lunes, 22 de mayo de 2023

El sombrero y el niño Ricardito


El sombrero y el niño Ricardito
Hace ya bastantes años, había en las ciudades y villas tiendas; en las que se vendían y compraban todo tipo de sombreros, tanto para caballeros, como para damas. Chisteras, canotiers, de Panamá, Pamelas etc.
En aquella época los hombres que se tenían por caballeros, llevaban todos su cabeza cubierta con un sombrero, para saludar tocaban con la mano, el ala del mismo; y sí se encontraban con una mujer, se descubrían lo mismo hacían en la iglesia o al entrar en una casa.
Con esto indicaban que las casas,los hogares; eran lugares sagrados y lo mismo las mujeres.
Pero este cuento, historia o como le queráis llamar; no va de costumbres de aquella época, ni tampoco de las mujeres que fueron llamadas “las sin sombrero”
Esta es la historia de un niño. De Ricardito
En La Coruña, llamada ahora “A Coruña”, es decir en La Coruña, había cerca del teatro Rosalía, una de esas tiendas que exhibía en las ventanas de sus escaparates,  tanto sombreros para señoras, como sombreros para caballeros.
Un día iba nuestro amigo Ricardito paseando de la mano de su abuelo. D.Ricardo; y se detuvieron frente el escaparate de la susodicha tienda.
De pronto el chavalín dijo
“Ay abuelo que sombrero tan bonito, porqué no me lo compras, me gusta mucho”
Ricardito, hijo ese es un sombrero para hombres; y tú todavía eres un niño
“Abuelo, me hablas como si fuese un pequeño de cuatro o tres años, y soy un chaval que digo chaval, un mozo que ya tiene nueve años!
Y, al decirlo hizo hincapié en los nueve años; como si en vez de nueve fuesen noventa.
Don Ricardo decidió entrar en la tienda con el muchacho
Buenos días nos de Dios; Don Eladio. Dijo saludando al dueño de la tienda, y uno de los vendedores
Buenos días tengan ustedes  también. Respondió Eladio
Y qué se les ofrece
“Pues aquí, mi nieto que es este caballero; (dijo D. Ricardo), mostrando con la mano a Ricardito). Quiere un sombrero, pero no uno cualquiera, no quiere ese de paño, el canotier de la ventana derecha del escaparate”
Eladio, saludo al niño estrechándole la mano; luego se puso muy serio; o eso dio a entender y dijo
“Tiene usted señor Ricardito, buen gusto; pero aunque me pesé, no le puedo vender ese sombrero; ni a usted ni a nadie, ya que tiene dueño, y no, no esta vendido, su dueño está con él”.
Me toma por un niño pequeño, le recuerdo que tengo  nueve años,  Don Eladio, por favor
“No, por Dios que más quisiera yo que venderlo; lo que pasa es que cubierto por él mismo, vamos que ese sombrero está en la cabeza de D. César”
Ya,y ahora me va decir, que ese tal Don César es un mago; o qué otra barbaridad va a decir usted.
Don César un mago,no un pobre hombre padre de siete hijos, y doce hijas; al que un mago malvado, un brujo hechizo echándole mal de ojo, condenándolo a ser invisible, solo lo puede ver un instante al anochecer su señora, y su hija mayor, después nada; el pobre está aquí en la  tienda hasta que marcha para su casita. La gente se asusta al ver un sombrero que va solo; pero cuando no lo llevaba era peor lo pisaban, lo golpeaban como no lo veían, ya se dará usted cuenta. Y se preguntarán también porqué esta maldición por parte del brujo. Pues fui por causa de una travesura que le hizo uno de los hijos pequeños de Don César; el brujo dijo que estaría de esta forman invisible hasta que un niño, al menos una semana se portase bien en todo, obedeciese, estudiase, comiese el caldo incluso sí no le gustaba, tratase bien a los animales, fuese bueno en la escuela”.
Ya, pues tiene diecinueve hijos, acaba de decir usted, pues que se porten bien los diecinueve.
“Sí, Don Ricardito, pero esa no es la condición, sería muy fácil, ha de ser un mozo ajeno; que lo haga porque es un buen hombre, como intuyo es usted, a quien no le costará nada hacer lo que dijo el brujo”
Tengo que pensarlo, respondió el niño.
Ricardito, dijo el señor Ricardo; “Ten piedad de este pobre padre de familia. ¿Y, sí le pasará algo así a tu padre?

Esta bien lo intentaré con la ayuda de Dios y de Nuestra Señora La Virgen del Carmen
Se despidieron y salieron de la tienda. Desde aquel instante, y la semana siguiente. Ricardito fue el niño más bueno, que uno se pueda imaginar. Su abuelo aquellos días no paseo cerca de la sombrerería.
Hasta cierto día, pasaran más  o menos diez días volvieron a pasar, y, echaron una mirada al escaparate, y no estaba el dichoso sombrero.
Vamos a entrar a preguntar qué fue del mismo, dijo el señor Ricardo.
Ya dentro y después de saludar. Preguntaron que había sido del sombrero, a ésto. Don Eladio
Dijo
“Esperen un instante” Entró a dentro de la tienda, y regresó acompañado de uno de sus vendedores. “Les presento a Don César mi empleado, amigo, y el padre de familia que debe su felicidad; a usted Don Ricardito” Tras decir esto, dirigiéndose al vendedor, le dijo; “Este caballero que ve usted aquí, Don Ricardito es el joven que le sacó a usted el hechizo.
César el vendedor salió fuera del mostrador; y dijo: “Permítame caballero estrechar su mano, tengo con usted una deuda eterna, y no solo yo, también mi esposa y mis hijos”
No tienen ni usted ni los suyos nada que agradecerme, como dice mi abuelo, aquí presente. (y, señaló con la mano a Don Ricardo) Venimos a este mundo para ayudarnos unos a otros
Salieron de la tienda abuelo y nieto tras despedirse, y durante un tiempo no volvieron. Al cabo de pocos días  volvieron, todo parecía normal, Ricardito seguía portándose bien, hasta que volvió hacer travesuras como cualquier niño.
Un día volvieron a pasar por delante de la sombrerería, y allí estaba un hermoso sombrero de caballero que llamó la atención del niño.
Sí quieres, entramos a preguntar por él. Dijo Don Ricardo
“No abuelo, no vaya ser que cubra la cabeza de otro hombre embrujado, y tenga yo  que dejar de hacer travesuras, que una vez está bien. Y, a todo esto abuelo, cuando juegue en el café Rosalía la partida con Don Eladio, digale que su  nieto no es tonto, que tiene nueve años, cumpló diez en Julio, y sé que fue todo un invento. Don César no esta embrujado ni lo estuvo, primero porque no hay brujos, segundo porque es soltero lo sé porque es el novio de mi catequista la señorita Marujita. Pero decidí seguirles el cuento”
Qué me dices nieto mío. Ah pues voy a llamarles la atención
“Abuelo, que tú también estabas en “el cuento”. No te preocupes llevaré sombrero cuando sea mayor”
Fin

Este cuento es la versión en castellano, (otra de las lenguas españolas), que  publique el día de las letras gallegas con el título de

O sombreiro e o neno Ricardiño






miércoles, 17 de mayo de 2023

O sombreiro e o neno Ricardiño


O sombreiro e o neno Ricardiño
Fai xa bastantes anos, había nas cidades e viles tendas onde se vendían e mercaban; todo tipo de sombreiros, tanto pra cabaleiros coma pra donas, chisteras, canotiers, Pamelas, de Panama etc
Por aquel entón, os homes que se tiñan por cabaleiros, levaban todos a sua testa cuberta cun sombreiro, pra saudar tocaban  ca man a á do mesmo, e se atopaban cunha muller descobriase, o mesmo facían na eirexa; e o entrar  nunha casa.  
Con isto estaban dicindo que as casas, os fogares eran lugares sagrados, e o mesmo as mulleres
Mais iste conto, historia ou como lle querades chamar non vai de costumes de aquel tempo; nin tampouco das mulleres que foron chamadas as “sin sombreiro”
Ista e a historia dun neno, de Ricardiño
Na Cruña, chamada agora por A Coruña, e dicir La Coruña, había perto do teatro Rosalía, unha de isas  tendas, que expoñía nas suas fiestras do escaparate, tanto sombreiros “pra” donas coma sombreiros pra cabaleiros.
Un día iba o noso amigo Ricardiño, paseando dan man do seu avo,  D.Ricardo, e pararonse frente do escaparate da susodicha tenda.
De supeto o raparigo dixo.
“Ay avo que sombreiro, tan bonitiño, porque non mo mercas, gostame moito”
Ricardiño, fillo ise é un sombreiro, “pra” homes, e tí es un neno ainda
Avo, falasme coma seu fose un cativo de catro ou tres anos; e son un raparigo, que digo un rapaz que xa ten nove anos
E o dicilo fixo incapé, no dos nove anos, como si en vez de nove; fosen noventa.
D. Ricardo decidíu entrar na tenda co rapaciño
Bos días nos dea Deus; D. Eladio. Dixo saúdando o dono da tenda e un dos vendedores
Bos días teñan vostedes tamen. Respostos o Eladio
É que se lles ofrece
Pois aquí o meu neto, que é iste cabaleiro; (dixo, D. Ricardo amosando a Rícardiño) quer un sombreiro, pro non un calquera, non quer ise de pano, o canotier da fiestra diestra do escaparate
O Eladio, saludou o neno, estreitandolle a mán. Logo puxoe moi serio, o iso deu a entender e dixo
Ten vostede señor Ricardiño bo gusto, mais o meu pesar; non lle poido vender ise sombreiro, nin a vostede nin a ninguén, xa que ten dono, é non, non esta vendido, o seu dono, esta con il.
Tomamé por un cativo, lembrolle que teño 9 anos, así que D. Eladio fagame o favor
Non, por Deus, que mais quixera eu que venderllo, o que pasa e que cuberto polo mesmo, vamos que ise sombreiro esta na testa de D. César
Xa, e agora vainos dicir que o tal D.César e un mago, o que outra falcatruada, vai soltar vostede
D. César un mago, non un  pobre home pai de sete fillos, e doce fillas, o que un  mago malvado, un bruxo enmeigou votadolle o mal de ollo, en condenandolo a ser invisible, somente o pode ver un anaco pola anoitecida, a sua dona, e a sua filla maior, despois, nada, o probe esta aquí na tenda, hastra que vai pra sua casiña, a xente asustase, o vel un sombreiro que camiña só, pro e que cando non o levaba, pisabono, golpeabano, coma non vian; xa se darán conta vostede. E se perguntaran tamén porque ista maldición por parte do bruxo, pois foi a causa dunha trasnada que lle fixo un dos fillos pequenos de D. César, e o bruxo dixo que estaría así invisible, hastra que un neno, o menos nunha sema se portase ben e todo, obedecese, estudase, comese o caldo ainda que non lle gostase, tratase ben os animais, fose bon na escola...
Xa pois ten 19 fillos, acaba de dicir vostede, asi que, que se portén ben os 19
Xa D. Ricardiño, pro isa  non e a condición, sería  moi fácil, ten que ser un rapaz alleo, que o faga porque e un bon home, como tento que é vostede, a quen non lle costará nada, facer o que dixo o bruxo
Teño que pensalo, respostou o neno
Ricardiño, dixo o señor Ricardo, ten piedade de ise pobre pai de familia, e se lle pasara algo, así o teu pai
Esta ben, vouno intentar ca axuda de Deus e de Nosa Señora a Virxen do Carmen
Despedironse e sairon da tenda. Desde enton, e seman seguinte o Ricardiño foi o neno mais bon, que un se poida imaxinar; o seu avo, naquelas días non paseou, perto da tenda dos sombreiros.
Hastra un día xa pasaran coma dez días, voltaron a pasar, e botar unha ollada o escaparate, e non estaba o ditoso sombreiro
Vamos entrar a perguntar, qué foi do mesmo dixo o señor Ricardo
Xa dentro e tras os saudos, inqueriron que fora da sorte do sombreiro, a isto D. Eladio dixo
“Agarden un intre”, e foi dentro da tenda e tornou acompañado de un dos seus vendedores;  “ Eiquí xe lles presentó a D. César, meu empregado, amigo e o pai de familia que lle debe a sua felicidade a vostede, D. Ricardiño” Logo de dicir isto, dirixindose o vendedor, dixolle, iste cabaleiro que vé vostede aquí, D. Ricardiño, e o rapaz, que o desmeigou a vostede.
César o vendedor, saiu pra fora do mostrador, e dixo, “Permitamé cabaleiro, estreitar a sua man, teño con vostede unha dubida, eterna, e non so eu a miña dona, e os meus fillos”
Non ten vostede nin os seus nada que agradecerme, coma di o meu avo, eiqui presente, e amosou ca man a D. Ricardo, vimos iste mundo pra axudarnos uns os outros.
Sairon da tenda avo e neto tras despedirse, e durante un tempo non voltaron, o cabo dun par de días voltaron, pro todo parecía normal, Ricardiño seguiase a portar ben, hasta que volveu a facer trasnadas coma todo neno
Un día volveron a pasar por diante da sombrerería, e ali estaba un fermoso sombreiro de cabaleiro, que chamou a atención do neno
Se queres entramos a perguntar por il, dixo D. Ricardo
Non avo, non vaia ser que cobra a testa doutro home enmeigado, e tella eu que deixar de facer trasnadas, que unha vez pase, e a todo isto avo, cando xogue no café Rosalía, a partida co D. Eladio, digalle que o seu neto, non e parvo, que ten nove anos, dez fago pra o apóstol, e sei que foi todo un invento, D. César non esta enmeigado, nin o estivo, primeiro porque non hai bruxos, segundo porque e solteiro,seino porque e o mozo da miña catequista, a señorita Maruxa, pero decidin seguirlles o conto.
Qué me dis meu neto, ai pois voulles chamar atención
Avo, que tí tamen estabas no conto, non te preocupes xa levarei sombreiro cando sexa un pouco mais vello.
Fin

Nota 
Iste conto e a miña homenaxe o "Día das letras galegas"
Nun par de días poñerei a versión en castelan. Xa que español  esta  agora, e volverá estar cando o suba na lingua de Cervantes as duas son idiomas españoles e con elas o euskera o catalán o bable o valenciano y el silvo de La Gomera.
Pois español ven de España e de ela son todas istas linguas o idiomas.

lunes, 8 de mayo de 2023

La puerta



La puerta. Relato
Luisa había llegado a la gran mansión, a pasar unos días de descanso, lo necesitaba tras los duros acontecimientos que se habían precipitado en su vida, la muerte de su esposo Ramón y de sus 2 hijos Jaime y Laura en un accidente de carretera, del que ella pensaba no había sido tal, la quiebra de la empresa familiar, el suicidio de su madre Raquel, todo aquello la había sumido en una crisis.
Luisa era católica, pero de los católicos a machamartillo, creía o mejor dicho repetía como los loros, era como la mayoría, como le habían enseñado, y aquella oleada de dolor la sumió en la desesperanza contra la que luchaba, quería  protestar a Dios, pero le habían dicho que al mundo se venía a sufrir, que nadie podía protestar, si en vez de la vida de santos raros, hubiese leído la Palabra, sabría la que montó Job
Ahora su amiga Eugenia le había dado las llaves para que fuese descansar unos días a su mansión, situada en lo alto de la montaña en un pueblo de Cantabria, en Peñas Arriba, la casa una casona del siglo XIX,cuidada por el señor Jacinto, su esposa la señora Claudia el ama de llaves, y una cocinera, y 2 doncellas además del personal que cuidaba las vacas.
El edificio de 2 plantas, de estilo propio de la zona, con grandes escaleras y balaustradas, con ventanales que daban al bosque frondoso, y a un río sin nombre, que llevaba agua, cuando le apetecía, con grandes pasillos muebles viejo, bueno clásicos era un lugar apacible.
Luisa escogió el piso superior su habitación era amplia, con cama con dosel una amplia biblioteca, y todo el resto del segundo piso, estaba para su servicio y disfrute, incluído el comedor en él que comería sola, le subirían las comidas de la cocina, y la biblioteca salón. 
Así lo hizo desde el primer día, llamaba que le sirvieran las comidas, se las subían daba las gracias y comía, sin interesarse para nada por la vida de los sirvientes
Al medio día y por las tardes bajaba a pasear un poco por el campo, o leía en el salón biblioteca, eso era todo, bueno también lloraba y desgranaba rosarios sin saber muy  bien que decía ni que hacía
Había frente a su cuarto a su habitación una habitación cerrada, siempre cerrada, a Luisa empezó a llamarle la atención y se dispusó averiguar el motivo, Eugenia no se lo había prohibido, pero resultó que estaba cerrada con llave, así que mandó abrirla la señora Claudia le dijo que tenía que llamar a Doña Eugenia y pedirle permiso, ella no era quien para hacerlo, ni que decir tiene que Eugenia le dijo que sí
Y se abrió la puerta, era un almacén de cosas antiguas amontonadas, entre ellas había dos cuadros, no sabría decir ni el estilo ni el pintor, en uno se veía Jesús crucificado en un primer plano, y en un plano superior a Dios Padre acogiendo en sus brazos a su Hijo crucificado.
Luisa se quedó como extasiada ante el mismo, era como si un imán la clavase al cuadro, se pusó a llorar pero por primera vez no lloraba por ella, ni por sus muertos, lloraba por el pobrecito Dios Padre al que los seres humanos le habían asesinado a su Hijito, “Pobre Padre Dios” exclamó, y entonces sintió al mismo tiempo un consuelo, Dios que acogió a su Hijo Jesús, también había acogido a su esposo a sus hijos y porque es un Buenazo a su pobre madre, Dios no quería el sufrimiento, sufría con nosotros, con el que sufría, estaba sufriendo con ella, y la muerte no era más que una puerta, para entrar en La Vida
Luego su vista se fue a otro cuadro en él que se presentaba como en un díptico La Última cena,  y en otra parte Jesús lavando los pies a los Apostóles
El Cuadro le hizo pensar Jesús el Hijo de Dios, estaba comiendo con hombres que ante él no eran más que simples pescadores, pastores, nada y luego les lavaba los pies: y ella hacía que le subieran la comida personas cansadas del trabajo, para comer sola, porque no eran de su clase social. ¿Acaso era ella más que el Hijo de Dios? Desde luego que no, así que iba cambiar
Comería todas las comidas con la gente de la casa, donde ellos comiesen, solo si veía que les incomodaba no lo haría, pero no les obligaría a subirsela, comería en el comedor del piso de abajo, no les iba lavar los pies, pero si ayudaría en el trabajo de la casa.
Encontró también una vieja Biblia que se abrió por el libro de Job, y allí supo que al Papá Dios se le puede armar pataleta, que le encantá
Ni que decir tiene que las personas los sirvientes de la casa aceptaron que comiese con ellos y su ayuda en las faenas, y cada tarde les leía un trocito de La Biblia que comentaban entre todos, luego juntos rezaban un misterio del rosario, muy lentamente leyendo antes su enunciado en La Biblia, era 1960,  y aún no había los misterios de luz
Poco a poco la vida de Luisa se iba llenando de paz, cuando llegó la hora de irse, le costó dejar a sus nuevos amigos, pero volvería, ahora se llevaba un amigo Nuevo, bueno Tres en Realidad, allí había conocido al Verdadero Dios al Dios Uno y Trino, y sabía que seguía sin conocerlo cada día,  le daría una sorpresa. Y todo gracias a que se atrevió a abrir la puerta cerrada.
Fin