jueves, 28 de mayo de 2020

pinacoteca

Ella  iba todas las semanas al museo, al pinacoteca, se paraba sobre todo en algunos cuadros muy determinados
Él hacia lo mismo, le gustaba el arte, no que fuera experto, sino que lo sentía a flor de piel
Había pinturas que no entendía, aquellos cuadros con una madre rodeada de ovejas, una vaca, un burro, mostrando su hijo recién nacido, otros similares donde se mostraba el pequeño a unos personajes que se veían poderosos, ú otra familia parecida sentada en medio de un campo
Los que menos eran aquellos que mostraban a un hombre herido, crucificado
Él no era creyente, la religión no le interesaba, lo suyo era el arte
De pronto se dijo, por qué no preguntarle, a lo mejor ella sabe
Y, lo hizo, ella que le dijo que se llamaba Carmen, no tuvo reparo en explicarle, eso diciéndole que lo suyo por el arte, era por corazón, él se rió y le dijo, que lo mismo.
Entonces ella le dijo a él, cuyo nombre ya sabía que era Antonio, que aquella familia era La Sagrada Familia, le dijo que el Crucificado era Jesús el Dios hecho hombre
Él le dijo que no sabía quien era, que no era creyente
Entonces a ella se le ocurrió, decirle que para comprender lo que estaba mirando tal vez debería leer la Biblia, si quería ella estaba dispuesta a guiarlo, podía sumarse a su grupo de Biblia
Antonio acepto
Pero en el grupo de Biblia no lo aceptaron, era ateo, su interés por la Biblia no era religioso, poco falto para que echasen a Carmen
Carmen le pidió perdón, y se decidió a hacerlo ella misma
Se reunían 2 días a la semana, al salir Carmen del trabajo, y, él de su trabajo como economista, quedaban en un café que apenas tenía gente, y, ella le iba explicando, y, como ella si era creyente oraba en silencio por él
Después iban al museo a ver los cuadros, que cada vez Antonio entendía mejor, y, se encariñaba con sus personajes
Y, también poco a poco, el amor iba naciendo en ellos, y, un día Antonio le pidió matrimonio, se casaron  Antonio seguía leyendo la Biblia con su esposa Carmen, iban al museo, llegaron los hijos, y de sus padres recibieron el amor al arte,  pero Antonio seguía sin creer, se fueron haciendo mayores, los hijos se fueron de casa, se hicieron más mayores todavía, Antonio seguía sin creer; hasta que un día, de pronto dijo. Creo, gracias Señor, Creo
Carmen se calo bien las gafas, le pregunto de que hablaba, y, él le dijo, Creo que Jesús es mi Salvador, lo creo porque tú lo crees, lo creo porque nadie sigue a un crucificado y da su vida por él, si no sabe que esta vivo, lo creo, porque ahora recuerdo que es lo que siempre vi en tus ojos. Lo creo porque lo he visto en el mendigo que me sonrío cuando le dí una ayuda. Sí Carmen en ellos esta su rostro,  los pintores trataron de reflejarlo pero no pudieron. Lo veo en esas familias que huyen de la guerra del hambre, así fue el exilio de La Sagrada Familia, no como lo pintaron los artistas con cesta de merienda

Lo creo, y, lo más grande es que ahora siento, que lo creí siempre, que fue él quien me empujó al Museo, para que te encontrase, sabes otra cosa, más que creer lo veo, sí lo estoy viendo, me sonríe me llama tengo que irme, adiós esposa mía,

Carmen volvió a calarse las gafas, se ajusto el audífono, que usaba desde hace años, ¿irte a dónde?. Antonio no le respondió, Carmen miro al sofá, allí estaban sus restos,  su pobre cuerpo mortal, Carmen abrió la ventana, miro al Cielo, aunque sabía que eso no era el Cielo, sino el firmamento, pero precisaba una referencia, así pues miro al cielo y dijo
Antonio no, nos olvides feliz estancia
Los hijos no entendieron cuando dijo que aceptaba el funeral en La iglesia, pero que quería la dejasen ir a rezar por Antonio a la pinacoteca; se dijeron que a sus 103 años chocheaba, pero Dios y Antonio sabían que no.
Fin

miércoles, 6 de mayo de 2020

necio . Cuento de amor

El necio. Un cuento de amor
Rosalinda era una joven princesa, que como todas las princesas tenía muchos pretendientes, además ella sería la reina de su pequeño país; así que el joven que se casase con ella, sería el marido de la reina, y, tendría parte en el gobierno del país.

 Rosalinda con el permiso de su padre el rey, decidió empezar la elección de los candidatos a esposo "Quiero les dijo que vayáis a la orilla del río en un día de lluvia, toméis hojas de helecho, pero siguiendo esta forma, primer helecho una hoja, del segundo nada, del tercero 2, del cuarto nada, del quinto 3, así hasta reunir 12 hojas que meteréis entre vuestro pecho y vuestro jubón. Lo tendréis así 4 días, al cabo de los cuales acudiréis ante mí; las hojas se habrán transformado en una hermosa y rara flor, que los físicos transformaran en un elixir que cura todos los dolores, y da victoria al soldado que lo bebe en todas las batallas. Él que tenga la flor más perfecta será mi esposo.

 Los candidatos que eran príncipes, duques, marqueses, condes, barones, dijeron que la princesa fuese a reír se de su abuela, bueno no lo dijeron, pero lo pensaron. "Menudas tontería y guarrada incluso, ir a mojarse al río, tomar esas hierbas que vaya usted a saber si no son venenosas, y, coger una calentura que te mande al otro mundo, los debía de tomar por idiotas"

 Asi que se volvieron a sus casas, pero había un pastorcito al que la gente tenía por tonto, por necio, este amaba en secreto a la princesa, y, no pensó en que fuese su esposa, pero si en que tuviese esa flor ;que lo curaba todo, y, que haría a sus soldados invencibles, tenía que ser cierto, se dijo, porque las princesas no mienten, el cura dice, que La Madre de Dios es una princesa, del Cielo pero princesa, como La Madre de Dios no miente, pues las demás princesas tampoco, así razonaba el pastorcito, qué a esta altura aún no he dicho, que se llamaba Elisardo.

Pues bien Elisardo hizo lo que había dicho Rosalinda, era tiempo de lluvias, y, casi pilla una pulmonía que lo envía al Cielo, pero era fuerte, y, no le paso nada A los cuatro días, se presento en palacio, naturalmente no querían dejarlo pasar, pero se puso bravo, armo alboroto, y, salió la propia princesa. Entonces Elisardo, le explico el motivo de su visita, allí junto a su pecho, estaba la planta maravillosa. Todos se rieron, "Es verdad que es necio, se lo ha creído" decían unos a otros. Rosalinda, dolida porque ella había querido reírse de los nobles, no de aquel pobrecillo, se acercó a él y le dijo Dime querido súbdito.

¿ Pretendes acaso ser mi esposo, has creído lo que dije a los nobles? Alteza, dijo Elisardo, no pretendo ser vuestro esposo, soy un pastor necio, pero no tanto como para no ver mi indignidad ante vuestra Alteza, pero quiero serviros; sí creí lo que dijisteis porque os amo, y, porque las princesas no mienten, yo lo que quiero ;es que tengáis esa flor que lo cura todo, y, hará invencibles a vuestros soldados. Escuche como los nobles se reían de vuestra petición y decidían no hacer lo que les pedisteis, si ellos lo hubieran hecho, yo no me habría atrevido, que soy necio pero no tanto

 Rosalinda estaba roja de vergüenza, aquel pobre pastor, había podido morir de una calentura, y, era un súbdito fiel, se armo de valor y dijo Bueno Elisardo, yo lo que quise decir fue, pero vamos a ver esa planta, la princesa ordeno al físico de palacio que sacase "las hojas de helecho que el pobre ;pastor se había colocado", pero cuando el físico lo hizo, encontró la rosa roja más brillante y hermosa del mundo que en cada pétalo tenía grabado un corazón. Entonces Rosalinda le pidió perdón al pastor, y, le rogó la tomase por esposa, no para ser el marido de la reina, si no para ser ella la esposa de un pastor y pastora también, porque eran los pastores los que no mentían, rey; pues en su día; lo sería su primo, el hijo del hermano de su padre el rey

 El Pastor acepto, y, desde aquel día, Rosalinda fue la novia del pastor, se casaron ante un cura del pueblo, pues no quiso que oficiase el obispo, pues no es de recibo que un obispo, presida la boda de unos pastores Fueron muy felices, la rosa no se marchito nunca, y, si daba victoria o curaba nadie lo supo, pues no dejaron deshojarla, aunque espera claro que lo cura todo, y, da siempre la victoria, porque las hojas de esa planta eran el amor, y, el amor vence siempre.

 Fin