Recuerdo que yo por entonces era una
muchacha muy joven. Me había escapado de mi amo. Diógenes; nada que ver con el sabio griego, este
también era griego pero de sabio nada.
Y caminando como pude, había llegado hasta
una ciudad de cuyo nombre no me acuerdo; por las figuras que vi, intuí que debía de ser egipcia, o si soy sincera
eso me importaba muy poco me sangraban los pies, tenía hambre, por lo que me metí por la
primera puerta que halle abierta. Y allí fue donde; conocí a Majencio.
Majencio era de esas personas que siempre
se quejan de todo, que jamás encuentran nada bueno, yo eso, no lo sabía entonces, lo supe
después.
Lo que sucedió en aquel momento, fue que
escuche, no sin querer yo era muy curiosa, como todos los que tienen que
proteger su vida.
Esta era la conversación
“Tuve miedo de ti., que quieres recoger
donde no has esparcido.
Y
recolectar donde no has sembrado. Así que enterré mi denario”
Oí también las palabras del amo “Siervo
malo y haragán....quitadle el denario y dádselo al que tiene 10”
Luego vi, salir a Majencio, con la vista
baja, refunfuñando.
Me acerque para pedirle un vaso de agua,
me contesto.
Cómprala o vete a beber al rio.
Le dije que ni tenía dinero, para
comprarla ni pensaba ir al rio, y que si se había molestado con su amo, no era
mi problema que tuviese un amo tan malo.
Me tomo por los brazos y me sacudió.
“Tú eres idiota, mi amo malo, es un padre
para todos nosotros, un padre....”
Vale hombre, vale, respondí.
Un
padre, pues tu padre, es un poco raro, se ha portado injustamente contigo. ¿O no?
No. He sido yo, el que le he fallado.
No entiendo, ¿Eso de que quiere cosechar
donde no sembró?
Esa fue una mentira mía, mejor dicho una
disculpa, s cierto que yo tenía miedo, de que los banqueros no pagasen lo suficiente;
pero no lo es menos, que los banqueros quedan en otra ciudad; no tenía ganas de viajar, no lo es menos, que pensaba que al ser sólo
un denario, el amo me lo regalaría para mí, por eso, porque soy un ladrón,
escondí el denario en tierra, porque pensaba que el amo, me iba decir.
“Pues
un denario sólo es para ti”
Pero es un hombre justo.
Pregunte de nuevo. ¿No es cierto lo de que
sea un hombre, que recoge donde no ha esparcido, y cosecha donde no sembró?
Claro que no, si recoge o si cosecha lo
que hemos esparcido, o sembrado cosecha lo suyo.
Nosotros nada tenemos, si sembramos en su
tierra, es suya simiente y tierra, y somos suyos nosotros, sus siervos. Si por
ejemplo se esparcen flores o frutos por el suelo, sucede lo mismo
Por el contrario, como te dije, es un hombre
muy bueno, y muy justo, nos trata como a sus iguales, no lo hace nadie con un
siervo.
¿Cómo a sus iguales, e entiendo?
Sí veras, él puso su dinero en nuestras
manos, en las mías, podía llevarlo él mismo a los banqueros, se fio de
nosotros, yo le he fallado, porque soy un vago y un ladrón.
Le recomendé que entrase a pedirle perdón;
y aunque no le diese el denario,Por lo menos que no lo vendiese en la siguiente
subasta de esclavos.
El amo no lo vendió, tampoco lo quiso más en su casa, le dio la
libertad, que no era ningún regalo ; ya que Majencio, aparte del oficio que
ejercía en casa de su amo, era el encargado de las cuentas, no sabía hacer casi
nada, además, el trabajo no le hacia
ninguna gracia.
Y así empezó nuestra vida juntos, empezó a
llevar mis cuentas de lo que ganaba
cantando.
Y de ese modo la conocí.
Madre mía como me recuerdo. “que guapa
era. Y muy joven”; recuerdo que llevaba al niño en brazos., un niño, muy guapo,
muy moreno, que se veía era un
torbellino, se le antojo, uno de los diosecillos, que yo vendía, además de
cantar hacia y vendía ídolos.
Ella lo sacaba de sus manitas, yo no
entendía porque, pensé que sería; por si la criaturita se lastimaba, y,le
ofrecí primero unos rollos de papiro, con las tragedias de Sófocles.
Me
dijo.: Soy judía no griega
Rebusque, y halle un papiro con unas historias en
hebreo.
Me sonrió y me dijo. Gracias, soy la esposa de un obrero, no sé leer.
No podía quedarme así, y tome unos dulces
que ofrecí al pequeño, se puso perdido. ”Como se manchó”
La Madre sonreía, y le dijo. “a ver Jesús,
dile gracias a la señora.”
El pequeño me contesto. Con su vocecita
infantil “gatias”
De nada guapo. Fue mi respuesta.
Dos días más tarde, volví encontrar a
Maria, ese era el nombre de la mujer.
Oye: que te parece si me ayudas a cuidar
de mi pequeño, es que voy empezar a ayudar a hacer las faenas en una casa, aquí
José no tiene tanto trabajo, necesitamos
el dinero, te daré una parte de lo que
me paguen en la casa, será bueno para todos, para mí, para mi niño que no puedo
dejar solo, para ti, estar con mi
pequeño es lo mejor del mundo, sin Él lo
peor.
“A mí me parecieron exageraciones de
madre, pero acepte encantada, dejaría de
estar en la calle todo el día, expuesta a todo.
Y así empecé a cuidar a Jesús, era un niño
muy bueno, enseguida me cogió cariño, yo
le contaba historias, le conté, lo que
le había pasado a Majencio, tal como lo
había oído
Claro que un niño pequeño no recuerda
nada, pensaba yo; hasta que...
Pero aún es pronto para eso, un día me anunciaron que volvían a su tierra, Jesús me lleno la cara de besos. Yo por aquel
entonces ya me había casado con Majencio.
Han pasado 32 años. Ya no soy la que era,
mi marido Majencio murió en una reyerta en una taberna.
He
llegado a Israel como la amante de un romano, movida por la curiosidad he ido a escuchar lo
que estaba oyendo un grupo de gente.
Me quede ensimismada al oír que era el
cuento, mejor dicho la historia de Majencio
que yo le había contado a mi niño Jesús,
sólo a él, sólo que en vez de denarios, hablaba de Talentos, era la misma.
Me fije en su rostro, sus ojos eran los de
mi niño, y no pude captar nada más. Porque se trataba de un bebe, y este era un hombre joven, pero un hombre.
Me dije que no podría acercarme a él. Los
de su raza son muy escrupulosos con las mujeres como yo, no sólo soy gentil,
sino la amante de un romano.
Entonces fue Él quien me llamo, Sefora. (no os había dicho mi nombre todavía)
Me volví corriendo
¿Me conoces?
¿Y tú no conoce ya a tu niño?
Y me abrazo, con la pureza propia de un
niño
¿No tienes miedo, de que puedan pensar mal
de Ti?
No, han dicho de mí, lo que han querido
desde que soy un endemoniado, a que soy un blasfemo.
No, mi querida Sefora; nada hay de malo en
abrazar a un amigo; tú me cuidaste, tengo
que decirle a mi Padre que se ocupe de Ti.
¿A Tu Padre, viven José y Maria?
No me refiero a José cuando hablo de mi
Padre, sino a mi Padre al de Verdad al Dios de este pueblo ingrato, en cuanto a José vive, Pero con su “colega”
¿Su colega? (Le interrumpí)
Si Dios mi Padre, Mi Padre, con mi padre,
en cuanto a Maria vive, digo vive,
vivirá siempre, cada día está más guapa y más joven, Y eso que yo le he dado disgustos, no
voluntarios, si por mi causa., y le esperan más.
No entendí mucho de que me hablaba.
Después me presento a un grupo de personas
entre las que había varias mujeres. Estas me aceptaron sin recelo. Y volvía a
encontrar a María, con aquel grupo de mujeres
Estaba mucho más hermosa, más joven.
Yo pude seguir con ellos, pero lo que
Jesús decía me era extraño, hablaba de perdón, de amar al enemigo, de cosas que
una mujer que había sido tan maltratada como yo, no podía tolerar.
Así que me dije. Jesús y Maria su Madre.
Son buenas personas pero son judíos, y tú eres griega, educada en Egipto y
amante de un romano., lo tuyo no es un solo Dios, sino muchos, y sobre todo
tener la protección de Venus y de Mercurio.
Y como auto respuesta deje el grupo, no hizo presión para que me quedará. Pero vi lágrimas
en sus ojos.
Regrese con mi amante a Roma.
Y ahora soy ya muy vieja, y apenas veo.
Hoy he estado a punto de morir abrasada porque han prendido fuego a la ciudad.
Dicen que han sido los miembros de la nueva secta judía, los cristianos, yo sé
que ha sido Tigelino. “Ese monstruo”
No puedo, permitir que mueran inocentes. He
pedido me lleven ante el Emperador, estaban juzgado a uno de esos cristianos.
Nos metieron a los dos en la mazmorra.
A mí por calumniar al noble Tigelino, seguro
que también Nerón está detrás, y al cristiano porque se negó a adorar a los
dioses.
Entonces le pregunte
¿Tú cara me suena. De dónde eres?
Soy Pedro, Simón el Pescador de Galilea,
ahora soy el indigno representante de Jesús
¿Jesús?
Si Jesús.
¿Jesús, el joven rabí, hijo de Maria?
El mismo. Nuestro Hermano y Señor
¿Qué fue de Él, Que fue de su Madre?
Pues mira. Él fue condenado a muerte de
Cruz, negado 3 veces por el cobarde que te habla, Pero resucito, y después de resucitar, comió
con nosotros, ahora esta con su Padre en el Cielo, pero yo puedo hacer que esté
con nosotros, a su Madre, se la llevo, después de unos años con Él.
¿Puedes hacer que esté con nosotros, como?
Tu eres muy buena Sefora( él también me
había reconocido) has arriesgado tu vida, al venir aquí, pero tú no crees, o si
crees que Jesús es el Hijo de Dios, que los ídolos no son más que hechura
humana.
Si creo, creo, creo que mi niño Jesús era
Dios.
Entonces. ¿Quieres ser bautizada?
Respondí que sí, Pedro me explico rápidamente, lo que yo no
había querido aprender de labios de Jesús.
Después con el agua que teníamos en una
palangana me bautizo.
Diciendo, Sefora yo te bautizo en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
A continuación tomo un pedazo del pan que
le habían traído para cenar; y un poco de vino.
Pronuncio unas palabras maravillosas
“Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre”
Y yo caí de rodillas al tomar en mis manos
el pedazo de pan, llevar la copa a mis
labios. Supe que allí estaba escondido el pequeño que cuide en Egipto.
Esta mañana se han llevado a Pedro a la
cruz.
Yo me he declarado cristiana.
Qué bueno es Dios. Es mejor que el mejor
de los amos. Con Él uno puede retomar los talentos.
Ya estoy divagando, soy tan vieja, he sido condenada a ser despedazada por las
fieras.
Vienen a buscarme, tropiezo con todo,
apenas veo
Alto. ¿Qué ha pasado, no hay fieras, vuelvo a ser joven muy joven, pero además llevo una diadema en mi frente, veo
a María que se acerca hija mía.
Hija mía, todo ha terminado ya estás en casa.
En casa, en el cielo, mi casa, la casa de Jesús.
La casa de todos, los que retoman el camino,
y, la de los que nunca lo abandonaron
Fin