jueves, 29 de octubre de 2015

La Cena


La Cena



Luisa, había quedado para ir a cenar,en un conocido restaurante, con Pedro, y, Antonia su mujer; hacía tiempo que no salía de casa, salvo para lo imprescindible, hacer la compra, y, una vez al mes, ir a la peluquería; o, a la iglesia, por compromiso, si había un funeral

Antes, no, antes de “aquello”, Luisa iba a la peluquería, cada dos, o, tres días, al cine, al teatro; cenaba fuera de casa, todos los fines de semana, en compañía de Juan su esposo, su compañero; y, por supuesto iba a Misa, y, luego al concierto

Vivía la Misa, solía decir, no entiendo que haya gente, que no crea en Dios.

Sólo faltaba una cosa, al amor que sentía por su esposo, un hijo, que no llego aunque fue buscado, pero de todo eso, hacía ya tanto tiempo; demasiado ya, siete años, de la muerte de Juan, en aquel accidente; ocho, o nueve años, de lo que dio origen, a todo aquello, de lo que rompió su vida; la convirtió en una amargada, y, mato su fe

Mientras terminaba de arreglarse para llegar a tiempo al restaurante, al que tras mucho rogarle Antonia, había accedido, a ir, para festejar el cumpleaños de esta

Evoco, el día en que Isaura, la chica que servía en su casa, se había acercado a ella, con la cabeza gacha, para decirle, que estaba embarazada de D. Juan,  recordó como había sentido, ganas de abofetearla, pero se había contenido, y, en lugar de ello, la había invitado a compartir un café en la cocina, y, charlar un rato; la chica, le había contado, que D. Juan, le había dicho, que lo suyo, había sido un error, que no la amaba, el amaba, a, su esposa, a doña Luisa;  pero como no era hombre, que desdeñase sus obligaciones, se ocuparía del niño, que llevaría su apellido

Luisa, conteniendo su rabia, le dijo, que no podía ser madre soltera, tener un hijo de un hombre casado, que no creyese, que Juan, iba dar sus apellidos al niño, él se debía a su esposa, a su nombre, a su apellido, pero había una solución; no tener el niño, aún estaba a tiempo, pues no llegaba la los 3 meses, así, que no había peligro, le daría el dinero para la clínica,  una buena clínica, no quería que su vida corriese peligro, también le daría dinero, para volver a su casa, al pueblo

La chica, no se atrevía a abrir la boca, en un momento  se le escapo que era un crimen, pero Luisa, la cortó en seco, y, la pobre no replico más

Luisa, le consiguió cita en el abortorio, y, se dispuso a acompañarla, pero Isaura, se negó, y, se llevo consigo también sus pocas pertenencias; y, el dinero para volver al pueblo

Ya no supo más de ella; después fue lo de Juan, estaba de viaje, y, cuando regreso, le extraño no ver a Isaura, y, pregunto por ella; Luisa, hecha una fiera, le arrojo en cara su adulterio, que estuviese dispuesto a dar su nombre a un bastardo, bastardo que no nacería,  porque le había pagado el aborto a su madre; Juan la insulto, la llamo asesina, le dijo, que no tenía derecho a matar a su hijo; no lo vio más con vida, se estrello con su coche

Luisa, empezó a sentirse culpable de su muerte, y, de la del pequeño no nato,  dejo de ir a la iglesia, pues no podía creer en Dios; no quería sus amigas, que sólo conocían lo de Juan, su muerte, pensaron al principio que era por el luto; pero el paso de los años, les hizo pensar incluso,  mejor dicho temer por su salud mental

Una mujer de 38 años, que llevaba la vida de una anciana, y, es que para Luisa, la vida no tenía razón de ser

Ya no sabía porque había aceptado, ir a cenar con sus dos amigos

Llego con retraso, tanto la cena como la velada, transcurrieron con un ambiente apacible, sereno; hasta que vio, a un chiquillo de unos 7 años en la mesa contigua, el niño era el vivo retrato de Juan; o, eso pensó ella

Dio gracias a Dios, internamente, de que Isaura, no le hubiera hecho caso, y, hubiese dejado nacer a su hijo, así ella no era una asesina

Al día siguiente, trataría de enterarse de donde vivían;  de que no le faltase nada al pequeño, eso si, de forma que no se enterase nunca, de quien era su benefactora

Su rostro brillaba de felicidad, y, sus amigos pensaron que por fin, había vuelto, “La vieja Luisa”

Lo primero que hizo, a la  mañana siguiente, fui ir a confesarse; a continuación al restaurante, para entregar un sobre, para el niño que estaba en la mesa 14; como las mesas eran por reserva, el jefe del restaurante, conocía el nombre de las personas que reservaban mesa, por lo tanto, debería hacer llegar aquel sobre, a la persona que había reservado la mesa 14; para el pequeño, a quien debería  entregarle el dinero, bueno, a un niño no se le da tanto dinero, lo que debería hacer, sería ingresarlo en una cuenta; se negó a dar su nombre, se trata de una antigua deuda. ¿Entiende?

Estaba segura, de que el pequeño era el hijo de Juan, e Isaura, que había sido adoptado, aunque también era posible, que los señores que lo acompañaban fueran los nuevos amos de su mamá, de Isaura

De esa forma, el pequeño Ricardo Ruíz Almansa, hijo de los señores de Ruíz, y, Almansa, banqueros, recibía cada mes, un sobre con mil quinientos euros, dados por mano anónima, dinero que se debía invertir en el mejor banco, y, lo hacían en el mejor banco, los necesitados

Luisa, poco, a poco, volvió a la normalidad, segura de haber  hallado al pequeño Juan, nunca supo la dura verdad, que su falta de misericordia, de la que tan arrepentida estaba,  había causado no sólo la muerte de su esposo Juan, en el accidente, si no la de su hijo no nato, en el abortorio, la clínica criminal, donde el pequeño murió, vilmente asesinado, cuando aún le faltaba mucho tiempo para venir al mundo, y, no sólo él, también la pobre Isaura, la muchacha infeliz, a la que no le había dado otra salida, falleció, en la mesa del abortorio

Pero Luisa, nunca lo sabría, ya había penado bastante, y, en el Cielo, los tres, Juan, Isaura, y, el pequeño, pidieron a Dios, le diese otra oportunidad a la pobre Luisa, esa oportunidad fue la  Cena, con sus amigos, y, el encuentro con el pequeño Ricardo, al que tomo, por un pequeño Juan, aunque ningún parecido hubiese, entre el pequeño, y, su esposo


Fin