domingo, 30 de diciembre de 2012

El páramo

El páramo. Relato
Hacía ya, treinta, y, nueve días. Que, estaba,  allí, en aquel desierto, y, justo aquel día hacía tres que, no llovía, la  sed le quemaba, la garganta, estaba aguantando sin comer, pero la sed, era insoportable

Oyó, como una voz lejana, que le gritaba, como en  un susurro.

¿Qué sentido, tiene que, pases sed, bebé, ningún hombre. Aguanta sin beber, y, tú eres hombre, hombre?

Parecía decir el eco, de aquella voz  lejana, y, misteriosa, pero que no dejaba de parecer amable

Y, tenía razón,  era un hombre, aunque no sólo hombre, pero como hombre; que era tenía sed, e, iba beber,  se levanto del suelo, camino un rato, hasta detenerse frente a un pequeño arrollo, se detuvo al momento, aquella agua era imbebible, estaba llena de verdor, y, pequeños animales muertos flotaban en ella, y, no había otra

¿.Y, qué?

Le sugirió la voz. ¿Acaso, no puedes limpiar el agua para beber, sólo se trata de hacer, que esa agua  se pueda beber;  y, calmar tu sed, ?

Sí, es cierto, le sugirió otra voz, ó, tal vez la misma, cualquiera lo haría, por qué no Él que, además podía.

De pronto,  Jesús, se levanto, y, empezó a marchar en dirección contraria, al pequeño arroyuelo.

Padre, tú lo sabes, mis labios están agrietados, además esta sed me presagia, otra sed peor, pero no voy, porque tú no quieres, que, lo haga, hacer bebible el arroyuelo, me hice hombre, no me he disfrazado de hombre, y, los hombres mis hermanos, no pueden, hacer milagros para calmar su sed


¿Cómo podrá sentirme a su lado, el que tiene sed de justicia, y, nadie lo sacia, y ,no puede hacer nada, si yo, hago para m; propio provecho, bebible el agua del arroyuelo.

Ó,  él que muere de sed en un desierto, ó, en el lecho del dolor?

Hay tantas formas de sed, en mis hermanos, los hombres, qué tu Padre, me has enviado a buscar, sed de amor, y, no pueden hacer que, cesé, sed de agua, sed de justicia, por eso Padre; por ellos, y, por Ti, no haré  bebible, el arroyuelo.

A lo lejos, se oyó un trueno, y, se vio un relámpago, Jesús sonrió, le gustaba;  desde niño ver esas manifestaciones del poder, y, de la simpatía; de su Abba, luego empezó una lluvia, que lo calo hasta los huesos, el joven Jesús, tomo con sus manos el agua de la lluvia, y, bebió, calmando así su sed humana, alzó los ojos, al Cielo, y. dijo.

Hay que ver, abba( Papí), no se puede negar que, eres un Padrazo


Y, Dios desde su propio Corazón de Hijo; le respondió,

 "No veas Hijo, lo pesada que, esta estos días tu Madre"



El Levita


Ruben, llevaba tiempo preguntándose si su vida tendría algún sentido; se hacía las preguntas en silencio; para no ser apedreado, no tenía ganas de levantarse, e, ir al Templo, como era su deber ya que era levita, aunque no sacerdote .

Desde hacía  tiempo; no se sentía a gusto, en el lugar sagrado, le hubiera gustado ser otra cosa; antes que Levita, dudaba, de la existencia de aquel, dios tan implacable, según unos, y, tan bondadoso, según otros

Y, entre “ lo que hablaban del dios bondadoso”, estaba ….. “

Claro qué, qué iba saber , de dios, de cómo era, si es que, existía, un carpintero, de Nazaret, que no tenía estudios, y, que además, hablaba de una recompensa, tras la muerte”; no aquel hombre, no sabía nada

Él, sí lo sabía, y, muy bien ,puesto que, como todos los sacerdotes, y, levitas en alquel entonces era, saduceo;

"No, había ángeles, ni resurrección, ni vida tras la muerte, en esto él hombre era como las bestias, el hálito de ambos acababa en la tierra; Dios premiaba y. castigaba aquí
Y, esto, la idea del final en la tumba, fue lo que estaba empezando a darle miedo, a confundir; a Ruben; ya no era un niño, y, estaba harto de ver como buenas personas, por culpa de gente sin conciencia acababan su vida, incluso vendidos como esclavos, ó, como a otros un desgraciado accidente dejaba postrados en el lecho para el resto de sus días; cierto es que, debía pensar que, eso era porque algún pecado habrían cometido, pecado que sólo Yahvé conocía,


 Pero Rubén sabía, que, no siempre era así, y, recordó sin más a su querida hija; su niña adorada, una muchacha pura, y. buena, a la que dio en matrimonio, a un joven respetable, sacerdote del Señor, buen Saduceo, los dos eran buenos, buenos esposos, y buenos hijos, y, cuando parecía que todo sonreía, que, el Eterno los había bendecido; porque en el vientre de su querida hija, germinaba una nueva vida; unos ladrones asaltaron su casa, en un momento en que, los jóvenes esposos aún estaban durmiendo, el esposo murió sin darse cuenta; la infortunada joven, no tuvo tanta suerte como su marido, perdió el hijo que llevaba en su seno, y, que Rubén enterró en el huerto de su casa; y. ella quedo postrada, para siempre en su lecho, con sus ojos perdidos, mirando sin mirar.

Rubén, cada día; la besaba, y, ayudaba a darle de comer; luego mientras la aseaban sus criadas lloraba en silencio

Qué pecado, habían cometido aquellas dos criaturas; ninguno, si es que, para ese dios, era un pecado el amarse, si hubiéra; otra vida.
Confiaría en que, allí se les hiciese justicia; que su yerno reposase en Abraham como decían los fariseos, que hasta su nieto, que no llego a serlo, jugase en las rodillas del Patriarca que, un día, su hija, al resucitar recobrase su cuerpo sano

Mas para que, soñar, todo acaba aquí, el premio, y. el castigo se recibe aquí, sin embargo, los ladrones, que mataron a su yerno, e hirieron a su hija de muerte, no fueron aplastados por un rayo; más bien parecía ,que Dios estaba del lado de los fuertes

De pronto tuvo una idea, ir  a ver, a ese tal Jesús; pero la rechazo, era una tontería, no era más que, un loco, y,él no estaba para perder el tiempo.

Al cabo de unos días;  lo vinieron a buscar sus compañeros, para ir ver una ejecución de 3 malhechores, uno de ellos un blasfemo “ Jesús de Nazaret”; al verlo en el patíbulo de la cruz, Rubén se alegro, de no haber ido a verlo, ahí estaba la prueba, de que lo que decía era mentira, Dios lo había abandonado, y, moría abandonado por Dios, maldito; aunque la verdad, para ser sinceros es que, no había sido Dios quien lo había puesto allí, sino un grupo de envidiosos, traidores, canallas, nunca le gusto a Rubén, el que la gente haga las cosas; y, le eche la culpa a Dios; por eso reprendió también, a los que insultaban a Jesús, aunque nunca había creído en él; le parecía una crueldad excesiva él que, lo insultasen, animándolo a bajarse de la cruz, bastante tenía el pobre, con lo que tenía.

Días más tarde,circulo: por el pueblo la noticia de que el cuerpo de Jesús había sido robado, noticia que no creyo; claro que, tampoco le convencía, porque desmontaba todas sus creencias; y,  le obligaba a un nuevo replanteamiento; lo que decían" los suyos, sobre todo las mujeres

“ que había resucitado”

Estaba seguro de que, Roma tendría algo que ver; hasta que se encontró con un chaval; lo conocía, porque le había llevado algunas veces el pescado, que, vendía su padre, era uno de los hijos de Simón, uno de los discípulos de Jesús; el muchacho iba corriendo con un bulto, Rubén lo detuvo, y, le pregunto que llevaba; el muchacho le mostró la sábana sudario, en que habían envuelto el cadáver de Jesús, la sabana estaba sucia manchada de sangre, de saliva, pero parecía como si tuviese el reflejo de un cuerpo en una forma extraña; a Rubén, le extraño, que aquellos, que robasen el cuerpo, fuesen quienes; fuesen se llevasen el cuerpo desnudo, ó,  incluso que, no rompiesen el lienzo en caso de no querer llevarlo, algo raro había pasado.

 ¿ y sí?.

Claro que, entonces porque, Dios no intervino, y, si Dios, no fuese como él pensaba, si no un Dios que, comparte el dolor, que, esta con los que sufren, con los esclavos.....

Rogó al muchacho, le dejase el lienzo, unos minutos, después él mismo lo acompañaría junto a Simón, el chico en un principio, no quería, pero a cambio de unas galletas de miel, acabo cediendo.

Entró; en la casa, extendió la sábana en un lecho, y. rogó a 2 de sus esclavos, que. le ayudasen a mover el cuerpo de su hija, y, tenderlo en la sábana;  los esclavos no entendían, pensaron que se había vuelto loco, pero eran esclavos, y, nada podían hacer; la hija de Rubén, quedo envuelta en el lienzo, pasaron minutos, y,. todo seguía igual, hasta que, escucho como lo llamaba, acudió corriendo su hija, le pedía ayuda para levantarse, pero antes le tomo la mano, y, la puso sobre su vientre, para que viese como su hijo empezaba a moverse, no podía ser, su hija curada, su nieto no nato resucitado.

Sí, Jesús era el Señor; aunque intento, hablar con los discípulos de Jesús no pudo, tal era el miedo, que estos tenían, pero a Rubén no le importaba esperar, ahora que sabía que la vida es eterna

Sólo quedaba esperar el soplo del Espíritu


viernes, 28 de diciembre de 2012

Sombrío, el faisan feo

“Sombrío”, no era un faisán como los demás, era un faisán feo, si feo,  al menos es lo que pensaba él, y. lo que le gritaban sus hermanos, y, sus primos, era feo, porque sus plumas carecían de la lustrosidad y brillo,de, las de los,  demás faisanes. Que cuando les daba el sol, parecían espejos, y, cuyos colores hacían, que reyes, y, príncipes las pusieran como adornos en sus trajes y sombreros.

No, a “Sombrío” nadie, lo iba a poner como adorno, era un faisán gris, si un faisán gris, y, por si fuera poco, tenía un alita, medio doblada, y, una patita más corta que la otra; no es que no pudiese volar, claro que podía volar, era en tierra donde, se veían todos sus defectos.

Cierto día, al volver de la escuela, porque los faisanes van a la escuela, estaba hablando con su abuela, la señora faisán, y. le estaba dando sus quejas, decía; “Sombrío”, que Dios a él no lo quería, puesto que no lo había hecho, bello como a sus parientes; la abuela, le dio un aletazo cariñoso, para reprenderlo, y, le recordó que el Creador ama a todas sus criaturas, que si no lo amase, no habría faisán, y, que por supuesto, si lo había hecho así, Él sabría porque, y, que siempre habría sido por Amor, pero que un faisán, no entiende de los designios de Dios, pues aún no los entienden, los humanos, con ser su imagen, y, sus hijos, según dicen algunos. Concluyo la abuela –faisán.


Pero nuestro amiguito, no estaba de acuerdo para nada, él quería tener las plumas de colores, como los demás y, no tener una alita, y, una patita, deformes, no tenía más remedio que aguantarse, pero que no le viniera la abuela, diciendo que aquello era un acto de amor.

Paso el tiempo, y. el rey de aquel país donde vivía nuestro “Sombrío” organizo una partida de caza, el jefe de la montería, dirigiéndose al rey, le dijo.

 ¿Sabe, vuestra Majestad, si es de su agrado, podemos cazar un faisán? Los cocineros, lo prepararían para la cena, y, con sus plumas. Podría adornarse el tocado de vuestra augusta esposa la reina, y, de vuestras hijas las infantas

Me, parece bien, respondió el Rey.

Y, de pronto, el servidor del rey, diviso a “Sombrío”, pero cuando, lo vio un poco más cerca, dijo al rey.

Majestad, no vale, para adornarnos con sus plumas, jamás vi., bicho más feo. Pero hará una buena cena

Y, entonces “Sombrío” se levanto, y, el rey vio que llevaba un ala doblada, y que cojeaba.

Quieto, ordeno el monarca, ese animal es deforme, quien sabe que extraña enfermedad encierra dentro de si, a lo mejor, ha comido algún veneno. Volvamos a Palacio, hoy no hubo suerte en la caza.

Fue entonces, cuando “Sombrío” comprendió, el favor tan grande que le había hecho Dios, al crearlo de aquel modo. Y, desde entonces todos los días. Daba gracias a Dios, por ser un faisán feo.

Fin

Los 3 viajeros

Me llamo Isthar, como una diosa, y, soy esclava. Soy  vieja. Pero conservo perfectamente la memoria, y, he visto cosas increibles

Recuerdo la dulzura de mi amo, que contrastaba con la dureza de mi ama;  que, no quiere decir que, fuera mala. Pero si, que,  tenía algo que, le hacía mirarnos de arriba abajo. Sobre todo. Cuando el amo, tomo a una de nosotras, para que le diese un hijo.

Agar, se llamaba mi compañera. Yo no sentí envidia de ella. Sabia que, para el amo. No era más que un medio para tener un hijo.

Hijo, que si los amos querían, no sería nunca de ella.

Aquella mañana; lo recuerdo como si hubiése pasado hoy mismo.  Hacia un calor abrasador;los niños de los esclavos, y, el pequeño Ismael. Es decir, el hijo de mi amo, y, de Agar mi compañera; jugaban en la arena.

Las mujeres. Se vertían agua encima, para refrescarse.  otras hilaban, resguardadas del calor del sol, por la sombra de las tiendas.

Mi amo que a todas estas; no os he dicho; que se llamaba Abraham, estaba sentado en una piedra. bebiendo un vaso de agua, y, mirando para su hijo. Yo me encontraba en la tienda, de mi ama. Ayudándola a peinarse. Mi ama se llamaba Sara.

De pronto se paro, y, me dijo. “Isthar, mira. Que vieja estoy, el pelo lleno de canas, todo nevado, y, la piel arrugada; y, no he podido dar un hijo, a mi señor, a mi esposo"  yo, tome su mano, y, olvidándo quien  era ella, y, quien era yo, le dije; " ama los dioses son asi; pero tú, ya le has dado un hijo por medio de tu esclava"
Me miro, medio burlona, y, dijo:

“¿Los dioses.? Sólo hay un Dios. Al menos eso dice, mi esposo.

 Que hasta dice que, habla con él. No, Isthar el hijo de la esclava es suyo. Yo me refiero a uno carne, de mi carne”

Interrumpio, nuestra conversación, el  tronar de los cascos de unos caballos
Me asome a la puerta de la tienda. Y, vi a 3 viajeros. Uno de ellos se bajo, tomo las riendas de su cabalgadura. Y, de las de sus compañeros, y, pregunto
¿No hay nadie por aquí, que pueda, ofrecernos un poco de agua, venimos de lejos. Y, traemos mucha sed? .

Nadie respondió
 Hasta que de pronto el amo, se levanto, y, se inclino en el suelo 3 veces, como si aquellos extranjeros fueran reyes. ó,  incluso dioses.

 Entro corriendo en la tienda; y  ordeno. “pronto preparad el ternero cebado. Coced, pan, no voy a dar a mi Señor, pan duro, y, colocad leche fresca ,y cuajada”;  mi ama, asintió, sin entender. Porque allí había 3 hombres.

Y, mi amo. Sólo: lllamaba “Su Señor.” A su Dios.

Luego mientras los 4 hombres comían.

 Yo seguía dentro de la tienda con mi ama. Nos llegaban trozos de la conversación. A la que no prestábamos atención. Por ser cosa de hombres. Hasta que, él viajero que  había pedido agua; . Y, que era el que, no paraba de hablar. Los otros 2 creo, que no dijeron nada.

Dijo a mi amo. “ volveré, y, entonces Sara. Ya tendrá un hijo”, dentro mi ama, y, yo, no pudimos contener la risa. Y, tú también te hubieras reído si vieras a mi ama, entonces. Aunque mujer prudente. Sara no pudo contenerse, y, estallo, diciendo “si ahora. Me voy a volver moza. Y, cambiar pañales” el hombre que había causado la risa.

 No se disculpo. Muy al contrario amonesto a mi ama, diciendo ¿Por qué te ríes Sara. Es que para el Eterno. Hay algo, imposible?

Sara. Respondió. Temblando como un niño, que ha sido pillado en falta. “pero si no me he reído”
Y, de nuevo aquel interlocutor misterioso. Respondió, pero esta vez con aire de pillo; si te has reído.
Luego mi amo, los acompaño.

Paso el tiempo, y, mi ama, rejuveneció. Y, en su seno floreció la vida. Yo la asistí en el nacimiento de su hijo. Le pregunte el nombre. Y, me dijo “Isaac” que en nuestra lengua es risa. Pues el Eterno, y, yo. Nos hemos reído, de los que decían; Sara ya no podrá, dar le un hijo a su esposo Abraham. Y, aquí esta el “mozo”.
Yo, no me lo explicaba.

 Aquello iba contra todas las normas. Contra lo que, las mujeres sabemos de nosotras. Aquello decía que el Dios de mi ama. Era Dios. Y ,que mis pobres figurillas de arcilla, eran eso, figurillas de arcilla.

Después pasaron muchas cosas.

 Un día, no sé todavía muy bien porque, recordad que, sólo soy una esclava.

Mi compañera Agar, y, su hijo, abandonaron la casa. No supe porque, ya que amo siempre quiso a este hijo.


Y, así fue pasando el tiempo.

Aquella mañana, Abraham vino a donde estábamos los esclavos, y, le dijo a mi hombre. “ Leftar, apareja mi asno. Y, tu Isthar, prepárame un haz de leña, voy subir con el chico a adorar a mi Dios, y, luego volveremos con vosotros”

Todos, y, cada uno de los esclavos, preguntamos al amo. Si quería que, lo acompañásemos, pero insistió en ir sólo.

Yo, y, mi hombre, cumplimos sus ordenes. Pero había algo que, yo presentía en el ambiente.

Y, no era el hecho de que, desease ir solo, no eso me parecía bien. Al fin y al cabo, ninguno de nosotros creía, lo que, se dice creer en aquel Dios invisible.

Bueno, yo tenía mis dudas. No, lo que me hacía a mi estremecer era, que el amo, que ofrecía siempre a su Dios, las mejores crías del rebaño, no llevaba ningún cordero; y, desde luego, no iba ofrecer en sacrificio el burro, “Pedrongo” que estaba cojo, y, era viejo. No iba ofrecer un animal imperfecto, cuando había tan buenos corderos en el rebaño.

Me hice una pregunta ¿Será que va ofrecer...? me llame necia a mi misma.

Mis amos dicen que, su Dios condena los sacrificios humanos.

 Además. Incluso, los que ofrecen sacrificios humanos, lo hacen de niños recién nacidos,ó, de jóvenes doncellas.

Nadie ofrece, el hijo único el día que, cumple sus 14 años.

 Además amo, lo dejo bien claro. “Volveremos”.

Definitivamente; “Istahar, te estas volviendo loca.

Tres días más tarde, cuando regresaron supe la verdad. El Dios de mi amo. Le había pedido como prueba el sacrificio de su hijo, y, después su propio Dios lo había detenido.

Cuando ama lo supo. Lloro, lloro mucho. Y, luego me tomo de la mano.

Y, me dijo “Isthar” Siento aquí dentro de mí, que llegara un día en que, Dios, no detendrá el sacrificio.

Sé, me lo dice mi alma de mujer, que un día un fruto de mi seno, sin haber salido directamente del, será inmolado en un monte.

Y, Dios, no detendrá el sacrificio.

La miré, y, le dije. “ama. No todos los padres. Estarían dispuestos a sacrificar a su hijo”

Me respondió.”no, Dios no se lo pedirá a ningún hombre. Será a la propia mujer, que lo haya traído al mundo.”

Pues entonces, replique. Ella lo esconderá. Y, lo salvara

“No, Isthar, ella. Que habrá aceptado ser, su Madre para eso. No lo matara. Pero lo vera matar, y, en vez de odiar a sus verdugos. Empezara a quererlos como hijos; lo siento aquí en mi sangre, y, siento el dolor de esa hija, que aún no ha sido creada por el eterno. Pero a la que más que hija, ya veo como una madre.”

Ama. Respondí. “ No creo que halla mujer, que pueda resistirlo”

Ella podrá. Porque Dios estará con ella. Por eso se mantendrá en pie, también algo me dice, que su hijo. Estará poco tiempo atado por la muerte, que lo que vivió mi esposo. Fue un anticipo.”

Trate de sonreír, y, le dije. “Sabes ama. Esa mujer. Debería llamarse, con un nombre egipcio. Debería llamarse, “Maria

¿Por qué Maria, Isthar, que significa?

 Pues ama. Significa. La que es amada por el Creador.

Bonito nombre. Tienes razón mi fiel Isthar, tal vez se llamé así.

Miles de años más tarde. En la ciudad de Jerusalén.

Claudia, se levanto, y, avanzo despacio hacia Simón el viejo pescador.

 ¿Has oído lo que he leído? Tal vez pienses que, sólo son leyendas. Pero en mi familia, hemos guardado estos papiros, desde hace mucho tiempo.

Y, cuando fui al Calvario, a llevar agua a los legionarios. Y. vi a aquella mujer allí de pie. Al lado de la Cruz donde, agonizaba su hijo. Y, luego bueno. Oí contar. Supe que, se había cumplido.

Lo que mi antepasada, Isthar, y, su ama; vaticinaron.

¿Por cierto Pedro, como se llama la madre de Jesús?.

Pedro. Sonrió. Y, dijo. Se llama. Como sólo ella podría llamarse. Aunque sea nombre corriente en nuestro pueblo, se llama “Maria

Claudia. Ahora temblando, volvió a decir, y, yo podré bautizarme, y, tomar su nombre.
Claro. Claudia. Pero antes. Debes conocer unas cuantas cosas. Saber por ejemplo, porque Abraham saludo a un viajero, cuando iban tres

Saber porque sólo uno de ellos hablaba

Saber que Dios, que no acepto, que su amigo, inmolase a su hijo. Si acepto que el suyo, fuese inmolado en el sitio de todos

Saber que somos hijos de Dios.

“Pues estoy dispuesta a aprender maestro....”

Y, así la descendiente de Isthar, esclava de Abraham, alcanzo la verdadera libertad; y se convirtió en hija de Abraham, y, en lo más importante en hija de Dios
Fin


viernes, 21 de diciembre de 2012

Natanael

Natanael era un joven israelita, alegre, simpático,  natural como su buen amigo, Felipe de la ciudad de Betsaida.

 Era un joven servicial; aunque no servil, y, con una mente abierta, no era de las personas que. se lo creen todo. Solía defender con fuerza sus convicciones, aunque también sabía reconocer sus errores.


Desde hacía 4 meses, trabajaba como remendador de redes, con un tal Zebedeo, un diríamos hoy, importante armador; en el mundo de la pesca.

Se sentía a gusto. Porque este, era un patrón honrado. Pero el salario que, ganaba le sabía a poco.

La razón, Natanael, se había enamorado, de una hermosa judía. Y, sus padres no veían mal su matrimonio, pero claro esta, el joven, quería ofrecer a su esposa una buena vida.

Mas de una vez se pregunto, como podría hacer, para salir de la vida mediocre, económicamente que llevaba.

 Hacía días que, se le había ofrecido la solución hacerse “publicano” recaudador de impuestos para Roma.

 Estos gozaban de todo tipo de prebendas, delante del pueblo invasor. Cierto que, eran despreciados por los suyos, y, eso era algo a tener en cuenta.

No ya tanto por él como; por su familia, no era fácil ser la familia, de un publicano. La idea no le volvió a la mente;  hasta ...


Hasta aquel día, en el cual no había tenido que ir al trabajo.

 Era un hermoso día de junio. El calor empezaba, ya a ser sofocante. Y, Natanael se había sentado debajo de una higuera.

 Entonces fue, como si alguien le susurrase al oído la idea.

 ¿Por qué no hacerse colaborador?, no,  publicano, estos son despreciados.

Pero cuantos había, incluso fariseos que, informaban a los publícanos, de la casa donde se hablaba mal de Roma

 Ó, incluso, se planeaban rebeliones, de quien ocultaba los tributos, que debía rendir, fuese a Roma ó, al Templo.

Estos eran honrados, pues nadie conocía su oficio. Cuando sus “jefes” los visitaban lo hacían, como si fueran a inspeccionarlos. Y, si se acercaban, a la mesa de algún publicano, lo hacían con el truco de echarles en cara, el que hubiesen robado a un amigo suyo.

Que solía ser vecino, del que no estaba cumpliendo. Si daba un golpe en la mesa. Era que escondía tributos.  Si daba dos. Que hablaba mal del Imperio. Si tres que preparaba u ocultaba ataques a Roma .etc.

 A cambio se le daba protección. Se le daba una vivienda lujosa,todo tipo de comodidades. Y, quien sabe tal vez sus hijos pudiesen, ir estudiar a Grecia, o al mismo Egipto.


Natanael sabía que, muchos lo hacían

.¿ Por qué no él, quien lo iba a saber?.

 Se respondió a si mismo. Yahvé. Y. yo, más que suficiente, vender a mi pueblo a los míos, traicionar a mi Dios, por unos denarios.

Por una casa jamás. Hoy mismo ofreceré un sacrificio, a Yahvé, para que me perdone esta falta.

 Pero no llevare el cordero al Templo, los sacerdotes ya están muy gordos.

 Se lo daré, a aquella familia pobre que, vive cerca de nosotros, y, a la que nadie ayuda porque no son judíos.

 Pero son hombres. , el Levítico manda ayudar al extranjero.

Dejo sus cavilaciones, porque escucho, la voz de su amigo Felipe, llamándole a gritos.

Felipe, venía con los ojos alborozados, como si hubiese visto al mismísimo Elías.
Se sentó jadeante, y, tras tomar aliento, le espeto.

¿A qué no sabes, a quien hemos hallado?

No. Claro que no lo se (respondió Natanael)
Pues al Mesías. Al hombre sobre el que escribieron Moisés, y, los demás profetas. Y sabes quien es. Pues el hijo de José, el carpintero que había en Nazareth, él también es carpintero.


Natanael, soltó una carcajada.

 Miro a su amigo, como se mira a un imbecil, y, le pregunto

¿ Ell Mesías. Y, nada menos que de Nazareth. Pero tú eres idiota. Tu no,  ves que de Nazareth,  no puede salir nada bueno?

 Un sinvergüenza. habréis encontrado, cuidado no os metáis en líos.
Felipe, replico es el Mesías lo se. Y, oye, por qué no vienes, y, lo compruebas.
Claro que iré, dijo a su vez Natanael.

Me apetece reírme un poco. “El Mesías, un carpintero de Nazareth, hijo de otro carpintero de Nazareth” lo más gracioso, si no ofendiera al propio Mesías cuando venga.


Tres horas más tarde, Natanael y, Felipe llegaban a un pequeño prado, donde los estaban esperando, un pequeño grupo de personas, entre ellas los hijos del jefe de Natanael, Santiago, y, Juan.

Y, el supuesto Mesías. Felipe. Se acerco a, Jesús, y,  le dijo. Rabí, te presento a mi amigo Natanael, viene para conocerte.


Jesús entonces, miro fijamente al muchacho. Y, dijo. “ahí tenéis a un buen israelita, sin trampa ni cartón, un judío como se debe ser”.


Natanael pensó. Así te los conquistas, con adulaciones. Por eso, se han tragado el cuento de que. Eres el Mesías.

Conmigo no te vale amiguito. No necesito tu aprobación, necesito, la de mi conciencia. A ver como respondes a esto...


¿De que, me conoces, para hablar a si de mí, es la primera vez que nos vemos?

No. No es la primera, para mi quiero decir. Sin ir más lejos, antes de hablarte Felipe cuando estabas bajo la higuera te vi.( y, a continuación le dijo algo que, sólo Natanael oyó, en su corazón) te vi. Luchar contra la tentación, y, optar por Yahvé, te vi, dispuesto a ayudar al necesitado, sin importarte su religión, como mando Dios por medio de nuestros padres.

Te vi incluso ahora, rechazando la adulación.

Natanael, se quedo como absorto. No, aquel era algo más que, El Mesías como lo entendían en el pueblo.

Aquel hombre conocía hechos pasados, sin estar él presente. Y, entonces cayo de rodillas.

 Diciendo “Tu eres el hijo de Dios, tu eres el rey de Israel”.

Jesús lo levanto, le dio un abrazo, y, le dijo Bartolomé. Porque ese va ser en el grupo tu nombre. Hace un momento pensabas que, yo era un embaucador. Y, ahora por lo de la higuera, ya me dices que soy el hijo de Dios. Pues anda que, cuando me veas volver al cielo a la casa de mi Padre; del Dios de Israel,.

¿Qué dirás?
Ni Natanael, ni los otros dijeron nada, porque nada entendieron. Pero cuando tres años más tarde Jesús ascendía a los cielos;  Bartolomé lo entendió.

Y, entonces después de recibir en Pentecostés El Espíritu Santo, se fue a proclamarlo a los pueblos.

A los gentiles. A decirles que,  Dios había mandado a su Hijo a la tierra. Y, que este había sido paisano de un pueblucho miserable.

 Que se había hecho el menor de todos por Amor.

 Llegando a la mayor ignominia la cruz.
Natanael,  renuncio, no al amor pero si al matrimonio, su corazón se había enamorado de Dios. Y, ninguna mujer podía llenarlo.


No tuvo las riquezas soñadas. Pero tuvo mucho más,   la gloria de dar la vida por su Maestro, y,  Señor, Él que,  un día conoció gracias a su amigo Felipe.
Fin

Mateo, el recaudador

Mateo era viudo, y, amaba las diversiones. Y, el dinero, porque se las facilitaban; por ello no había dudado ni un segundo, en aceptar el puesto de recaudador de impuestos para el Imperio, es decir para los que, estaban pisoteando los derechos de su patria, con ese dinero que él, Mateo se encargaba de cobrar.

Y, por el que recibía sus comisiones. Era un buen cobrador, y, no se le escapaba nadie. Sabía que, se pagaba el doble, si se decía, y se forzaba a  un rebelde. a pagar el tributo.

Poco le importaba, que la familia en cuestión, no tuviese dinero, se cobraba en especies. Y, ya esta. Con ese dinero, ó, con lo obtenido, por la venta de las especies incautadas.

Se pagaban, a los soldados que violaban, a las jóvenes judías, que cometían la imprudencia, de pasear solas; cerca de los destacamentos romanos.

 Se mataban a los judíos, que tenían el valor de decirle, no a Roma.

Se mantenía la ocupación del país. Y, se levantaban templos a los ídolos.

A, quien los romanos adoraban, pero a Mateo, no le importaba cierto, que a veces tenía algo, así como remordimientos. Pero duraban muy poco.


Nadie, lo quería era un maldito, un impío, no le importaba. Tenía a los suyos.

Casi todos los días, daba fiestas en las que, había publicanos, romanos, y, prostitutas. Por supuesto cortesanas al servicio de Roma. Él  no aceptaba cualquier cosa. Y, así transcurría su vida.


Aquel, día,  como tantos otros, acudió a su trabajo, estaba sentado a la mesa del telonio, contando el dinero. Que, sus compatriotas iban a pagar, en el día voluntario de cobro, cuando vio llegar, a un grupo de once hombres.

 Uno de ellos, dirigiéndose, al que iba al frente, señalo a Mateo. Diciendo Rabí, ahí esta el sinvergüenza, que quería llevarse todo lo que, había pescado durante el año, y, como no pudo, nos robo la cabra que, tenía mi pobre suegra, deberías decirle algo.

El hombre. Miro, al que, le había hablado sonrió, y, dijo tienes razón. Simón, a eso vine. Se acerco a la mesa. Y, todos sus seguidores. Y, los que estaban con Mateo, el propio Mateo, esperaban oír un montón de insultos. Pero en lugar de eso.

 Aquel Hombre, dijo simplemente. _Sígueme. Y. Mateo, sin saber como lo dejo todo, y se fue con Él.


Simón estuvo enfurruñado, con Jesús todo el día, y, el resto lo mismo.

Tomar como discípulo a un publicano. Cierto que, les había contado un cuento sobre un publicano bueno.

Pero era un cuento, pero aquello no tenía, pies ni cabeza.

Mateo se sentía despreciado, y, para ganarse su confianza, los invito a una fiesta, en su casa.

Todos esperaron que, Jesús, dijese que no, máxime cuando todos sabían; “la buena gente”, con la que Mateo trataba, pero Jesús, siempre los desconcertaba, y, acepto, a los fariseos les escandalizo aquella actitud, del joven Rabi, y, a sus seguidores a los once también, por ello cuando un fariseo, dijo dirigiéndose a Simón. 

¿Cómo es que vuestro Rabí, come con publicanos y meretrices?

 Simón, dijo que, le preguntaran a Él.

Jesús interrumpiendo. La charla que mantenía, con una bella cortesana. Se volvió al fariseo; y, dijo; el médico va junto al enfermo.

 Yo soy médico, debo estar donde hay enfermo. He venido a buscar, y, salvar lo perdido. No son míos los justos, sino los pecadores.

Simón, recordó, cuando él le había dicho que, sé fuera de su lado, que era un pecador. Y comprendió que, también aquellos, tenían derecho a ser salvados.

A los pocos días, Mateo ya estaba integrado en el grupo. Tuvo que renunciar a sus lujos, pero sabía que, valía la pena.

Su misión, no sería la de recaudar impuestos, para ningún rey, si no la de recaudar súbditos, para El Rey de Cielos y tierra.

Ya no era, recaudador, era un Apóstol, pronto sería, un evangelista; y, ahora  y para siempre, es el Santo, y mártir, San Mateo, Evangelista


El Lábaro y la cruz


El Lábaro y la cruz
El protagonista  de nuestra historia; es un joven oficial romano; de nombre, Cicerón, como el  viejo político. Sirve como; decurión,  a su emperador, Calígula
 Sí, se le preguntase a sus amigos; por él, hablarían; de la nobleza de su alma, de su fidelidad a los amigos, de su orgullo por ser romano.
  Sí, sobre todo de su orgullo de ser romano; para él; lo mejor del mundo; por eso no entendía, como  los demás pueblos, podían oponerse a la conquista de Roma; cuando, lo que deberían ansiar, con todas sus fuerzas es  ser parte del Imperio; nada era para él, mayor causa de orgullo, que ir al frente de sus diez hombres; portando el  lábaro, ó, estandarte romano  

Cierto era;  no lo negaba, que Caligula, no pasaba de ser un demente, pero es que Roma, era mucho más que el emperador. Este al fin; y, al cabo un día sería sustituido por otro, pero Roma, su amada Roma, eran sus leyes, unas leyes que habían salvado al mundo de la barbarie, cierto que tal vez hubiese algunas cosas; que precisasen reforma.

Pero nada en comparación con otros pueblos, Roma era su cultura, si, es cierto, la habían tomado, casi en su totalidad de los griegos, pero la tomaron precisamente porque amaban la cultura, y, gracias a ella a Roma se había salvado.
 Roma era la tolerancia, la libertad, allí se respetaban todas las creencias. Así, se había ido agrandando el panteón romano.
 A Roma no le importaba, que al lado, de Júpiter se colocase a Horus.
Sólo una cosa había impedido Roma; había puesto fin a la barbarie de los sacrificios humanos.
 Pero fuera de eso. Toda religión era aceptada por “La Señora del mundo”.
Todos hasta los judíos, aunque estos eran una gente muy rara, para empezar eran (pensaba Cicerón) unos soberbios, que creían que, sólo su dios era Dios; y que siempre se habían negado a aceptar, los dioses de los demás; y, llegaba a tanto la tolerancia de Roma, que en el propio territorio de los judíos; se abstuvo de colocar ningún numèn(imagen de un ídolo).

Mas lo que, Roma no podía consentir, y, a los que Cicerón llevado de su celo patrio; odiaba a muerte, era a los cristianos.
 Eran estos una secta judía, aunque había también muchos romanos, y, griegos, por supuesto siempre de lo peor, que se le habían pegado, lo terrible era que, también las clases altas empezaban a dejarse arrastrar por esa secta.

 A la que el emperador quería perseguir a muerte. Y, por esta vez, Cicerón estaba de acuerdo con su emperador.

¿Mas;  por que, sentía Cicerón, y, sentía Roma aquella aversión, hacia aquel puñado de hombres y mujeres, por que no tolerarlos como había hecho, incluso con el judaísmo?
Pues la razón sencilla.. Aquellos “desgraciados” porque así les llamaba Cicerón.
 Eran la vergüenza de la humanidad. Para empezar lo mismo que “sus padres” los judíos decían que; no había más que un dios. Y, los demás no eran nada.

Pero había más, ellos adoraban a un hombre, a un hombre muerto por supuesto, aunque ellos decían que, estaba vivo; porque había resucitado, y, ahora estaba a la derecha de ese dios único, que por lo visto era su Padre.

Y eso no era lo peor, aquella gentuza, tenía como emblema de orgullo “La Cruz”; si la cruz, sólo de pensarlo, le daba vértigo al joven oficial, la cruz.

Instrumento para ajusticiar, la escoria de la humanidad. Jamás un romano sería ajusticiado en ella. Y, para aquellos era lo mejor, hasta se alegraban,si los condenaban a morir crucificados.

Y, todo ello, porque aquel judío al que adoraban había muerto crucificado.

Crucificado; y, ellos sosteniendo que era un dios.

¿Pero cómo podría, haber gente tan necia, como iba un dios a morir crucificado?
Un dios, como mucho moriría luchando en una batalla; como murió Hércules, pero crucificado, jamás.
Después tenían una serie de costumbres raras, para empezar consideraban a todo el mundo igual, también a los que no eran personas; como los esclavos.

Decían que, había que amar a todo el mundo. Pero Cicerón sabía; o creía saber que eso no era cierto, que a pura fuerza tenían, que odiar al emperador, y, odiar lo a él.
 Y, que desde luego si pudieran sacarlo del medio lo harían.

Por lo de pronto, él sí se encargaría de ellos.
Esto era a grandes líneas; lo que pensaba Cicerón, del cristianismo; y, los motivos que le llevaban a combatirlo con todas sus fuerzas.
Un día Cicerón, recibió la orden para el gratísima, de hacer una redada en una “catacumba”( cementerio en donde se reunían, los miembros de la susodicha secta)

. Nuestro, vamos a llamarlo amigo, había recibido la contraseña de labios de un cristiano, que no había tenido ganas de ir a conocer el reino de los cielos, es decir de un pobre apóstata, de un cobarde. Que como Judas, había traicionado a su Señor.

Al llegar al lugar, se sorprendió, de la cantidad de gentes de todas las clases, que iban llegando, había jóvenes, viejos, mujeres, niños. Libertos, esclavos.
Soldados a su cargo; a los que vergüenza debería darles.
Dentro del recinto,
se quedó, en un rincón, para no ser descubierto antes de tiempo, de pronto un hombre se puso de pie al frene de todos. Y, alzando sus manos al cielo dijo:
“Hermanos. Se avecinan tiempos difíciles, y, hemos de estar preparados. El Señor vive con nosotros, su Espíritu nos dará la fuerza necesaria, hemos de resistir firmes en la oración, y, ahora hermanos, quiero pediros que, nos unamos en oración por nuestro hermano el emperador, para que Dios le de, largos años de vida, y, le concede llegar a conocerlo.

Oremos también, por todos aquellos que, llevados por su ignorancia nos persiguen, que el Señor no se lo tenga en cuenta, pues no saben lo que hacen.”

Y, todos bajaron la cabeza para orar.
“Ahora, prosiguió( el hombre); vamos a proceder a leer unos escritos, de la Escritura, hoy, leeremos al profeta Samuel. Y, después vamos a leer también; y, a comentar los escritos que nuestros hermanos Mateo, y, Pedro, quien nos preside; en el Nombre del Señor, nos han enviado....”

A Cicerón el tiempo se le hacía eterno. Después de varias cosas, que no entendía, llegó el momento en el que, se invitó a los que aún no hubieran sido bautizados, a salir fuera.
¿Bautizados?

Él no sabía que era eso. Un cristiano que estaba a su lado, le preguntó
¿Hermano ya has sido lavado?, a Cicerón, le pareció una pregunta estúpida, y, contestó como tal.

Claro que he sido lavado, mis esclavos se han encargado ,de prepararme el baño esta mañana
“hermano, todos somos esclavos del Señor”
Al verse descubierto, Cicerón dio el alto, y, mandó a los soldados a sus órdenes que estaban en la catacumba, que sacasen la espada, y, procedieron a detener a aquellos rebeldes; los cuales no lo habían convencido, con sus bonitas palabras.

 Quien sabe lo que encerrarían.
Pero  los soldados, se negaron a obedecer; pretextando que tenían un Amo mayor ,que César, al que debían obediencia.
 Entonces, decidió hacerlo él solo. Se presentó, como enviado de Calígula. Y, desde el más pequeño, al más grande todos empezaron a temblar, y. a rezar pidiendo fuerzas, á, Dios, para no traicionarlo.
Mientras iban saliendo de la cueva, tuvo Cicerón, la mala fortuna de tropezar, y caer, golpeándose la cabeza contra una de las piedras. Quedando sin sentido.
Cinco días más tarde, despertó en un lugar desconocido
 Una matrona romana. Se acercó, hasta su cama. Para llevarle, una taza de caldo. Y, de paso. Preguntarle, qué tal se encontraba. “Has dormido cuatro días seguidos, pero demos gracias a Dios, y, a su Hijo Jesús, ya estás curado”.
- ¿A quién dices mujer? Si tengo que dar gracias será a los dioses.
“No creas. Ninguno de tus dioses. Que no pasan de ser arcilla o metal, vino aquí a interesarse, por tu salud.
Fue, El Creador, quien permitió que, te aten diésemos nosotros, y, no cayeses en manos de unos bandidos.
- ¿Vosotros?   Que a buen seguro, os habréis aprovechado de mi.
“Pues claro,  que nos  hemos aprovechado, es  lo normal. Ninguno de nosotros conoció al Maestro personalmente.

 Y, nos hubiera gustado tanto. Curarle las heridas que recibió en la cruz. Y, gracias a ti hemos podido hacerlo, porque Él nos dijo. Que lo que le, hiciéramos, a cualquier hombre se lo hacíamos a Él”
.- Ya, seguro que, habréis robado mis cosas. Los documentos que. me acreditan como delegado y. decurión del emperador.
 Con la única intención de que, no pueda, llevaros detenidos por vuestros crímenes contra el Estado.
“Mira tu mismo ( y le alargó, las mismas cosas que el joven romano;  decía le habrían robado) ¿Cómo ves no falta nada?
.- pues no lo entiendo. Yo en vuestro lugar.....
“Tú en nuestro lugar, hubieses hecho lo mismo. Jamás entregarías a un hermano”
.- Pero no soy vuestro hermano. Me hice pasar; por uno de los vuestros,  para deteneros.
Pensé que todo lo que oí allí, no eran más que consignas, pudisteis matarme, y, no lo hicisteis.
Es más, ni siquiera os contentaste, con llamar a quien pudiese atenderme. Lo hicisteis personalmente,
 ¿Por  qué?
“Porque, Él vive”
.- ¿Y,  yo podría conocerlo?
“Claro que si”
Y, la matrona, empezó a contar al joven decurión, la historia del Amor de Dios a los hombres.
 La semilla de la verdad, prendió en su noble. Y, joven corazón. Y, meses más tarde.
Las aguas del bautismo hacían nacer a un decurión nuevo. Quien aunque para el ejército por prudencia, seguiría llamándose “Cicerón” llevaría en su nueva familia;  la Iglesia el Nombre de Juan, el discípulo amado del Señor.
Ahora,   sabía,  que debía poner el Lábaro al lado de la Cruz.Pero si era el Lábaro, el que intentaba imponerse a la Cruz.
No debía permitirlo. Aunque le costase la vida; ó mejor dicho aunque ganase la Vida. Ahora tenía un nuevo, Rey. Jesús.

Fin