lunes, 29 de mayo de 2017

La brasa

La brasa
El pequeño acercó sus manitas al fuego, la mujer lo agarró por sus raídas ropitas, no fuera caerse en las brasas
Lo tomo en brazos y se lo puso al pecho, apenas le quedaba leche, estaba casi muerta de hambre, pero tenía que seguir allí escondida, si quería salvar a su hijo, y, salvarse ella
Constantino, nunca debió dar libertad a los cristianos, ahora vendrían por ella, y, por los suyos, y los matarían
Si mataban, y comían niños según se decía cuando eran perseguidos, más ahora que el emperador los había declarado libres, y, a su culto, religión del Estado
Ahora el dios de Roma era un judío crucificado, la cosa no dejaba de tener gracia
Cuando su padre, Claudio Lucius Drangontius, se enteraba de la existencia de un cristiano, lo denunciaba
Ahora habían cambiado las tornas, ahora eran los cristianos los que podrían denunciarlos a ellos; aquella mala gente, porque ellos les daban la oportunidad  de vivir dando culto a los dioses, ellos los matarían
Para evitarlo Claudio su padre, se había dado muerte, y, ella había huido con el hijo recién nacido, un año malviviendo
De noche apenas dormía,  no podía dejar se apagase el fuego, y al mismo tiempo tenía que evitar que el hijo cayese en la brasa
De pronto escucho pasos trato de ocultarse, pero no pudo
Una mujer penetro en la cueva
Dios mío, pobrecita cómo estás aquí, ven, te llevaremos con nosotros a ti, y, a tu hijo necesitáis alimentaros
Juliana, no opuso resistencia no tenía fuerzas; sabía que eran cristianos, y se temía lo peor
Cuando se lo conto, se echaron a reír
El caso es que le daban la razón, tan mal estaba que antes los persiguieran a ellos, como que ahora fuera ilegal dar culto a Júpiter, los reyes no debían meterse en esos problemas, eran hombres no dioses, aunque sólo hubiera un Dios
Si quieres no tienes por qué abrazar nuestra fe, mejor dicho, no vamos a permitir que lo hagas sin conocerla, y, después decide libremente no te vamos a denunciar
Pero mi padre, si os denunciaba
Porque no conocía a Dios
Entonces no coméis niños
No, aunque a veces los míos se portan tan mal, que me lo planteo, no es broma, claro que no
Juliana, no tardó en darse cuenta de que todo, lo que habían dicho de los cristianos era falso, también las alabanzas exageradas del momento
Conoció su fe, pero no la abrazo, si su moral
Juliana formaría parte de los que no reciben el don de la fe, su hijo sí, y llegaría a ser mártir cuando un loco, intentase instaurar de nuevo la religión pagana
Pero lo mismo que en la cueva una brasa la había mantenido caliente, en su corazón también dormía la brasa de la fe, y, esta le abriría un día la puerta del Cielo
Fin


La barca

La barca

Carmen,  ocupó su lugar en la barca,  ojala fuera una barca de verdad, y, no un columpio, y, la llevase bien lejos, o, él barquero fuera un gigante y enviase la barca a las nubes, al cielo, dónde estaría, aunque la abuela, y la tía Remedios decían que no iban al Cielo, claro que la buena de la tía Remedios, la beatona, la que no la dejaba dormir con tanto rosario, la había convencido de que eso era lo mejor, que no podía deshonrar a la familia, si Javier, no hubiera muerto, en aquel accidente, se habría casado, y, bien, pero así, madre soltera no, eso jamás, pobres pero honrados
"Pobres pero asesinos"
Se tocó el vientre le dolía horrores, cuánto daño le había hecho aquel médico, y, el aviso de no decirlo a nadie, o acabarían todos en la cárcel
Perdóname hijo mío, yo sé que estas en el cielo, cómo no vas estar pobrecito, si no has hecho nada malo, te lo hicieron ni siquiera te dejaron nacer
Nunca debí consentirlo, nunca
Un hombre aviso, al barquero, aquí hay un paquete, no dijo más una explosión inundo el aire, todo salto por los aires
Carmen se reunió en el Cielo con su hijo, ella también era una víctima
Los periódicos contaron al día siguiente el atentado, atribuido a los maquis, tía Remedios, dijo muy ufana, que esa gente no tenía temor de Dios, rezaba por su conversión, nadie puede quitar la vida a otro, sólo Dios, ofrecería un rosario por ellos, pero antes el funeral de su sobrina, no podría ir vestida de blanco como correspondía a una joven virgen, repetía a sus amistades, porque ha quedado en pedacitos la pobre
Pero Dios venga la sangre inocente, tía Remedios no debería hablar tanto, sobre todo, porque ella había sido la que había pagado el aborto de Carmen, ella la que primero había derramado sangre inocente
Paso el tiempo, los terroristas se arrepintieron, y Dios los acogió en su casa, la beata tía Remedios no, ella siempre se vio buena, desagraviando por los demás, así se mantuvo hasta el final, hasta que el demonio la recibió en su casa; o al menos así habría sido, de no ser por los ruegos en el Cielo de dos criaturas de Carmen y su hijo
De pronto Remedios recordó su vida, su hipocresía todo el mal que había hecho, lloró, e hizo llorar a su confesor; aquel día satanas se llevó una patada, Remedios iba al cielo a conocer a su sobrino nieto, si, a Dios, pero de entrada a su sobrino nieto

Fin

Cartera



 Cartera

Emilia, se ajustó el moño, miró a su esposo Felipe, anda cariño desayuna, me gustaría dejar los cacharros fregados antes de irme a casa de Doña Ramona
Felipe, bebió un sorbo de café, apretó los puños hasta casi hacerse sangre. No hay derecho, que tu tengas que trabajar fregando lo que otros manchan, y, estando como estas, no hay derecho, pero te juro, Emilia que encontraré trabajo
Claro que sí Felipe, es una mala racha, ya verás como todo pasa, y por mí no te preocupes, Doña Ramona es buena mujer, y, todo trabajo es digno, y, éste (dijo acariciándose el vientre); todavía no molesta, y, los otros cinco tienen también que comer
Felipe hizo ademán de lavar su tazón pero Emilia se lo impidió, anda deja que no sabes, mejor dame un beso
Un beso de amor sincero, puro del mismo amor que habían estrenado siendo casi unos niños, fuer su despedida por aquel día
Ya en la calle, Felipe deambulo buscando trabajo, siempre con resultado negativo
Hasta que vio una cartera en el suelo, la abrió para ver su contenido, un billete de 500 pts., todo en dineral, en aquel momento, pensó lo que podría hacer, pagar la deuda del ultramarinos, comprar zapatos a los chicos, llevar a cenar a Emilia
Bien Felipe, se dijo a sí mismo, deja de soñar y mira si hay algo más, vaya aquí está un carnet de identidad a nombre de D. Luis Salvatierra de Braguela, el conocido banquero, banquero y dueño de media región
Una hora más tarde, Felipe se hallaba en presencia del señor Salvatierra
¿Y, bien dígame en qué puedo ayudarle?
He venido a devolverle esta cartera, la encontré en el parqué
Ah, si la carterita. ¿Ha venido por una cartera?
Tenía su carnet, y,  dinero un billete de quinientas pesetas
¿Ha venido a devolverme un billete de quinientas pesetas, es que no sabe quién soy?
Sí D. Luis, sé quién es usted, lo sabe todo el mundo
Pues discúlpeme, pero no lo entiendo, si sabe quién soy, porque me devuelve un dinero que a mí no me hace falta, y que estoy seguro, usted necesita más, o me equívoco
No,  se equivoca, no le devuelvo la cartera y el dinero, porque usted sea D. Luis Salvatierra, lo haría igual si usted fuese un minero, el rey, o el Papa
Entonces por qué me la devuelve
Porque yo también soy un hombre honrado, digo también digo también porque sé que usted pese a ser rico también lo es
Luis Salvatierra se levantó de su sillón, rodeo la mesa de su despacho, y abrazo a Felipe
Disculpe este abrazo, le gustaría trabajar en uno de mis bancos, por ahora de conserje, pero ya me encargaré de que vaya ascendiendo
No, sé que decir, Gracias D. Luis, acepto
Y, así fue como el director general  del Banco de Braguela empezó su trabajo, porque las personas honradas siempre tienen su recompensa
Fin



viernes, 26 de mayo de 2017

Séptima tinaja


La séptima tinaja

Eran siete tinajas de piedra; regalo de boda de un joven judío, perteneciente a una rica familia; todas las tinajas se sentían felices, pensando en su destino, todas, menos una, “La séptima”; ella no iba permitir que la llenasen de agua, estaba destinada a,  albergar vino, y sólo vino, buen vino, como él que bebían los griegos y romanos
Sin hacer caso, de sus sueños de tinaja, llegaron los criados y las dispusieron en el patio, alguien dijo que era un buen regalo, entre las 7 superaban los 600 litros de capacidad, y sería suficiente para las purificaciones nupciales, y, para las abluciones, que ordenaba  La Ley.
Eso a ella a la séptima no le gustaba. Vinieron  risas, música, bailes, murmullo de voces, se estaba celebrando una boda, y, de pronto llego junto a las tinajas, un joven invitado, al que seguía otro grupo
El joven mandó, “llenad las tinajas de agua, y llevadlas al mayordomo”, la séptima se negó; “llenarla de agua, qué se habría creído, ella quería ser llenada de vino, empezó a moverse, para verter el agua que le echaron, y, sólo pudieron llenar de agua, a sus compañeras, así que el mayordomo recibió a los criados con 6 tinajas, seis tinajas que no tenían agua, si no el mejor vino, que había probado nunca
Cuando se enteró de todo, el joven esposo, quiso tirar aquella tinaja, que ni para contener agua servía
Pero el joven invitado, él que había mandado llenarlas de agua, se compadeció de ella, y le pidió al recién casado, le permitiese que la enviase a casa de un senador, el esposo acepto, para qué, quería una tinaja que vertía agua, que no tenía estabilidad; entonces, el invitado se acercó a la tinaja, y le dijo, “amiga, no temas espera”, y, ella espero, que podía hacer

Y llego la Pascua, y le echaron  vino, no muy bueno, pero en La Cena, el mismo joven que había sido invitado hacía ya tres años, a la misma fiesta, se acercó a ella, y la eligió para escoger el vino que se iba a beber, en la Cena Pascual
Y, ella la séptima tinaja, supo en su corazón de barro, que había contenido la sangre del hijo de Dios; bueno el vino que se convirtió en su sangre, y, no lloró ni se sintió más feliz ni más desdichada, porque al fin, y, al cabo era una tinaja, y su corazón era de barro, o piedra, que sí, no sería muy feliz
Bueno lo es, pero quiere que le guardemos el secreto

Fin

martes, 9 de mayo de 2017

cuadro en la pared


Un cuadro en la pared

Estoy en casa de mi mejor amiga, en el amplio salón varios cuadros cuelgan de la pared
Mis ojos se dirigen hacia uno en concreto, es uno que representa unas casas solariegas bajo un cielo azulado, dos de las casas son paralelas, se ve la entrada de piedra a una de ellas, la otra esta semi oculta en perpendicular a estas, hay una casa de piedra berroqueña, azul y un balcón de hierro pintado de azul que está cerrado
Mi mente se queda atrapada en él, y en lo que sucede tras sus rejas, porque este cuadro tiene vida, y, alguien o algo me traslada al mismo
Es el año de 1890, los señores Ciriaco Torres, presentan en sociedad a su hija Antonia, la joven de 15 años, va vestida con un hermoso traje de raso azul, mostrando sus brazos desnudos, a partir del codo, toca una melodía al piano, mientras sus negros tirabuzones ondean como mecidos por el viento
Aplauden los padres, e invitados, emocionados los primeros, mas por compromiso los segundos
A la entrada al salón, que ilumina el fuego de una chimenea, y, las velas de las lámparas, los criados van y vienen con bandejas repletas de bebidas y todo tipo de viandas
Un joven vestido como un campesino, trata de entrar, se lo impiden a la fuerza, pero el grita, ¡Amo a Antonia, Amo a Antonia!
Antonia, gira la cabeza, y sigue tocando sabe, que no debe moverse sin el permiso de sus padres
Pero el campesino sigue llamándola
“te amo, te amo”
Ella sigue sorda
El padre de Antonia, avanza hacia el campesino
Se encara con él
Qué hace aquí Raúl, este no es lugar para usted, no se da cuenta de que esta molestando; váyase y déjenos oír el concierto de la señorita, por cierto esta despedido, y, sus padres también, recojan sus cosas y salgan de mi casa y de mis tierras, disponen de 1 día para hacer lo que le diga, y, ahora fuera, dijo esto tomando a Raúl por un brazo, y sacándolo del salón, pero Raúl se volvió para decir
Señor, dice balbuceando, somos pobres, no tendremos a donde ir, deje que al menos se queden mis padres, ellos no le han hecho ningún daño, yo tampoco, pero ellos menos, yo sólo me enamore de Antonia
De la señorita Antonia, querrá decir
Si, de la señorita Antonia
Y, le parece poca ofensa, están despedidos, fuera
Antonia, por favor di algo, repite casi en un murmullo”, pero la joven no lo escucha, se ríe hablando con un joven invitado
Entonces Raúl lanza una maldición, “Que nunca dejes de tocar, que siempre estés donde estas, sin poder salir”
Y, desde entonces dentro del cuadro es siempre 1890
Antonia sigue tocando, a veces toca con tanta rabia, que los sonidos se oyen fuera del cuadro, aunque se confunden con los del exterior
Saben, donde están, intentaron salir muchas veces, se nota, porque el cuadro se mueve, cada vez que intentan abrir un balcón que estaba cerrado
Lo  que no saben es que el pintor que plasmaba la casa en el cuadro, los atrapo dentro, con la maldición de Raúl
Mi amiga, me dice: “¿No oyes golpes?
Si, debe ser arriba
No, es aquí, no lo entiendo la obra del piso de al lado, acabo hace tiempo

Yo, callo, sé que la música que se oye, y los golpes vienen del interior del cuadro, de una joven atrapada con su familia en 1890; pero si lo digo mi amiga me tomará por loca, por eso callo, pero de verdad vienen del cuadro, del cuadro de la pared

viernes, 5 de mayo de 2017

El tragaluz

El tragaluz
Antoninus Clementis, nunca había sido un hombre valiente; por suerte para él la diosa fortuna, lo había hecho nacer en buena cuna; de haber nacido en cuna de esclavo; no lo hubiera soportado
Un compañero le pidió que fuese espiar a los cristianos, y fue así como  Antoninus Clementis, es decir Antonio se vio envuelto en todo aquello; lo tomaron por cristiano, y, aunque grito que no lo era, como nunca tuvo mucha voz; se vio metido en un calabozo hediondo, junto con otros cristianos; perdón, junto a los cristianos, él no lo era, ni lo sería nunca, cuando lo llevasen ante el pretor, lo iba dejar bien claro; en el caso de que lo hicieran comparecer de nuevo ante el Prefecto
Poco a poco los nervios se iban apoderando del; por el contrario sus compañeros de prisión estaban felices, como si les aguardase una fiesta.
Al principio no hablo con ninguno, pero luego empezó a charlar un ratito con todos, y así fue como se enteró de la razón por la que estaban felices
Lo estaban porque la muerte no existía, aunque pareciera que morían en realidad se iban a una boda, que se celebraba en el Cielo, esa era su felicidad el Cielo, ese cielo que se veía por el tragaluz del calabozo
Aquello sólo significaba una cosa, eran unos pobres locos, así que hizo lo más sensato invoco a sus propios Dioses, del ruego paso a la amenaza, y de esta volvió a los ruegos; pero sus ruegos no valían para nada, puestos a no servir para nada, sus dioses ni siquiera valían para recordarle  que debería negar ser cristiano, para salvarse de la condena
No podía más, de pronto observo el rostro luminoso de sus compañeros que acababan de ser torturados y que al otro día morirían pasto de las fieras, pero cuyo rostro indicaba otra cosa

¿Y, sí aunque pareciese imposible tenían razón? Miro el tragaluz, y, sus ojos se fijaron en el pequeño pedazo de cielo azul, que se veía, pensó en su vida, siempre había sido un cobarde, un ser mezquino, que acabaría sus días muerto en una reyerta, apuñalado, aunque no lo buscase, y, luego. ¿El Hades?, un estremecimiento sacudió su cuerpo, al tiempo que una idea, surgía en su mente
¿Y, si había Cielo; y, sí aquellos locos tenían razón?. Nada pasaba por probar, si no había nada, no se iba enterar, y sí en lugar del Cielo, existía el Hades, allí lo olvidaría todo, todas su miserable vida; si se iba declarar cristiano
Lo llevaron ante el Prefecto, pero cuando se vio rodeado de elementos de tortura, cuando sintió rugir a las fieras, tuvo miedo, el miedo que nunca lo había dejado, y de rodillas imploro piedad, declarando que era un fiel creyente en los dioses benditos, no cristiano, que lo habían detenido con ellos por error, era como si una Mano invisible lo mantuviese de rodillas, ante el Prefecto, y le obligase a confesar su Fe en los dioses paganos
Pero algo dentro del se rebelaba, y, en su interior pidió fuerza al Dios de los cristianos, y, Dios lo escucho, Antonius, se vio fortalecido, de pronto era otro hombre
Ahora sabía que era cierto lo que decían sus compañeros de encierro, los cristianos, empezó a saborear el Cielo
Pero  un negro pensamiento nublo su mente, no era más que un espía, el dios cristiano no lo aceptaría, claro que los cristianos decían que sólo había un Dios, y era el suyo,  y ese no era ni Júpiter ni Marte, el Dios de los cristianos era Amor, había muerto por todos, y en una Cruz, había muerto por Él, Cristo mío creo en Ti, quiero creer en Ti, dijo
Vinieron a por él
Al preguntarle, qué era; respondió
“soy cristiano”
Luego pidió perdón por su mentira, no estaba bautizado, no era cristiano, quería serlo, “Señor, no me rechaces, ya sé que no estoy bautizado, pero quiero ser tuyo”
Lo echaron a las fieras; las garras de una pantera, lo bautizaron en su propia sangre; no tardo en comprobar que el Cielo existía, que la muerte sólo era una  pesadilla, y en ser invitado a las Bodas eternas.

Fin