lunes, 19 de septiembre de 2016

La Jirafa

                             

  La Jirafa

Regularmente, cuando el número que aparece en el teléfono es desconocido, no respondo;  pero aquella tarde no me quedo otro remedio, tal era la insistencia de la llamada, descolgué malhumorada, pensando en algún comercial, más la voz al otro lado, me lleno de asombro, no la esperaba
¿Eres tú, Sara?

Sí, soy yo, estoy en Monforte, me gustaría que nos viéramos charláramos, tengo tanto que contarte, qué tal mañana, en la Calle del Cardenal, a las 6  de la tarde

Calma, Sara, respondí, no vivo en Monforte, si no en La Coruña, pero bueno, que narices, si no te va mal, hoy es lunes, si no te va mal, el martes a las 8 en la cafetería que hay junto a Zalo
¿De, acuerdo, dónde vas hospedarte?
En el Parador, desde que.... bueno,  en el Parador, por cierto dime tú número de móvil, para llamarte al llegar, y, darte el mío

Intercambiamos los números de nuestros móviles, y, nos despedimos, no pegue ojo, en toda la noche, no me hacía gracia volver a la ciudad donde, pase mi infancia, pero siempre acababa volviendo
El martes por la mañana tome un taxi, desde el accidente no volví a conducir, llegue al pueblo a las 12, y, pedí habitación para una sola noche en el Parador; aproveche unos momentos para entrar en el viejo templo, antes monasterio benedictino, lo recorrí en silencio, y, me deje embargar, rodear por la paz que desprendían los viejos muros, los frescos de las paredes aún sin restaurar, me arrodille, ante el Señor presente en el Sagrario, y, sin saber porque, rompí a llorar, pero al mismo tiempo, me sentí llena de una inmensa paz, rece un avemaría, ante la imagen de Montserrat, la virgen blanca, como es sabido la imagen catalana, esta ennegrecida por el humo de las velas
Afortunadamente, sólo cuatro ancianas había en el templo, así que no hube de dar explicaciones, que no me apetecían
Salí, y me dirigí al parador, donde comí, tras lo que subí a mi cuarto, pues como ya dije, no quería encontrarme con nadie, del pueblo
A las siete de la tarde me arregle, me puse un vestido negro, con un cinturón rojo, unos zapatos planos, mi bolso bandolera, y, comencé a descender la cuesta, que lleva al centro de la ciudad, para reunirme con Sara
No me costó reconocerla pese al mucho tiempo que llevaba sin verla, era la misma, el tiempo se había detenido, allí estaba con  sus vaqueros, su camisa por encima del pantalón, su cola de caballo, y, su rubio cabello, rubio rojizo mal peinado, y, un bolso enorme
Me dio dos besos uno en cada mejilla, sonrió, y dijo
Vamos a sentarnos, aquí en la terraza
Camarero, dos daiquiris por favor
Esto es Monforte, mejor pide  2 cañas
Ahora cuéntame, qué fue de tu vida, la última vez que te vi, llevabas coletas
Bueno,  ya no éramos niñas, tú, te ibas a casar, por cierto, ¿Te casaste?
Sí, me case
Vaya, tienes que presentármelo
No, hay nada que presentar
Vaya lo siento, que torpeza la mía; siento que estés viuda

No, estoy viuda, mala hierba no muere, estoy divorciada, y, varias veces por eso mi familia, no quiere saber nada de mí, pero háblame de ti, quiero saber cosas de la pequeña Sara. ¿Se casó la pequeña Sara, está divorciada, viuda?

No,  pero hubo varios hombres en mi vida, cómo sabes, qué digo, cómo vas a saberlo, ahora soy novia, o, lo que sea de un pintor Raimundo Oquea; aunque parezca raro, con más suerte que Vangoh,  estoy aquí, en Monforte, porque se ha organizado una exposición de sus cuadros
¿Dónde?, a ser posible me gustaría verlos

Claro que los veras, para eso, te hice venir, es en el Casino, con invitación, porque el aforo es pequeño, pero aquí tienes la tuya, Irene

En el Casino, pues lo siento, pero no voy a ir, a otro sitio, tal vez pero ahí, no, de ningún modo, no quiero encontrarme con ellos

Tranquila las invitaciones son personales, y, de tu familia sólo estas invitada tú

En ese caso cuenta conmigo, aunque voy estar pocos días, tú tienes que acompañar a un pintor, y, yo no acompaño a nadie, pero soy escritora, y, la editorial para la que escribo, me va hacer fosfatina

Tranquila, es hoy a las 10 de la noche, por la ropa no te preocupes, es informal, y, estas estupenda, tal como vas vestida.
                     

    La Exposición

Llegue a las 10. 45 al hotel Luguria, donde tendría lugar la exposición, no la del novio de Sara, si no, otra a la que me invito también; esta la realizaba un afamado marchante de cuadros
Espere en la calle, pidiendo a Dios no encontrarme, con nadie conocido, Sara y su novio, llegaron unos minutos más tarde, y entre con ellos a la exposición, nos encaminamos juntos al vestíbulo, donde se estaba ofreciendo un ágape de bienvenida, se picoteaba, bebía, se hablaba de arte, de la exposición, aunque no era el único tema

La exposición tenía como novedad la presentación de dos cuadros inéditos, descubiertos, hacía poco tiempo, uno de Cezanne, y el otro de Munch, luego estaban otros de pintores desconocidos, y como no, del novio de Sara, de Raimundo Oquea; aunque debo decirlo, la mayoría eran copias de los originales, firmadas por copistas afamados con su propio nombre, el del copista, y, cuya cotización, según pude oír, era muy elevada; como suele pasarme con los temas que no domino; metí la pata, como suele decirse en una charla informal, al confundir  cuadros pintores, y, épocas; pero como suele decirse sabía fingir bien, y simulaba ser una bromista, cuando alguien me hacía caer en mi error
“El plato fuerte”; digamos, estaba en una sala aparte, allí se exhibía una copia, de “·La orquesta de Degas”; que  Raimundo el prometido de Sara, había adquirido a un importante copista; todo transcurría con normalidad hasta que Sara, se detuvo frente a la sección de “pintores desconocidos”; se trataba de un paisaje africano, en el que se veía un amanecer, con el sol ardiendo como fuego, que surgía tras las altas montañas, mientras la sabana, parecía, desesperezarse, como si de un tríptico, se tratase se veía, casi se oían rugir en el mismo cuadro, los leones a lo lejos agazapados, esperando a su presa, o como dice, el salmista, pidiendo a Dios su alimento, en la parte central, una casona africana, de grandes ventanales, y, dos portones, y, allí en el centro mismo, una mujer blanca, joven, vestida a la moda de finales del XIX, principios del XX, a la que el viento había despeinado, y, que acariciaba una cría de jirafa, mientras sus ojos, iban y, venían al anillo que llevaba en su mano, anillo, mejor dicho sortija, cuyo dibujo, era precisamente ese, “una jirafa·

De pronto apareció, Sara, venía muy nerviosa, se acercó a su prometido, y, le pregunto, qué hacía el cuadro aquel en la sala, luego más calmada,  rogó a Raimundo que se lo comprase, lo prefería a la copia de Degas, que este le había regalado

¿Estás loca?, a ese Dumbran no lo conoce nadie, a Degas si, le dijo Raimundo

Pero es que no me has regalado un Degas, sí no una copia, buena, pero copia, y, a ese Dumbran, si hay quien lo conoce, porque es mi abuelo

¿Tu abuelo, vamos ya, si ni tus apellidos son Dumbran?

Bueno a lo mejor es porque Sánchez es muy vulgar

Vulgar, vulgar, era uno de los apellidos de Santa Teresa, así que teniendo en cuenta que era familia  hidalga

Dejemos la heráldica, mi abuelo pinto a mi abuela antes de casarse, el cuadro estaba en su casa; pero al divorciarse mis padres, mi abuela que culpaba a su hijo, es decir a mi padre del divorcio, se lo regalo a mi madre; y esta pronto lo relego al desván decía que no hacía juego

¿Tu madre entendía, entiende de arte?

No voy hablar de mi madre, pero quiero el cuadro, es un favor que te pido, es muy importante para mí

Raimundo cedió, y nos fuimos a celebrarlo, a un  conocido restaurante, durante la cena, no pude evitar preguntar a mi amiga, cómo era posible que ni ella ni ninguno de sus dos hermanos, supiese pintar; bueno ella ni una de esas casitas de los niños pequeños; nos contó que su abuelo había fallecido cuando ella, la mayor tenía 7 años, su hermano Luis, 5, el pequeño Raúl, nacería 8 meses después, tal vez por eso no sabían pintar

Me acuerdo, dijo, de la sortija de la abuela,  le tenía mucho cariño, me la regalo cuando cumplí los 18

¿Era de oro?, pregunte

No lo sé, supongo que sí, uno no regala, una baratija a su prometida

Vamos, qué todo es real, me refiero a lo que refleja el cuadro

Así es la joven es mi abuela en África, en casa de mi abuelo antes de casarse

Caray con Doña Sara, no la hacía yo tan viajera

Pues te equivocas, lo fue, muy viajera eso sí, de joven, ahora la pobrecita mía, tiene miedo hasta a subir al autobús, claro que estoy exagerando un poco

Normal, es la edad, tu abuela ya tiene sus años

No, no me refiero a su edad, no hablo de ahora, desde que tengo uso de razón nunca quiso viajar

Quien sabe, lo que le pudo pasar en algún viaje; lo que importa ahora es que ya tienes el cuadro

Sí, ahora sólo me falta recuperar la sortija
Pues mira hablando de la sortija, mañana voy ir al rastrillo,  es domingo, bueno eso ya lo sabes, lo que iba decirte es que si quieres me puedes esperar a la salida de Misa, por qué tu no vas a misa, ¿verdad?

No, no voy, Raimundo no va, porque no es creyente, yo sí lo soy,  más que muchas beatas, pero no voy hablar ahora de mi vida espiritual, el caso es que no voy a misa, pero te iré esperar, para acompañarte al rastrillo; si no puedo ir, no me esperes, si ves algo interesante tú, en el mismo ya me llamaras

Claro que te llamaré; yo conocía a Sara, sabía que no iría esperarme, al rastrillo en las afueras de 
Monforte iría yo sola

La conversación siguió por otros derroteros, al final salimos del restaurante, caminamos por las calles desiertas, y, como la noche estaba  apacible, me acompañaron caminando hasta el parador.

La Sortija del rastrillo
Aquel domingo me había levantado  muy temprano, desayune me di una ducha relajante, y tras vestirme salí del parador;  fui primero a Misa, me fui imposible sacar de la cabeza la idea que le había entrado a Sara, con el cuadro de las jirafas

Tras la Misa, fui al rastrillo, pasee por medio de sus puestos como una sonámbula, hasta pararme ante uno, que vendía, “joyas antiguas”;  aunque llamarles joyas sea un poco exagerado, era solo bisutería,  pero había una, en la que la forma, y, el diseño eran el mismo, que la que lucía la abuela de Sara, en el cuadro, una jirafita pequeña en relieve rodeada de unas hojas de oro, agarre la sortija en la mano, le di vueltas una y otra vez, y, pude ver una grabación casi borrada, “una S, y una L, entrelazadas con una fecha ya borrosa,1940, o 1947

Entonces pregunte el precio, y tras mucho discutir con el vendedor, me la lleve por 6 €, sin ningún remordimiento de conciencia por mi parte

Llame a Sara y quede con ella para comer en un conocido restaurante

Durante la comida, y la charla le mostré la sortija

No se lo podía creer dio un salto, casi lloraba de la emoción

“Dios mío, de dónde la has sacado, es la de mi abuela”

No, creo que no, es parecida muy parecida, sólo eso, pero fíjate bien, ni siquiera es de oro, y, hay más la grabación la S, bien tu abuela se llama Sara, pero la L, tu abuelo se llamaba Miguel

Tal vez mi abuelo era original y quiso poner la letra final de su nombre.

Mujer eso, que dices no tiene sentido alguno,  y esto no es una joya.

¿Tú que entiendes de joyas, sabes que esta sortija carece de valor?

No hace falta, es sentido común, y no te enfades. Tengo una idea, hoy estuve en casa de mi madre, y me traje algunos álbumes de fotos antiguas, de cuando la abuela era joven, de su boda, tal vez tengamos ahí la clave

¿La clave de qué, de por qué tu abuelo Miguel usaba como inicial una “L?

No, no me refiero a eso, pero sí de la sortija, ya sabes te espero mañana a las siete de la tarde en mi casa, es la de siempre así que no tienes perdida ni excusa

Vieja joya


Llegue a casa de Sara, a las siete, estaba muy nerviosa, me llevo hasta su dormitorio,  era una gran estancia con amplios ventanales que daban a un parque privado, y, a una piscina, el sol entraba a raudales, todo era un perfecto desorden, encima de la cama, había abiertos varios álbumes de fotos

Vamos, tenemos que ver todas las fotos

Aquí están las anteriores a 1960, y, de estas he sacado, “las africanas”, a ver si descubrimos algo; es decir

Y, vaya si descubrimos, justo lo que buscábamos, “una granja en África, una joven muy guapa, que se parecía a Sara, y, que aparecía, abrazada, o, riendo con un joven desconocido; aunque es cierto que la gente cambia con el paso de los años; pero aquel joven, no se parecía en nada, al que salía en las fotos del abuelo de Sara, no aquel no podía ser su abuelo, no se cambia tanto, su abuela estaba en muchas fotos en una, al lado de una jirafita, dándole el biberón
Sara, tomo las fotos, las echo con rabia sobre la cama; “Éste no es mi abuelo”

¿Estas, segura?

Claro, ya sé que la gente cambia con el tiempo, pero fíjate  mi abuelo era chato, este tiene nariz aguileña

Pues, se ve muy animado con tu abuela

Pues sería un ligue

Pero por qué no tiene fotos con tu abuelo; fíjate en ésta,  está pintando, ¿Tu abuelo? No, el hombre misterioso

Vamos a mi abuelita Sara, le iban los pintores. Sabes que voy hacer llamar a mi abuela,  la iremos a visitar el día que ella nos diga, y, que nos aclaré lo que paso

Pues bien, ya me llamaras, y me dirás el día, pero ahora me voy, dije levantándome, y, tomando mi bolso del suelo, y mientras echaba una mirada al exterior me dirigí,  hacia la puerta. Sara me detuvo

No te olvides a visitar a mi abuela vamos las dos juntas

Somos amigas. 

La abuela de mi amiga

Llego por fin el ansiado y  temido día, me sentía nerviosa, me repetía sin cesar, que no pintaba nada en la visita, que no conocía a la abuela, era posible que la hubiese conocido cuando era niña hacía ya  tanto tiempo, pero si fue así no lo recordaba, y menos me recordaría a mí la anciana señora tenía miedo de hacer o decir algo inconveniente, puesta a no saber no sabía siquiera si lo correcto sería llevarle, algo, un detalle, pero qué, dulces, y si era diabética, ir sin nada, y soltar la típica y manida frase, “iba… pero me quedo en casa; o no pude comprarlo a tiempo” no, no lo haría odiaba esas hipocresías

Al fin me vino una idea, doña Sara, amaba la música, así que compre un CD de recopilación de arias de óperas famosas

A las siete en punto, de la  tarde llegamos a su casa, un pequeño chalet, en las afueras, nos recibió en chándal porque se hallaba practicando deporte, mejor dicho haciendo “sus ejercicios”, para mantener los huesos a punto, nos rogó la disculpásemos unos minutos, minutos que fueron menos de los que esperábamos, y, enseguida estuvo a nuestra disposición, nos dio un beso a cada una, y, pude comprobar lo mucho que se parecía a mi amiga, hechos los saludos nos invitó a seguirla al interior de la vivienda. En el amplio salón, de grandes ventanales sobre la finca, estaba el piano, el mismo que aparecía en el cuadro

Aproveche entonces para darle mi regalo, lo tomo emocionada y me dio las gracias, pero rogándome un favor que se lo regalase a Sara, ella no tenía, con que escuchar los CDs, ni lo quería, la música se escuchaba mejor, según ella, en los viejos tocadiscos, en los discos antiguos

Una doncella nos trajo un delicioso café con unos churros cuya masa, había preparado Doña Sara en persona, eso al menos nos dijo, fue una vela encantadora, hablamos de todo, no había tema de la actualidad que desconociese

Y, por fin llegó el momento, Sara, abrió el bolso, saco la sortija y se la mostró

¿La conoces, abuela?

Pues claro, que la conozco, ¿Qué haces tú con ella?

Veras no sé cómo seguir, pero esta sortija no creo que sea la tuya

Claro que lo es, no la voy a conocer

Veras, está la compro Irene, en el rastro

Vaya, conque tu madre la vendió,  ¿O, es que se la robaron?

No sé qué paso con la sortija que le diste a mamá, sé que no es esta, porque los  vendedores le dijeron a Irene, que no era de oro

Pues claro que no era de oro, bueno tenía un pequeño baño, pero casi nada; no sé de donde sacaste la idea de que era de oro

Porque el abuelo, nunca te regalaría una joya que no fuese de verdad, su familia; y, él eran ricos

Pero es que no me la regalo tu abuelo; si no Luis, un joven que ayudaba en la granja, que mis padres tus bisabuelos tenían en Nairobi; yo estuve un verano haciendo prácticas de enfermera; y nos enamoramos, nos encantaba ver juntos las puestas de sol, y, los animales,  un día vimos a una jirafa madre besando a su cría; es lo que representa la sortija; Luis me dijo, “así como están esas dos jirafas, quisiera estar siempre contigo, y, el mismo hizo la sortija, y me la regalo; y, fue  él quien puso en mí, el amor a la pintura; era un gran pintor, y, un gran músico, yo como todas las señoritas de  mi época sabía tocar el piano, pero no vibraba ni hacía vibrar con las melodías

¿Por qué no te casaste con él?

Pues, porque eran otros tiempos, mis padres ya me habían comprometido; y, no podía romper un compromiso con un Leantello; para casarme con un mozo de granja;  aunque supiese pintar muy bien, componer bellas melodías y tocar el piano como los ángeles; por eso casé con Miguel, con tu abuelo que fue un buen esposo

Bueno el abuelo, también pintaba

Sara senior, miro a su nieta, sin poder contener una carcajada, ¿Dices que pintaba, Miguel?, no sabía ni coger un pincel; ni pintaba ni tocaba, era un hombre, y, como dije fue un buen marido, pero el arte le quedaba muy lejos

¿Entonces, el hombre del cuadro es?

Sí, es Luis, como el rostro no está muy definido, cuando alguien me preguntaba, sí era mi esposo, yo decía que sí, que iba decir, a una sociedad hipócrita y puritana

Abuela, dime ¿le pusiste, Luis de segundo nombre a a papá, porque era hijo de, bueno de Luis?

No, tu padre era hijo de mi esposo, le puse Luis de segundo, para recordarme mi cobardía

A qué te refieres

Me quede encinta, y, no podía ni tenía el valor de confesar a mi futuro esposo que llevaba el hijo de otro, así que hice lo que  no debía, y, que nunca me perdone

Llevaba un buen rato sin decir nada, y, pude contenerme, y, solté mi pregunta, que ahora que lo pienso, no sé cómo tuve el valor de hacerla, mi confianza con doña Sara, no era tanta, pero la hice, me acerque a ella, y, le pregunte, muy claro

¿Quiere, decir doña Sara, que abortó?

Doña Sara, la abuela de mi amiga, se sacó los lentes,  se froto, los ojos, trago saliva,  y, me dijo, qué dices muchacha, eso sería un asesinato, el asesinato de mi hijo no nato, lo que yo hice fue horrible, porque podía criarlo, pero no soy una asesina, lo que hice fue darlo cuando nació lo entregue a una criada, para que lo llevará a la misión española, aún recuerdo el beso que le di, en la cabecita, y, en sus piecitos, como despedida, tenía dos lunarcitos en el empeine del pie, y, en su cabecita, en su nuca, cuatro formando un trébol, cuanto he llorado en mi vida pensado en él, todas las noches rezo, y, le pido a Dios perdón, y, que le haya dado unos buenos padres, él debiera haberse llamado Luis, pero se fue sin nombre, por eso cuando nació tu padre, le puse Luis de segundo nombre, en lugar de el nombre de mi esposo

Cuando acabo de hablar, Sara y yo, teníamos los ojos llenos de lágrimas, nos despedimos hasta otro día, nos acompañó a la puerta, y, nos despidió con un par de besos. Las dos salimos con un propósito en común, propósito que nos confirmamos una a la otra, hacer todo lo posible, porque la abuela de Sara, doña Sara, encontrase a su hijo, el tío abuelo de Sara

El encuentro

Pasamos mucho tiempo haciendo averiguaciones; todo resultaba inútil, eran muy pocos los datos que teníamos del tío abuelo de Sara; en caso de seguir vivo, tendría un nombre y unos apellidos, que nada tendrían que ver con los de la familia de Sara, tampoco sabíamos cómo podría ser su aspecto físico, ni en qué país viviría, no hay que olvidar que fue llevado a una misión  en África, de allí, lo pudo adoptar la persona de cualquier país, era pues algo imposible. Doña Sara, la abuela nos dijo, que no perdiésemos más el tiempo y el dinero en algo que era totalmente imposible de lograr, así que había que dejar los detectives, que nada averiguaban; y, de hacerlo, decía doña Sara, su hijo no querría y con razón saber nada de ella

Así pues, nos olvidamos del tema

Hasta que un domingo paseando con Sara, por el rastro de Monforte, observando unos viejos lienzos, tropecé con  un señor que estaba llorando como un chiquillo, mirando un cuadro que representaba una mujer , acariciando la patita de una jirafita

Me acerque, y, le pedí de antemano disculpas por mi pregunta

Muy amablemente, tras secarse los ojos, me dijo, que estaba seguro que la mujer del cuadro era su madre, y, el hombre su padre

Le di mi tarjeta rogándole que me llamase, ya que estaba segura de que existía una persona que  tenía buenas noticias para él sobre sus padres

                            Viejas cartas

Sara había recibido una caja cerrada de su madre, nunca la había abierto, pero después de la charla con D. Luis Quimera(su tío abuelo) el viejo que conocí en el rastro

Decidió abrirla allí había muchas cosas, pero sobre todo viejas cartas dirigidas a su abuela, a doña Sara

Ni que decir tiene que no las abrimos.

Se las llevamos a doña Sara, quien las leyó, releyó, y, nos las hizo leer, las había de todo tipo; pero las más importantes eran tres, la primera de ellas decía

“Querida Sara, mi palomica, mi jirafita salvaje; no te preocupes amor mío, si tus padres no quieren nuestro amor; yo soy un veleta, mal músico, mal pintor, no sabría mejor no podría darte lo que mereces; contra nuestro tiempo, yo te amo, y, siempre serás la primera en mi corazón.
Tuyo siempre en tu corazón
Luis”

La segunda  fechada un mes más tarde, tenía el mismo saludo, pero era más dura, “su cuerpo” decía
“No es posible, Sara, estas encinta y piensas en librarte del niño, de tu hijo, de nuestro hijo, dices que tus padres conocen  un buen médico, más bien harías diciendo, que conocen un  criminal, un monstruo, un Herodes,  porque sólo un monstruo puede destruir, a un ser humano que vive dentro de una mujer, te ruego, te exijo que no mates a nuestro hijo, a mi hijo, esa criatura que es tuya, si no la quieres,  no te quedes con él, dalo en adopción, al menos vivirá

La última estaba fechada dos años después, era como las otras de Luis, pero tenía una buena noticia, se había casado, y como su esposa era estéril, habían adoptado a un niño del hospicio dela misión, lo escogió porque tenía su mismo color de ojos, el niño se puso muy grave, hubo que operarlo de urgencia, y, necesito sangre, al buscar donante, no se hallaba,  porque el niño era donante universal, podía dar a todos, pero no recibirla más que de su propio grupo, lo mismo que él, así supo que el niño era su hijo, no su hijo porque lo hubiese adoptado, su hijo porque lo había engendrado, y, se  prometió que cuando pudiese entenderlo le hablaría de su otra mamá, le que llevo 9 meses, la que no le saco la vida

Al terminar la lectura, Doña Sara  lloraba a mares, no tenía ningún conocimiento de las cartas, su familia se las había ocultado; ella en un principio había tomado la decisión de abortar, pero se había vuelto atrás de una forma casi extraña, había entrado en una iglesia, el sacerdote dirigía el rezo del rosario, y, estaba explicando el Segundo misterio gozoso, “La visitación de Nuestra Señora”; se dijo, 
“ Si Jesús en aquel momento, que no tendría de vida en María, más de 7 días,  había santificado a Juan, que llevaba 6 meses viviendo en Isabel, no era preciso más, Jesús había sido un embrión, un feto, había sido lo que era su hijo, por eso, su hijo merecía vivir
Le costó que sus padres aceptaran y hubo de dar a luz en un pueblo, en una casa de aldea vacía, de la que se llevaron a su hijo para el hospicio de la misión

El resto ya era conocido

Le contamos que le habíamos concertado un encuentro con su hijo, pero que si no estaba de acuerdo lo cancelábamos
Nos abrazó llorando, tengo mucho miedo nos dijo; pero acepto, quiero abrazarlo, pedirle perdón, aunque no tengo derecho a él lo sé; saber que vive, es lo más grande que me podía pasar, gracias Dios mío, gracias, cuanto me alegra saber que lleva el nombre de su padre, hasta ahora no tenía nombre
Se levantó de su sofá, y nos dio un sonoro beso en la mejilla a cada una, “gracias mis niñas, gracias hijas por ayudar a una vieja

                                      FINAL

D. Luis Quiroga no puso  ningún reparo en recibirnos, era el vivo retrato de su madre, no en lo físico, pero si en el alma, en el físico era igual a su padre, el hombre del cuadro; el gran amor de la abuela de mi amiga

Nos hizo pasar a un gran salón con un piano y varios cuadros, que como intuimos eran suyos;  en todos los cuadros había jirafas

Le hablamos del motivo de nuestra visita; no se extrañó sabía que era adoptado

Volvimos al otro día, en compañía de doña Sara,  fue emocionante
Se abrazaron como si sólo llevaran unos años sin verse, don Luis no sentía ningún rencor; pero tampoco el amor tonto de las telenovelas, había conocido otra madre, y, era a ella, a la mujer que lo había criado, educado, alimentado, fallecida hacía cuatro años, a la que amaba como tal, como su madre, porque lo era,  pero doña Juana, la madre fallecida, la adoptiva le había enseñado a amar, a la otra madre, a la que lo había parido, y que sólo Dios sabia el porqué, no lo  había podido criar;  pero que lo había dejado vivir

Aunque pueda parecer extraño, D. Luis, nos dió buenas noticias de su padre biológico, no se había vuelto a casar tras enviudar de la madre adoptiva de Luis, de Doña Juana;  vivía en África; al oírlo como si fuese una adolescente, Doña Sara, dijo que quería ir a Kenia, para encontrarse con él

Un mes más tarde los cuatro nos embarcábamos rumbo al país africano, a la Granja, “La Jirafa, así es como se llamaba en castellano;  como si fuera un sueño, al verse corrieron uno hacia el otro, y, se fundieron en un beso de amor, como si no hubieran pasado 60 años; nunca habían dejado de amarse

Una semana más tarde, vestida con un traje gris, y con una alianza en la que figuraba una jirafita, Doña Sara, daba, “el si quiero” a su amor de toda la vida; nadie pudo contener las lágrimas fue la boda más emocionante que he visto nunca, yo fui la madrina, fue decisión de la novia, que temblaba como si fuera su primer matrimonio, como una niña de 20 años; el regalo de bodas, del hijo de los novios, fue, una jirafa preñada, la boda, me olvidaba de decirlo se celebró en Kenia, por un padre misionero, donde trabajaba como médico aunque ya fuese anciano, el novio, pero como le llamo viejo, a un recién casado, quería decir que aún trabajaba como médico misionero, el joven novio, aunque había cumplido ya los 75 años

Regresamos a España, Sara  mi amiga, y el hijo de Doña Sara, y D. Luis, Doña Sara y su esposo se quedaron allí en Kenia, en su granja, cerca de la misión donde nació su amor, en su África querida, en el paraíso

Fin

lunes, 18 de julio de 2016

Nana

Nana

La nana, es una canción intima, es el primer somnífero es la voz, relajante de la mujer eterna.

Es la música, conque se duermen los niños, los bebes, no importa que no sean hijos, de quien la canta, cuando el bebé, oye la nana, cierra los ojos, se acurruca, y, sueña, o finge soñar para que dejen de cantar

Las letras, son sencillas, hermosas, tiernas, cursis, hay de todo, pero toda nana, trae el recuerdo de un niño, y, de una madre

Aquí empieza esta historia, la historia de una nana, que estuvo a punto de no ser cantada, porque no habría niño  para oírla

Sucedió hace varios años, la ciudad no importa, a la protagonista, vamos a llamarla Rosa, en realidad su nombre poco importa, si no lo que paso en su vida

Había llegado a la ciudad hacía varios meses procedente del pueblo, del campo, eran los años, en que las tierras de labranza, se iban abandonando poco a poco, pues los jóvenes partían en busca de un futuro mejor, el trabajo del campo siempre fue mal pagado, la gente de ciudad nunca fue agradecida, con la del campo
Rosa tenía 18 años, era guapa, ingenua, con una gran fe en el ser humano, se despidió de sus padres y hermanos, de sus hermanos menores, porque los dos mayores, ya hacía tiempo que se habían ido para Suiza

Su madre la beso, la lleno de consejos, le recordó que no manchase el nombre de la familia, que fuese siempre honrada

Y, con esos consejos, Rosa subió al autobús que entonces se llamaba coche de línea, y, carecía de la comodidad que tienen hoy los autobuses

Llego a la ciudad, que se le antojo enorme, de la estación se dirigió a casa de los señores de Ontario, a cuya casa venía a trabajar como criada

Los señores de Ontario, no tenían hijos, era un matrimonio mayor, que dio todo su cariño a Rosa, no la trataban como a una sirvienta, si no como a una persona de la familia

Rosa, era joven, y, eso hizo que mal interpretara los gestos, y, pensase que sus patronos, la consideraban como un miembro de la familia, como una igual, y, pensó que todo el mundo en la ciudad era bueno, por ello entrego su corazón a un joven vecino, perteneciente a la clase social de sus patronos

Al principio todo fue bien, por las noches soñaba con su boda, lo único que le inquietaba, era como se tomaría su madre, no poder ser la madrina, pero tendría que comprender, que la madrina de su boda, fuese su patrona, la señora de Ontario, que era tan buena

Un día descubrió su embarazo; no la alegraba pero tampoco lo veía un drama, con adelantar la boda, se decía, todo arreglado

Pero cuando fue hablar, con él que consideraba su novio, este se desentendió, y, le propuso deshacerse del niño, del “estorbo”, eso fue lo que le llamo, ella se negó, le dijo que era un crimen horrible, aunque el joven ni se paró a escucharla; Rosa decidió entonces hablar con su patrona, con 

Doña Laura de Ontario, estaba segura de que ella la apoyaría, pero fue al revés, la señora de Ontario, apoyo la decisión  del joven, sólo que propuso que la “operación”, la llevase a cabo un buen médico, ella correría con los gastos, le dijo, “que un crimen” sería el disgusto que iba dar a sus padres, retornando como madre soltera,  que por un error no podía hipotecar su vida, que sólo era sangre

Rosa no sabía que hacer, su corazón de mujer, y su cuerpo le decía que era vida, la vida de su hijo, su miedo le decía lo contrario, y cedió

Llego el día, de la visita al médico, la noche anterior, no había podido pegar ojo, desvelada bañada en un sudor frio

Y, al día siguiente cuando llego al portal de la consulta del doctor, sus piernas se negaban a entrar, de pronto empezó a escuchar, a oír una nana, la misma nana, con la que su madre la arrullaba de pequeña, y el llanto de un bebe, pero era un llanto angustioso de miedo, miro a todos lados, pero no vio a nadie, se giró hacia su patrona que la acompañaba, y, le pregunto

¿No ha oído?

Qué

Fue la respuesta de esta

El llanto de niño, y, una nana, dijo Rosa

“No oigo nada, y date prisa” dijo de nuevo su patrona

Pero Rosa, si oía, y su corazón se aceleraba, echó a correr desoyendo, los gritos de la mujer, se tapaba los oídos, pero era inútil, seguía oyendo al bebe, y, oyendo la nana. Sin saber cómo llego a la estación bueno a la parada de los coches de línea, como les llamaban entonces, y, sin pensarlo dos veces, tomo uno hacia su pueblo

No sabía cómo sería recibida, tal vez aún estaría a tiempo de bajar del autobús; pero cada vez que lo intentaba la nana, volvía a sonar.

Llego al pueblo, no la esperaban, cuando llego a su casa, su madre se asustó, al verla. ¿Qué te ha pasado?, la dijo,  ella se echó a llorar, no sabía cómo empezar, su madre le seco las lágrimas, se fue, y, torno con un tazón de café caliente, bebe un poco, ahora sois dos

¿Cómo lo sabes?

Su madre sonrió, porque en tus ojos, hay brillo de vida, brillan dos almas

¿No, me odias por?

No acabo la frase

Una madre no puede odiar, lo sabrás pronto, ni te odio ni me avergüenzo, lo haría si hubieses dejado matar a ese pequeño, a mi nieto

Siete meses después¸ volvía a escuchar la canción de cuna, la nana, pero ya no le asustaba, la cantaba su madre, la cantaba ella, y, la escuchaba un ángel moreno, cuando tuviese unos meses, lo llevaría a la capital, para que lo conociera su antigua señora,  no quería que su hijo, se criase odiando, por eso, tenía que ir, debía ir, para que doña Laura, lo viese, y, pudiese pedirle perdón

Fin


jueves, 21 de abril de 2016

Cuando los animales hablaban

        

 Hace, mucho tiempo, muchísimo, cuando el sol era todavía un jovencito, que sólo tenía unos cuantos millones de años, vamos lo que se dice un bebe

En aquel entonces los animales hablaban, no sólo entre ellos; sino con los hombre pero cierto día, sucedió algo, que nadie esperaba, y, aunque paso en un lugar concreto, su radio de influencia abarco a toda la tierra.

Unos animal bueno uno sólo una serpiente, se prestó para que el diablo engañase a una pareja de humanos, y, el mal entrase en el mundo, en ese momento dejaron de hablar todos, pues si bien sólo había sido la serpiente los demás no avisaron de la trampa, con esto los hombres empezaron a ver mal a los animales, y, a los de su propia especie, los animales se decían pues entre ellos siguieron hablando, no valemos para nada, somos criaturas inútiles, hasta que un día descubrieron lo importantes que eran para su Creador

La cosa comenzó de esta manera, una joven pareja llego a un pueblo por causa de un censo, la mujer iba tener un bebe, por y a causa del ya mencionado censo, no encontraron alojamiento en ningún lugar, y, hubieron de guarecerse en una cuadra, de animales, allí nació el Bebe

Los animales todos, descubrieron que aquella joven, era la Reina, no la Reina de  un país determinado, no, pues en ese sentido era una campesina analfabeta, no, era mucho más, era La Reina de todo lo Creado, y por ello de hombres y animales,  y, esto porque el bebé que iba a nacer era además de un bebé como todos, el Hijo de Dios, Dios en suma  el Creador y Dueño de animales y de hombres

Por eso los animales se alegraron, en homenaje al bebe divino; los gatos no arañan a los niños pequeños, a los bebes. No sabían como hacer para mostrarle su cariño, su adoración, los que podían le daban calor, otros le echaban paja limpia encima, y, se pasaban el recado unos a otros, como habían vuelto a recuperar el don de hablar con los humanos, se lo contaban a cuentos hombres mujeres niños  encontraban, pero los humanos no hacían caso, no hicieron caso, como iba el Esperado, el Mesáis, nacer en una cuadra, sería de locos hacer caso a los animales, que sólo son animales,  aunque no sería verdad decir que ningún humano les hizo caso, los pastores si les hicieron caso, a ellos, y, a un ángel, por eso en la soledad de las montañas cuando el viento sopla entre las hendiduras de las rocas, los pastores hablan con sus ovejas, sus cabras, su perro, y, a veces hasta con el  lobo.

Unos meses más tarde de nacer el Bebe, llegaron unos personajes misteriosos, gentes de otras costumbres, de otra fe, para algunos eran reyes, para otros astrónomos, o, ambas cosas, uno de ellos era negro, si negro como el carbón, no de color, lo siento, no consta que fuesen adorar al Niño Dios marcianos, selenita, venusianos, a lo mejor sí, que también son sus criaturas, pero no consta
Estos hombres si escucharon a los animales y les agradecieron que les indicasen el camino, de vuelta sin tener que volver por el mismo sitio, para no toparse con un rey muy malo, un tal Herodes,  sobre todo lo agradecieron a un perro y un  gato, que fueron quienes llevaron la iniciativa, el como es secreto

Por eso, los perros y los gatos, siguen hablando con Los Reyes Magos, les informan de lo que hacen los niños buenos, y, los malos, y de lo que hacen los mayores también

La decisión de los animales de no hablar más no fue definitiva sino temporal

El Bebe creció se hizo un hombre, y, empezó a hablar a la gente del Amor de Dios su Padre, de que debían amarse, en lugar de odiarse, y, ayudarse unos a otros, pero esto no gustaba a los poderosos, los animales volvieron a hablar para avisar a las gentes, pero tampoco esta vez les hicieron caso, es más todos mataron al Hombre Dios, clavándolo en una Cruz

Los animales les recordaron Quien era, que no lo hicieran, pero en unos su odio, en otros su miedo, su cobardía era más fuerte, y, el Hombre Dios fue crucificado, los animales, sus súbditos más leales, lloraron su muerte, y, prometieron no hablar más con aquellas criaturas tan perversas, como para matar dejar matar y abandonar a su Creador

El Hombre Dios, venció a la muerte, resucito, los pájaros fueron los primeros en verlo y lo contaron a los demás, que no pudieron callar y fueron a decirlo a los humanos, pero a estos les dio la risa

Así que decidieron no volver a hablar hasta que los hombres amasen a Dios, y, creyesen en Él, y dado que aún hoy los seres humanos continúan haciendo el mal, provocando guerras, matando, destruyendo, es decir haciendo todo lo que Dios condena, lo que Dios no quiere, porque a Dios se le ama, amando al otro, sin importar color, religión, idea, clase social

Es por ello que los animales siguen sin hablar

A mí me encantaría que volviesen, a hablar, ¿A ti?, porque de nosotros dependen


Fin

viernes, 1 de abril de 2016

El Bazar

El Bazar

Ciriaca había decidido pasar unos días descanso en Agadir( Marruecos); llevaba ya cuatro días en la ciudad hachemita, cuando decidió visitar el bazar, deambulo, horas, y, horas mirando, observando todo tipo de objetos, telas, vasijas, cerámicas, perfumes, especies, compro algunas cosas, telas de una belleza exquisita, lámparas, especies, teteras, y, como no, el famoso te verde de Marruecos
Cuando abandonaba el Bazar, fue interceptada por  una hermosa joven marroquí, ataviada como en un relato de “Las Mil y Una Noches”

La joven corrió hacia ella, y, cuando estuvo frente a Ciriaca la detuvo, mostrándole un anillo de oro, engarzado en piedras preciosas

“Mademoiselle, ayúdeme necesito vender esta sortija, para operar a mi hijito,  soy viuda,  la sortija es todo lo que tengo, es muy valiosa, cómo puede ver, es de oro, y, las piedras, son rubíes, esmeraldas, y, 2 diamantes, por favor necesito que me la compre, se la dejo por 100 €, aunque como puede ver, su valor es mucho mayor
Ciriaca, tomo la alhaja en la mano, y, comprobó ser cierto, cuanto decía la mujer, pero se la devolvió, diciendo

“Tenga señorita, no cabe duda, de que es hermosa, una hermosa pieza de bisutería, pero sólo eso, bisutería, muy bien elaborada, hermosa fantasía, sólo eso, no voy a darle 100 € por esto, sólo podría darle 10 €

La joven mora protesto, dijo que además de ser una joya valiosísima, tenía un poder mágico, daba buena suerte, “Barak”, a quienes la tenían

Ciriaca, le dijo que no creía en esos cuentos, y, de ser así además por qué quería deshacerse de ella, si aceptaba los 10 € bien, si no que se quedase con su sortija mágica

Llorando la bella musulmanas, entrego a Ciriaca la joya, a cambio de los diez euros

Al día siguiente, Ciriaca, retorno a Barcelona, se sentía orgullosa de lo que había hecho, luciría la joya, un tiempo, y, después quien sabe, tal vez pudiese venderla, “si era cierto daba buena suerte”; se dijo a sí misma, riendo
Dos meses más tarde, de su regreso de Marruecos, nada podía ir peor, sus empleados se fueron despidiendo uno, a uno, y los pocos que se quedaron fue porque no les quedaba otro remedio, pero trabajaban sin ganas; y, ella no se atrevía a despedirlos, porque había visto, que los que habían reemplazado a los que se fueran, se habían largado también
Y, no sólo era la ruina, en su tienda, en su negocio, su casa su hogar también era un fracaso, las discusiones con su esposo eran el pan de cada día, hasta que el marido, abandono el hogar, esto hacía que su salud se deteriorase, sus nervios estaban destrozados

“Maldita mora” exclamo me vendió una sortija, que daba suerte, si, pero mala suerte
Fue entonces, cuando un pensamiento, cruzo su frente; recordó a Merche, “una amiga”; a la que detestaba, aunque sin motivo, iría a verla, y, le regalaría la sortija

A los pocos días, hizo lo que había maquinado, Merche la recibió con un cariño sincera, pues era mujer noble, sin doblez, soltera, con dos hijos, y un padre ya anciano, regentaba una vieja zapatería; hubo un tiempo, ya lejano en que ella y Ciriaca, eran intimas amigas, las dos se hicieron novias al mismo tiempo de sendos chicos,  pero cuando el prometido de Merche falleció en un accidente dejándola embarazada,  Ciriaca se enojó, porque su amiga, rechazo su ayuda, para “interrumpir su embarazo”; no le importaba ser madre soltera, decía además que un embarazo, no se puede interrumpir, porque sólo se interrumpe, lo que se vuelve reiniciar donde se interrumpió, algo imposible en un embarazo

A Ciriaca, no le hacía gracia, luego nacieron los gemelos, y, Ciriaca reanudo su amistad, pero sólo externamente, porque en el fondo detestaba a Merche
Fingiendo una amistad que no sentía, le dijo que la sortija, la había adquirido en realidad para ella, que se merecía todo lo bueno, y, le habían dicho que daba suerte

Merche, le contesto, que ella, sólo creía en Dios, y, aceptaba sus designios, no se quejaba, pero agradecía la muestra de cariño que representaba la sortija, pero no podía aceptarla, era una joya muy valiosa, que no iba con su estilo de vida, era una mujer humilde, pero ante la insistencia de su amiga, Merche acepto la sortija; y se despidieron con la promesa de verse más a menudo
Ciriaca, salió triunfante, ya tenía lo que quería, ahora sólo le restaba ver, como mejoraba su suerte, y, se hundía la de “su amiga”

Pero sucedió al revés, su suerte, la de Ciriaca, fue en picado, mientras que a Merche, todo le salía a las mil maravillas, su negocio abrió dos sucursales, mientras que Ciriaca, hubo de cerrar su joyería, estuvo a punto de suicidarse, y, tuvo que ser hospitalizada porque se tomó un tubo de pastillas.

Merche fue a visitarla al centro sanitario

Ciriaca, la recibió a gritos, y, Merche respondió dulcemente, pues pensaba que era debido al estado de salud de su amiga, que la había llevado a intentar quitarse la vida, ya más calmada, hablaron, y, Ciriaca pregunto, como era posible la suerte de Merche, y, revelo su historia y su plan
Merche, reía a carcajadas, no existe ni buena, ni mala suerte, existe lo que uno hace, y Dios quiere; tú confiaste en la sortija, y, descuidaste tus deberes con tu negocio, lo que motivo que los clientes protestasen y no comprasen, los proveedores no hicieron remesas porque al no haber ventas, no se les hicieron pedidos, los empleados, recibían quejas de los clientes, y, al no poder hacer nada, pues se iban, o trabajaban mal; en tu casa, imagino paso algo parecido, descuidaste todo, y, eso motivo la marcha de tu esposo, y, repercutió en tu salud

Yo, guarde la sortija, para la boda de mi hija Nacha, después me dedique a lo que se hacer, trabajar y cuidar de los míos, lo que sucedió, fue una consecuencia normal

Ahora importa que tu retomes tu vida, voy a dejarte dinero, para reabrir la joyería

Ciriaca, la abrazo llorando, le pidió perdón, y, le dijo, “Te equivocas, si da suerte, buena suerte, gracias a ella recupere a una buena amiga, y, conocí mis errores, acepto tu oferta”
La joyería de Ciriaca, volvió a funcionar, y, toda su vida se normalizo

Fue entonces, cuando decidió, volver a Marruecos, a la ciudad de Agadir, para encontrar a la joven mora, y, pagarle el precio justo de la joya, pero por más que la busco, no la encontró en toda la ciudad marroquí, ni nadie le supo dar señales de la misma

Antes de retornar a España, entro en una vieja capilla, entonces se quedo estupefacta, vio una pintura que representa a Santa Casilda, hija de un rey  moro, y, mora ella misma, Ciriaca, tembló de pies a cabeza, al comprobar quien era, la mora, que le había vendido la sortija, y, con ella una nueva vida

Fin



sábado, 30 de enero de 2016

El Arca


El Arca


Noe, reunió a sus vecinos, para decirles que estaba construyendo un lugar; para que juntos pudiesen dar gloria a Dios, agradecerle los bienes que les daba cada día, y, pedirle perdón por las faltas que cada uno de ellos cometía cada día
Pero los vecinos de Noe, se rieron, no precisaban templos, ni edificio alguno para orar, si acaso cuando había algún peligro, construir un altar con unas piedras, e inmolar un animal, animal claro está que no valiese, ni para trueque, ni para comer, al fin, y, al cabo la divinidad no comía, pero fuera de eso, la vida era para divertirse, gozar sin cortapisas, que luego muere uno, y, no sabemos si hay continuación de la vida, otra vida, o desaparece uno para siempre, asi que tomaron la decisión de dejar a Noe, en su raro edificio

Noe, trato en vano de convencerlos, de lograr que entraran en el Arca, pero al no poder hacerlo desistió, y, pensó que además de lugar de encuentro con Dios, seguro que al Señor, no le importaba que  lo usará para proteger a los animales, que eran, que son como el hombre criaturas suyas, al principio fueron animales domésticos, luego les siguieron animales salvajes pero mansos, y, acudieron las aves, con sus trinos, sin que Noe, se explicara el como

De nuevo pensó en sus vecinos, aunque no fueran a orar, a un sitio concreto, si debían de portarse honestamente, no ser injustos, ni violentos, pero también aquí fracaso, Noe, para aquellas gentes la violencia era un modo de vida, un modo de obtener lo que uno quería, fuese lo que fuese, y, fuese de quien fuese

Noe temía a la Divinidad, que era tan buena, y, tan manejable pensaban sus vecinos
Paso el tiempo, mucho tiempo, tiempo en el que el Arca, el templo de Noe, se llenó de todos los seres vivos conocidos, y, un día el cielo se encapoto, se puso muy negro, como si esa misteriosa divinidad, estuviese enojada con los hombres,  tronaba de un modo espantoso, y, empezó a llover copiosamente, Noe, les dijo, que aunque no fuera para orar, entrasen el Arca, que tenía forma de barco, y, que sería con la ayuda de Dios, un lugar seguro, pero ellos se rieron de nuevo, tenían sus chozas, sí querían, protegerse de la lluvia, pero ni locos, se meterían en aquel edificio tan raro; Noe, espero 2 días, dejo las puertas abiertas pero sólo acudieron las fieras que aún no habían ido, y, algún que otro animalillo rezagado del bosque, y, todos parecían mansos, se portaban bien, para que Noe, no los echase fuera, entonces Noe, junto con su familia cerro las puertas del Arca, lo que vino después ya lo sabemos, llovió 40 días, y, 40 noches, y, todos perecieron, todos, todos los que no estaban en el Arca, y, el caso es que todos habrían podido salvarse, pero no quisieron dijeron  que no, y, optaron por quedarse fuera

Fin