jueves, 14 de diciembre de 2017

El Torreón misterioso



El torreón misterioso
Aquel viaje

Era una época difícil, en la que nadie sabía lo que podría suceder, pero todos tenían el miedo en el cuerpo. Había miedo cuando se sentía a determinadas horas, el timbre, o la aldaba de la puerta, en realidad se tenía miedo a todas horas, se hablaba con miedo, y, en esa época Carmen y, Antonio, se casaron, eran dos jóvenes enamorados, él pertenecía a una importante familia bonaerense, muy cercana a los círculos de poder, que ahora habían metido el miedo dentro de las gentes, ella pertenecía a una familia de inmigrantes gallegos, pero ya asentados desde hacía décadas en la nación argentina, a la que amaban como su segunda patria; y, si bien no, se metían en política ni militaban en ningún partido, eran contrarios a las actividades de aquel gobierno

Por eso la familia de Carmen no apoyo, aquel matrimonio, pero Carmen era mayor de edad, nada, pudieron hacer, además Antonio, era cosa aparte, y tampoco podían significarse demasiado

Así pues se casaron en una iglesia sencilla. Y, emprendieron el viaje de novios a España, en cierto modo ambos tenían raíces españolas. España estaba estrenando su democracia, pero aún tenía muy reciente en su mente la dictadura que había vivido, y, ahora sentía cercano, lo sentía el pueblo, la tragedia, por la que estaban pasando sus hermanos argentinos
Naturalmente a unos recién casados, maxime en un hotel aunque sea de provincias no se le hacen preguntas políticas, tampoco las habrían contestado, los tentáculos del mal, son muy largos
En un principio se albergaron en pueblos de lo que entonces era todavía Castilla la vieja,  y, en Castilla la nueva; pero un día, otro huésped del hotel donde se alejaban en un pueblo de Salamanca, les hablo de un torreón misterioso, en él que se decían sucedían cosas, si les interesaba conocerlo él los llevaría
En un principio se negaron, pero luego se dijeron que nada tenía de malo, y, aceptaron
Noche de tormenta
Aquella noche era oscura, negra como si de una película de terror se tratase, el cielo aparecía cubierto de negros nubarrones, que parecían amenazarse mutuamente; aunque era el mes de julio, verano en España, parecía invierno, de pronto comenzó a tronar, los relámpagos  brillaban en el cielo, y. Carmen no pudo evitar un estremecimiento, un sentimiento de pánico la sacudió de arriba, abajo, iban en un coche por una carretera que apenas conocían, sin más luz que los faros de su coche, para visitar un viejo torreón, en una noche de tormenta
Hay pararrayos, supongo, pregunto
Su acompañante se río, con una risa sarcástica, no, claro que no hay pararrayos, es un torreón del siglo XV

Por fin, allí estaba medio derruido
El viejo torreón

Parecía el decorado de una película de misterio, se hallaba enclavado en la cúspide de una  pequeña montaña, bueno llamarlo montaña, sería tal vez exagerar un poco, aunque el acceso al mismo no era muy fácil, y, más en una noche como aquella
En tiempos debiera de haber sido un imponente castillo, pero ahora, solo conservaba en pie, una de las torres, y, adosada parte del cuerpo central, las almenas que en otro tiempo, debían de lucir engalanadas, ahora tenían sus picos medio derrumbados
Las arañas lo habían colonizado
Bien, entramos, dijo el acompañante, vamos no tengan miedo
Carmen iba preguntar si había luz eléctrica, pero le pareció que sería una necedad, asi que opto por callarse y se agarro al brazo de su marido
El acompañante, cuyo nombre aún no he dicho, Rogelio, los miro
Seguramente se preguntarán si hay aquí luz eléctrica, si se lo preguntan pero tienen miedo de hacer la pregunta; pues bien si, se instaló hace un par de años, cuando se rodó aquí una película; pero no creo que funcione ahora, así que he traído varias linternas, y, por supuesto velas y cerillas
Pretende, que pasemos aquí la noche, dijo Antonio 
Sí, quiero que me ayuden a descubrir si aquí suceden misterios
¿Misterios?
Si, ya saben cosas que no tienen explicación racional
Sí, claro que sí, dos tontos como nosotros que han dejado su cómodo hotel, para venir en una noche de tormenta, a ver las ruinas de un castillo en una aldea perdida
Vamos no diga eso, entremos, se animan, ahí tienen sus linternas
Vaya, aquí esta uno de los interruptores de la luz, probemos, por si hay suerte
La hay, tenemos luz, dijo Carmen, quien no cabía en si, del asombro de ver, el suelo cubierto de alfombras, las paredes de tapices, y, lámparas iluminadas, parecía con velas, pero lógicamente era la luz que habían encendido

Luz que se apaga

Carmen comenzó a pasear por el interior, era como si hubiese viajado en el tiempo, pero de pronto, las luces se apagaron, un relámpago brillo en el aire, y, un miedo extraño, un sentimiento de pavor recorrió todo su cuerpo, no tardo mucho en volver la luz, y, ella se fue en busca de su esposo y, del hombre que los había llevado a ver el torreón, no les dijo nada, no quería que se riesen de ella, tomándola por una cría, en una noche de tormenta era normal, que las luces fallaran, afortunadamente tenían linternas, y, velas

Permanecieron un tiempo hablando de historias de aparecidos, y, otras historias similares y de nuevo las luces se apagaron
Vaya, dijo Antonio, otra vez, esperemos que dure menos que la vez anterior, mientras tanto, encendamos nuestras linternas, y, si encontramos un recipiente seguro las velas que hemos traído
Lo hicieron, porque el apagón, parecía ir para largo. Y, aquí hubo algo, que los lleno de miedo, las linternas se apagaron también y, las velas aunque no soplaba aire alguno
Claro que todo puede tener una explicación racional, a las linternas se les acaban las pilas, la batería, las velas pueden estar húmedas
Lo que ya es más difícil de explicar es que unas y otras se encienda de nuevo, sin que nadie les toque, y, que con su tenue luz se vea, no se crea ver, si no que se vea a una mujer con un bebe en brazos paseando, por la parte derruida del torreón por el muro que rodeaban las almenas, como si este aún estuviera allí.

Era una mujer joven, con la melena suelta, que llevaba en los brazos un niño envuelto en una toquilla, al que estrechaba contra su pecho, los llantos del niño cortaban el silencio de la noche; la mujer caminaba descalza, y, no hacía ruido solo el sonar de los pliegues de sus largos vestidos
Los tres la estaban viendo, y, no era una imagen ficticia, de esas que se forman por efectos de la luz, por la sencilla razón de que no había luz, que la luz iba y venía a su antojo; y, era entonces cuando la veían con toda claridad, el color negro de sus cabellos, hasta su rostro triste, sus vestidos que le llegaban hasta los pies, y el llanto del niño que llevaba en brazos, lo malo es que, nadie podía caminar por donde caminaba ella, porque allí hacia siglos que no había nada
Tanto Carmen, como Antonio, como el hombre que los había llevado a conocer los misterios del torreón, eran personas racionales, que no creían en fantasmas, ni aparecidos, pero qué podría ser.
De pronto un grito de mujer, corto la noche, seguido del llanto de un recién nacido. ¡Amado mío, tu hijo y yo, vamos en tu búsqueda, si has muerto no queremos vivir¡
Esto era lo que parecía escucharse, pero no era un murmullo era un grito que hacía estremecer, mientras la mujer seguía caminando sobre un suelo inexistente, pero que en otra época había sentido el crujir de espadas, y, las risas de las damas, de pronto se detenía y se arrojaba al vacío, o eso parecía
Carmen, hizo ademán de levantarse, e ir a detenerla, pero tanto Antonio, como el hombre que los había llevado al torreón, se lo impidieron.  “ Quieta Carmen, acabarías en el vacío, nada esta sucediendo ahora, estamos viendo un hecho del pasado”; yo, tercio, Antonio, creo que tal vez nos echaron algo en las bebidas que tomamos en el pueblo, y, estamos alucinando, seguramente se trate un juego de  luces, bueno seguramente no, fijo, sin duda alguna
¿No cree, que como si fuese una película, el pasado pueda quedar impregnado en los muros que lo vieron?
Mi  querido Felipe, los muros no ven, y, no hay más realidad que lo que podemos tocar
Siento no poder compartir su opinión, respondió Felipe
Mire mi reloj, creo se está haciendo tarde, la verdad la historia que me estas contando, parece más propia de Cuarto Milenio
Mi, amigo bebió un sorbo de cerveza, sonrió y dijo, Tienes razón, de Cuarto Milenio, que por cierto es un gran programa, donde no se teme a la verdad
Si, vale, Carlos, no me vayas a decir ahora, que te crees la historia que me estas contando, porque yo, no, hombre que estamos en el siglo XX
Pues sí, Irene, lo creo pero no he acabado todavía de hablar, si no te importa luego te acompaño en el coche a tu casa, esta oscuro y sé el miedo que tú, la racional tienes a  las tormentas
Vale, pero acaba pronto, que paso con los fantasmas

No voy hablarte de fantasmas, si no de personas de seres humanos que vivieron hace tiempo mucho tiempo, pero un tiempo real. No voy a perderme en detalles históricos te llega saber que allá por el Siglo XIII, hubo un noble castellano, más bien un hidalgo aunque poseía pues lo había heredado un pequeño castillo, el castillo o torreón al que me he referido en la historia, este cuyo nombre que yo sepa no paso a la historia, se llamaba Samuel, era judío converso, bueno era judío disfrazado de cristiano, cuestión de supervivencia, se enamoró de una joven, Raquel, que nunca dejo el judaísmo, ambos decidieron casarse, a él su tutor un nobel cuyo nombre no recuerdo, de acuerdo con los padres del joven Samuel, ya le había buscado esposa, la hija de unos hidalgos cristianos viejos, pero Samuel quería a Raquel, y, se negó a casarse, sus padres y su tutor cedieron con una condición, que Raquel abrazara la fe cristiana, pero Raquel se negó, no podía apostatar. Entonces se lo prohibieron totalmente

Pero ellos se amaban y consiguieron que un rabino, ya te dije que la conversión de Samuel al cristianismo no había sido tal, los bendijera. Ya casados se veían siempre que podían, y, se amaban como esposos, el fruto de este amor fue un niño; niño que Samuel no podía reconocer como suyo, pues ante todo el mundo era un cristiano soltero, un hidalgo soltero que tuvo que ceder, (pues fue amenazado con la muerte de Raquel, y de su hijo) y, casarse con la joven hidalga, Catalina se llamaba, la boda fue como mucho fasto, Raquel vivía por aquel entonces escondida con su hijo en las dependencias del torreón ahora derruidas, desde allí con su hijo en brazos vio marchar la comitiva nupcial, los vio marchar y volver para el banquete, todos los días se asomaba medio escondida a ver, si escuchaba los pasos de su amado, de su esposo, pero este se olvidó de ella y de su hijo, estaba enteramente entregado a Catalina. Cierto día, Raquel los vio partir hacia otro castillo, entonces trepo a lo más alto del muro a los huecos de las almenas, y, cayo con su hijo al suelo, y, se mataron. .los enterraron al no ser cristianos en una tumba fuera del cementerio, aun se puede ver
Qué horror, exclame, y, los argentinos la vieron
Sí, claro, mi padre fue quien les llevo al torreón les contó lo mismo que yo te he contado a ti
Que hicieron
Que hicieron, ahora te lo cuento escucha
Voy a narrarte, como lo estaba haciendo
“Carmen  había quedado sorprendida por la triste historia de Raquel, quería visitar su tumba, el hombre que los había conducido al torreón, es decir mi padre, les dijo que no sería fácil hallarla al estar fuera del recinto sagrado, seguramente habría crecido maleza encima, y, en efecto asi había sucedido, pero la tumba seguía intacta, y, podía leerse o adivinarse el nombre.  Fue entonces cuando Carmen, tuvo una idea
Estas personas, necesitan una Misa
Felipe, les dijo que imposible no eran cristianos
Pero Carmen, era muy terca, dijo que todo hombre pertenece a Cristo, por eso lo sepa o no, es cristiano

Ella solicitaría la misa, sin decir nada más, al fin y al cabo la Misa no era más que el Sacrificio del Calvario, que Jesús ofreció a su Padre por todos, murió por todos
Y así fue, Raquel y su hijo “tuvieron su Misa”
Y, las luces que se encendían, y se apagaban desaparecieron, asi como la figura que parecía caer al vació”

Que bien dije, medio incrédula, de pronto las luces parpadearon, se apagaron y encendieron
Qué pasa pregunto Carlos lleno de miedo
Nada, dijo Felipe hijo; están cambiando la potencia eléctrica en el pueblo, a veces hay estos sustos
Son luces de este mundo

Yo, callé, y, no les dije que había visto  pasar… mejor me callo, ya llego por hoy de misterio
Fin








miércoles, 13 de diciembre de 2017

Vecina



La vecina
La presentación


Me llamo María Istaria, soy egipcia, y madre de cuatro hijos que hacen las delicias de mi corazón, bendigo a Isis todos los días, y, a todos los dioses, me gano la vida, tejiendo telas, y, haciendo panes que vendo en el mercado, mi esposo el padre de mis hijos, fue asesinado en una taberna, no era un borracho, era un buen hombre, cuya alma habrá dado el peso justo, gaste casi todo lo que tenía, para garantizarle la vida eterna
Mi casa tiene un pequeño jardín donde mis hijos, juegan a la salida de la escuela, ya no tenemos faraón, ahora somos una provincia romana, entre nuestros símbolos religiosos, esta una cruz, que no sé porque para nosotros es un símbolo de vida, y, mi abuela decía que un día lo sería para todo el mundo
Vivimos mis hijos y yo, en un barrio muy cercano, al barrio judío, casi todos son exiliados huidos, sin embargo nos miran mal, no dejan que nuestros hijos jueguen con los suyos, nos llaman perros, idolatras, dicen que en la cruz adoramos un símbolo de maldición. No sé cómo se puede insultar a nadie en su casa, en su tierra, ni que culpa tiene nadie, de lo que paso en el pasado.
Incluso una vez en que no sé porque motivo, mi cabra y mi vaca, se habían quedado sin leche, y, fui a pedirles para mi hijo, Antenote, el mediano de 6 años que está enfermo, me la negaron, diciendo que lo que tenía mi hijo, era un castigo que me envía su dios
Que digo yo, su dios, que se ocupe de ellos, yo tengo a los míos

La llegada de los extranjeros

Akenatio, el mayor de 12 años vino corriendo, mamá, mamá, hay gente nueva, extranjeros como los vecinos del barrio judío, algunos traen niños, muy pequeños
Bien, bien, le respondí, pero no me hacía gracia, no me gustaban, por lo que decía mi hijo, eran judíos, siempre con su soberbia de pueblo elegido, siempre echándonos en cara, que los habíamos oprimido, si fue cierto, fue hace mucho así que los egipcios de ahora, no somos responsables
Pero voy acercarme a ver que quieren, hablo muy poco hebreo y arameo, no creo que ellos conozcan el idioma egipcio, ni la lengua que los romanos nos han impuesto, el latín, pero lo intentaré
Fue así, como conocí a María, y, a José

Que niño tan hermoso, su hijo enfermo

Traían con ellos a su hijito casi recién nacido, un bebé flaquito, pero muy hermoso, de esos niños que uno se comería a besos, debía de tener unos cinco, o seis meses de edad, me dijeron que su nombre era Jesús, la mamá se llamaba como yo, María, es decir la amada del Dios Creador, para nosotros la amada de Rha, pero no creo que ella supiese el significado de su nombre, su esposo, un muchacho tímido, se llamaba José,  me dijo que era carpintero en el sentido amplio, eran judíos pero decidieron quedarse en mi propio barrio, ya irían al suyo en otra ocasión es mejor así, dijo José
Se veía que venían huyendo, de qué no lo pregunte, no me importaba
Los invite a entrar en mi casa, mis niños al sentir a un bebé vinieron corriendo a hacerle, “monerías”, de pronto María se fijó en el mediano de mis hijos, en Antenote, el pequeño estaba en su camita apenas cubierto con una sábana, su cuerpo estaba enroscado como si aún estuviese en mi cuerpo, un hilillo de saliva, mojaba su boquita, sus piernecitas no lo sostenían, había nacido sano, pero unas fiebres lo habían dejado así, otras mujeres perdieran a sus hijos, yo, no, yo tuve suerte, me quedo mi hijo enfermo, pero me quedo, por eso, sin saber porque me consolaba ver la cruz
De pronto, María se acercó al pequeño, lo beso, y, me hizo una pregunta
Puedo pedirte un favor
Sí, claro si está en mi mano
Si, esta quiero acostar a Jesús, ya le di de mamar, lo he mudado, y, ahora quiero que duerma un poco
Por supuesto, voy buscar una cuna de mis hijos, ya no la usan
No, eso, si acaso más tarde, ahora y este es el favor quiero que duerma al lado de tu pequeño, de este pequeño
Quieres que un niño sano, duerma con mi Antenote, qué personas sois vosotros
Gente normal como toda, no lo ves
No, no lo veo, pero sea, aunque me da miedo, ni a mis propios hijos acuesto con su hermano
Vamos Dios nos cuida, no hay que tener miedo
Y, así fue como Jesús se acostó, mejor dicho lo acostaron con Antenote

Dos niños juntos

Yo miraba a  mi hijo al lado de aquella criatura sana, delgadito pero sano, y sentía miedo de que mi hijo lo pudiese contagiar, trate de sacar a Antenote pero María, la madre me lo impidió
“No ves, lo contentos que están”
Me dije que era una locura, mi hijo no se enteraba de nada, el otro era casi un bebé, pero de pronto vi, que habían juntado sus cabecitas, y, tenían sus manitas juntas, sentí miedo de que sin querer mi hijo pudiese hacer daño al pequeñín, luego me tranquilice diciéndome que era imposible, hasta que sentí que me llamaban, “mamá, mamá”; pensé en cualquiera de mis otros hijos, pero era Antenote, quería que le llevase ropa, y, le preparase un baño, no quería seguir en la cama, “el bebé ya  duerme, me dijo, mirando a Jesús”, en efecto dormía, y, lo hacía agarrado a nuestra cruz, trate de quitársela como pude, seguramente se habría caído, por suerte los Dioses habían estado atentos,  y, no hubo una desgracia, pero no quería problemas con sus padres no eran como los demás judíos, pero eran judíos, y, para ellos la cruz era una abominación
Con todo esto, no me daba cuenta de que el hijo que me pedía ropa, y, agua era mi Antonete, el que hasta hacía muy poco, no podía ni hablar menos andar, que abultaba menos, o lo mismo que el niño de teta con él que estaba acostado
Sentí un no sé qué, porque supe, que aquel niño, había curado a mi hijo, qué relación tendría con los dioses
Y, decidí preguntarse lo a sus padres, se rieron, ninguno,  mujer, porque solo existe el Dios de Israel, es el quien curo a tu hijo
No les discutí, bendito el Dios que lo había curado, fuese egipcio, o judío
El caso fue que desde aquel día, Antonete no se separaba de Jesús, quien aprendió a dar sus primero pasos de su mano, y, sus primeras palabras egipcias, y, como no, seguía empeñado en nuestra cruz, nunca supe, el porqué
José consiguió trabajo de carpintero, María limpiaba en algunas casas, asistía a los cultos de su religión con su gente, y, también cosía alguna ropa
Sin darnos cuenta, éramos como una familia, aunque nuestra religión fuese distinta
Un día hablando sobre Roma, le dije a José, que detestaba a los romanos no habían hecho más que mal en el mundo
Recuerdo un día, yo había ido a hacer un encargo a José, y, de pronto no sé porque empezamos hablar de lo que estaba haciendo Roma, José me dijo que él no solía meterse en política, que estaba de acuerdo en que los romanos habían hecho muchas cosas buenas, carreteras, acueductos para llevar el agua, pero con otras no estaba de acuerdo, no podía estarlo, las personas solo pertenecen  al Altísimo, no son del emperador, del César, yo asentí dándole la razón, y, añadí imagino que odias a los romanos como yo, como todos
Me miro muy serio y añadió, ¿Odiarlos?, no claro que no, no se debe odiar ni se puede, si odias te destruyes
No me dirás que los amas
Si, los amo, no amo, y rechazo su vida que veo equivocada, pero si a ellos, me dan lastima, y, oro por ellos, mi esposa también lo hace, más incluso que yo, y, eso enseñamos a nuestro hijo
Es decir que según tú, nos explotan, os crucifican nos esclavizan, y, hay que hacerles regalos, y fiestas
No, hay que amarlos, no obedecer sus leyes injustas si nos llevan a desobedecer al Señor
Fue entonces cuando me conto, lo del censo, y, lo que había motivado que llegaran a Egipto; que les ayudaría si viera a un romano en peligro, como lo haría con cualquiera. Yo estaba desconcertad nunca había visto gente así, el odio al enemigo, y, Roma lo era, era casi un mandato divino. Estuve a punto de hacerle una pregunta, sobre lo que opinaba de nuestra cruz, pero preferí no correr riesgos, aunque  un poco rarillos no dejaban de ser judíos, el resto de la vida era normal, Jesús, y, Antenote, al que en casa llamábamos Dimas, era cada vez más estrecho, pese a la diferencia de edad, él que protegía era Jesús a Dimas, no al revés
Cierto día hablando con María, le regale la estatuilla de uno de mis dioses, quería que los protegiera
Me dijo, que no podía aceptarlo, ellos eran pobres en su casa no había lugar para adornos, si acaso  un pequeño jarrón con unas flores, y, la estatua que tú nos regalas solo puede ser eso
Le dije que entendía que para ella, para ellos no fuese un dios
Me miro muy seria, y me dijo, tampoco para ti, solo existe un Dios, Dios, el Dios que saco todo de la nada, que nos protege, que saco a Israel de aquí de Egipto, y, ahora nos trajo a nosotros
La escuche con atención, y, descubrí que María, no era una creyente judía más, era una enamora de su Dios, sus ojos brillaban de alegría al  hablar del
Qué si empecé entonces a creer en Yhv, no, claro que no, yo también tenía historias sobre Ra, Amon, Isis, claro que yo, no amaba a mis dioses, si les rezaba y agradecía, cuando me daban lo que pedía, pero ahí quedaba todo, así pues me limite a escuchar con atención
Al final le dije, ¿Te parece que Rha, no existe?
El sol, claro fue creado por Dios, para alumbrarnos, obedece sus órdenes
Vamos, le dije, que tu Dios es el Dios de los dioses
Mira, así le llamo David nuestro antepasado, “Dios de los dioses”
Sois gente rara, María, un solo Dios, no ves que no podría con todo
Claro que sí, no conoce lo imposible, pero además tiene colaboradores, porque quiere
Si, quiénes, le dije medio en serio, medio en broma
Tú, y, yo, Istharia, tú, yo, todos

Que  buena gente que agradecida

Nunca vi una familia como aquella buena, servicial sin ser servil, no te ayudaba para que les dieses, o si tú les habías ayudado antes, te ayudaban porque veían que lo necesitabas, no solo a mí, a mi familia a cualquiera, no les molestaba mi cruz, bueno a Jesús al peque le encantaba, lo único que no compartían era nuestra fe, ellos iban a su Sinagoga, no comían con nosotros pues no pueden comer algunos alimentos, pero era lo único, bueno, no, hay gente que ayuda, pero jamás pedirá ayuda, se creen una especie de dioses, no era así, con  José, ni con María, y, claro está el niño los imitaba, si precisaban algo, lo  pedían sin pudor alguno, pero si alguien que les debía más de un favor se lo negaba, no lo anotaban, no hacían como hacemos todos, ahora que te precisaba no me ayudaste, pues cuando me precises vas a ver
Jesús y Dimas estaban siempre juntos, se querían como hermanitos, yo soñé que fuese a ser siempre así, pero un día


La despedida

María vino muy temprano a mi casa, al principio pensé que vendría a pedirme algo que precisase, o a traerme un trozo de aquel pastel de moras tan rico, que hacía para los pequeños
Y, si traía  muchas cosas, y, el pastel, por supuesto
Me abrazo llorando
Pasa algo, le pregunte
Estoy contenta, y, triste pero bendito sea Dios siempre
Enseguida me aclaro, que estaba contenta, porque podían volver a su patria, triste por los amigos que dejaba en Egipto
Nos abrazamos, lloramos y reímos un rato
Luego sentadas conversamos un buen rato, como dos buenas amigas. Enseguida llegaron José y Jesús; Jesús quería despedirse de su amigo, de Dimas, de los demás niños también, pero sobre todo de Dimas, le regalo un carro que le había hecho José
Los niños se abrazaron, jugaron, y, Jesús  de pronto miro a Dimas, y, ya se sabe que cosas  tienen los niños
Le dijo, “Hasta pronto Dimas, la próxima vez que nos veamos, te llevaré conmigo a la casa de mi padre”
Ya se sabe, cosas de niños
Han pasado más de 25 años, ahora no creemos en los ídolos creemos en el Dios de Abraham, y, vivimos en Israel, todo iba bien, los hijos se casaron, todos menos Dimas, que enseguida, decidió tomar las armas contra Roma, fue apresado, juzgado y condenado a la esclavitud, pero junto con otros esclavos judíos, al grito de “un judío no sirve a un gentil”, dieron muerte al amo, arrasaron con todo lo que tenía, y, volvieron a los montes a continuar la lucha
Yo a veces pienso que no debí dejar mis dioses, en Egipto, viviríamos en paz, ahora vivo con temor
Hoy me han comunicado que Dimas ha sido condenado a muerte de Cruz, con dos de sus compañeros, a muerte de Cruz, lo que significa que morirá según la fe judía como un maldito
Sin embargo no he podido dejar de olvidar mi vieja Cruz egipcia, esa Cruz que tanto gustaba a Jesús, qué habrá sido del, esa Cruz que para los egipcios era símbolos de vida eterna
Tengo un dolor que me destroza el alma, y, al mismo tiempo no sé porque una alegría inmensa
Mañana será la muerte en la Cruz de mi hijo, y, no sé porque no dejo de recordar la despedida que le hizo Jesús
“Hasta pronto Dimas, la próxima vez que nos veamos, te llevaré conmigo a la casa de mi padre”
Sí estoy segura, que mañana no será día de muerte, si no de triunfo, el día  de La Vida
Fin