martes, 29 de octubre de 2013

El censo

Podríamos, titularla; “Historia de 3 ciudades”, ya que la acción, se desarrolla, tres lugares distintos
La primera es Roma, la capital del imperio, más poderoso del mundo; el emperador es César Augusto; quien tras la muerte de su último rival, Marco Antonio, reina en paz, en todo el mundo.

¿Paz autentica, o, paz de la bota opresora?

Más de lo segundo, que de lo primero, pero esta no es una historia sobre emperadores, así, que ese trabajo, para los historiadores.

El emperador, recibe en su palacio, a un decurión; Marco Lecuyo; que, informa al César de que Cirino, nuevo gobernador de Siria, quiere hacer un censo de Judea

Al César le hace gracia, Judea, un pueblo extraño, con un dios invisible, ve la oportunidad de reírse, de los judíos, se hará el censo, pero yendo cada uno; a inscribirse en el lugar de origen de su clan, o, tribu, así, se moverán un poco, y, no pensarán tanto, en ese rey, que según ellos va venir, para liberar a Israel

Marco Lecuyo, recuerda al emperador, que a ese rey, le llaman Mesías, y, le advierte, que la decisión que ha tomado, puede ser peligrosa, ya que es un pueblo levantisco

Pero Augusto, no se arredra, tenemos cruces, dice, casi con una carcajada; da orden de que además del censo, paguen 5 denarios, algo como los 5 siclos que pagan a su dios, de ese modo, espera saber, cuantos perros judíos tiene en el imperio; toma unas tablillas, y, escribe un edicto, para que se cuelgue en todas las ciudades de Judea, el edicto debería ser llevado por Marco Lecuyo, al puerto de Ostia, para llegar a Haifa, y, de ahí, a los distintos pueblos

Esto era, lo que decía el Edicto


“Yo Cesar Augusto, divino Emperador, hijo de Júpiter, Señor de Roma, dominador del mundo, ordeno que, todos los judíos, han de acudir a censarse a su lugar, o, tribu de origen, allí se anotarán tras el pago de 5 denarios”.

Firmado C. A. D. I. (César Augusto, Divino Emperador)

El papiro, conteniendo la orden, se clavo en cada pueblo, y, entre esos pueblos estaba Nazaret, un pueblo metido en un valle con una mezcla de gentes, y, un suave olor a jazmín; y, romero

Estamos frente al taller de un carpintero, se nota el olor a la madera fresca, y, se siente, el ruido de la sierra mezclada, con el canto de una joven.

Al entrar, la vemos en un rincón, manejando la rueca, y, cantando, es una jovencita muy hermosa; el hombre, sólo un poco mayor que ella, se dirige a ella, llamándola, María, y, pidiéndole un vaso de agua; ella trae presurosa el vaso de agua, y, entonces, descubrimos que en el taller pronto se escucharan las risas, y, el llanto de un recién nacido; también nos enteramos del nombre del hombre, José.

Entra una mujer con ropas de bebé, que pese a ser usadas, María, agradece como si fuesen joyas, le dice, a su amiga, que José esta teniendo poco trabajo, así, que las ropitas para su niño, le vendrán muy bien; entran más mujeres, con ropas, y, cosas de bebe, otras, a ofrecerse para el momento del parto, y, desear, que sea un niño, algo que la joven madre, tiene claro, es un niño

De súbito, entra un hombre furioso, maldiciendo contra Roma, al oírlo; José, se levanta, y, se dirige, al visitante, es su hermano Cleofás, le pregunta que le sucede, y, éste habla del edicto imperial, puesto, por los que califica, cerdos, y, perros idolatras de la maldita Roma; le extraña que su hermano, no se haya enterado, y, le pregunta, qué piensa hacer.

José responde, que censarse, ruega, cuiden de María, y, de su hijo; pero María, no esta conforme, como esposa, dice, su lugar esta al lado de su esposo, irá con él, y, cuando José le dice, que piense en el niño, ella, contesta, que su niño, cuidará de ellos

Así, que dos días más tarde, en su burro, al que llaman, Estrella, se dirigieron a la ciudad de Belén, José pago los 5 denarios, aunque fuese una fortuna para él, el soldado romano, muy joven, se compadeció, de María, y, le ofreció, su silla para sentarse, ella, se sentó muy agradecida, después el soldado, dio a José 2 denarios, José, pesé a venir de un pagano, y, ser dinero pagano, los acepto, agradecido, y, dijo, al soldado; “Dios te bendiga”; ; el soldado, no entendió, a que dios, de tantos, como había, se habría referido, el judío, porque no esperaba, que su dios invisible, fuese agradecerle, algo, a, un romano; de cualquier modo, no lo había hecho, por ningún dios, si no, porque le habían dado pena; los dioses no le importaban mucho; un día, cambiaría de modo de pensar; pero de esa historia, hablaremos, otro día.

Los acompañó, a la posada, pero estaba atascada de gente, y, no hubo más remedio, que guarecerse en la cuadra; allí María, parió a su hijo, lo adoraron los ángeles en silencio, sólo los oyeron cantar los de puro corazón, cantaron, y, a esos sí, los oyó todo el mundo los pastores, lloro el recién nacido; los animales emitieron sus voces, al aire, alegres, muy alegres, mugidos, balidos, ladridos, maullidos, piares, y, un largo etc., porque sin que hubiese motivo racional, para explicarlo, todas las criaturas estaban muy alegres, de aquel nacimiento

En el Palacio del reyezuelo Herodes, se decía, “El Mesías ha de nacer en Belén, así lo dice, el profeta, Miqueas; pero que falta hace, el Mesías, Judea, ya tiene su rey, Herodes, no va, existir otro rey, él desde luego, no lo permitira; los profetas, ya se sabe, dicen tantas cosas, y, lo dijeron hace tanto tiempo, recuerda, las palabras del profeta, las aprendió de memoria, cuando “ se convirtió”; al judaísmo, no le costo trabajo, porque nunca creyó, más que en un dios, como los judíos, sólo que él no adora a Yahvé, él, adora, la panza de Herodes, su panza, así, que siendo ateo, le da igual, ser de una religión que de otra, hubo que pasar por la circuncisión, que no llego hacerse, aunque el pueblo todo, cree que su rey Herodes, esta circuncidado, pero no pueden; comprobarlo, y, quienes lo hacen, no pueden decirlo, ya, se imaginaran porque: qué decía el profeta, ah, sí, esto

“Tú Belén de Efrata, pequeña para ser contada entre las ciudades de Israel, no eres, la menos importante, pues de ti, saldrá el caudillo de mi pueblo Israel...”

En Roma, Augusto, ni sabe, ni le importa, que una joven de 20 años, una aldeana judía, esposa de un carpintero, judío, ha tenido un niño, otro aldeanito judío en una cuadra.

Augusto, como todos los poderosos de la tierra, cree que, se ha burlado de un pueblo sometido, no sabe que, ha sido Dios, quien se ha reído, y, servido del, para hacer que su Hijo, naciese en Belén, como lo había profetizado; del mismo modo, que no sabe, que ese Niño, es el Único Príncipe de la Paz, Señor, y, Salvador de todos los hombres que lo acepten; también de Augusto, y, del propio Herodes

Fin





















domingo, 20 de octubre de 2013

El hijo pródigo

Esta historia, esta basada en el relato del Evangelio, aunque, transcurre en nuestra época, en Europa, en concreto en España. Empezamos

Pedro, se sentía un hombre feliz, sólo una cosa empañaba su vida, la muerte hacía ahora 4 meses de la única mujer; que había amado; Alba, después de ese tributo de dolor pagado a Dios, lo tenía todo, 2 hijos encantadores, tanto el mayor Luis que ya había acabado sus estudios, y, había optado; por trabajar en la fabrica ocupándose del tema administrativo, como Víctor el menor, mal estudiante, pero buen chico, ya se sabe, cuando se es joven, se quiere vivir, si no acababa los estudios este año, lo haría el próximo, que comer, no les iba faltar, con la ayuda de Dios.

Amigos, que lo querían, y, no por su riqueza, eran los mismos, que habían estado con él en sus comienzos, cuando no era más que un pobre operario, porque Pedro, como suele decirse, se había hecho a si mismo; sus empleados, para quienes no era un patrón, era un amigo; en resumen, lo tenía todo; y, cuando se tiene, o, se cree tener todo, rara vez se piensa en perderlo.

Víctor el hijo menor, también lo tenía todo, si, por desgracia lo tenía todo; y, como lo había tenido todo desde la cuna, no valoraba nada, no era malo, claro que no, tenía un corazón de oro; pero sólo 18 años, y, a esa edad, se podrá ser, todo lo mayor de edad que se quiera, pero se, sigue siendo un niño, y. las ansias de libertad, que Dios ha puesto en el corazón de todos, se confunden, con lo de no tener, rumbo ni destino; como, era un buen chico, confiaba en todo el mundo, se había hecho amigo de una pandilla, de muchachos, mayores que él, resentidos de la mala fortuna de sus familias, y, que veían la ocasión propicia, de vivir bien, a costa del, “señorito”, otros de su misma edad, e, incluso alguno un año más joven, para quienes lo importante, era rescatar al amigo, de la tiranía paterna.

Lo convencieron, de que pidiese a su padre la herencia materna, y, se fuese con ellos a ver mundo, hacer, sus propios negocios.

Pedro, escucho atónito, la petición de su hijo; trato de razonar, pero era imposible, Víctor, aducía a su mayoría de edad, una, y, otra vez; y, Pedro tuvo que ceder.



Luis, el responsable Luis, no hizo nada, era el hermano mayor, que nunca se mete en los asuntos del pequeño; jamás se chivo de su hermano, jamás lo reprendió, era como si Víctor, no existiese para su hermano, por él, si se iba, que se fuera.

Y, Víctor, se fue, como el joven del relato evangélico, abandono la casa paterna; y, como el padre de la parábola, Pedro, espero, día, tras, día pegado, al teléfono aguardando una llamada, atento al timbre de la puerta, mirando el correo, día, y, noche, por si en el buzón, aparecía una carta en la que le, anunciara su regreso, nada, nada.

Luis, siguió trabajando; ocupándose de la empresa, tan sumido en el trabajo, que ni a divertirse, salía; sólo pendiente de la empresa de su padre, un buen hijo Luis, o, lo parecía al menos.

Víctor, siguió los pasos del joven de la parábola, también él gasto con prostitutas, y, con putas; lo siento, pero no es lo mismo parte de su herencia, la otra parte la consumió en juego, vino, y, drogas, sus amigos; no es que lo abandonaran, es que unos acabaron en la cárcel, otros perdieron, la vida victimas de esa lacra llamada; SIDA.

Y, otros, aquellos; a los que; sólo, les interesaban, las riquezas del, “señorito”; al no haber ya riquezas. ¿Qué podían hacer?

Víctor, se vio solo, nadie le daba trabajo, no tenía referencias, en 4 años desde que se fuera de casa, había visitado, varias veces la cárcel, y, en nuestra, “cristiana Europa”, si uno esta en la cárcel, una sola vez, se le condena para siempre, además, no era un chico que supiese trabajar, en cualquier cosa, Pedro, lo había educado para el nivel social, que ocupaban, y, claro, esta como suele decirse; “trabajo de corbata”; para un ex drogadicto, y, ex presidiario, no suele haber.



Por ello siguió, el camino del otro, “hijo pródigo” recuerdan que, fue cuidar cerdos, pues bien el cerdo, era, y, es un animal impuro para los judíos, Jesús, era judío, y hablaba para judíos, y, en entorno judío; con ello, quería decir que, había llegado a lo más abyecto.

Pues también Víctor, decidió prostituirse, se anunciaba en las páginas de un periódico, de esos diarios que, en una página nos denuncian la trata de blancas, la prostitución, o nos hablan de moral, y, en la otra por dinero, facilitan lo mismo que denuncian, Víctor atendía lo mismo, a mujeres que, a hombres, un día uno de sus clientes, no solo no le pago; “el servicio”, sino que le robo: lo poco que tenía, y, luego le dio una paliza, diciéndole, que cuidado con denunciarlo, pues lo acusaría de calumnias.

El otro, el cliente, era, “un señor respetable”, y, Víctor, sabía que, no le creerían

¿Qué podía hacer su, “trabajo” le daba asco, y, no sólo las relaciones sodomitas, todas el sexo, cuando no es por amor, cuando es por dinero, por hambre, es asqueroso, muchas veces, después de un, “servicio” había vomitado, cierto, que no había depravación sexual, que no se ofreciera a hacer; tenia, y, quería ganar dinero como fuera, pero ahora acababa de ver, que lo que, iba ganar de seguir así era la muerte.

Y, como el otro pensó en padre, no por arrepentimiento, tampoco el otro, por hambre, ni siquiera aquel sucio, y, maldito trabajo podía tener.

Así que decidió con lo poco que tenía escondido, y, lo único que aquel sinvergüenza, no se pudo llevar, volver junto a su padre, le diría, Padre, porque llamarle papá, después de todo lo que le había hecho, era una falta de respeto, soy un desgraciado, una mala persona, se que no tengo excusa, sólo quiero decirte que, me des una oportunidad, no como hijo, como operario, tuyo, ponme a barrer la fabrica, a descargar la basura, a lo que quieras; si asciendo en el trabajo lo haré con mi esfuerzo, para dormir, hasta que gane lo suficiente, me basta la caseta en la que se guarda la herramienta del jardín.

No tuvo tiempo, ni de decir, dos frases seguidas, Pedro, llorando se le echo al cuello, como el otro padre, no paraba de cubrirlo de besos, “anda pasa para dentro, deja de decir sandeces”

Después llamo. a Rosaura la doncella, y, le dijo, “mire, este es, Don Víctor mi hijo, encárguese Vd. de que manden, de los Almacenes Terema, un traje de su talla, mejor que manden varios, dígales que lo anoten en mi cuenta, ya iré yo a pagarles: o, si no mejor que lo pasen al banco”; “Y, tú pasa a la ducha, mañana, vamos a ver como hacemos para que acabes, la carrera, por cierto te tengo un regalo, te lo iba dar cuando te fuiste, pero no me diste tiempo, (Pedro le entrego un hermoso reloj de oro, y, una pluma, junto con una chequera), es para que dispongas de dinero, mientras no acabas, los estudios.”

Una vez, estuvo vestido su hijo, como correspondía; Pedro, llamo a Rosaura, “hoy es día grande para todos, y, Vd. fue una de las personas, que más me ayudo, diciéndome:

“Tranquilo don Pedro, yo le pido, a Dios todas las noches que, Víctor, regrese, por eso Vd. tiene que venir con nosotros, a celebrarlo; acabo de pedir mesa, en el Restaurante, y nos vamos a festejar, que mi hijo ha vuelto, que esta vivo, y, que pronto estará bien.

Por no llegar tarde, encargo a un empleado, de la fábrica que aguardase cosa de media hora, el regreso del hijo mayor, Don Luis, le comunicase lo que había sucedido, y, se encaminasen los dos al sitio de la celebración.

Cuando llego Luis, y, el operario, le contó lo sucedido, se puso hecho un basilisco, lo mismo, que el de la parábola.

Acompaño al obrero al restaurante, una vez allí, se negó a entrar, “que salga mi padre, yo no quiero que me vean en compañía de un...”

Pedro, salió, no entendía, porque Luis no entraba. a celebrar la victoria de su hermano.

“Vamos hijo (fueron sus primeras palabras), hoy es un gran día entra a celebrarlo”.

“Celebrar qué; que tu hijo, después de haberse gastado malamente el dinero que tomo de nuestra madre, después de haberse drogado, prostituido, si padre prostituido, ha vuelto a casa, a vivir como un señor decente, y, que tú haces esta fiesta, y, hasta me han dicho que le has dado chequera, a lo mejor, es que él, es para ti mejor hijo que yo, si papá que yo, que me dejo las cejas en el negocio, que sólo me permito, tomar una cerveza con los amigos, porque lo que me das no me llega para más, que jamás me has dicho, Luis toma este dinero; y, vete de vacaciones, o, de fiestas con tus amigos; pero a ese le haces fiesta, le das chequera”

Pedro, abrazo a su pobre hijo Luis, se dio de cuenta, que aquel hijo también estaba fuera, pero él, no se había dado cuenta, lo mismo que, su hermano también el había vendido, el amor familiar por dinero, era el puro interés, el que le movía a trabajar en la fábrica, no la consideraba suya, quería que medrara, para que cuando la heredase, fuese un negocio floreciente, si no fuera por eso, y, por el buen nombre, habría hecho como su hermano, o, peor.

Pedro, abrazo a Luis, “mi pobre hijo, perdóname, no te di, el dinero, para las vacaciones, porque de las finanzas, te ocupabas tú, y, como lo mío es tuyo, pensé que si no te ibas de vacaciones, o, de fiesta; era porque no querías, mira que no lo habré comentado; infinidad de veces con Rosaura, pero tu pobre hermano, al que pudimos, no volver a ver, al que unos sinvergüenzas, canallas, engañaron, tu pobre hermano, nuestro Víctor, ha vuelto, y, vamos a celebrarlo”

Luis, se quedo; mirando a su padre, si, él era el malo, el ruin, él que, no había hecho nada para evitar, la marcha de su hermano, ni siquiera le había dicho, dos palabras para convencerlo, de que se quedase, cuando se entero, de que estaba en la cárcel, no hizo nada para sacarlo de ella, que se había enterado de su degradación, y, no le había producido ni alegría, ni pena; le había producido indiferencia, y, en cuanto a su padre, él si que había sido, un mal hijo, tan mal hijo que no se consideraba hijo, por ello, su único objetivo era heredar la fábrica, es decir que, no le importaba si un día un infarto se llevaba, a Pedro, no que fuese atentar contra su vida, pero trabajaba sólo pensando en el momento de la herencia, no tomaba más que el dinero, que su padre le entregaba, y, que él administraba como un sueldo, más de una vez le tentó imitar al pequeño; pero claro esta era exponerse a acabar como él , y, Luis era un hombre con sentido común.

Si él, (Luis era un mal hijo, y, un mal hermano); por ello beso a su padre, le pidió perdón llorando, Pedro, no acertaba a comprender, de que podía, pedir perdón aquel; hijo ejemplar, pero Luis, si lo sabía.

En el restaurante, Luis, pidió perdón a su hermano, quien aún, entendía menos, que su padre; a continuación, secándose las lágrimas, añadió.

“Este fin de semana, te vienes conmigo, quiero que te conozcan mis amigos, y, tu futura cuñada, por cierto tiene una hermana guapísima, nos lo vamos a pasar bomba hermanito, después tendrás que estudiar, te prometo echarte una mano, has de acabar esos estudios pronto, no voy llevar yo solo nuestra empresa, que somos tres.

Pedro, sonrió sus dos hijos de nuevo juntos, y, ahora queriéndose de verdad como hermanos.

Casi sin darse cuenta, alzo la vista al cielo, y, muy bajo sin pronunciar palabras, hablo al Padre de todos los hijos pródigos, y, de todos los, “hijos honestos”, diciéndole:

“Como comprendo Dios mío; en este momento, que lo que más te alegre, no sea la perseverancia del justo, si no la conversión, del pecador, el regreso de tu hijo menor descarriado, te comprendo porque me has permitido vivirlo. Ahora te pido me los conserves siempre unidos.











martes, 1 de octubre de 2013

La vaquita roja

La vaquita roja
Hubo, hace algún tiempo, un niño llamado, Cesariño, vivía en Galicia con sus papás, sus hermanitas, y, sus abuelos, tenían vacas, y, otros animales, como todos los campesinos. Pues bien, un día sucedió, algo muy normal; pero que en este caso, estuvo cubierto de tristeza

Nació, una ternerita, pero como en el cuento, de Blanca Nieves, al nacer, no la princesita, si no la ternerita, su mamá, no la reina, sino la vaca, la pobrecita murió.

Como todo bebé, precisaba a su mamá; un bebe de la especie, que sea es, como una continuación de su mamá; así que mal porvenir, se le venía encima, a la ternerita, y, no había más remedio que matarla, puede parecer cruel, pero era le mejor Cesariño, se encapricho de la vaquita, o, mejor dicho de la ternerita, y. dijo que, la criaría, iría a la farmacia, y, compraría, un biberón para darle de mamar, y, así con la leche de otra vaquita, la sacaría adelante.

Aunque no muy convencidos, le dejaron hacer, pensando que, de todos modos moriría, la criaturita no era hermosa, tenia el pelo rojizo, de punta ojos saltones, por eso Cesariño, le puso el nombre de; “la vaquita roja”.

La vaquita roja, logro sobrevivir sin su mamá, tenia el cariño, del pequeño Cesariño, y, sus hermanitas, aprendió ,a seguirlo a todas partes, a trotar como un cabritillo, a los 2 meses Cesariño, le dio, su primera comida sólida una poquita de hierba, y, después un tazón de leche, aquello era la prueba definitiva de que; “Vaquita roja”, viviría, y, así fue, pero como era la mimada, no tomaba, solo el pienso(hierba heno) Cesariño, le daba café con leche, chocolate, del que le daban, a él para merendar con pan, y, que a “Vaquita roja”; le gustaba muchísimo, el tiempo siguió pasando, y, la ternerita se hizo "una mujer", o, sea se hizo una vaca, por primera vez, fue al monte arar la tierra; las vacas gallegas, siempre han trabajado, no como las suizas, me refiero a las vacas, que en su mayoría, sólo se dedicaban a dar leche y, de peor calidad, que las gallegas, eso si mucho, pero mucho, y, malo, aunque de eso nadie, y, menos que nadie las vacas, tienen la culpa, también llamo, el amor, al corazón de; “Vaquita roja” y, como fruto de aquel amor, nació una ternerita, a la que llamaron, “Perla”

Todos bromeaban con, Cesariño, llamándole: “abuelo”, pero al pequeño, no le ofendía, pues quería, realmente a, “Vaquita roja”.

Eran tiempos difíciles, y, al pequeño Cesariño, le gustaba ser músico, en concreto tocar el clarinete, pero costaba mucho, compra uno, su papá, había muerto, hacia poco, y, eran muchos hermanos, no sabia, como podría conseguir su sueño, era pese, a sus pocos años, un niño prudente, su mamá, le había dicho, que también a ella, le gustaría que fuera músico, pero había que ser realista, tendría que ser campesino, como todos

Una mañana, un hombre rico del pueblo, se ofreció para comprar a, “Vaquita roja”, con el dinero, que iba a pagar por ella, 300 Pts; algo así, como unos ocho mil euros de ahora; tendrían más que de sobra para, comprarle el clarinete, pero quería demasiado, a su vaquita, y, sabía los niños de las aldeas, no son niños tontos, como los de la ciudad, que piensan que la carne, que comen nace, en un árbol, no éstos niños, saben que se mata, a los animales, por que así tiene que ser, aunque no guste, y, sabia que matarían a, “Vaquita roja”, y, no quería, a otra vaca, le daría pena, pero a, “Vaquita roja”, no lo permitiría, claro, si su mamá, y, su abuela no decían otra cosa, él como todos los niños, tenia que, obedecer.

Por la noche, se quedo muy asombrado cuando; “Vaquita roja” lo llamo, por su nombre

“Cesar, Cesariño” Pensó que, se estaba volviendo loco, una vaca hablando; pero la vaquita, le aclaro que todos los animalitos, hablan, pero sólo los privilegiados, pueden oírlos, los otros oyen sólo mugidos, o, ladridos, una vez aclarado el enigma, le pregunto, que quería decirle, y, ella le respondió, que la vendiesen sin miedo, que no la iban a matar, muy al contrario, quien la compraba era el dueño de; “su marido”; el torito más guapo del mundo entero, lo mismo que Gary Cooper, un actor, famoso en aquella época, hoy sería como (Brad Pitt; con perdón del toro); aunque en toro, y, seguramente tendrían muchos, y, bellos hijitos; él, podría ir a visitarlos a la granja, que no quedaba tan lejos, y, tocarles alguna pieza musical

Así se hizo, con el dinero de la venta, se compro el clarinete, el niño aprendió a tocar, fue algunas tardes, a obsequiar, con su música, a su buena amiga; "la Vaquita roja”; quien estaba muy feliz en su nuevo hogar, en el que tuvo varios terneritos, y, terneritas; en cuanto al pequeño Cesariño, llego a ser uno de los mejores clarinetes, aunque su humildad, y, el deseo de no pisar a sus compañeros, hizo que voluntariamente, no quisiera destacar, pero oírlo tocar, era oír a los ángeles, puedo decirle, por que tuve, la suerte de poderlo, escuchar

Esta es la historia, ahora allá donde viven los ángeles, se que hay un niño, que se llama Cesariño, y, toca el clarinete, porque en el cielo todos volveremos a ser niños

“Si no os hacéis niños no entrareis en el reino de los cielos”

Fin





Los inmigrantes

Los inmigrantes 

Era el mes de diciembre, y, ya se olía, en el aire la navidad

Luisa, ayudaba a sus nietos, a poner “el belén”; con el que recordaban, el nacimiento del Hijo de Dios, de pronto, al colocar la figura, que representa, al divino Niño en el pesebre, Marta, su nieta una avispada chiquilla, de 4 años lista como una ardilla, le pregunto
Abuelita. ¿Por qué el niño Jesús, nació en una casa de animales?

La abuela, aprovecho, para enseñar a su nieta, lo mala, que era la gente, en aquel pueblo, que no le dieron, una habitación, en su casa, a La Virgen, y, a, San José.

La pequeña, pregunto

¿Abuelita, tú se la darías?

Y, Luisa, respondió, claro hija; la mejor de la casa, y, los habría escondido; para que, no tuvieran que, huir a Egipto, pero aquellos eran malos, también nosotros, hacemos cosas malas, pero aquella era, gente muy mala.

Marta, sonrió feliz, su abuela, no habría dejado nacer, a Jesús a la intemperie

Sonó el timbre de la puerta, y, Luisa, se levanto para ir abrir; miro por la mirilla, y, como no vio nada sospechoso, abrió la puerta; ante sus ojos, estaba una pareja joven de rasgos árabes, o, marroquíes, la mujer casi una cría, no debía de tener, más de diecisiete años, presentaba un abultado vientre, debido a una gestación que, se veía ya en sus últimos días

¿Qué desean?; pregunto

El hombre, chapurreando el español, le dijo:

“Vera, señora, hemos tenido que venir aquí, y, mi mujer esta saliendo de cuentas, puede nacer el niño, en cualquier momento, nos han robado el dinero, y, no podemos pagar una pensión, yo quisiera pedirle un favor, que vd, nos acompañase a una clínica, y, pidiese acogiesen a mi mujer, sino tendrá que, dar a luz en la calle, o, sabe Dios donde, y, a mi si no me puede, dar habitación en su casa, me diera dinero, para una pensión humilde, Ala, se lo agradecerá”

Luisa, los miro de nuevo; “vaya, conque ni siquiera son cristianos, pues mire, señor, aquí no hace falta, que vengan, a parir, moros, me importa un comino, que hayan vds, tenido que venir, nadie los llamo, aquí ya llegamos, los que estamos, acompañar a su mujer, a una clínica, nunca.

¿Qué quieren, que pongan a su hijo, o, hija, que no será bautizado, al lado de la cuna, de una criatura blanca, de una criatura, que será hecha cristiana?

Jamás, me oyen jamás.

¿Pagarle, a vd una pensión?

No le mandamos, venir.

¿Qué puede parir en la calle?

No es asunto mío, ahora les voy cerrar la puerta, tengo mucho que hacer.

La mujer, que había estado callada, alargo su mano; y, se toco el abultado vientre, y, con lágrimas, en los ojos dijo

“Señora Ud., es buena búsqueme, o, diga como buscar, un sitio para mi pequeño, póngase en mi lugar, por piedad”

Luisa, dio un portazo, “váyanse, no me puedo poner, en su lugar, porque no soy una mora preñada, no los quiero ver ni en pintura, ni en imagen. ¿Lo entienden?

El hombre dijo: Si lo entendemos, es natural tenía que ser; de todos modos procuraremos, que; “nuestro hijo”; cuando venga; “hablar,” con Ud. No este muy enfadado, le diremos; que, en el fondo buena.

Luisa, cerró la puerta, y, entro en la casa; fue al salón, donde había dejado, a los niños preparando el nacimiento, los encontró llorando, les pregunto el motivo, y, la pequeña Marta, dijo; “han desaparecido, San José, La Virgen, y, el nene de Dios” traducido, han desaparecido, San José , La Virgen y, el niño de Dios.

Luisa, se puso a buscarlos, pero no los encontró, mientras la joven pareja, bajaba las escaleras, y, el hombre decía, a la mujer

“Ves María, aquí también hubiera nacido, en un establo”.

Luisa se canso de buscar, y, decidió acudir a la oración, como ayuda, “Dios mío que aparezcan”; entonces escucho, una voz que, no sabía de donde venia

“Tú, les has dicho que no los querías ver, ni en pintura, ni en imagen”.

Recordó, las palabras que tantas veces había leído, en la Biblia, y, oído leer en la iglesia, lo que hagáis a mis hermanos, me lo hacéis a mi, salió corriendo a ver, si los alcanzaba, pregunto a la portera, si sabía que camino habían tomado, pero ésta no había visto a nadie.

De pronto, una vocecita la despertó, era su nieta Marta, abuelita, te has dormido, ayúdanos a colocar, a Jesito(Jesús), su nieto, interrumpió a su hermana, no nos dijiste, si tu les hubieras dado casa, Luisa respondió:

“No lo se hijos míos, nadie sabia quien eran, todos los hombres somos malos, pues todos somos hijos de Adán, y, todos somos buenos, pues todos somos hijos de Dios, si aquellos supieran, que era Jesús, el que iba nacer, lo habrían acogido, lo mejor que podemos hacer, es aceptar, y, querer a todo el mundo; sabéis una cosa, Jesús, esta en todas las personas, no importa color de piel, país, o, religión. Dios me lo enseñó, mientras dormía

Fin.