sábado, 15 de febrero de 2020

El lagar

El lagar

Las mujeres llevaban sus cestos llenos con los racimos de las uvas que echaban en “la piscina o cubeta grande”, fuera sonaba la música,  hombres, mujeres y niños descalzos, comenzaban a danzar, y, pisotear los racimos cuya “sangre”, iba cayendo lenta, lentamente, por los caños de la cubeta hacia grandes bidones, que luego serían conducidos a las bodegas, para obtener  el mejor vino.

Para Pedro, era la primera vez, que veía pisar la uva, a sus 5 años, estaba desconcertado

Por qué lo hacen, pregunto a su abuela
Para que los mayores podamos tener vino para beber, y, tú un vasito de mosto, que te gusta mucho

Pero están descalzos, me da asco
No hijo, se han lavado los pies, y, aunque no lo hubieran hecho el jugo de la uva, al fermentar se lleva todo, nada malo quedará, ni siquiera en el mosto

Me dan penas las uvas, pobrecitas abuela, pisoteadas

Así es, las pisotean y ellas en lugar de herir sus pies le dan su “sangre”, su zumo

Siendo criaturas irracionales, y menos incluso que animales, fíjate lo bien que imitan a Jesús, Él también pisoteado muerto por nuestros pecados, nos da su Sangre que nos purifica, y, por cierto parte de este vino que saldrá de estas uvas, el mejor, lo daremos a la iglesia, para que el cura D. Ramiro lo transforme en la Sangre de Jesús, allí estará Jesús, Él que es a su vez, viñador y uva exprimida, sabes Pedrito no soy teóloga, y, apenas sé leer, pero pienso que fue por esto, por lo que Jesús eligió el vino, para ser su Sangre, y recuerda es posible que la vida, las personas te pisoteen, te dañen, en ese momento recuerda que debes ser como la uva en el lagar, como Jesús en La Cruz y en La Eucaristía, dar bien, nunca mal.

Pedrito no entendió nada, era muy pequeño, pero cuando fue mayor y la vida lo golpeo, el recuerdo de aquellas palabras, lo salvaron de ser un mal hombre,

Fin


Gacela

La Gacela

El joven duque salió con sus pajes, y, sus amigos al monte, era la temporada de caza en su coto; de su cintura colgaban el arco y las flechas, y, en el otro lado el cuchillo, o puñal con el que remataría a la presa.

Echo el caballo al galope, seguido por sus compañeros, y se adentro en la espesura del bosque, los mastines y los galgos los seguían detrás

De pronto sobre una pequeña loma la vio, era una gacela joven, seguramente nacida en la última camada de aquellos animales, la miro hermosa, elegante una autentica obra de Dios, a la que él iba destruir dar muerte sólo por divertirse y colgar su cabeza en el salón de armas, su piel frente a la chimenea, y tal vez comer o dar de comer su carne, porque lo cierto era, que solía adquirir la carne con la que se alimentaban a los campesinos.  Era pues una muerte absurda, era la destrucción de la belleza. Sus compañeros lo miraban sin saber que hacer, nadie podía disparar antes que el duque, se bajo del caballo y avanzo hacia el pobre e indefenso animal corría poco, vio que estaba herida, saco un paño de su zurrón y le vendo la pata. No temas amiga, nadie va hacerte daño, hoy no,  vete con la bendición que tienes de Dios.

Se giro hacia sus compañeros en marcha, volvemos al castillo, nadie dijo nada, pero murmuraban entre si

A los pocos días, sintió un ruido en su jardín, se acerco a ver, era la gacela, bajo hasta ella que lamió sus manos como muestra de cariño y gratitud por haber respetado su vida.

Fin