domingo, 16 de junio de 2019

sable (bíblico)


El sable (bíblico)

Anturio era un soldado romano, que había sido puesto a las órdenes de Herodes, como buen militar era obediente, pero no tenía simpatía por Herodes, y, todos los días, pedía a los Dioses, que le permitieran no cometer injusticias para complacer al tirano. Es decir a Herodes

Aquella mañana, no encontró su sable, lo buscó y, rebusco, pregunto a sus esclavos, nadie sabía que había pasado.

Fue entonces cuando, le llego aviso de que Herodes, deseaba verlo, a él y, a sus compañeros

Herodes les contó, que había tenido noticia de que había un nuevo rey, que quería su puesto, pues el rey de los judíos era él, aquel rey, era un impostor, e iba acabar con él

Todos le dijeron, si le iba declarar la guerra

A lo que Herodes dijo que no, lo iba matar

Entonces le preguntaron todos, si había dado orden de buscarlo y detenerlo

No, dijo, Herodes no sé dónde está, sé que nació en Belén, como mucho hará dos años, aunque es posible que sólo haya meses de eso

Todos se rieron, pues lo tomaron por una broma

Pues  que se haga grande, y, luego vuestra Majestad lo vencerá

No, es una broma, estúpidos, vocifero, el maldito rey, por eso he ordenado que deis muerte, a todos los bebés de esa edad

Hubo protestas, pero la amenaza de perder su propia vida, les hizo desistir

Anturio, se acercó a Herodes y le dijo, que no podía obedecer pues había perdido su sable, Herodes, le riño, y, amenazo, pero como no apareció, pues no pudo hacer nada.
 Quien si lo hizo fue Anturio, que aviso a muchas familias, aunque la mayoría no le creyó porque era un gentil, un pagano, quien si lo hizo, fue el Cuarto Rey Mago, Eliab, y, aprovecho para ser el ángel que aviso a San José, y, así se pudo salvar Jesús,

Por la noche, Anturio, estaba dando gracias a sus Dioses, cuando oyó una voz, miro, y, vio un joven, tenía su sable en la mano. Le dijo, “Soy David, el Rey David, te doy las gracias porque eres bueno, y, no quieres matar inocentes, yo estoy en el Limbo, lo que llamáis el Sheol, hoy tú has salvado la vida de mi heredero, el verdadero rey de Israel, ahora van camino a Egipto, Dios quiere premiarte, porque eres bueno, deja el servicio a Herodes, no temas se te va ayudar, luego cambia de ciudad, y, busca un rabino que te explique la verdadera fe”

Anturio, se dijo que era un sueño, y, así debía de ser,  pero el caso es que a su lado, en su almohada estaba el sable, no sabía qué hacer,  pero vio que estaba cojo

Su cojera no mejoró, y, claro tuvo que dejar de ser soldado, así que se cambió de ciudad e hizo, lo que el Rey David en la visión le había dicho. Y, así conoció la verdadera fe

Y, un día conoció, a, bueno esa es otra historia

Fin

sable (relato)

El sable (relato)

El pequeño Luis, cumplía cinco años, y, su abuela Leandra, le hizo un regalo muy especial, un sable de madera. Se lo entrego en una caja con un gran lazo,  a Luis le agrado mucho pues tenía muchas ganas de tener un sable, y, convertirse en un guerrero, que venciera a todos los malos del mundo.
Pero su abuela Leandra, le dijo, “te lo regalo, para que cuando seas mayor, luches para que no haya armas, sólo sables de juguete”

Luis no entendía, para él las armas eran buenas, así que se puso a jugar tampoco era ocasión  de pensar mucho, que sólo tenía cinco años

Cansado de jugar con sus amiguitos, y, sus hermanos, se sentó en un rincón del jardín, y, se quedó dormido

De pronto, miró y no conocía lo que tenía delante, era un paisaje diferente, aunque el lugar era el mismo, pero de otra forma, oyó la voz de su papá, llamándolo, “Luis, Luis”, se acercó corriendo su papá estaba vestido de forma rara, como esos señores de las pelis, y, tenía un sable en la mano, pero no era el suyo, era un sable de verdad.

Marcho a la guerra, al servicio del César, obedece a tu madre, y, a tú abuela. Luis no entendía nada, pero vio como su padre se despedía de su mamá quien también vestía de una forma muy rara

Al poco tiempo, escucho un ruido, eran caballos que se acercaban, a lomos de los mismos venían hombres, vestidos como su papá, con un papel muy raro en la mano, entraron en casa, con sus sables, para comunicar que su papá había sido muerto por traidor, y, por orden del César, iban a matar a toda la familia, él tuvo miedo, y, se escondió

De pronto oyó que lo llamaban, no contestó, no quería morir, la voz se hizó más fuerte, era su abuela Leandra, todo había sido un sueño

“Te dormiste cariño”, le dijo Leandra

Abuela, no quiero el sable, no quiero ningún arma, porque son malas dejan a los niños sin papás

La abuela sonrió, y, le dijo, ven vamos a enterrarlo

Y, le entrego su verdadero regalo, una pelota, una cocina, y, un tren, la cocina para que cuando fuera esposo y papá, ayudase a su esposa a cocinar.

Fin