al rebelde, que le mostrase donde se prohibía empezar el trabajo rezando:


El jovenzuelo, que todo hay que decirlo, no encontró nada, pregunto.

 ¿Y si lo encuentro, no lo hará más?


No, hijo, respondió, doña Elisa, romperé, la Constitución, pues por encima de ella, esta el Evangelio, y, nadie me va sacar de hablar con mi Padre, pero no te preocupes no vas encontrar nada, y, así, fue.


Los padres del muchacho, anticlericales, y, a irreligiosos, la denunciaron, y, recibió la visita del inspector, este la recrimino, con mucho cariño, a, lo que la buena de doña Elisa, repitió que no obligaba a rezar, rezaba ella, si los alumnos no creyentes, tenían derecho a no rezar, ella, y, los creyentes tenían derecho a hacerlo, y, no iba cambiar.

La dejo por imposible

Otro día; a una jovencita que le dijo, que no había creación sino evolución, y, que ella estaba segura de descender del mono, le respondió.

“Sería,  bueno, hijita, que nos trajeses un día tu álbum de familia”

Esto era lo que se sabía, lo que sé sabía menos, es que ella había consolado a tantos jóvenes que habían caído en la droga, y, les había ayudado a salir


Que cuando, dos jovencitos, se asustaron ante la inminente llegada de un hijo, no deseado, ella, les ayudo a aceptarlo, y, a que sus padres no les obligasen a un matrimonio, para el que no estaban preparados, pero sí, para, aceptar el hijo

Nadie sabía a cuantos descarriados había enderezado, ni sus buenos, consejos.

Ahora hasta el cura nuevo del pueblo, muy moderno, hablaba de “tolerancia, de respeto al prójimo, a las conciencias.....” sólo doña Elisa era una “intolerante”

Y. llegó aquel día, no acudió a clase, y. pensaron estaría enferma, o, muerta en su cama, fueron a su casa, llamaron, y, al no responder nadie, con la orden del juez echaron la puerta dentro, no estaba, la buscaron como locos, hasta que uno, encontró sus zapatos junto al río, y, su chaqueta de lana.


Se ha ahogado, porque suicidarse es imposible, en una mujer creyente, le habrán dado muerte, y, arrojado al río, y, empezaron a llorarla


Aquella noche, en el velatorio, sin cuerpo, todos  fueron,  contando, lo que le debían, si la tuviesen allí, como le darían las gracias, como le agradecerían sus consejos, como le pedirían perdón


Al día siguiente en Misa, el sacerdote, que había cambiado completamente, le pidió perdón, entonces un niño dijo, “Doña Elisa, esta aquí”;  si respondieron todos, esta aquí su espíritu, nos acompaña desde el cielo; no dijo el niño, esta de verdad.


Y, en efecto, en un banco, al final de la iglesia sonriente, estaba doña Elisa, quien no se había ahogado, simplemente, se había tomado unas vacaciones cortas, y, se había ido, a descansar a una cabaña junto al río, donde se había bañado, por eso encontraran su chaqueta, y, sus zapatos


Todos la abrazaron, le pidieron perdón, y, le rogaron, que no, los dejase nunca.

Prometió hacerlo hasta el mes siguiente en que llegaría el nuevo maestro, aunque acepto, que sí él no se oponía, le ayudaría al principio

Y. no se opuso

Fin

lunes, 10 de junio de 2013

El velódromo

El velódromo

Las gradas del velódromo, estaban atiborradas de público, nadie quería perderse. La lucha entre los más encarnados ídolos del ciclismo, Juan Reyes y, Felipe Montes, quienes no sólo eran rivales en el mundo del deporte, si no también en la vida real

            Juan se había enamorado de Ana, a la que Felipe quería desde que eran niños;  porque los tres procedentes de familias muy pobres, habían sido compañeros de juegos, desde niños; fue allí en esos juegos, y, correrías  de infancia, donde había comenzado, su afición por el ciclismo que poco, a, poco, los había llevado,  al ciclismo profesional;  lo que les llevó a correr con distintos patrocinadores.

Por un tiempo, su rivalidad, se circunscribió, al terreno del ciclismo; pero cuando Ana, acepto salir con Juan; de un modo especial, es decir como novios; Felipe, se sintió traicionado; y, en un arrebato de cólera, amenazo, a éste último de muerte; fueron varios, los que oyeron la amenaza, pero nadie, reparo en ello, ni le dio, la menor importancia.

Aquel día, Felipe corrió en quinto lugar; alcanzando una puntuación superior a la de sus rivales; tras un descanso de 15 minutos, comenzaba la carrera de Juan; y, de los otros competidores; nadie reparo donde estuvo Felipe, durante el tiempo de descanso; pero todos vieron con horror como nada más comenzar la carrera; la bicicleta de Juan, se salía de la pista, patinaba  y, se  precipitaba al foso, separaba  público de la pista.

La muerte fue instantánea, y, por un momento se barajo la posibilidad de que hubiese sido un desgraciado accidente; pero unas manchas de aceite levantaron la sospecha

Alguien había vertido aceite en el suelo, con la clara intención de hacer patinar a Juan, y, sólo había una persona que podía querer su muerte, y, esa persona era Felipe.

La policía, lo detuvo unos días después, él insistía en su inocencia; pero lamentablemente, no tenía, coartada creíble; insistía en que los 15 minutos de descanso,  los había pasado con Juan animándolo, que habían hecho las paces; se habían despedido con un abrazo, y, el compromiso por su parte, de ser el padrino de la boda de Juan; boda, que nunca se celebraría.

El juicio, se celebro a los dos años; ni el juez, ni el jurado, y, menos el fiscal, le creyeron; fue condenado a la pena máxima 20 años de reclusión mayor.

Fue entonces, cuando; tuvo lugar un hecho; que podría calificarse de providencial.

Un periodista, de los llamados; “ paparazzis”; dijo que había,  conseguido, instalar una cámara de vídeo, en el velódromo; su intención, era descubrir casos de dopaje; e, incluso escándalos sexuales; después con el  jaleo formado, a, raíz de la muerte del ciclista, se había olvidado de todo, pero ahora, lo había vuelto a recordar, y, había visionado la cinta de aquel día, en la misma se veía, a los dos amigos, Felipe, y, Juan hablando amistosamente, no había duda, Felipe era inocente.

Una vez probados los hechos, la justicia puso en libertad a Felipe, al que le habían robado  dos años de su vida; es por ello, que no le bastaba con haber recuperado; su libertad, quería saber; necesitaba saber; quién había echado aceite en la pista, quién tenía deseos de matar a Juan; y, no pararía hasta descubrirlo.

Sabía que no sería fácil; dos años son mucho tiempo.

Consiguió que Ana, le dejase ver la bicicleta de Juan; fue entonces, cuando comprobó estremecido; algo que desearía, no haber sabido nunca, el aceite estaba dentro del neumático; y, allí, sólo una persona podía haberlo puesto, el propio Juan; o, la persona que le guardaba la bicicleta, Ana, ésta no tardo en confesar su crimen; no quería que Juan, llegase a ser un estorbo para la realización del amor, que sentía, por Felipe, por ello había metido una ampolla con aceite en el neumático, para que al comenzar a rodar, reventase, la rueda, y, provocase el derrape.

Cuando termino de escuchar su relato, Felipe, llamó a la policía, y, salió sin mirar atrás, no podía amar a la asesina de su amigo, porque no se puede amar a un asesino.

Fin



viernes, 7 de junio de 2013

El Rosal de La Virgen María, La verdadera Rosa de Pasión

 El rosal de La Virgen María. (La verdadera rosa de pasión ).

 Todos los días se preguntaba, ¿quién sería la extranjera, que  pasaba cerca de su casa con aquel niño moreno?
Un día se decidió le ofreció uno de los dulces que hacía para vender frente a los templos de los dioses; al principio el pequeñín no quería, se le veía un niño tímido, pero la madre le mando que aceptase, y, le dijo, con una sonrisa, “Jesús, dile gracias”
Ese fue el momento en que ella, supo como se llamaba, la edad se la dijo él mismo, indicando con el dedito de su mano derecha, “teno un añito”
      
Natalesca, no pudo resistirse, agachándose beso al Niño, en la frente y le dijo; “eres muy hermoso mi vida, que los dioses te bendigan, y, te guarden”
De pronto la Madre, se puso seria, aunque no demasiado, más bien, como el anciano que observa las trastadas de su nieto, o, de su último retoño, y, eso que no era ninguna vieja, era una chiquilla, una mujer muy joven; luego mirando “ medio enojada” dijo, “ lo bendice y defiende el Único Dios, el Creador de tus dioses”
 Fue entonces;  cuando el Niño, señalo el rosal y, antes de que cortasen una rosa para él; se escapo, y, se pincho en un dedito con una espina, las dos mujeres lo consolaron; y; besaron su pequeña heridita.

Su Madre, parecía transida de dolor, y, el pequeño, señalaba a las espinas, del rosal, y tocándose la cabecita, haciendo gestos de dolor, dijo;  “que las espinas en su cabecita  le harían mucho daño, pupa, pupa, repetía en su voz infantil.

Natalesca respondió, si mi vida, en la cabecita, te haría mucho daño; pero nadie te las va poner en tu cabeza, no hay gente tan mala, mi vida

La Madre callaba, y, oraba, “no hay gente tan mala, no, su Niño era Rey, no, las espinas eran idea de un Niño de un año.

¿Quién iba ser tan cruel, que fuese capaz de herir así a otro ser humano?
Las mujeres se despidieron. Natalesca beso al Niño

Desde aquel día; no se vieron más, y, poco a poco, en la mente que no en el corazón de Natalesca fueron relegándose al olvido.

Paso el tiempo, mucho tiempo.

Natalesca la egipcia, porque me había olvidado decir;  que esto transcurría en el valle de Gossen en Egipto;  pues bien la egipcia, se caso con un romano, con un soldado, y, por causa del trabajo de este, hubo de trasladarse a Jerusalén, y, allí,  llevo también para trasplantarlo el viejo rosal
A veces Natalesca evocaba, a la joven judía, y, su pequeñajo, pero poco a poco, esos recuerdos fueron quedándose dormidos, bueno, no todos el llanto del Niño, y, el miedo al dolor de las espinas del rosal en su cabeza;  le atormentaba sin saber el porque
De su matrimonio nacieron;  tres hijos el mayor Longinos, todos soldados; como su padre, Andreacus, un día Longino, y, su hermano Primitus Tercius Andreaucus,  llegaron corriendo a casa fueron; a  la huerta llevaban puestos unos guanteletes, empezaron a sacar espinas del rosal; y, trenzar una especie de casco

Natalesca se acerco, y, les pregunto

¿Qué haceis?
Nada madre, respondió, el mayor, “una corona para un rey, no te preocupes”

Natalesca,  hacía años que era judía en secreto, sintió un estremecimiento, intuyo lo que iban hacer; pero no podía hacer nada, aunque ahora lo comprendía todo.
  En su casa del barrio de Gossem; había entrado hacia más de 30 años; el Mesías de Israel.
Pero

¿Entonces?

Horas más tarde; llegaba al Calvario; al monte de las ejecuciones, Jesús el Niño; que conociera en Egipto; agonizaba en una cruz, en su frente un casco, o, corona de espinas, de pronto Longinos con su lanza; le atravesó el costado; para cerciorarse de su muerte
 La Sangre, y, el Agua cayeron en sus ojos, y Longinos exclamo, “Veo que no hay más Dios que el de Israel, perdón Señor, creo que este es tu Hijo, era ciego, pero ahora te veo, Señor, mi Dios, mi Creador”

 Por eso la leyenda dice, “que era ciego, y, lo era, ciego del alma”

Natalesca, se arrodillo ante el cadáver de Jesús, que María su Madre, ya tenía en brazos

Quiso consolarla, pero María le respondió “tranquila hija mía, vino para ser Rey, y, que mejor corona, el oro es sucio, a veces se mancha de sangre inocente, corrompe almas, las espinas son las joyas de Dios, y, no  hay orín que las penetre

Cincuenta días más tarde;  Natalesca entraba en la naciente, Iglesia sus hijos por su condición de gentiles no circuncidados; lo harían más tarde aunque ya fueran cristianos de corazón.
Un día en que regresaban de la Fracción del Pan. (Misa);  cuando ya eran los 4 cristianos, se fijaron en el viejo rosal, y, vieron que se había transformado en un rosal distinto,  y, que sus “rosas” tenían los estigmas de la pasión, por eso se le llamo “ Rosa de pasión”

Esta es la historia de la rosa de pasión,  y, no, la que invento el Poeta, hijo de un tiempo, de su tiempo, y, por ello a quien Dios pese a ello coloqué en su Paraíso, donde le gustase, o, no, al buen Bécquer, la mayoría, y. los de los mejores puestos, son judíos
  La Rosa de Pasión;  no es flor que denuncie crímenes  de crueles judíos, sino flor que narra el Amor de Dios, y, que nos recuerda que ese Amor nos lo revelo, un Hombre judío, porque los judíos son como dijo nuestro querido Juan Pablo II, nuestros hermanos mayores en la Fe, o, como dice nuestro querido Benedicto, son nuestra raíz.

Fin

lunes, 3 de junio de 2013

El grillo, Neco

El grillo Neco
Neco; se despertó de su larga siesta;  había pasado,  durmiendo todo el invierno; no es que, fuera un dormilón, es que, era un grillo; y, los grillos, duermen todo el invierno.
Comenzó, por desperezarse, extendiendo primero un élitro, y, después otro, ósea primero una patita luego la otra, porque, los élitros son eso, patitas.
 “Neco”.Era un grillo, de lo más corriente, si es que, puede haber grillos corrientes.; que no es cierto, todas las cosas, esconden un misterio; y, la vida de “Neco” también lo tenía.
Más de una vez. Había oído, el cuento, de la hormiga, ,y la cigarra; te diré que las cigarras; y, los grillos son lo mismo.
En el cuento, un tal Samaniego. Dejaba, a los pobres grillos, muy mal. Pues los igualaba a los vagos; y, no era cierto. Ni los grillos, eran unos vagos. Ni las hormigas. Se merecían, la medalla al trabajo.

Se merecían, lo que, ya tenían, la bendición de su Creador. Es cierto que, el grillo dormía todo el invierno. Pero también la hormiga.
Es cierto que, el grillo no recolectaba, pero no porque, fuese un imprudente, sino porque no era avaricioso.
Estas, y, otras cosas; le había dicho, más de una vez, mamá grillo, pero “Neco” no estaba demasiado convencido.

¿Y si tenía razón la fábula de Samaniego?
De pronto, se levanto y, se dijo; no voy a ser como los otros, tienen razón las hormigas, hay que, acarrear para el invierno. Así que además de ponerse como el “chico del esquilador” a base de cereales. Trigo. Avena. Frutos etc.
Fue acarreando, cada día, un poquito de grano. Ó, de frutillas para su casita.; tanto que, llego un momento, en que, no podía entrar.
Su esposa, la señora Neco. Lo llamo. ¿Qué has hecho? Le dijo

.- Ya lo ves mujer; bueno le dijo, “ya lo ves grilla”, trabajar,
¿Trabajar?
 Dijo esta, enfadada. Tú, sabes, lo que has hecho. He tenido, que pedir ayuda, pues por tu estupidez. Por poco, no ahogas, a nuestros hijitos las larvas; menudo padre.
.- Pero mujer.....
No hay peros que valgan; además. Para que, vale lo que has recolectado. ¿Me lo quieres decir, si nosotros, dormimos todo el invierno, y, al salir, en la primavera; ya Dios nos tiene puesta “la mesa”?.
Yo.....
¿Tú?, tú eres un egoísta. Has dejado, a las pobres hormigas, sin comida.¿ Sabes que muchas de ellas no duermen?

 Tú, has hecho, que los pájaros, no tengan que comer.

¿Los pájaros. Pues si, que, me importan a mi los pájaros, que si pudieran nos comerían
.- los pájaros, cumplen su misión, como nosotros. Y, si tienen granos, no, nos; comen.

Pero, hiciste más cosas. Por tu culpa. Muchos humanos. Han perdido, sus cosechas. Y es posible que, aparte de intentar acabar, con nosotros, no siembren más. Y, al despertar no habrá ya granos. Porque estos se pudrirán.
.- ¿Qué dices, grilla? No se va pudrir, nada, a las hormigas, no se les pudren. ¿Por qué nos iba pasar a nosotros?
Porque, ellas, esposo mío. No acaparan, ahorran. Porque, a ti te movió la envidia. La avaricia. El creer, más a un cuento. Que a la sabiduría, de tus padres, porque te olvidaste de los demás, y, sólo pensaste en ti
.- No eso no es cierto (dijo Neco, llorando) pensé en ti, y en los niños.

Sí, pero, te olvidaste, de,  los otros grillos. Y, los otros animalitos de Dios, incluyendo ese animalito llamado “ser humano”; que es quien siembra los campos.
.- Bueno, hubo un tiempo, que no había humanos. Y, había comida.
Claro que si, pero ese tiempo, ha pasado, y, tú lo olvidaste todo. Eres un egoísta, y, yo no puedo educar, a mis larvas. Al lado de un grillo egoísta
.- No, no, no te vayas. No te vayas, devolveré el trigo. Las frutillas. No te vayas
“Despierta, que aún es verano”
Abrió, sus ocho ojillos, por algo era, un insecto. A su lado, estaba la señora “Neco”, “estabas, soñando, marido mío”
.- Sí, tuve una pesadilla, pero que me enseño muchas cosas.
¿Cuáles?
.-Que un grillo, nunca debe, intentar ser una hormiga
Ya sé, por qué el grillo es más.
No,  Simplemente, porque Dios, lo quiso grillo.
Fin.



El hombre del cántaro

El hombre del cántaro 
Su nombre era Jacob, como tantos,  judíos, pero él no era un judío como los demás, él era un esclavo,
 El amo de Jacob, era un hombre influyente, un sanedrita,  José de Arimatea; le llamaban, porque; vivían en esa localidad, tenia fama de ser un hombre tolerante comprensivo, y, entre sus esclavos fama de buen amo, pero era un amo, y, eso ya lo decía todo.

Su amo, se había comprado,  un sepulcro nuevo, cerca del lugar donde los romanos ajusticiaban, a los crucificados, a Jacob le daban pena, cierto que como buen israelita, no debía sentir pena, de un crucificado “maldito quien cuelga del madero,” pero el hecho de que fuesen esclavos, o, rebeldes a Roma los hacia simpáticos para él.

Jacob, no creía en Dios, como creer en alguien, se decía que consienten la esclavitud, que permite que unos sean más que otros, Dios, de existir tendría que estar a favor de la libertad, de todos los hombres

José, corto sus cavilaciones, para enviarlo a buscar, a dos hombres, discípulos de un joven Rabí;  del que algunos locos, decían; que era el Mesías;  hombre  humilde, pero con gran poder; y, muy cercano al pueblo, aun que lo cierto, es que era cercano a todos, porque  José, no era pobre, ni del pueblo;   Jacob, no tenía la menor duda,  debía tratarse de un “ vividor”, un frescales,  claro que no era el Mesías, eso, del Mesías, era un cuento.

Pero, él era sólo un esclavo, y, si su amo, lo mandaba, tenía que obedecer; así, que no le quedo más remedio, que esperar por los dos hombres, junto al pozo, donde como si fuese una mujer, iba sacar agua; darles el recado de su amo;  y, conducirlos  a la casa de José de Arimatea, al piso superior, al salón más lujoso; donde todo, debería estar listo, para que aquellos   13 hombres, celebrasen la Pascua.

Todo sucedió, como lo había previsto,  eran dos hombres, uno, era un hombre, curtido por el mar tosco, se veían un hombre sin educación, su pelo prematuramente encanecido, ojos con la mirada de un niño perdidos en el horizonte, era Simón, a quien su rabí, había puesto de sobrenombre Pedro, se trataba de un viudo joven, no tendría más de 35 años o; tal vez menos,  el otro  era un muchacho, casi un niño, de unos 15; ó, 17 años, los seguía a cierta distancia, como si no quisiera ser visto, otro hombre;  de unos 50 años, de piel muy blanca;  que le pareció, ser el banquero, Judas, que   al menos en apariencia, había dejado su “oficio”; para seguir, al Rabí de Nazaret

Sólo habló con Pedro, con Simón

Unos días más tarde, vio, a  Judas, saliendo de la casa del sumo sacerdote,  le extraño, pero se dijo, que no era asunto suyo; así que lo paso por alto,  compro los 2 corderos que le habían encargado; él que cenaría su amo, con su familia, él como mandaba, La Tora, los acompañaría; el otro, lo cenarían el Rabí, y, los suyos, todo aquello, le parecía una tontería, la pascua, una fiesta trasnochada, e, hipócrita;  celebrar que habían sido librados de la esclavitud, y, hacérselo, celebrar  a él, un esclavo, que podía ser vendido, cierto que el año jubilar, podía recuperar su libertad, pero este tenía lugar cada 50 años.

Le extrañaba que “El Nazareno” no comiese con ellos; dado que celebraba, en  la misma casa, pero su amo accedió, amablemente a resolver su duda, como buen fariseo, José cenaría el sábado el día santo consagrado; Al Señor

El,   día en que los padres salieron de, Egipto, y, cruzaron el mar Rojo, Jesús, para quien la acción se había realizado al librarlos: El Señor,  con la sangre del cordero, en los dinteles, y, jambas de la puerta cenaría, el jueves,  esta teoría era seguida por bastantes judíos sobre todo los más heterodoxos.

Llegó,  el día, en que Jesús iba ir a celebrar la Pascua, Jacob toda la mañana anduvo de, un  lado a otro,  preparando  todo, y, dando las ordenes,  a los otros criados, seria la hora de tercia las 4 de la tarde cuando lo llamo José

Jacob,   cuando llegue;  “El Maestro” así lo llamaba,  me avisas, dirígete a él como Maestro (rabí), o,  Señor, no se te ocurra llamarle, Jesús,  le preguntaras, si esta todo a su gusto, muéstrate humilde, y, mantén la vista baja, en cuanto al agua para los pies, no se la ofrezcas, ya que como sabes durante la cena hay que hacer “la purificación” entonces ya te daré las ordenes

Jesús, llego,  acompañado de Simón el llamado Pedro;  y; del adolescente, que no dejaba a Jesús, ni a, sol, ni a sombra;   José de Arimatea, corrió a recibirlos y,  se postro en el suelo; Jacob, observaba  todo esto, desde lejos pensó que, su amo estaba loco, un judío sólo se arrodillaba ante Dios; eso lo sabia incluso uno que no creyese en Él; como era su caso.

Aún estaba absorto en sus pensamientos, cuando Jesús; se acerco,  a él

¿Tú,  eres Jacob, verdad?

 Le dijo, después de saludarlo con el saludo de la paz; él se limito,  a contestar, o, mejor dicho a gruñir; que si;  que lo era, por supuesto evitó llamarle señor, nada veía en aquel hombre que lo hiciese merecedor de aquel título, sus manos estaban encallecidas y las de un señor no lo están, sus ropas excepto la túnica eran humildes, y por añadidura seguro que seria un ignorante, aunque muchos fariseos y estudioso de Israel entre ellos su amo no pensasen así.
Jesús le dijo, siento tu situación, a mi no me gusta la esclavitud, aunque sea con amos buenos, como es tu caso, y, a mi Padre créeme tampoco, yo haré que cambie no lo dudes amigo.

Jacob, no dijo nada, ni siquiera se limitó a sonreír, y, ello por varias razones, la primera porque le tenia sin cuidado lo que opinasen un carpintero, y, su padre sobre la esclavitud, como muchos otros que eran libres, estaría en contra de la misma; porque no podía tener esclavos, segundo por que a lo mejor era, todo una trampa acordada entre Jesús, y, su amo José, así que se limitó a despedirse, y, fue a cumplir con su trabajo.

Había transcurrido una buena parte de la cena,  cuando José de Arimatea, lo llamo, y, le dijo, ve arriba donde esta, El Maestro, celebrando la cena, dile si quieren agua para lavarse los pies, y, les subes una tinaja con agua, y, una palangana, y, si no te dicen otra cosa encárgate tú de lavarles los pies,

No, le gusto,  el mandato,  pero la verdad, es que no tenia porque sentirse humillado, ya que el oficio de lavar los pies era propio de esclavos, y, él lo era, pero no era esclavo de aquellos 13, aunque estaría bien ver la actitud del; “carpintero”;  si era honesto se opondría, y, lavaría él sus pies; y,  sus discípulos si de verdad lo seguían harían lo mismo;  cada uno lavaría sus pies,  eso era lo justo, pero no dejarían que se humillase

Subió al piso, llamo suavemente en la puerta, la voz de Jesús, sonó dentro pasa Jacob, te manda, José para que nos traigas el agua, pues te lo agradezco, ah por cierto trae también una toalla, y, ven rápido, Jacob, marcho, hacer su encargo asombrado de la tristeza, que se había posado en el rostro del joven rabí, parecía un condenado a muerte, una vez lleno el cubo con el agua, la tinaja, y, la palangana, tomo una toalla, y, subió al piso donde los 13 hombres estaban cenando.

Fue el mismo Jesús, quien le abrió la puerta, y, lo invitó a entrar, una vez dentro le rogó que por favor, se,  sentase en uno de los asientos vacíos, a,  continuación mirándole a los ojos le dijo”

Ya sé Jacob, que tú no crees ni en, mi Padre, ni en mí, aunque debo decir que no es tu culpa. Si no de los hombres, que han deformado nuestra imagen, en realidad no puede decirse, que nos rechaces pues, no, nos conoces”.

Jacob, escuchaba abstraído convencido de que tenía ante si a un iluminado.

Unos minutos más tarde, Jesús se, quitaba el manto, el vestido, y, se ceñía la toalla, todos se preguntaban

¿Qué iría hacer, pues uno no tenía que, desnudarse para que le lavasen los pies, y esa era labor de Jacob, el esclavo de José?

 Sin embargo,  El joven rabí,  continuaba desconcertándolos, a continuación, echo agua con la jofaina en la palangana, y, puesto de rodillas, comenzó ante los ojos de estupor de todos, incluido el propio esclavo, a lavar los pies de sus discípulos, hasta que llego a Simón, quien se puso en sus trece, y, terco como era , le dijo que de eso nada que no lo permitiría, y, sólo cedió, al decirle el Maestro, que “ se olvidase de El en ese caso, entonces cedió, y, se ofreció a ser bañado incluso.

 Jacob no comprendía, porque hacía aquello que era propio de un esclavo, y, porque besaba los pies de sus discípulos, parecía el mundo el revés.

De pronto llego junto a él, Jacob no sabía que hacer

¿Podía, acaso un esclavo dejar que un hombre, libre, y, amigo de su amo le lavase los pies?

 Pero no quería, que lo regañase como a Pedro, entonces paso algo maravilloso, Jacob nota que aquella agua, no sólo lavaba sus pies, sino también su alma, que penetraba dentro de su mente, de su corazón, y, que barria rencores, y, descubrió que Dios existía, y, era Amor, y, supo que el joven judío, a sus pies no era sólo, un hombre joven; era el Dios eterno.

Jesús, les dijo “¡Visteis lo que hice, vosotros me llamáis, Maestro y Señor, y, lo soy, pues, si yo que soy vuestro Maestro, y, Señor, os he lavado los pies, también debéis hacer lo mismo vosotros unos con otros, no olvides que no es más el que esta sentado a la mesa, que quien sirve, ya veis yo estoy como quien sirve, al contrario que en el mundo el primero será el servidor, eso hacemos mi Padre, y, Yo ser ;“Señor es servir

Luego se levantaron, y, salieron hacia un huerto próximo, donde había unos molinos o prensas de aceite.

Al día siguiente Jacob, aún estaba conmocionado por lo ocurrido preguntándose, si podría ser cierto, o no, se vio sorprendido por su amo, que llegaba a casa hecho una furia dando trompazos a todo, y, mesándose los cabellos.

Jacob dudo, si atreverse a hablar con su amo, pero después de lo sucedido la noche pasada no tuvo reparo, y, acercándose al noble senador judío le dijo

¿Qué sucede mi amo?

José, estrecho llorando a su esclavo, y, le dijo,“lo van a matar, Jacob esos asesinos lo van a matar, bueno pretenden hacerlo pero Yahvé no les dejará,

Jacob volvió a preguntar, y, obtuvo la respuesta habían detenido a Jesús, uno de los suyos lo traiciono, por lo visto ya se había suicidado, (entonces comprendió lo que había visto aquel día en que descubrió a Judas de casa del sumo sacerdote).Lo acusan de blasfemo,  prosiguió José, pero no lo es, yo se que es El Hijo de Dios, por supuesto yo he votado en contra, y, también Nicodemo, pero no hemos conseguido nada ahora lo iban llevar a Pilatos, Jacob volvió a preguntar

¿Y,el resto de sus discípulos?

 José respondió, huyeron como ratas, uno de ellos ése que es más terco, que un mulo hasta juro, y, maldijo diciendo que no lo conocía, yo mi querido Jacob no entiendo nada. Aún estaban hablando

Cuando, vino avisarles, que Jesús había sido sentenciado a morir crucificado, la  peor muerte; la reservada a los esclavos, y, malditos,

¿Cómo podía Dios, permitir que hicieran eso con su Hijo, o no sería su Hijo, claro que la última palabra, aún no estaba dicha, seguro que bajarían ángeles, a detener aquel homicidio, que era además un deicidio; si El Mesías no podía morir, por eso Jesús no moriría, así razonaba el bueno de José a su esclavo, pero este no estaba muy convencido

Cuando llegaron al monte de las ejecuciones, estaban ejecutando, a Jesús los soldados romanos lo habían obligado a extenderse en la cruz, su cuerpo estaba completamente desfigurado por la flagelación; en la cabeza una corona de espinas hacia que la sangre cayese sobre sus ojos impidiéndole ver, estaba completamente desnudo, y, se le notaba tiritar con el frío. 

Los soldados, como es propio en la gentuza,  lo insultaban, coreando al pueblo, que exigía ahora una demostración de poder. El se limitaba a decir:

“Padre, perdónales, no saben lo que hacen”.

 A Jacob esto le conmovió, como era capaz de disculpar a sus asesinos, ningún ser humano podría, y, puesto que Jesús, si lo hacía es que era algo más que un simple hombre, y, por vez primera Jacob creyó en Dios, en Dios Amor, que no había anulado el dolor si no que había enviado a su Hijo a compartirlo.

 Supo que la mujer ‘pobremente vestida; que con el muchacho al cual había conocido el día;  que fueron a ver la sala de la ya tristemente famosa cena, era María su madre, una Mujer especial, humana ciertamente, pero con un no sabría, Jacob, que decir, permanecía de pie, y, sólo unas pocas lagrimas resbalaban por sus ojos,  parecía una sacerdote, otra se estaría tirando por los suelos, maldiciendo, mesándose el cabello, ella simplemente estaba.

Pasaron muchas más cosas, la gente mostró toda su crueldad, para con el ajusticiado, de repente, éste hizo un último esfuerzo, y, miro hacia; su madre,  y, al chiquillo que llorando se refugiaba en ella, los miro a los dos,  sonrió dentro de su inmenso dolor, y luego mirando al jovencito dijo:

 “Juan ahí tiene a tu madre, madre ahí tienes a tu hijo”

 Jacob, supo que aquello también iba por él, que aquella mujer cuyo hijo estaba muriendo crucificado, era también la suya, nadie se lo dijo pero comprendió que era un hombre libre, aunque viviese como esclavo, Jesús lo había liberado, mostrándole el Amor de Dios.

José, cedió su sepulcro para la sepultura, y, después del entierro, regresaron a casa.

 El amo de Jacob iba completamente abatido, se había llevado la mayor desilusión de su vida; había creído firmemente que el Nazareno era el Mesías, y, a lo sumo era un pobre loco; aunque había cosas que no cuadraban, los milagros, las palabras llenas de sabiduría que salían de su boca “¿por qué YHWE, lo habría permitido?”;

”¿O,  sería de verdad el Mesías?”. O, lo qué aún es más triste más trágico

“¿Sería el Hijo natural de YHWE?”, Claro que la respuesta era clara, “No”, en caso de ser cierto, Dios, no hubiese permitido, que acabase cosido en una cruz, ningún padre, que puede evitar la muerte de su hijo deja que lo maten, y, tratándose de poder nadie tiene más poder que Dios. Todo esto llenaba de tristeza, a, José a quien también dolía la pérdida de un buen amigo.

Jacob, no compartía la tristeza de su amo, el sabía que aquella separación no podía ser definitiva, lo había sabido mucho antes de ver a Jesús morir en la Cruz, lo supo cuando lo vio

 “Señor a los pies de sus apóstoles, a los pies del propio, Jacob  un vil esclavo” lo supo el día de la cena Pascual, si “El Maestro era no sólo, el Mesías era el Hijo de Dios.

El primer día de la semana, José, se dirigió a su esclavo para darle una triste noticia, habían robado el cuerpo de Jesús, a Jacob; le extraño que alguien se hubiese dedicado a robar un cadáver, y, pregunto a su amo, sí había otra posibilidad, aparte de la del robo para explicar la desaparición del cuerpo. José lo miro como se mira a un idiota, y, le dijo

“Si claro salió andando”

Al otro día, José, hizo algo que extraño mucho a Jacob, le pidió perdón, y, le dijo “hermano, amigo, recuerdas que ayer te dije burlándome de ti, que El Maestro había salido andando” pues si así ha sido, ha resucitado, y, se le ha aparecido a, María de Magdala; a Pedro, a otros muchos, y, a este indigno que habla contigo, y, que dudo del poder de su Señor, si Jacob desde ahora somos hermanos, pues somos hijos de Dios, ya no puedo llamarte esclavo, ni tu me llames amo, nuestro Amo es quien nos compro con su sangre, que es también nuestro Hermano; torpe de mi llegue a dudar del poder de Dios, su poder, lo manifestó en amarnos tanto, que nos ha dado a su propio Hijo; para hacernos hijos; si su poder es que si queremos nos hace hijos de Dios, nos hace “dioses”.

Mañana vamos al monte,  tu, también estas invitado, todos los que creímos aunque en mi caso dudásemos al final de él. Si Jacob, mi hermano mañana volveremos a oírle en el monte a escuchar su voz..

Jacob, besó llorando a su amo, y, le dijo “Ve tu amigo hermano, yo nací en esta casa como esclavo, pero la verdad, tú nunca fuiste un amo al uso, siempre nos trataste con  ternura, siempre desee ser libre, pero hace unos días que supe que lo era, aunque me llamase esclavo; y, que de no haber sido esclavo tuyo tal vez lo sería sabe Dios de que, o, de quien.

Pero al monte no voy a ir, ve tu, que necesitas, convencerte, de que no sueñas de que de verdad ha resucitado, de que es el Hijo de Dios, yo ya lo supe, el mismo día en que descubrí que Dios existía, cuando lo vi. Señor arrodillado, a los pies de sus discípulos, y, a los míos, lavarnos los pies, como lo haría un esclavo, pero seguir siendo Señor, entonces comprendí que sólo; quien es Señor de verdad puede mantener la dignidad, y servir siendo Señor, aprendí también como lo importante es servir, porque no hay cosa mayor que imitar a Dios.

Por eso te digo que no voy a ir, tengo mucho trabajo pendiente en tu casa, en la que pienso seguir (riéndose) añadió si no me echas, o, me vendes, barato porque voy viejo”

Jacob como no, acudió al monte no volvió a ver a Jesús, bueno no es cierto lo veía todos los día, en su amo- José, en sus compañeros, en las flores, en los ríos en los día de sol, y de lluvia, en el pan, y el, vino que todos los domingos, así llamaban ya al primer día de la semana_ y. Pedro que ostentaba; la autoridad de Jesús ya decía de pasar el descanso del sábado al domingo, aunque, algunos como Mateo decían que lo bueno sería mantener los dos días.

Si Jacob, veía en todo esto al dulce Carpintero. Al Hombre gracias al cual había descubierto, que Dios era amor; y,  que él era su hijo,”

¿Qué más podía, Pedir?”.

A Jacob no le extraño la conversión el día de Pentecostés; 3000 personas al oír a Pedro, desde que conoció a Jesús,  no le extrañaba nada .cuando el odio se desato contra los seguidores de Jesús, Jacob dio como otros muchos entre ellos su amo, testimonio de su Fe en la resurrección, unos malvados quemaron su cuerpo, tratando de impedir que Dios lo resucitase, como si a Dios, eso le impidiese resucitar a un hijo suyo

Jacob, entro en la Gloria de Jesús, y, en la lista de santos anónimos de esos que sólo Dios conoce;  y, a los que la Iglesia


Dedica el primero de noviembre, en el evangelio se le nombra de pasada “... Veréis,  un hombre que lleva un cántaro,”

El ataúd



Los dos mozalbetes hicieron auto –stop, ante el coche fúnebre

¿Puede llevarnos, abuelo?

El conductor un viejo, los miro, fijamente; “subid; pero tendréis que ir detrás, espero no tengáis miedo, llevo un ataúd, con un inquilino”

Los  muchachos, intercambiar una mirada, “no abuelo, los muertos no hacen daño”

Subid, pero por nada, del mundo, lo abráis, quien lo ocupa, fue un peligroso asesino, un hombre, que ni amaba, ni temía a Dios, que murió maldiciendo.... por favor no lo abráis;  
“tranquilo, abuelo, descuide, pero no por miedo, este ya no puede hacer mal, a nadie”

Hijos, no conocéis el poder del mal

A cien metros, el coche, se detiene para repostar, y, los  jóvenes, no se resisten, y, abren el ataúd.

 El viejo conductor, sólo oye, un grito y otro....

Días más tarde;  la policía, encuentra, 2 cuerpos, de adolescentes mutilados, metidos en un ataúd roto, el anciano conductor es detenido, y, tras un proceso es condenado a muerte, nadie cree su declaración; de que no tuvo, nada que ver, que fue el muerto que llevaba en la caja mortuoria, quien mato, y, mutilo a los dos jóvenes: nadie le cree, “soy inocente”, grita y repite frente a la silla eléctrica.

Los periódicos, se felicitan de que por fin se halla librado la sociedad; del viejo, conductor, que con un ataúd vació, recorría pueblos, recogiendo jóvenes autostopistas, que luego asesinaba.

¿ Por qué era culpable el viejo, y, el ataúd iba vació, ó, no, por si acaso, si subes en un coche fúnebre, no molestes al muerto....

Fin.-


La Sombra

La sombra 

Hacía  una semana; que había llegado, á pasar unos días de descanso, en aquel pequeño pueblo castellano; me alojé en una humilde pensión, de esas que ya no quedan, en las que, no existe,  un trato frío, entre huéspedes, y, propietarios,  si no un trato familiar, pero sin llegar  á ser  demasiado cercano.

La regentaba una mujer viuda,  ya, entrada en años, viuda, que había heredado, el negocio, de su  esposo, tenia  3 hijos, pero éstos que venían á menudo a casa, para echar una mano; sobre todo, la hija mayor, que se pasaba casi todo el día en la pensión; fuera de eso, tenía cada uno, ya su propia vida.

El segundo día, después de la cena; le pregunté a “la patrona”;  cuyo nombre por cierto, era, “señora Marina”; a dónde podría ir, a dar  una  vuelta,  la cena había sido temprano, sobre las 9 de la noche, y, yo solía acostarme tarde, así que me apetecía,  salir á  pasear un poco, y, si era posible, ir por sitios de interés.

Pero a mi pregunta, la; señora Marina,  con cara preocupación me dijo
 “Señorita. No salga sola de noche, ni vaya con desconocidos. Sobre todo a partir de las doce de la noche. Si fuese en la zona nueva, no le diría nada. Pero por La  Virgen  Santísima, no cruce el barrio antiguo de noche.”

La miré perpleja, no entendía el consejo, no sólo porque faltaban mucho para las doce de la noche, si no, porque, nunca he sido mujer a la que; le gustasen, ni aceptase este tipo de consejos, y, menos de una desconocida. Pero había un no sé qué; en la voz, y, en los ojos de aquella buena mujer... que era como si por un túnel misterioso volviese a la infancia, y, ella fuese mi querida madre.  Así que  respondí. “Así lo haré”.

No, necesito decir; que, a la media hora ya me había olvidado de mi promesa; y, a la cena lo comenté entre bromas; con el huésped que; me tocó de compañero de mesa.

Pero él no siguió mi chiste, más bien se quedó muy serio; y, renovó el consejo de la anciana, “si no quiere encontrarse con la sombra...”. Agregó.

La sombra, ¡vaya tontería!, pensé.

 ¿La sombra de quién?, ¿estaría en una pensión de locos?

Aquella noche decidí comprobarlo.

Al principio lo único que noté fue el frío de la noche.
Nunca me gusto el frío, ¡si hasta con cuarenta grados duermo con manta! Era un frío extraño, no era el clima, era alguna otra cosa...

De repente vi.;  reflejarse en el suelo y, en las paredes de las casas la sombra gigantesca de un hombre que caminaba a mi lado.

Giré la cabeza para ver a mi acompañante, pero no había nadie.
Pensé que tal vez estuviera escondido allí sin más. Seguramente querrían reírse a costa de la mujer llegada de la capital... Y, por primera vez tuve miedo.

Regrese a la pensión decidida a no volver a salir de noche. Pero al día siguiente ya había olvidado la promesa, y, volví a salir.

Esta vez fui yo quien siguió a la sombra. Y, vi claramente que no era la sombra de alguien escondido, estábamos solos la sombra  y, yo

 Era la sombra de un hombre, cada detalle: lo denotaba. Ya sé que las mujeres también nos vestimos con pantalones, y, todo eso, pero ¡vamos! era la sombra de un hombre.

Recorrió todo el pueblo, no parecía estar atenta a mi presencia, sino que andaba, y, andaba con paso firme, agigantándose más por momentos, doblando en una esquina, siguiendo recto en otras calles, hasta que para mi asombro: y, susto, entró en el cementerio.

Un temor desconocido, para mí me impidió continuar la pesquisa.

Ya me volvía cuando oí unos gritos. No eran de espanto, sino de dolor. Del mayor dolor que se pueda sentir.

Llegué a la pensión aterrorizada, no pude dormir bien, y, a la mañana siguiente confesé mi “pecado” a la dueña. Me miro con los ojos asombrados y me dijo

Entonces.

 ¿La vio?

Claro que la vi. Pero no vi. quién estaba detrás. Y, ese grito de dolor, ese grito que no me dejó dormir, y, aun me resuena en los oídos...

¿Quién está detrás de esto?

No podía,  ver al que está detrás –me dijo- porque ya no está entre nosotros...

No entiendo.

 ¿Quiere Ud. decir que es la sombra de un muerto?

Pienso que no va a creerme, porque hay cosas, que no tienen ningún sentido. Pero yo le diré lo que sé, lo demás, ya lo vio, usted misma

Y, comenzó su relato:

En tiempos de mis abuelos. Y, fíjese que ya no soy una moza. Un hombre, se podría decir que el amo de estos contornos... bueno, no es que fuese el dueño de esta tierra, pero era el dueño de la única fabrica, y, si no daba trabajo...

Pues bien, ese hombre tenía una hija a la que adoraba.

 Había concertado para ella un “buen matrimonio”, pero la hija... obedeció al corazón, y, se enamoró de un empleado de la fábrica.


De nada valió el despido. Los dos enamorados siguieron viéndose, y, la joven resultó embarazada. El padre, no podía consentir,  ni la boda ni el nacimiento del bastardo, no eran de su rango. Así que obligó a la hija, a deshacerse de aquel pequeño estorbo.

Desapareció tres días con ella, y, cuando regresaron, tenía ella en su rostro un halo como de muerte.

Nadie decía nada, porque todos lo necesitaban... pero el caso fue que la muchacha falleció a los pocos días. Según se dijo, por los daños que le había hecho la abortera.

No se tomaron, medidas contra el padre, pero en el funeral, el cura, un sacerdote viejo, lo maldijo. Le dijo:

“Ha puesto a su hija en peligro del infierno, y, más todavía ha privado, a un inocente su nieto, de la vida, de poder nacer, y, servir a Dios. Sí,  no se arrepiente, irá al infierno; Pero si se arrepiente, vagará todas las noches, por el pueblo después de su muerte, e irá, a rezar el Miserere al Campo Santo.”

El sacerdote prosiguió ya más calmado:


“Su hija y su nieto están en el cielo”,  “y, oran por Ud., pero Ud. no podrá descansar, hasta que, sobre la tumba de su hija haya dos rosas blancas.

 Esa será la señal de que Dios lo ha perdonado.”

Desde ese momento, todo el pueblo se sintió aterrorizado, y, desde que él murió, nadie quiere salir de su casa por la noche, y, los que lo han hecho, vuelven con el grito de dolor clavado en sus oídos por varios días.

Esa es señorita la historia.

Me cree ¿verdad?

Si la creo –respondí- la creo, porque lo oí gritar.

Pero para mis adentros, pensé que, también había que hacer, algo más que asustarse, y, encerrarse en casa, pasada la media noche, auque todavía no sabía bien qué.

A la mañana siguiente fui a la iglesia.

Hacia mucho tiempo, que yo no entraba en una iglesia. Ya ni siquiera recordaba, bien las oraciones, pero me senté frente al Sagrario, y dije: “Señor, ten piedad, ten piedad...”. Y, abandoné el templo.

A la noche, volví a salir a la misma hora, seguí a la sombra que, recorría el pueblo hasta el Campo Santo.

 Pero esta vez no hubo un grito desgarrador.

 Por el contrario, el frío de la noche anterior, había sido transformado en una brisa suave, y, cálida, y. sobre la vieja tumba, había dos rosas blancas recién florecidas...


Fin