lunes, 18 de abril de 2022

El merendero

 

El merendero. Relato
El merendero se hallaba situado en lo que para algunos era un lugar ideal, mar y montaña, para otros entre los que me incluyo, era un lugar horrible; no porque no fuera hermoso, que lo era, las mesas colocadas bajo frondosos robles, rodeados de rosales, dejaban ver por un lado, las lejanas y no muy elevadas montañas, mientras que dejando que la vista bajase por el pequeño acantilado, se veía el mar batir contra la arena, o llegar suave despacio a besarla
Como decía una canción de Ana Kiro, a quien Dios tenga en su gloria, el mar está casado con la arena, le da todos los besos que quiere
Mi familia tenía la costumbre todos los domingos de junio, nunca sabré porqué de tomar la lancha, que conducía al merendero, eso sí, tras madrugar para escuchar Misa, Misa que por supuesto todavía no se podía adelantar al sábado. Tras escuchar Misa, con nuestros capazos con toallas, tortilla, filetes empanados, una botella de vino y otra de gaseosa, amén de mis juguetes de playa, subíamos a la lancha
Siempre me fascino y me dio miedo el mar
Llegabamos al apeadero al pequeño muelle y, caminabamos un buen trecho hasta el merendero, donde pedíamos platos,, un aperitivo, y, poco más
Y, allí los mayores alababan la naturaleza, la belleza del paisaje, se compartìa lo que se llevaba con otras personas de mesas contiguas, se hablaba con los dueños del local, yo jugaba con el perro y el gato, e iba a ver las ovejas y los cerditos y la gallina, que la dueña tenía en la parte trasera, tras oír la reconvención de mi madre. “nena no molestes, le gustan tanto los animales”; ésto último lo decía dirigiéndose a la buena señora, que me servía de guía
Tras comer y descansar un poco, y, dar gracias a Dios y pedir por el bien de las benditas almas del Purgatorio, bajabamos por turnos por la pequeña escalera de madera a la playa, a sumergirnos en el mar, dejar que nos besará, y, luego tras tumbarnos un poco en la arena, volvíamos al merendero, así hasta que el sol “sacaba su pijama del armario”, y, comenzaba a descender, entonces dábamos las gracias, los mayores pagaban lo que hubiese que pagar, y, desandabamos el camino, al día siguiente si Dios así lo quería sería  otro día.
Fin

La ajorca de oro


La ajorca de oro cuento
La  ajorca es una pulsera de tobillo, hace muchos, muchos años era una señal de esclavitud, las llevaban las mujeres esclavas con el nombre de sus amos
Pero esta historia no transcurre en la antigüedad, transcurre ahora en el siglo XXI, la protagonista se llama Celia, tiene 16 años es malagueña, y, va al Instítuto, es rebelde y llena de sueños , como toda adolescente
Su padre Ramón, al que ella vé como un anciano que nada puede saber de la vida, “si yo lo quiero, pero chicas es que ya tiene 44 años” dice muy sería a sus amigas, y, compañeras del Insti, como le llama ella para abreviar
El motivo es que Ramón, que la ha criado sola, bueno con la ayuda de las abuelas, desde que la madre se fue, se fue a vivir su vida, y, lo dejó con la bebé Celia de 5 meses. Pues bien su padre profesor de lengua y religión en un colegio privado, le dice que estudie, y, que no la quiere ennoviada, con Ali, un compañero islámico del Instituto. 
Celia no está de acuerdo, y, llama a su padre racista ignorante, pero Ramón no es racista ni ignorante, más de una vez se ha jugado la vida, salvando inmigrantes del mar, sin mirar raza, sexo ni religión, tiene amigos islámicos, pero sabe también que hay una facción mala, que se ha colado en esa religión, y, no quiere que contamine a su hija
Pero Celia no hace caso, y, un día llega a su casa, luciendo una ajorca de oro, Ramon le exigé que la quite y la devuelva al que se la regalo, Celia se niega, llora. Ramón le dice, si quiere ser esclava, Celia da un portazo y se va de casa
Alí la esconde, le habla de cosas que ella no entiende, pero que le parecen hermosas por decirlas Alí, su joven arabe, luego de noche Ali y otros la montan en un jeep, después tras mucho rodar, suben a un avión; Celia se queda dormida, cuando abre los ojos, está en un país que no conoce, le dicen que es Siria, a su lado, hay otras muchachas que lloran, todas llevan una ajorca de oro
Alí, al que reconoce por la voz, pues ahora va totalmente cubierto, le dice que mañana deberá hacer una renuncia pública; a  su fe cristiana, después se inmolara con otras dos chicas en un mercado público. 
Celia no quiere morir ni matar, reza en silencio a La Macarena
Mientras en España, su padre Ramón se ha cansado de buscarla, con ayuda de la policía, de los vecinos, y de los padres de Ali, buenos creyentes musulmanes, que también buscan  a su hijo, ellos habían notado que se estaba radicalizando, y habían alertado a Ramón, esperaban que el muchacho volviera al sentido común
Un policía habla de pedir ayuda a la interpol, puede que se trate de un secuestro y que hayá salido del país. Todo el mundo se moviliza, y, los drones localizan un escondite de la maldita yihad,  allí a Celia, y, otras jóvenes todos son rescatados, los secuestradores y terroristas, son entregados a las autoridades de sus países, las jóvenes son entregadas a sus familias por medio de La Cruz Roja
Celia se abraza llorando a su padre, y, besa la medalla de La Virgen, “me voy a meter monja” dice muy convencida
Alí y los otros son detenidos.  
Alí cumplirá prisión en España, al ser español, no es mal chico, gracias a sus declaraciones se desarticulara una célula yihadista. 
Gracias a Ramón no cumplirá pena en la cárcel, sino en un centro de menores donde se cuidará su educación, para que no vuelva a tener influencia satánica, es decir del yihad
Celia vuelve al Insti, allí como le han prohibido contar lo sucedido. 
Ella  contará que fue llevada al palacio de un sultán, y, más o menos una historia de Las Mil y una noches, sigue queriendo a Ali, y, le escribe con el permiso de Ramón, no piensa casarse con él, porque va ser monja.
Bueno iba ser monja hasta ayer, porque hoy con el permiso de su padre ha quedado para ir a tomar unas tapas con Luis Alberto, un joven venezolano, aunque pasado mañsna puede que Celia, ya tenga otro amigo, o piense de otro modo, al fin y al cabo es una pequeña mujer, que ha aprendido, que su padre la quiere.
Fin