viernes, 5 de abril de 2013

Un comensal de los cinco panes


Rubén, había acudido con su familia, y, con unos vecinos a la celebración de la fiesta de “las tiendas” en recuerdo de los años, que,  “El Pueblo de Dios”;  había pasado en el desierto.

Para Rubén, aquella era una fiesta simpática. Pero sólo eso; como judío que había tenido la suerte de criarse, y, educarse en Atenas, no creía nada de lo escrito en la Thora; por supuesto, que se guardaba mucho de comentarlo, salvo con sus amigos. Elías,. David, y Juda; estos aunque le llevasen la contraria, nunca lo traicionarían.

Uno de sus amigos; en concreto David. Se dio cuenta de la presencia, de un Hombre que había convulsionado a todo el pueblo; del carpintero de Nazaret;  se lo hizo notar a Rubén, y, sus acompañantes; quería que aprovechasen la ocasión, de acercarse al joven Carpintero, y, Rabí.

 Rubén, rechazo la idea; argumentando;  que había ido a celebrar una fiesta simpática, no a oír a un loco, que se creía Hijo de Dios.

Lo cual era imposible, suponiendo incluso que hubiese Dios, cosa que no estaba demostrada; sus amigos, le mandaron tener cuidado con sus palabras; mas Rubén sabía que con tanto barullo de gente, nadie podría oír lo que decía.

Al cabo de unos días; todos los que estaban en la fiesta, incluidos Rubén; y, sus amigos, vieron, que no quedaba comida; No tardo en surgir el desaliento, y, las críticas de unos contra otros; si los de siempre, no se hubiesen empeñado en quedarse unos días más para escuchar, “Al Maestro”. “Al Carpintero”. Nada hubiera pasado, pero claro en aquellos días, la comida se acabo. Y, ahora, no tenían donde comprarla, estaban en un descampado; a muchas horas de camino, del primer puesto de venta, de la primera casa. No tenían que comer, e iban a desfallecer de hambre,  iban a morir.

Rubén maldecía al” carpintero ”, y, a sus partidarios diciendo que si no fuera por ellos; nada de aquello habría pasado, este era para él el único culpable, Él, y, sus amigos, y, los tontos que, creían los cuentos que contaba. Se enojo cuando oyó, a una viejita decir que seguro que Jesús, lo solucionaba; claro que nadie, creyó a la pobre mujerera cierto que Jesús; había hecho cosas sorprendentes, pero también lo era que aquello lo excedía todo; estaban allí unas 15.000 personas. ¿Cómo iba alimentarlas a todos?

De pronto, uno de los compañeros de Jesús. Se acerco, y, les pidió que se sentasen en la hierba, y, que pasasen el recado de sentarse unos a otros, Rubén se negó pero no le quedo más remedio, ante las presiones de los demás; aunque  lo hizo,  de mala gana, y dispuesto a saltar sobre, Jesús si pretendía aprovechar la ocasión, para convencerle, de lo que jamás seria convencido.

Unos minutos más tarde;  Rubén, y,  los demás tenían en sus manos; un pedazo de pan, y, un pescado; comió con ganas, y, hasta  repitió. Pero Rubén, no se percato de ningún milagro; porque no miro, para los que tenía a su lado,  no vio, que a todos les pasaba igual, que el pan y el pescado; se estaban multiplicando; ni supo que un niño, el hijo de Caifás, le había entregado a Jesús; cinco  panes, y, siete peces.

Rubén, se imagino que el pan, y, el pescado, se los habría olvidado alguien que tuvo que irse; no vio el milagro; así que no marcho en pos de Jesús; Para hacerlo rey, el regreso a su hogar, negándose desde el primer momento. a aceptar un milagro que estaba sólo en la mente de sus amigos.


Al día siguiente, tampoco se escandalizo, ni se alarmo cuando sus amigos le hablaron de que Jesús había prometido, dar a comer su propio Cuerpo, y, a beber su Sangre. Para Rubén aquello era tan posible, como el hecho de que hubiese alimentado, con la cantidad de panes, y, peces que le dijeron sus amigos, a toda la gente, que estaba en el monte, y, como lo otro era falso aquello también pero a él no le preocupaba.

Jamás hizo por encontrarse con Jesús

Y, cuando Jesús fue traicionado, y, condenado a muerte. Rubén no estuvo allí para gritar ni a favor, ni en contra, ni en contra de Jesús

Estaba,  por encima de las supercherías de su pueblo, y, cuando se corrió el rumor de su Resurrección, cuando empezaron, a perseguir a sus discípulos, le pareció acertada la postura de Gamaliel, era una tontería, perseguir, aquélla pobre gente que creía en un muerto resucitado; trato de oponerse con todas sus fuerzas, a la persecución de Saulo, discípulo de Gamaliel..

Rubén estaba ciego como aquel día en el monte.

Ni la valentía de mártires, y, confesores. Ni el amor con que se amaban, unos a otros lo convencían;  todo eran casualidades, cosas que pasaban porque sí, sin más explicación.

Un día aquella pandilla de locos, se disolvería, y, nadie se acordaría de ellos; no, sabia que iba suceder un hecho, que le marcaría la vida.

David, uno de sus amigos, vino a buscarlo, para que llevase de parte de una mujer, llamada Salome, una capa a su hijo que estaba preso; a ella no le permitían hacerlo, y como David, era de los que habían aceptado al Señor.; aunque no tan  conocido;  como los Apóstoles,  le había pedido el favor.

Rubén, no se negó a acompañar a su amigo; su indiferencia por la nueva doctrina era tan conocida por todos; que nadie lo iba a vincular con los “nazarenos”

Al entrar en las mazmorras de Herodes, sus ojos se fijaron en el hombre que estaba allí; era uno de los acompañantes, y, pariente de Jesús. Jacobo ó, Iago el hijo de Zebedeo, y Salome.; sintió pena al verlo encerrado, era un hombre todavía joven.; no debía de tener más allá de los 40 años; sin duda tuvo mala suerte por causa de aquel,  loco; que acabo colgado de un madero

De no ser por Jesús, Jacobo, se hubiese casado, y. ahora seria un judío normal, mientras que en aquel momento debía de estar maldiciendo, su suerte, pues la sentencia ya estaba dictada, y, dentro de 5 días seria ejecutado, por traidor a la patria y al judaísmo.

Rubén decidió acercarse hasta el discípulo que se envolvía en la manta; para librarse de las mordeduras de las ratas. Y, decirle lo mucho que  lo sentía, que si podía hacer algo por él que se lo dijese


.

Santiago; que este. Y, no otro era Jacobo; alzó la vista, lo miro con un semblante tan lleno de dicha; que, en un principio  pensó que había enloquecido, pero luego hubo de convencerse a si mismo, de que un loco, no tenia aquella mirada; que, era la mirada de un niño.

“Yo también lo siento, siento no haber podido hablar á más personas, de que Dios los ama tanto, que envió a su Hijo a morir en una cruz por ellos. Sabes cuando estuve en el Finisterre en la Hispania.; me dieron ganas de volver, la de dioses que tienen aquellos pobrecitos, hasta en la huerta les nacen dioses.

Pero María Nuestra Señora; aunque;  no le guste que le llamemos así, yo le pregunte al Maestro, sí podía, y, me dijo que si, pero que mejor la llamase Madre; pues bien Nuestra Madre; me vino ver;  no. no es que hiciese siendo, mujer  semejante viaje;  es que cuando yo estaba decidido, a dar media vuelta, y, regresar, tuve un sueño, y. en ese sueño me hablo, me dijo que siguiese,  y, , que la Fe en Jesús seria tan sólida en aquel lugar, como un pilar de piedra que había, entre unos matorrales.

Cuando desperté, y, comprobé, la existencia del Pilar no me cupo duda. De que mi Señora, y, Madre se me había aparecido en sueños.; para transmitirme un mandato de su Hijo; estuve cerca de 5 años instruyéndolos; si vieras como aceptaban los pobrecitos la noticia de un Dios amor.; sus ídolos son tan crueles; claro como no son nada; por eso siento dejar este mundo; porque quedan tantos sin enseñar;  pero por otro lado estoy alegre; porque por fin, voy a ver a mi Señor a mi Amigo;  voy conocer ese Dios amor del que ahora soy hijo;  sé que de estos mis discípulos de Hispania, podré seguir ocupándome en el cielo.

Desde allí les ayudare a extender la Fe. Y, sino. Lo harán otros. Que yo sólo soy un instrumento en las manos de Dios. Siento pena también por dejar a mi madre, que como sabes quedo viuda hace 2 años, y, mi hermano Juan vive con, María la Madre del Señor desde que este se lo pidió en La Cruz.

Tengo miedo a fallar, como falle cuando el Maestro estaba en el huerto, y, nos pidió orásemos con él, y, yo me dormí. Tengo miedo, de retractarme; por salvar mi vida. Decir que Jesús no resucito. A eso si tengo mucho miedo. Por eso, rezo continuamente”

Rubén, le puso la mano en el hombro y le dijo; “O, sea que puedes salvarte, pues sálvate, di que no resucito”

Santiago, lo miro, con pena, y, le dijo. “si, digo que no resucito entonces será cuando no podré salvarme, yo sé que resucito. Yo comí con Él después de resucitar, y, sé que yo resucitare también”

Rubén, abandono, la mazmorra sin saber que decir. No entendía como un hombre se dejaba arrebatar la vida tan fácilmente; cuando podía salvarse, con pronunciar unas palabras.

Cinco días más tarde Santiago, fue llevado ante Herodes, y, el Sanedrín reunido. Allí. Se le mostró al verdugo que lo ejecutaría de seguir en su postura; Rubén estaba allí, y, se decía; “pronto empezara a temblar”, pero Santiago no vacilo. Confeso a su Señor- y Maestro, Y, ofreció su cabeza al verdugo.

Al día, siguiente un hombre se presentaba ante Herodes, y. el sumo sacerdote Ananas. Sucesor de Caifás, este hombre era Rubén, y, había pedido ser recibido porque sabía donde había un nuevo discípulo de Jesús. Deseosos como estaban aquellos monstruos de sangre lo recibieron enseguida.

¿”¿Dónde este ese nazareno?” Le preguntaron.

Aquí ante vosotros. Respondió –Rubén. Soy yo.

¿Tú te has vuelto loco. O quieres burlarte. Que te ha convencido. Has visto, acaso alguna señal. O has oído hablar en lenguas extrañas. ?

He visto mucho más que eso

He visto a un hombre dejarse matar cuando podía salvar su vida

¿Y que (le dijeron) siempre ha habido locos y fanáticos?

Cierto pero los fanáticos mueren temblando. Llenos de miedo, este murió lleno de paz. Mejor dicho se durmió

Los fanáticos mueren maldiciendo a sus verdugos. Este murió perdonando, y, rezando por quienes lo mataban; a los que deseaba, ver, pronto en el lugar en dónde él esta ahora, por eso supe, que Alguien lo estaba sosteniendo. Que su Fuerza le venia de aquel que murió, y, resucito, y, al que yo no supe reconocer cuando multiplico aquellos panes..

Rubén fue condenado a muerte por traición, y, ejecutado, inmediatamente. Su cadáver arrojado a una de las alcantarillas. De donde sus amigos lo recogieron, y, dieron sepultura en una de las muchas tumbas excavadas en tierra. Jamás pensó nadie que había muerto, por confesar a Jesús.

Ese era el secreto que casi se lleva guardado a la tumba. Si no fuese por un joven esclavo;  que se entero de todo; y, lo contó a su familia;  así, de boca en boca. la historia llego a la viejecita que me la contó.

La Sangre de los mártires es siempre semilla de nuevos cristianos.
Fin

El traidor




En realidad debería llamarlo, “la traidora”

Yo tendría sobre unos 11 años, y, la profesora de lengua; nos había pedido que escribiésemos en una cartulina con dibujos, una historia de un pescador; a mi me ayudo a escribirla un tío mío, al que siempre considere un padre; y, me hizo él los dibujos, transcurría en Japón, y los personajes tenían nombres que sonaban a japonés; era la historia de un pescador muy pobre....; pero bueno no voy a contar aquí el cuento,

El caso es que la profesora, me dijo que estaba lleno de fantasía (claro era un cuento) y se quedo con él, además me puso un cero en gramática.

Paso el tiempo; y, un día, hace cosa de no muchos años, leí en la prensa, la noticia de que una persona dedicada al mundo de la enseñanza había ganado un importante premio literario, la cara se me hacía conocida, pero no sabía de que, por la noche una amiga me llamo para decirme que era “ mi antigua profe de lengua castellana”, en un principio me alegre, siempre alegra que los demás lleven premios, y, me decidí a ir comprar el libro; pero una vez que lo tuve en mis manos, no pude menos que ojearlo, y, al leer el argumento, vi. que era el cuento que yo, con ayuda de mi tío, había escrito con tan sólo 11 años, ni siquiera había cambiado el nombre de los personajes; el cuento que dormía en mi subconsciente revivió de nuevo.

No compre el libro; salí de la tienda indignada; pero qué podía hacer; no mucho, es decir nada; no podía ir a denunciar plagio, porque no tenía pruebas, así que preferí que fuese el tiempo el vengador.

El libro fue un éxito, y, al poco tiempo; saco otro, éste si era suyo; “una esquela funeraria”; tiene más argumentos; y, más imaginación;  la editorial lanzo muchos ejemplares;  confiaban en el éxito del anterior, sólo se vendieron tres.


Fue su última publicación, ni siquiera es preciso;  decir el nombre porque nadie la recuerda ya.

El relato de mi tío aunque con su firma, si fue leído, la mala profesora, que abuso de su poder, y. engaño a una niña, recibió su castigo

No hay mejor plato, que la venganza cuando no se busca, y, es Dios mismo quien la trae

Fin

En la vieja ofícina


Este cuento, transcurre en una vieja oficina, los protagonistas  son unos objetos, que se pueden ver en  cualquier oficina, la de nuestra historia, es una inmobiliaria, en la que trabajan, su propietario, D Amador. Y, una secretaria, de nombre, Rosalía; y, un mecanógrafo, cuyo nombre es Luís; D. Amador,  los llamaba,  "mis chicos" pese a que ambos, ya hubiesen cumplido los 40 años hacía tiempo.

En la oficina, se archivaba a mano, y, se escribía en  una vieja  Olivetti, no había ordenador, ni  a nadie se le había pasado por la cabeza la idea de pedirlo, con la vieja máquina de escribir  bastaba, y, sobraba.

Hasta que un día, Rosalía la secretaria, cometió sin querer un error; cuando lo vio  ya no podía enmendarlo, y, tuvo que escribir  otro documento, con lo que atraso el trabajo, lo comento a la hora del café con Luis;  y. decidieron pedir, a Don Amador  un ordenador personal, con el se archivarían mejor los clientes, y, no  habría peligro de que se perdiesen sus datos, y,  las cartas irían siempre sin errores, y, además quedaría sitio libre en la  oficina, así como lo pensaron lo hicieron; en un principio, don Amador  se negó , le daba pena deshacerse de la vieja Olivetti, y, de su viejo archivador, pero lo convencieron de que era una solemne tontería, que sólo se trataba de objetos, sin alma que no sentían, y, que  además podía regalar la máquina; aunque  no creían que nadie la fuese aceptar.

Aquella misma noche, a eso de las doce la hora mágica, esa  hora en que los duendes salen de sus escondites, y, los objetos inanimados cobran vida, en la humilde oficina de Don Amador, una vieja máquina de escribir, unos lapiceros, y, un viejo archivo comentaban la última decisión. "yo ( dijo la máquina de escribir), no creáis que no  comprendo a Rosalía, trabajar conmigo le resta tiempo, yo no puedo avisarle si ha cometido una falta, o no, pero de quien me duele es de  Amador"; le contestó el viejo archivo, "completamente de acuerdo contigo querida".Como es lógico el lápiz el bolígrafo, y, el papel también quisieron dar su opinión, y, todos coincidieron en que Don Amador, era un desagradecido, "Vamos a ver, dijo muy ufano  (el lápiz),

¿Dónde, escribía, don Amador? Sus  primeras cartas comerciales, e, incluso su primera carta de  amor, para que  doña Clotilde, Clotí por aquel entonces, supiese que, no era una receta médica, lo que recibía,(todos los útiles de la oficina, rieron la gracia del lápiz), dónde,  en ti  vieja amiga, en ti, que con tus  pobres teclas, le ayudaste no sólo a conseguir el cariño de su amada, si no también a poder llevar adelante el negocio; pero se ve que tiene,  mala memoria, y, tu mi querido archivador en ti coloco los datos de sus primeros clientes,  y,  ya lo  ha olvidado; pero tampoco, creo que debamos justificar a Rosalía y a Luis, también ellos se han  beneficiado de vosotros, yo propongo que cuando mañana traigan el  ordenador; le hagamos el vacío, vamos que no le  dirijamos la palabra.

"Sí,  que le va importar eso mucho al ordenador"  respondió de nuevo la  anciana Olilvetti,  mirándonos como nos  mira, por encima de la pantalla, lo que debemos  hacer es procurar  no cometer errores, así a lo  mejor, deciden  no deshacerse de nosotros".

"Yo (contesto el archivo), no quiero desilusionarte "Olí", pero no conseguiremos nada por bien que hagamos nuestro trabajo, que no depende sólo de nosotros, sino de los humanos que nos manejan, no podremos evitar que la avanzada técnica de nuestro "enemigo nos sobrepase; pronto estaremos en el sitio de  los trastos inútiles-

A la mañana siguiente. Don Amador instalo  su PC en la vieja oficina, aquel día  no paso nada digno de mención, ya que  tanto  él como sus empleados;   eran unos novatos en el manejo de la informática, así que  tanto  la  maquina de escribir  como el archivo manual fueron usados más que nunca, pero eso si, teniendo que oír su sentencia de muerte, "mañana éstos irán al polvo"  y. las cosas de día no pueden  hablar pero oyen, y, la máquina y  el archivo oían, y,  se sentían muy tristes.

Llegó por fin la noche, y, en la noche llegaron las 12 y todos cobraron vida, todos  incluido el ordenador, ninguno quiso hablar con él, lo llamaron esquirol, vendido, él mando un mensaje a la máquina, a la que dijo tenia unas teclas  bellísimas y, que estaría muy feliz de  poderla invitar al baile, ella  le respondió, que como se atrevía después de  ser el causante de que al otro día, los fueran arrojar a la calle.

"Yo respondió (el ordenador), no soy culpable de nada, también tengo que cumplir la misión para  la que fui  fabricado.  Pero ello no quita, que no  pueda  coexistir con  vosotros, ambos podemos ayudarnos,  Rosalía puede por ejemplo escribir sus notas en ti, y, luego para enviarlas hacerlo conmigo, así como  Luis, y, Don Amador pueden  guardar sus datos en el archivo manual, y, después  hacerlo en mi archivo informático".

Si todo eso esta muy bien, pero es que quieren ahorrarse trabajo no aumentarlo, así que por culpa tuya, nos van echar a la calle, si fueras honrado harías que te devolviesen a la tienda, ya te compraría otra persona que no tuviese tampoco: máquina de escribir, si lo haces,  acertó a decir la máquina a lo mejor acepto;  ir un día al baile contigo.

"Yo haré lo que pueda respondió éste, pero no os aseguro nada, sólo  soy una máquina eléctrica, más avanzada pero una máquina, y, los hombres son seres superiores, si quieren, por  que yo  les haga alguna faenita no conseguiremos nada, sólo tendrán que comprar otro como yo, pero por intentarlo que no quede

A la mañana siguiente Rosalía, sé  dispuso a escribir en el ordenador, pero  este como si tuviera voluntad se paraba, cometía más faltas de las que ella escribía, no  se  corregía, parecía como si lo hiciese a propósito, tanto que desesperada decidió acudir a la  máquina de escribir, y ,le salió todo perfecto; claro que aquello no la  iba hacer cambiar de opinión, seguro que  había pulsado una tecla  mal, pero por más que lo intentaba, el  ordenador seguía  funcionando incorrectamente.

Llego Don Amador, trato  de escribir, tampoco,  lo consiguió, por último, Luis   el otro empleado;   y   la nueva máquina ó, el ordenador escribió correctamente, con lo que se pusieron a discutir entre los tres

Pero lo realmente malo llego, cuando  le toco el turno de meter los archivos dentro, menos mal que tuvieron la  idea de no tirar el viejo , puesto que se los borro todos, como aún no eran duchos, en  los líos de la informática, no  sabían recuperarlos,

En resumen  tomaron una resolución bueno;  la tomo Don Amador, se quedarían con la vieja máquina, y, el viejo  archivo estos  convivirían con el ordenador,

Así al otro día; la secretaria Rosalía escribió en la vieja máquina de escribir, y, los documentos más urgentes en el ordenador, que ya se portaba “bien”; los más urgentes, y ,lo mismo hacía Luis con el archivo

Aquella noche el ordenador, se  declaro a la máquina de escribir, y, unos  días más tarde en la hora mágica, de  las 12  de la noche  se casaban, actuando como testigo el lapicero que ofició la ceremonia, un tiempo más tarde venia al mundo una pequeña calculadora, con una pantalla parecida a la de su papá, el ordenador  y, unas teclas como las de su mamá  la máquina de escribir.

Nadie en la oficina relaciono la aparición de la calculadora, unos pensaron que la habrían comprado los  otros, pero desde aquel día en la oficina de Don Amador había una familia feliz

Fin



miércoles, 3 de abril de 2013

El samaritano



Su nombre era Felipe. Su padre, había elegido para él, un nombre griego

Felipe. Era un hombre bueno, honrado trabajador, que madrugaba todos los días;  para  ordeñar, sus vacas, y, luego llevarlas a  pastar al monte, después iba por las aldeas de Samaria, a vender la leche

A veces, por cuestión de los impuestos, tenía  que; bajar a Jerusalén, procuraba hacerlo por las calles menos transitadas, para no encontrarse con ningún judío.

Felipe, no odiaba, a los judíos, a decir verdad  no odiaba a nadie; y, no entendía, porque  hasta las madres  judías, mandaban a sus niños pequeños, que escupiesen al suelo, cuando viesen un samaritano, en señal de odio, y, desprecio. No lo entendía

¿Por qué, la gente se empeñaría, en odiarse?  En realidad,  judíos y samaritanos;  eran un mismo pueblo,  lo había sido  en tiempos de Salomón; luego  vino la división del  reino, 
En dos; Judá al  Norte, e, Israel, que ahora se llamaba, Samaría, al Sur; pero eran el mismo pueblo, ambos esperaban al Mesías,  había si, alguna diferencia, pero todos, procedían de Abraham, y, de Jacob;  así pues, el odio, era odio, entre hermanos.

Es cierto que cuando la deportación de Babilonia;  en Israel habían quedado, unos pocos, que  a decir del  rey de Babilonia; no valían para nada; y, se  aprovecho para repoblar el país, con  gentiles, adoradores de ídolos.

Felipe, sabía que sus antepasados,  olvidándose de lo que se les había  ordenado, tomaron mujeres, y, maridos  gentiles;  a Felipe, esto no le incomodaba,  se decía, gracias a eso,  “yo, he nacido”; y, yo, adoro, al Dios de Abraham”

Lo cierto, es que la fe pura de los israelitas, se había  mezclado con las impurezas de la idolatría; que  trataron de conjugarlo todo,  hasta hicieron un templo, a Yahvé, en el monte Gorazaín; no es que, despreciaran el de Jerusalén,  lo hicieron porque  sus hermanos de Judá,  no les dejaban ir al suyo, pero los judíos, pensaban que Dios, era propiedad suya, así, que un tal Hircano, les destruyo, su Templo,  pero ellos siguieron dando culto a Dios, en el monte  Gorazaín, ahora sin  Templo.

¿Cómo, es posible, que haya personas, que se crean los dueños de Dios, que piensen que  sólo ellos pueden adorar a Dios; y, que sólo  es válido, el modo de ellos?


Los samaritanos eran despreciados, insultados por los judíos. La violación de una mujer era una falta grave, pero si era samaritana era menor. Los gentiles a los que llamaban perros. Eran más dignos que un samaritano.
Eso era lo que había, y lo que Felipe sabía.

Había salido temprano, y, ya, llevaba un buen trecho de camino andado, cuando vio un hombre tirado en el suelo, prácticamente desnudo, apuñalado y golpeado; el  turbante caído a su lado; indicaba que era un judío; es decir un enemigo.

Se trataba de  Simón un comerciante en telas de púrpura;  que aquella mañana había hecho en Jericó una importante venta.

Por imprudencia, había mostrado en una taberna sus ganancias;  y,  alguien había avisado, a unos bandoleros que, cayeron sobre el infortunado; moliéndolo a palos; cosiéndolo a cuchilladas, y, sacándole todo lo que llevaba, incluso la bota con el vino. Simón quedo malherido, tendido en el suelo, esperando que alguien le echase una mano

El primero que paso, fue Moisés el levita;  hombre piadoso; camino del Templo, donde iba a participar, en los sacrificios; iba recitando; los Salmos, vio a Simón, y, vio que era un judío, es decir un hermano, pero opto por seguir adelante, era sábado, el  sábado no se puede trabajar; no iba llegar tarde, al culto.; por culpa de un hombre; que judío si, pero sabe Dios;  Porque estaría así; estaba muy claro en La Escritura: que el Altísimo,  protegía a los justos;  sí,  aquel sujeto había terminado así.; sería que sus pecados. lo merecían; así que su deber, no era pararse, si no,  ir a lo suyo, a lo que iba, a dar  culto a Dios.

Moisés se dijo a sí mismo, que él no quebrantaría el sábado, por nadie, como hacía; aquel “carpintero de Nazaret” ¡gentuza! pero un día,  Yahvé el eterno haría justicia.;  él Moisés sería premiado;  pensando en lo maravilloso, que era siguió su camino, y, Simón siguió tendido en el suelo muriéndose

Después pasó Jacob, el Escriba, y, pensó, e hizo prácticamente lo mismo que; Moisés. A continuación fue Manases, el sacerdote, este incluso se tapo, con su manto, para que el pecado, que aquel hombre tendido en el suelo, hubiese cometido no lo manchase.

Por último, llego Felipe. Al principio tuvo ganas de seguir adelante., no porque fuese sábado, eso a Felipe,  no le importaba.

 El trabajaba todos los días, y, descansaba cuando se acababa su trabajo. Pero no podía detenerse para  ayudar al herido, siendo un judío,  no podía permitírselo; ni siquiera por rencor; si no por miedo, si cuando lo estaba ayudando, llegaba otro judío lo acusarían a él a; Felipe del destino de aquel infeliz.

Se, dijo, que esa, era,  una actitud propia de un cobarde, de un ser mezquino;  había un ser humano,  que precisaba, ayuda;  el podía dársela;  que importaba quien fuera: ó, de donde fuera., era un hombre, y, eso era suficiente., así que lo primero que hizo; siguiendo una costumbre de su pueblo; pueblo lavarle las heridas con el vino y el aceite que llevaba; rompió su propia túnica hizo con ella unas vendas, lo subió como pudo a su burro. Y. se fue con él a la posada.  Eligió, una posada frecuentada por gentiles,  allí, pidió lo atendiese el médico, que conociesen adelanto, 2 días del,  el jornal de un obrero;  y, dijo volvería a pagarlo todo.

Cada noche, vino a ver como estaba su herido. Y. a pagar los gastos que éste ocasionaba en la posada

Cuando Simón estuvo bien. Quiso saber, quien había sido su salvador.

“Siempre estaré agradecido a ese hombre”;  pero cuando supo, quién había sido, escupió, al suelo, en señal de  desprecio; y, dijo que al llegar a su casa,  se daría un baño purificador; después iría al Templo, a, ofrecer, dos sacrificios, uno en desagravio, por haber sido tocado, por un impuro samaritano, y, haber sido conducido, a una posada de idolatras, el otro, para agradecer a Dios, que por motivos misteriosos, valiéndose de un “maldito samaritano” le hubiese perdonado la vida.

Cada hombre siguió su camino, Felipe volvió a su aldea, donde compartía su vida, con una mujer que se había casado, cinco veces, él había dejado a su esposa; para unirse a ella, su esposa tampoco, se había sentado a llorarlo y, había marchado  a  Grecia con un oficial romano.

Simón hizo, lo que había prometido,  no contó a nadie; quien, lo había ayudado. Hay cosas que se deben callar.

Aquel sábado, un mes después de los hechos, Simón, se acerco al joven Rabí;  cuya mirada era tan inmensa, que ni los ojos juntos de todos, los niños inocentes, podrían superarla, ni, igualarla;  cuando miraba.; no veía, sólo los cuerpos, veía las almas,  Simón, se acerco, al rabí, a Jesús, y, le  pregunto. ¿Quién era su prójimo?.  Jesús sin dar nombres le contó su historia, y, añadió. “Ve y haz tú lo mismo

Simón, se fue refunfuñando contra el galileo,  No sabía, como se habría enterado, pero le iba a costar caro,  decirle que tenía, que considerar prójimo,  a un samaritano.


 Aquello demostraba, que Jesús era, un impostor que merecía la muerte. Ya no sólo era amigo de publícanos, y, rameras lo era de samaritanos.

Unos meses más tarde Jesús, se encontró junto al pozo de Sicar, con la compañera sentimental de Felipe;  a quien, se revelo como el Mesías; ella,  Los invito, tanto, a Jesús, como a sus compañeros, a, pernoctar en su casa;   los discípulos,  se mostraban reacios;  pero no tuvieron más remedio que ceder: seguir,  a Jesús obligaba a replantearse muchas ideas.

 A no considerarse pueblo confirmado en gracia. A saber aceptar a todos. Lo que no era aceptar su modo de vida. Era aceptar las personas. Allí Jesús felicito a Felipe por lo que había hecho.  No se vieron más

Meses, más tarde en la pascua Jesús, fue condenado a muerte y crucificado. Y sus seguidores huyeron como si les hubiesen prendido fuego.

El día de Pentecostés, ó,  fiesta de la promulgación de la ley. Se habían reunido judíos de todo el mundo, y, samaritanos.

 Era la única fiesta en la que participaban sin mezclarse. De pronto sintieron que alguien les hablaba., a uno le decía que debía perdonar. A otro no guardar rencor. A cada uno lo que necesitaba oír. Las diferencias de cultura. De educación, y, hasta de diferencias religiosas no eran obstáculo para que entendiesen que había llegado el tiempo de amar. Y. quienes hablaban eran los cobardes seguidores del Nazareno.



Simón, dijo que debían de estar borrachos. Pero ante aquel insulto. El hombre que hablaba, y, que hacia tan sólo 53 días había negado a su Señor ante una criada. Respondió que no estaban borrachos. Aún no habían comido. Que aquello era obra del Espíritu. Que Jesús, a quien ellos habían crucificado. Había muerto por ellos. Y, había resucitado por ellos. Y, ahora les ofrecía su salvación.

Aquellas palabras eran exponerse a la muerte. Pero el Espíritu no soplaba, sólo en el Cenáculo, también removía los corazones de los que estaban allí. Y. éstos entre ellos Simon, y, también Felipe preguntaron que debían hacer. Y, Pedro les mando reconocer a Jesús como el Salvador.


Felipe y Simón recibieron el bautismo el mismo día. Los antes rivales se hicieron hermanos nacieron juntos del agua bautismal.

Las persecuciones de Herodes contra los judíos, y, samaritanos conversos los llevaron a Roma. Muchos años más tarde siendo ya muy viejos. Esperaban en una celda, el momento de ser conducidos a las cruces de fuego; que Nerón había mandado poner para los cristianos;  Dios los había premiado con la muerte en Cruz;  y,  a continuación lo sabían vendría la resurrección.


El soldado que los iba conducir al patíbulo. Les pregunto ¿Sois amigos?. Simón. Con su cascada voz de viejo. Respondió somos, hermanos.

A lo que el soldado replico: “Vamos si no os parecéis en nada”

Felipe, contestó,  Pues lo somos. Hermanos y gemelos. Nacimos el mismo día. Tenemos el mismo Padre Dios, la misma Madre la Iglesia. El mismo Señor, y, Hermano Jesús. El Resucitado.

El soldado, que no entendió nada. Sintió sin embargo envidia. Y, cuando al día siguiente recogió las cenizas de sus cuerpos, supo sin saber como

 Que la Resurrección era cierta.

Fin



























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La Foca " Princesa"

La foca princesa 

“Princesa”,  se quedo mirando el pescado, que le ofrecía el turista gordo, y, grasiento, en realidad, no se llamaba; “Princesa”,  ese era el nombre que le habían puesto los humanos que la habían cautivado; ¡ay si hubiera obedecido a su abuela; la foca Naca, todo seria distinto; pero como todos los jóvenes, “Azul” era confiada, atrevida ,ingenua; además. ¿Por qué iba a desconfiar de aquellos seres, que le daban pescado, y le rascaban el lomo?

Ella sabía, que algunos de aquellos animales (llamados hombres, o, humanos, mataban,  focas, para robarles su piel, pero éstos no, éstos eran buenos).

“No hay humano bueno” había dicho su abuela “Naca” y, sus padres lo habían coreado; “Se creen superiores, y, si te dan peces, es porque buscan algo”.

Los mayores ya se sabe, siempre pensando mal; pero Azul, sabía que no era cierto, sólo querían jugar; se admiraban de sus piruetas de sus saltos sobre la roca.

Claro que no le gustaba mentir en casa, pero como se empeñaban, en que no viese a los humanos; tenía que decirles que había estado retozando en las rocas.

En vez de la verdad, que había estado con aquellos hombres tan buenos, y, tan simpáticos que la consideraban, una princesa, así la llamaban.

Un grito. Saco a “Princesa” de sus pensamientos, un grito, y, la amenaza de un castigo; era uno de aquellos hombres, pero ahora no era bueno; ahora era cruel, y, la obligaba a saltar, a brincar, a jugar, aunque ella no tuviese ganas, que no las tenía casi nunca, apenas le daban de comer, para que al tener hambre, la sardina, que otros humanos le ofrecían, la moviese a realizar lo que llamaban “gracias”.

Si hubiera obedecido a su abuela, y, a sus padres, pero ya era tarde, y, nunca volvería a ver el azul del mar; la tenían metida en una piscina.

Ella se había confiado en ellos; pensaba que su  actuación era noble, por ello, cuando; aquel día la metieron en su lancha; no temió nada. Pensó que tal vez la querrían llevar a ver su casa, pero después la volverían a traer.

Pero el viaje se hacia muy largo; y. uno de los hombres, le hizo daño con un hierro, que dolía mucho poniéndole una marca, con el nombre de “Princesa”; aunque mejor hubiesen hecho llamándole “Esclava”

Confiada por naturaleza, tardo días pese al daño que le habían causado en darse cuenta, de que había caído en una trampa, de que nunca volvería a ver a su querida abuela; ni a sus hermanos, ni a sus padres, ni a la foca macho “Verde – Mar”; por quien todas las jovencitas focas, andaban un poco locuelas.

Su vida se agotaría en el circo haciendo piruetas en una piscina, y, todo por haber desobedecido a sus mayores.
Ahora ya no le reían sus gracias, le gritaban, e incluso la golpeaban a veces, no eran raras las ocasiones en que tenía que escuchar:”este animal, cada día rinde menos, la verdad, ya va vieja, lo mejor será si sigue así sacrificarla”.

¿Por qué eran los humanos tan malos?

Su abuela decía, que no sólo eran crueles con los otros animales, sino entre ellos, y contaba cosas, que se hacían unos a otros, que si uno las creyese, le pondrían los pelos de punta, y, no dormiría por la noche; pero Gracias a Dios, una foca es una criatura inteligente, y, no cree cuentos, para niños.

Y, hablando de niños:
Allí estaba uno, era un pequeño gitanillo, sucio desgreñado, con los ojos enrojecidos por el llanto; “Azul”, porque ese era su verdadero nombre, se fijo en que uno de sus “cuidadores”, lo estaba regañando y, lo quería echar fuera, pero el chicuelo forcejeaba, y, luchaba por acercarse al estanque donde se encontraba; Azul, o Princesa, como la conocían ahora.

Cuando por fin lo consiguió al cabo de un buen rato; se quedo mirando la piel brillante de la foca, un rato largo; luego con miedo alargo la mano, y, acaricio el torso húmedo, y sedoso del animal; “Princesa”, le respondió no tengas miedo, no soy un león, aunque algunos nos llamen leones marinos, soy una foca nada más, y, no me alimento de humanos; el niño le ofreció un pedazo de pan;(bueno) ( pensó la foca).

Uno que no se empeña en darme sardinas, y, tomo el pan, luego hizo una pirueta en el aire, como agradecimiento.

Fue entonces cuando el pequeño.- le hablo ¿Estas,  tristes? No te gusta estar aquí, te comprendo, te tratan mal, a mí también. Me he colado para verte, por eso me querían echar fuera, por eso, y, porque soy gitano.

“ya se que no me entiendes, sólo eres un animal, pero es que con alguien tengo que hablar, los demás niños no pueden jugar conmigo, sus papas no les dejan, porque soy gitano, y, vivimos en una caravana, dicen que robamos, pero no es cierto, que no queremos trabajar, y, tampoco es verdad; es que no nos dan trabajo, que no vamos a la escuela, y, cuando nos mandan, los otros niños, los que llaman payos; faltan todos, o casi todo., la verdad parezco tonto hablando con un animal, que no entiende

Estas palabras penetraron muy adentro, en el corazón de Azul, o, Princesa ( porque las focas tienen corazón)

“Es intolerable, la soberbia de los humanos, como pueden decidir que  una no entiende,¿Se olvidan que las focas llevaban siglos en el mundo cuando aparecieron ellos? Se va enterar.
Como todos los animales, conocía el lenguaje de los humanos, y, sabía hablarlo, pero el Creador, después de cierto lío,  acaecido en el Paraíso con 2 humanos, y, una serpiente; les había pedido a todos, que salvo excepciones muy especiales no lo usasen; pero si había ocasión especial esta era una de ellas; así que dicho, y, hecho.

Princesa, le respondió en su propio idioma “¿Qué te crees que soy tonta?
El niño comenzó a mirar a izquierda, y, derecha asustado, pensaba que alguien lo había estado oyendo; Princesa lo saco de su error, no hay nadie no tengas miedo; soy yo la foca, bueno me llamo “Azul”, aunque aquí me llamen Princesa, pero mejor deberían llamarme esclava.

El niño le dijo ¿O sea que me entiendes?
Foca.- pues claro que te entiendo, los humanos os creéis más de lo que sois
Niño.- perdona no quise ofenderte, siento que estes aquí, de verdad
Foca.- ¡mentira! No lo sientes, entraste para verme
Niño.- pensé que te gustaba estar
Foca.- pues mira tú, por donde no me gusta (y entonces le contó su historia, como la habían cazado, como tenía que actuar por unos pescados, y, como incluso uno había querido matarla, aunque los demás se habían opuesto)

Niño.- ¿Te gustaría irte de aquí, si quieres yo puedo intentar sacarte?
Foca.-. Me gustaría, pero no a cambio de que tu hagas un delito, pero dime ¿Por qué os rechazan los otros humanos?
Niño.- porque son malos
Foca.- Ya todos los payos malos, y, todos los gitanos buenos, mira niño, no soy un cachorro, y, eso no me lo creo habrá como decía, mi abuela de todo

Niño.- los buenos no nos rechazan
Foca.- no has dicho que os rechazaban todos
Niño.- bueno no todos, aunque la verdad, como compañeros nos quieren muy pocos incluso los que nos defienden, dicen que tenemos costumbres muy raras

Foca.- ¿ Y, es cierto?
Niño.- no lo se, es cuestión de gustos, nos encanta recorrer el mundo en una caravana, cantar a la luz de la luna, y, encender hogueras, andar descalzos, cantar, y, bailar

Foca.- algo locuelos si estáis

Niño.- también nos gusta cuidar a los niños, y, a los mayores, defendernos unos a otros ayudarnos.

Foca.- eso esta bien

Foca.- ¿Y, dime alguna vez, habéis acudido a brindar ayuda a uno de los otros humanos?

Niño.- no, nos atrevemos a tanto

Foca.- ¿O,  sea que los primeros que os creéis inferiores, sois vosotros? Pues escucha todos somos criaturas de Dios, y. por lo tanto sois todos iguales, bueno el Señor dice que vosotros lo sois más, porque sois su foto, y, yo le digo “Señor, no te enfades, pero no eres fotogénico,(Dios se ríe), porque sabes, Amiguito, Dios no es un viejo serio, Dios es joven, y, esta siempre sonriendo; bueno a veces, se pone triste, siempre por causa vuestra los animales irracionales, no le damos ni un disgusto.

Niño.- Me llamo José, no te lo había dicho, pero no se como podemos brindar ayuda; a quien nos rechaza

Foca.- intentarlo, mira cerca de tu caravana, y, no me preguntes porque lo se, lo se, como se, si va haber un terremoto, pues bien cerca te repito en las mansiones residenciales, hay un pequeño, que lo tiene de todo y, no tiene nada le sobran los juguetes, pero esta muy enfermo su mayor ilusión, seria ver un espectáculo como éste; pero no puede, sus padres, han de ocuparse de su enfermedad, y, de sus negocios; y, el solo no se tiene en pie. ¿Por qué no te ofreces, para traerlo a verme?

Niño.- porque se, que su mamá me iba echar fuera a escobazos
Foca.- no se debe juzgar sin conocer; inténtalo

José hizo lo que le había dicho su nueva amiguita; al principio en la rica mansión pensaron que iba mendigar; pero después al oír su proposición, el mayordomo que le había abierto la puerta llamo a su señora.

Esta era una mujer joven, un poco mayor que la mamá de José, pero con unos ojos muy tristes, daban tanta pena.

Miro al pequeño, y, le pregunto, porque quería acompañar a su hijo; José le respondió que por nada, sólo porque eran vecinos, ya comprenderéis que no podía decirle, que se lo había recomendado una foca.

La mujer le dijo, nunca me habéis gustado los gitanos, tenéis costumbres, diferentes, y no, no me creo superior, todos somos iguales, pero bueno, eres un niño, y, no voy discutir contigo; sin embargo acepto, quiero que los últimos meses, o, días de mi hijo David, sean felices, esta muy enfermo, así pues te autorizo a que lo acompañes al circo.

José acompaño a David al circo, a ver a Princesa, esta, realizo las piruetas más maravillosas de su vida, se sentía feliz, de estar allí, y, se alegro de que la hubiesen capturado, porque así, podía alegrar aquel pequeño, además no le había ido tan mal, lo cierto, es que era ella, la que se había empecinado, pero hasta tenía un pretendiente, una foca macho llamada Pinochet; si la verdad de haber seguido en el mar, que bien hubiera  hecho, traer focas al mundo; pero aquí podía ayudar, podía alegrar a otras criaturas, aunque fuesen humanas, a que por un momento olvidasen sus problemas, ¡que egoísta he sido, Dios mío!(pensó).

En cuanto a los niños, se hicieron más que amigos, David le contó, cosas, y, costumbres de los payos, que a José también le parecían raras. Y, José le hablo de sus cosas, algunas le parecieron raras, otras, como el amor a la familia, la ayuda a los demás la música, y, la danza le parecieron maravillosos.

Así un día el pequeño enfermito en compañía de sus padres visito el campamento gitano, y, al poco tiempo, payos y gitanos se arrancaban por bulerias, los payos muy mal, por que a muy pocos Dios nos ha concedido el don de cantar, pero todos se hicieron amigos.

El padre de David, ofreció trabajo al padre de José, como jardinero, al poco tiempo no eran patrón, y, obrero sino dos,  buenos amigos.
En cuanto a los dos niños, cada día se querían más, y, siempre que podían iban ver a su amiga la foca, quien por cierto; se había casado, y, era mamá de 2 foquitas, “Trueno” y Centella.

David por cierto mejoro, sólo era tristeza lo que tenía, ahora acude al colegio con su amigo gitano, y, otros niños payos.

Todos al final aprendieron su lección los humanos, que ninguna raza es mejor que otra; que solo se podrá ser feliz si unos a otros nos respetamos; y, nos brindamos ayuda, y sabemos renunciar a lo que molesta a los otros, como encender hogueras en un portal.

La foca, que no hay nada malo, si se sabe ver con buenos ojos, y, que lo mejor que le puede pasar a cualquiera, sea hombre o animal; es poder ayudar a los otros.
Bueno acabo aquí, porque quiero ir al circo a ver la actuación de “Princesa”

Fin





Los duendes


Los duendes Relato
Sí había algo en el mundo que le gustase a Pedrito, sobre todas las cosas, era ir los fines de semana a casa del abuelo, Fernando.

Y, es que el abuelo Fernando, o, Nando, como le llamaba la abuela Fina, era el hombre más sabio del mundo, no había cosa que no supiese, conocía un montón de historias, pero no sólo de las historias de los cuentos, si no historias que habían sido verdad, y, que a Pedrín, le encantaba que le contase, mientras comían, al irse a dormir, ó,  cuando paseaban a la orilla del río, bueno, la verdad es que le gustaban siempre, , que le hablase de países tan lejanos, y tan bonitos que parecían de fábula; y, no digamos que el abuelo le hablase de la vida de los animales, que parecían los más inteligentes.

Pero el abuelo Nando, ó Fernando, no sólo era un as, con las historias, con la geografía, es que Pedrín, lo tenía también como aliado, para los problemas del cole, era como una calculadora humana, como dicen en cierto programa de la tv

Un día, el pequeño Pedrín, decidió que tenía que enterarse del saber de su abuelo, y, la mejor forma, era preguntarle, y, lo hizo

“Oye abuelo” dijo poniendo cara muy seria, todo lo serio que puede ser uno a los 7 años. ¿Tú,  cómo sabes tantas cosas?

Pues será porque soy viejo, dijo el abuelo, con una sonrisa picara; porque la verdad es que el abuelo de Fernando, tenía sólo 48 años, así que muy viejo no era

Tú no eres viejo, abuelo, respondió Pedrín

Me has descubierto, pues veras te voy a revelar mi secreto, a mí me ayudan a saber tantas cosas, unos duendes amigos míos

¿Unos duendes, de verdad?

Oh sí, veras son unos duendes maravillosos, que Dios nos puso en la cabecita, y, que llaman neuronas, cuando seas mayor dentro de pocos años, lo estudiaras en la clase de ciencias

¿Y, son duendes?

Sí, unos duendes maravillosos, como ya te dije, te explico como funcionan, yo de niño, cuando era como tú, y, más joven, iba escuchando historias, que me contaban mis papás, mis abuelos, mis profesores, lo que leía en los libros, a veces me daba la impresión de que no me enteraba de muchas cosas, pero estos duendes maravillosos, las tomaban, y, las iban almacenando, en “ cajitas misteriosas” que tienen ellos, y, que se llama “ memoria” después a eso yo fui sumando, bueno ellos fueron sumando, las cosa que yo vi., ya como joven, como hombre adulto, lo que leí, los pocos viajes que pude hacer, lo que escuchaba a otras personas, y, hasta las películas que iba ver al cine, algún día que bajaba la pueblo con tu abuela, ah, y, las cuentas que tenía que hacer, para poder dar de comer a tu padre, y, a tus tíos; de todo esto los duendes, ó,  sea las neuronas iban almacenando, para que yo lo tuviese a mi alcance en el momento, en que lo precisase, ó, sea que tuviese que contar una historia,  hacer una cuenta

Que bien abuelo, así que esos duendes, son como un DVD

Bueno, son mejor, un DVD, es limitado, no puedes grabar todo lo que quieras, y, estos duendes como son invento divino, pues no tienen límite

¿Y, no hay que cuidarlos?

Ahí, te equivocas, jovencito, claro que hay que cuidarlos, por qué si no se pueden estropear, y, entonces es muy triste, porque se mezclan las cosas, y es como cuando has roto un libro, o, un periódico, y no sabes montarlo de nuevo, y, te sale la página de deportes a medias con la sociedad, y, nada tiene sentido

¿Y, cómo se cuidan?

Pues dándoles de comer, o, sea comiendo todo lo que precises, y, que mientras eres un niño, es cuestión que arreglan las mamás, te cuento que a las neuronas, les encanta el pescado, y, las verduras, y, por supuesto, y, sé que esto te va encantar, también les gustan los dulces, pero el azúcar no la bollería; estudiando, y, escuchando con atención a los mayores, ya que las cosas que ellos guardan les entran por nuestros ojos, y nuestros oídos

No tomando alcohol de pequeños, y, no abusando del mismo de mayores, paseando por el campo, a la orilla del río, o del mar, tratando bien a los animales

¿De esa forma no se estropean nunca?

Bueno, a veces lamentablemente sí, pero eso, es algo muy triste, de lo que no vamos hablar ahora, lo normal es que si haces todo esto que te digo, nunca se te estropeen

Pero digo yo, abuelito, tendré que estudiar igual

Claro que sí, vaguete, que te creías, que éstos duendes, eran como esos de los cuentos que hacen las cosas porque sí, éstos son muy serios, porque los hizo Dios

Abuelo, hay un señor en casa, un vecino, que dice que Dios no existe

Pobrecito, sabes eso es que sus duendes, no funcionan bien, tiene alguna neurona que le falla, en concreto, la memoria del Amor del agradecimiento, de la Fe. ¿Sabes que tienes que hacer con él?

No hablarle

No, cómo se te ocurre, al contrario, respetarlo, quererlo, ayudarlo en todo lo que puedas, y, cada noche, pedirle a Diosito por él, porque no sólo tiene las neuronas malas, las neuronas que hacen descubrir al Autor de lo que somos, si no que también tiene ciega el alma, y, Dios sufre mucho por él

Abuelo, el cura dice que Dios no sufre

Pedrín, los curas a veces también dicen tonterías, cómo no va sufrir Dios si es Padre. Y ahora ven, que vamos a ver al hijo de Lucera, te encantará es el ternero más bonito del mundo

Y, Pedrín de la mano de Fernando, fue a ver a Concho, el nuevo ternerito

Fin

La Hucha


Luisito echaba una moneda de cinco  pesetas; cada domingo, en “su cerdito”; es decir en su hucha; porque en 1960 a los niños, no les daban euros, que no existían, si no pesetas la moneda nacional, la nuestra porque el euro, bueno, no voy hablaros del euro, ni de la peseta tampoco, aunque lo parezca, el caso es que cuando 5 pesetas se juntaban en una sola, se denominaban duros, 1 duro, ó, 5 pesetas, que era mucho dinero; los niños, y, las niñas de entonces eran, éramos muy ahorradores, y, aunque a veces los papas permitían gastar un poquito, el caso es que la mayoría, como sucede en el caso de este cuento, esa moneda se metía en un cerdito, si en un cerdito, para ello, el marranito tenía en su lomo una ranura, y, es que era una hucha de barro, con esa forma, otras tenían forma de botijo, el dinero se podía meter, pero para sacarlo, había que romper la hucha, y, de eso, se encargaban los papás, cuando era necesario, o, cuando estimaban que ya había una cantidad que podía ser llevada al banco, sin que al bancario le diese la risa.

Pues bien, a lo que íbamos, Luisito, echaba su monedita cada domingo, y, algún que otro día, si sus padres tenían visita, y, esta tenía un detalle con él.

Lo hacía contento, porque estaba ahorrando para comprarse, un tren eléctrico, así que no le costaba nada, echar la moneda, bueno si un poco, pero el esfuerzo valía la pena

Hasta aquel día, en que escucho a Remedios, a todo esto, Remedios, Reme como la llamaban en su casa, era la empleada del hogar, entonces se llamaban domesticas, o criadas, nunca entendí ningún nombre, lo de domesticas, sería porque no eran salvajes, y, lo de criadas, por qué ya estaban criadas, el caso es que aquella chica había venido del pueblo de la montaña, era muy pobre, aquella mañana, estaba llorando como una desconsolada, su padre según decía el telegrama que “su señorita”;  le acababa de leer, porque Reme, no sabía leer, su padre estaba muy enfermo, tenía que operarse de urgencia, y, ella no tenía dinero para costear la operación, si sólo tuviese 300 pesetas, Luisito, lo escucho, y, lo primero que se le ocurrió fue romper su hucha, su cerdito, allí había tan sólo 125 Ptas; pero ya faltaba menos, con ese dinero, fue corriendo junto a Remedios, y, le entrego el dinero, diciéndole que era para ayudar a su padre, que ya se lo devolvería cuando pudiese

Reme, lo regaño, le dijo que no debía haberlo hecho, y, se fue corriendo junto a la señora la mamá de Luisito, la pobre chica, no sabía como explicarse como si ella tuviese la culpa

Doña Asunta, llamo a su hijo, le dijo que un niño no debe nunca romper su hucha, pues el dinero es siempre de los papás, sin embargo él había demostrado tener un buen corazón, al compadecerse del dolor de otro ser humano, y, eso lo libraba del castigo que llevaría si hubiese roto la hucha para caprichos. Por supuesto el dinero no se lo iban a devolver, aunque ellos iban a correr con todos los gastos de la operación del padre de Reme, pero no iban a despreciar su colaboración

Eso sí, se iba quedar sin tren eléctrico, al menos tendría que empezar a juntar de nuevo

Luisito, protesto eso era un castigo, pero su madre le aclaro que no, simplemente lo había dado, y, no lo tenía, ellos no podían premiar esa buena acción, porque hay a acciones que sólo Dios puede premiar.

Aunque no sabía porque, Luisito se sentía muy contento, y, no echaba para nada en falta el tren eléctrico, que sabía tardaría en llegar, lo importante era el padre de Remedios

Y, el papá de Remedios se opero, y, salió muy bien de la operación, los señores de su hija lo fueron ver todos los días, porque era gente muy buena, y, cuando le dieron de alta, el Sr Remigio que ese era su nombre, vendió un jamón que tenía de uno de los cerditos criados en su casa, y, con ese dinero, compro un tren eléctrico, para un niño que soñaba con un tren, fue el mismo a entregárselo, y. Luisito se sintió más feliz que si lo hubiese comprado con sus ahorros, porque supo, que aquel tren venía del mismo Dios

Fin

El Fraile triste

Hacia apenas 4 meses que el médico, me había diagnosticado un tumor cerebral, me había dicho que no era demasiado peligroso, pero que me vendría bien, pasar una temporada lejos del bullicio de la ciudad.

Así que no lo pensé hice mis maletas, y tome el autobús para el pueblo donde vive mi única tía, es un pueblo enclavado en un valle, y rodeado de montañas. Lo baña un diminuto rio

Cerca de la humilde casa de mi tía, una mujer viuda, cuyos hijos; emigraron a tierras lejanas. , no se acordaron más de que tenían madre, hay un convento, de frailes franciscanos. Hasta la sencilla casita, llegan las canciones, y las risas de los frailes. Quienes salen a postular por el pueblo, con una sonrisa a flor de labios.

Mi tía me recibió emocionada, no le dije, el motivo de mi visita, porque no quise entristecer su ya atormentado corazón, sé que me quiere como una hija, dormí, toda la noche de un tirón, y a la mañana, tras desayunar un tazón de leche recién ordeñada, de adelantar el trabajo de mi tía. Salí a pasear por el pueblo.

En el paseo vi., algo que me llamó la atención, se trataba de uno de los frailes, yo lo conocía de otras veces, aunque nunca había hablado personalmente con él. Era Fray Juan, pero ahora. No era el mismo. Se notaba que en su alma llevaba un peso. Muy pesado. Que una tristeza le oprimía el alma. Decidí, averiguar el motivo. Y durante la comida pregunte a mi tía, ella me contó, que nadie, sabia la razón. Fray Juan el fraile más alegre, de repente; tras un viaje. Se había ido mustiando.

¿Un viaje? Pregunte, pero a que sitio tan horrible fueron, para que mi buen fraile, perdiera la alegría; mi tía se volvió hacia mi, y, me dijo; “ no cariño, no fueron a ningún sitio horrible, fueron al Santo Sepulcro”

 “Entiendo, seguramente fueron víctimas de un atentado, por alguna de las facciones en lucha, en Tierra Santa, y, esta triste, por los compañeros perdidos”

No, querida sobrina. El viaje fue feliz. El motivo de la tristeza que lo esta minando. De Fray Juan. Al que ahora llaman el Fraile triste, nadie, lo sabe, excepto él

“¿Sabes tía?, voy ir a preguntarle”

Te has vuelto loca. ¿Te dirá que te importa, y tendrá razón?

No, tía no la tendrá, porque si me importa lo que le pasa. Me importa, porque le importo a Él, y, al decir esto mire inconscientemente para el viejo crucifijo colgado de la pared, de la cocina –comedor.

Estaba decidida a hacer mi entrevista, pero sabía que no era fácil. Con todo yo lo iba intentar, y, lo intente, me presente, en el convento con el pretexto de comprar el licor que elaboran los propios religiosos, y, dije que estaba interesada en hacer una consulta espiritual (no confesión) con Fray Juan. Los hermanos trataron de desviarme hacia otro, pero me mantuve en mis trece. Y, cedieron. Me condujeron a una sala amplia, rodeada de ventanales, que daban a un patio, donde podíamos ver a los demás frailes. Y, ellos a nosotros, pero no oírnos.
Fray Juan, me recibió, de mal carácter, aunque me dijo, si quería tomar un café con él. Acepte encantada. Y tras pedirle permiso me senté frente a él
Bien que quiere. (Me dijo)

¿Saber, por qué esta triste?

Hizo ademán de levantarse, y, marchar, pero antes, me miro, y, como respuesta dijo “No concedo entrevistas a la prensa, y, si estoy triste, o contento, no es asunto suyo”.

Me ofendió, su gesto, no me gustan las faltas de educación, y, se lo hice notar. “no soy periodista, soy simple y llanamente una mujer, y, si me interesa lo que le pasa. Porque Vd. Es un ser humano. Y, porque yo como Vd. Soy cristiana”

Se sentó, me miro, y, dijo “como frase no esta mal, le creo no es usted periodista, pero el motivo que le tiene aquí es la curiosidad, regresara a la capital, y, tendrá que contar.

La historia de la tristeza de un fraile, pero no se preocupe, voy, a contárselo.
Y me hablo de aquel viaje, todo iba bien hasta que llegaron a la basílica del Santo Sepulcro allí...

“....Yo esperaba encontrar en algún sitio, la gruta, de la que nos cuentan los evangelistas, que se cerraba por una gran piedra. Y, en la que fue depositado el cuerpo muerto de Jesús, pero en lugar de eso, encontré una basílica. Si es cierto, una tabla, sobre la que dicen, se puso su cuerpo, pero la tabla puede ser una falsificación, y además. Yo, quería ver su tumba vacía, no una iglesia dedicada a ella. Así que empecé a preguntarme, si la iglesia no se habría construido para tapar una tumba que tuviese sus restos.....

Lo mire extrañada.  ¿Esta,  loco, la Resurrección de Jesús, es la base de nuestra fe?

Lo sé, es más sin su Resurrección, somos los más desdichados de los hombres. Por eso estoy triste. Usted tal vez se pregunte, por qué no abandono el convento. Y, la verdad es que tanto me da ya un sitio que otro. Le confieso una cosa, me asusta la muerte, pues al, no vivir Jesús, sé que mi destino, nuestro destino es el infierno.

Pronuncio aquellas palabras, con tanto dolor, que sentí un frío helado en el alma. Trate de defender la Resurrección, pero fue inútil. Mis argumentos caían por su peso.

Le agradezco su intención, pero lo que Vd. Me dice, me lo dijeron también mis hermanos de religión, sin embargo, algo me confirmo, que yo estaba en lo cierto, el odio reinante en el mundo. El ver como unos;  explotan a los otros. Si Él viviese, el amor estaría presente, los hombres se amarían, porque Él habría mandado su Espíritu, pero no hay más que odio, violencia, miedo.... Y, ahora tiene que marcharse, si quiere podemos continuar mañana, le ruego disculpe mi falta de educación.

Al día siguiente acudí puntual, pero no estaba allí, había sufrido un pequeño derrame cerebral, y, se hallaba hospitalizado, pedí, me dejaran ir verlo al hospital, y, conseguí, me permitiesen velar al lado de su cama, al tiempo que rezaba a Dios por él.

Cuando se recupero, me dio las gracias, por mi interés por su salud, y, por haber le demostrado mi humanidad.
Sé, ve que es usted una buena mujer, tiene un gran corazón, que pena, que todo el bien que hacemos, vaya tener el mismo premio que el mal. O el mismo castigo, según se mire

Fue entonces cuando perdí el conocimiento. Cuando abrí los ojos, estaba en el hospital, de un lado un joven médico, que sonreía, señal de que el peligro al menos por ahora, había pasado. Mi tía con su rosario en la mano. Y, el fraile triste, aunque ya no esta triste, veo dibujarse en su rostro una sonrisa, que digo una sonrisa una carcajada. Hace señales de que nos dejen solos; se acerca toma mi mano. Y, me dice. “Gracias. Hermana, por devolverme la alegría, le traigo, un regalo, “las florecillas de San Francisco”, pero no es nada, con el regalo que me hizo usted.

“Pero si yo, no le regale nada “

Si, me regalo, la Fe en su Resurrección, el saber que Él vive, si su tumba esta vacía. Él ha resucitado.

“¿Y dice, que lo sabe, gracias a mí?”

Así, es, cuando Vd. Me acompaño, y, ayudo a cuidarme en mi enfermedad, lo achaque a pura bondad natural, usted era una señora buena, criada en los principios del amor al prójimo, y, era natural que hiciera ese sacrificio. Pero cuando supe, que Vd. Tenía una enfermedad grave, y, que había venido aquí para mejorar un poco, y, que en vez de olvidarse de todo. De procurar cuidarse, se había interesado por un “fraile estúpido”, que se había olvidado, que la prueba de la Resurrección son las Escrituras. Cuando supe eso, cuando supe, que bajaba a la capilla a rezar no por su curación, sino por la salvación de mi alma, comprendí, que sólo el Espíritu Santo. Podía darle ese amor, y, esa fortaleza. Y, si el Espíritu Santo esta aquí, es que Jesús subió al Padre, que resucito. Por eso le doy las gracias. Y, este libro como prueba de mi gratitud.

Tres días más tarde regrese a casa. Mi tía, y ,Fray Juan; ö, Fray alegría vinieron a despedirme.
Ya en mi casa, mientras veía el telediario, y, oía hablar de violencias, odios. Explotaciones. .... Me hice una pregunta. ¿Si hay gente que ama, hasta dar la vida, si hay búsqueda del bien, justicia, y ,progreso, porque yo conozco gente buena; por qué dan estas noticias.

¿A Quién, a que ser tenebroso. Le interesa, que se piense que el Mal es quien ha vencido?

Apague el televisor, y, abrí el libro de Las Florecillas, leí un rato hasta que me venció el sueño. Antes de dormir.

Pedí a La Virgen, bendijese “al Fraile triste” perdón al “Fraile alegre
Fin

Publicado por la editorial San Pablo de Argentina, la autora soy yo


lunes, 1 de abril de 2013

Un padre y su hijo

Un padre y su hijo(un relato de Jesús y San José )

Esta historia comienza hace más de 2000 años.
Los protagonistas son un hombre y su Hijo.
Es el mes de Nisan. El mes en que se come la Pascua. Y, los dos han ido, a realizar las compras necesarias para la fiesta. De paso; talaran unos árboles en el monte. Porque el hombre que se llama José es carpintero. Y, el chaval que tiene ya 13 años. Su aprendiz.

Caminan durante un rato en silencio.

José con sus ojos. del color del mar. Su tez morena, su porte erguido. Con ese orgullo de su raza; bañado de la humildad que da Dios a sus elegidos.

Va pensando en todas las cosas que han pasado en su vida.

En la suerte que ha tenido al enamorarse de una mujer como María; de haber descubierto.

Que el amor no necesita clavarse en la carne; aunque si hacerse carne;  sus ojos se fijan en el adolescente que va a su lado; correteando como un chiquillo.

Mirando con sus ojos del color de la mar,  las diminutas bestezuelas, las piedras. “Cómo si estuviera descubriendo el mundo.

Como si todo aquello; no lo hubiera hecho El mismo”; si Él mismo, porque aquel Niño, es el Hijo de Dios ahora; hecho Hijo de José; convertido en un adolescente más.

De pronto echa a correr, y, vuelve junto a José. “abba”(papi). Mira esta ardilla tiene una pata rota. ¿La puedo llevar?.

José, sonríe, como cualquier padre. “no, claro que no. ¿Tú,  que te has creido que nuestra casa es el arca de Noe. Para que María,  tu Madre nos eche a los dos de casa?”.

Pero, papá(insiste el Niño) esta herida. Y, la comerán las fieras. “déjame que la lleve, anda”

José.- Que no. Te he dicho. Debes obedecer Jesús. Ya se que lo haces siempre.

Jesús besa, a la ardilla, y, la deposito de nuevo en el suelo. Su corazón de adolescente hubiera querido llevarla a casa. Pero sabe que por encima de todo debe obedecer.

Para demostrar que acepta el mandato de José, se aferra a su mano.

El mundo sigue su curso. Acaba de producirse algo inaudito. Dios ha obedecido a una criatura. El Señor, ha aceptado la orden del siervo. Pero como en la mayoría de las cosas que hace Dios. Nadie se ha enterado.

Jesús.- papá. ¿Este año celebramos la pascua en Nazareth, verdad?

José.- Así es. La celebraremos con María, y, su esposo Cleofás, con sus hijos Tadeo, Simon, y, el pequeño Santiago. hay que ver como lloro, ayer en su circuncisión.

Jesús.- abba. ¿Te acuerdas, de cuando fui circuncidado, llore mucho, te di pena?

José.- Ningún padre olvida un momento tan sagrado. Y, si lloraste, eras un Niño muy llorón. Y, no. No me diste pena;  también yo había sido circuncidado
 Todos lo fuimos, desde que el Eterno lo mando a Abraham nuestro padre. Y, no olvides que hay que cumplir las tradiciones de los mayores.

Jesús.- si abba.¿ Pero no te parece, que podemos caer en una rutina.?

José.- sí, Hijo. Pero no por ello hemos de incumplir la ley; simplemente deberemos cumplirla de corazón. Como sucede con la Pascua.

Jesús.-. A, mi la pascua me da pena, y, miedo. Es como si algo dentro de mi, me dijese que un día yo seré "la pascua".

José.- Que crió eres. Hijo. Tú,  la Pascua. Tú,  un Cordero. No me lo imagino. Tú muriendo para darnos La vida.

 No Hijo, yo quiero que vivas siempre. Que me pase a mi lo que sea. Pero a Ti no mi Niño. (de pronto, José se queda absorto, como si hubiese dicho una blasfemia);  se seca una lagrima, y. dice.

Si es que Yahvé no dispone otra cosa. Él siempre. Primero. Pero Yahvé en aquel momento, estaba entretenido en enseñar a bailar a un saltamontes.

Y: es que Yahvé. El Eterno el intemporal tenía entonces 13 años. Y, los estaba disfrutando. Luego Yahvé. Ahora hecho Niño de Nombre Jesús. Volvió hablar

Jesús.- Papá. ¿Verdad que es triste, tener que matar al corderito?.

José.- Sí por ti fuera. Comíamos sólo huevos, y, verdura. Menos mal que tu Madre no te hace caso.

Jesús.- y, lentejas. El otro día me gane un tortazo, por no acabar mi ración. Pero es que no me gustan. Pero lo que me dolió, no fue la bofetada; fue, el haber disgustado a mamá.

Yo quisiera que no sufriera nunca por Mi, y, siento que voy hacerla sufrir mucho. Y, no me gusta papá.

Pero volviendo a la fiesta de la pascua, ¿Tú crees que Dios mando la muerte a todos aquellos egipcios, que no tenían la culpa de lo que hacía el faraón.

¿ Dios no es así, vengativo, cruel?.

José.- No hijo yo no lo creo. Seguramente morirían por la peste judíos. y, egipcios. Pero nuestros padres fueron liberados por la sangre de la esclavitud. De la idolatría. Conducidos a la tierra de Israel. Y, los que murieran de los nuestros verían su muerte como algo natural.

Es la conciencia del hombre, la que lo castiga en el Nombre del Todopoderoso. No lo olvides Jesús.

Jesús. Liberados de la esclavitud. Sin embargo seguimos siendo esclavos. Y. no pienso en Roma. Sabes yo voy a ser El Libertador.

José. Tu vas a ser El Cordero Pascual, el Libertador, Tú,  tienes un corazón que un día te va estallar en el pecho. Sólo te falta decir que te vas a dar de comida.

Jesús. Tengo que pensarlo, pero no estaría mal. Y, me quedaría para siempre con mis amigos, pero eso lo tengo que pensar.

José sonrió. Lo que se le ocurre a un adolescente. No se le ocurre a nadie más, “darse de comida”, bueno las travesuras de Jesús. Que no maldades. Porque era el Niño ,más bueno que había visto nunca. Eran de fama mundial, como sus ideas. Pero lo de pensar en darse en comida”.

Al poco tiempo, llegaron al bosque, padre e Hijo talaron los árboles. Que a la mañana siguiente vendrían a buscar con la ayuda de otros hombres. Árboles, que servirían para hacer camas. Mesas. Bancos.

Pero que los romanos usaban también para hacer cruces. El instrumento de muerte, y, tortura más cruel, en el que suspendían hasta la muerte a los nacionalistas judíos.

Jesús.- Papá ayer vi a un crucificado. Fue cuando venía de hacer un recado de mamá. Me dio mucha pena; me hubiéra gustado aliviarle

José. No te habrás acercado. Recuerda. Que aunque no debemos juzgar a nadie, la ley los declara malditos. Dicen que cuando un hombre es justo; Dios no permite que muera así.

Jesús.- Y, si ese Hombre tiene sobre si, todos los pecados del mundo. Entonces Dios lo permite. Te lo digo Papá, porque me dio la impresión, de que yo a lo mejor un día muero de esa forma, aunque algo me dice; que yo voy vivir siempre.
José.- No hijo, La Cruz es para los impíos. Para los pecadores. Aunque a lo mejor algún inocente va a ella. Pero tu. Mi Niño no. La humanidad aún no ha caído tan bajo.
El muchacho callo, pero sus ojos profundos se llenaron de lagrimas, y, un temblor seguido de un sudor frió sacudió su cuerpo adolescente. Fue como un presagio de muerte. Pero también de Resurrección.
Jesús.- Mira papá están cavando en la roca. No te parece que trabajan de más. Yo pondría los ladrillos encima, y, haría la casa, sin cavar nada. O mejor la haría en la arena. ¿A qué soy original?
José.- Síi mucho. Una casa sin raíces, y, a la menor embestida del mar de Galilea. Se va la casa flotando por las aguas. No Jesús. Hay que cimentar sobre roca. Para que a la casa, no la derribe el viento.
Y, así paso a paso llegaron a su hogar en Nazareth, donde María la esposa de José, y la Madre de Jesús los aguardaba en la puerta para ofrecerles un trago de agua fresca.
Jesús. (corriendo hacia ella). Mamá, estuve a punto de traer una ardilla coja pero abba. No me dejo.
Maria. Hizo muy bien jovencito. Con tu cariño por los animalitos vamos a tener que hacer otra casa. Y. ahora anda. Entra dentro y lavate. Vamos a comer. Y tranquilo no hay lentejas.
Han pasado los años. José descansa ya en la morada de los bienaventurados. Y. Jesús. Ahora el Rabí de Nazareth dice a sus seguidores. “Que el hombre, que no cumple sus mandatos, es como él que hace su casa sobre arena.” Y, al hacerlo, sus ojos se humedecen al recordar a su querido abba José.
Y. un día logra hacer su sueño de adolescente, y, con un poco de pan, y vino. Se convierte en comida para todos sus amigos. Y. les da el poder de renovarlo. Para estar siempre con ellos.
Y; al otro día de aquello, es hecho maldición para que todos seamos bendición, y cargado con los pecados de todos es crucificado.
Pero como soñó de adolescente. Sólo tres días lo domina la muerte.

Fin

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