jueves, 19 de septiembre de 2013

El Oro


Pinto, el gato llego con una moneda de oro, en la boca, Ana, Carlos, y, su prima Noha, fueron junto a su abuelita Flora, a decirle, que el gatito había hallado un tesoro; la abuelita, les dijo, que de ser cierto, el oro, tendría dueño; y, habría que devolvérselo, porque Dios no quiere, que uno, se quede con lo que no le pertenece.

Al poco rato, llego de nuevo, Pinto, y, como traía, el hocico sucio, vieron que eran de chocolate, lo siguieron, y, había cientos de monedas de chocolate

¿Con, esto, si que podemos quedarnos, verdad abuelita? Dijo Noha

Claro, que no hija, las monedad de chocolate, no nacen del aire, alguien lo perdió, o, se lo robaron, hemos de investigar, e intentar devolverlo, a su dueño, ahora vamos a meterlo, en el frigorífico, para que el calor, aunque no hace mucho, Gracias a Dios, no lo estropee

A la tarde se enteraron, de que D. Abundio el pastelero, había sido víctima de un robo; los ladrones auto engañados, pensando que eran monedas de oro; se habían llevado; todas las monedas de chocolate.

D. Abundio, se alegro tanto, que los invito a muchos dulces, y, aunque no les dio todas las monedas, sí un buen montón; y, a Pinto, el gato, “un súper rico”; que en idioma felino, quiere decir, “miau, mau, marramiáu”; o, sea, más rico que el caviar.

Fin











El enano

El enano
Juan, vivía con sus padres, y, su abuela en una casa, en el extrarradio de la ciudad; muy cerca de su casa, vivía, Alfredo, Alfredo, era un hombre bajito; bajito todo hay que decirlo; para nuestra época, porque si hubiese nacido en otro tiempo, sería todo lo contrario
Pues bien, pese a la diferencia de edad, Alfredo tiene 20 años, y, Juan, sólo 10, se llevaban muy bien; al pequeño le encantaban los juegos, y, las historias que le contaba su amigo; pero los niños del barrio, empezaron a reírse; porque le decían, “eres amigo de un enano”.
Por ello, Juan, Juanito, empezó, poco a poco, alejándose de su amigo; y, Alfredo se puso muy triste, porque se quedo sólo; a la abuela de Juan, tampoco le gusto, lo que había hecho su nieto.

Pasaron los meses, y, un día en que estaba sólo en casa, cayo una vela encendida, con tan mala fortuna, que prendió fuego en una cortina, y, pronto se extendió a toda la casa, el pequeño no podía salir, pues el humo le había nublado los ojos, fuera de la vivienda la gente miraba aterrorizada, pero nadie se atrevía a enfrentarse con el fuego. Todos estaban empequeñecidos de miedo; hasta que de pronto, como de la nada, surgió, Alfredo, y, rescato a Juanito, la abuela le dio las gracias por salvar la vida de su nieto, pero, Alfredo le quito importancia, diciendo, “ cualquiera, lo hubiese, hecho señora”
Cualquiera, no, dijo Doña Dolores, la abuela, cualquiera no, sólo un gigante, como tú.
¿Gigante?, preguntó, Juanito, que ya empezaba a entender
Sí, hijo un gigante, porque la grandeza de las personas, no se mide, por lo que miden sus piernas, si no, su corazón, su alma, en una palabra
Fin


El baúl

El baúl. Relato
Ana, era una niña muy caprichosa, nunca estaba contenta, con nada de lo que tenía, no le gustaban ninguno de sus juguetes, ni siquiera los reyes magos, y, Papa Noel, acertaban con sus caprichos, sólo quería lo que, veía en los anuncios de la televisión.

Con la comida, sucedía lo mismo. Tanto sus papás, como sus abuelitos, le decían, que una niña buena, come, lo que le ponen los mayores en el plato, que pensará en los niños que no tienen absolutamente nada que comer, pero Ana, no hacia caso alguno, con ella, todo era inútil, repetía, no quiero, no quiero, y, no había forma de hacerle cambiar

Lo que si había era una cosa que le encantaba, el baúl de la abuelita dos, que así, llamaba a su bisabuela

Le encantaba disfrazarse, con el vestido que su abuelita dos, guardaba allí, y, como todos los días, aquel hizo lo mismo, abrió el baúl, y, se puso un vestido de niña antiguo, de pronto, oyó que la llamaban

Ana, Ana. Miró inquieta hacia todas partes, no conocía la voz, que la llamaba; tampoco había visto nunca a la señora, que estaba frente a ella; aunque se parecía muchísimo; a una señora que había visto, en fotos viejas, en casa; y, que era la abuelita tres; es decir la mamás de su bisabuela, o, abuelita dos.


De pronto, la mujer, que la miraba fijamente, le dijo:

“Vamos, Ana, no te entretengas más, tienes que llevar la vaquita al campo-.

¿La vaca? Pregunto Ana

Sí, hija, sí, la vaca, y, deja ya de hacer el tonto

¿Quién es usted?

Quien voy ser, tu mamá; anda, que no tenemos tiempo, para perder, y, si eres buena, hoy, tengo una comida, que te gusta; “torreznos” con patatas cocidas

A, Ana, le parecía imposible, pero era cierto; estaba en la época de su abuelita dos, y, tuvo que llevar la vaquita al monte, y, luego ayudar a ordeñarla.

A la hora de comer, la comida tan anunciada, fue, “trocitos de tocino con mucho lardo, y, piel de cochinito tostado en una sartén, y, la grasa sobrante, como aderezo, de unas patatas cocidas; ese era, el premio

Busco sus juguetes, pero no encontró, más que una muñeca de trapo, y, paja, hecha por su papá, es decir su abuelito tres

No había televisión, puestos a no haber, ni siquiera, había radio, y, la cama hacía un ruido insoportable

A las cinco de la mañana, se tuvo que levantar, para dar de comer a las gallinas

Preguntó, por la escuela

Y, su mamá, le dijo que ella no iba a la escuela; los pobres, como ellos, no la necesitaban, iba el domingo, a la iglesia, y, el señor Cura, le enseñaba las letras, y, a sumar, junto con el catecismo, y, eso era suficiente

Aquella tarde, su mamá, la llevó al campo, a lo que ella pensó, iba ser una merienda encantadora, pero la merienda consistió, en pan con aceite,

Poco, a poco, Ana, se fue acostumbrando a su nueva vida, aunque a veces, lloraba todas las noches, como extrañaba, su casa, sus papás, sus abuelitas, la Uno, y, la Dos, que mala, había sido, que razón tenía, su abuelita dos, cuando decía, que ella, sí, que había vivido, tiempos duros, ella no había podido elegir nunca, lo que, quería comer, y, sin embargo había sido feliz, daba gracias a Dios, por el pan moreno, la vaquita, las cinco gallinas, y, el pan con aceite era una fiesta, lo mismo los torreznos con patata cocida

Ana, formuló una oración, que broto del fondo de su alma:

“Señor, si me dejas volver, a casa, a mi casa de verdad, seré una niña buena”

De pronto, escucho, que la llamaban, pero esta vez, era su abuelita dos

Anda, sácate ese vestido

¿Sabes abuelita, estuve en tu casa, cuando eras niña, fue como si yo, fuese tú, conocí a tus papás; tenía que llevar la vaquita al campo; y, comí tocino con patatas, y, no tenía escuela

Anda, déjate de tonterías, vamos a comer, llevas dos horas jugando

Abuelita, llevo años

La abuelita, no le hizo caso; sabía claro esta, que sólo habían pasado dos horas

Pero desde aquel día, Ana, cambio, no protestaba nunca por la comida, todo le gustaba, iba contenta al colegio; cuidaba sus juguetes, y, quería machismo más a su abuelita dos, porque ella sabía, que al ponerse su viejo vestido, había ido a su época, y, había vivido allí un año, aunque los mayores dijesen que lo había soñado, o, imaginado

Ella sabia bien, que no lo había ni soñado, ni imaginado; imaginado sabia que no, ¿Soñar? No lo tenía tan claro

¿Tú, que piensas?

Lo que si esta claro, es que aprendió una buena lección, que no olvido jamás



Fin



As catro frorciñas do camiño ( conto en galego)


As catro frorcillas do Camiño

Nun pequeño pobo da provincia Da Cruña, hai un camiño, corredoira soe, chamalo a xente; que baixa serpenteando entre muros, nos que brotan unhas frorcillas silvestres, o redor de bosque de eucaliptos, e de piñeiros, puis ben, ahi, nese curruncho, medran unhas frores, mellor dito, son catro capulliños, de cor rosa palido, cuia unica particularidade, e, ter a forma dos tocados que levaban as mulleres, a la polo seculo XIII

A verdade e que se trata, de catro raparigas encantadas; en convertidas en frores

Ista e, a sua historia

Corria o ano 1264; a data e, aproximada, . Luisa, Lourdes, Maria, e, Crisanta, eran catro rapazas, perteñecentes a fidalguia galega, moi noviñas, e moi fermosas, eran irmans; seu pai era Don Braulio de Dornamonte; quen como era costume na epoca, xa pactara, os seus respectivos casamentos.

Luisa casaria con un nobre portugues. D. Ramiro, do señorío de Souza.

Lourdes cun sobriño do conde de Lemos

Maria, cun nobre de Castela

E Crisanta, menos agraciada, entraría nun convento; pra,chegar o posto de abadesa, porque se algo tiñan craro as raparigas, e os seus pais, eran que ellas, viran o mundo pra cas servisen, e non pra servir.

Era por iso, quen non tiñan piedade nin dos seus criados, nin dos campesiños.

Aquel día, era domingo, como sempre, ouviran misa, na eirexa que se erguía no lugar, onde se atopa agora, o, pazo de Meiras; e retornaban na sua carroza, o seu pazo.

Chovera moito; e, o chan estaba cheo de lama; a carroza, na que iban topou cunha campesiña, que levaba na testa un fato de herba pro gando; agarrado a sua man dreita un cativo duns, catro anos, emporcado, e cheo de farapos, e, na outra a corda, ca que levaba unha vaca, único ben daquela pobre muller, e, dos seus.

O cocheiro, dixolles que tiñan que retroceder, para deixar pasar a muller, o neno, e, o animal; xa que non había espazo suficente, pra a carroza, e, a campesiña; elas non escoitaron razon algunha, e insistiron en que seguira adiante, foi, cando o cocheiro, pensou, que tal vez non o, entendesen, non se desen conta do perigo que tiña seguir adiante; asi que lles dixo que a carroza, podería ferir, ou, matar a muller, neno, e ainda que fose un mal menor, a vaca, que non era, xa que era o seu pan.


¿A logo qué? Foi a resposta, fachendosa, das catro mociñas; non se perde, ren, nosoutras somos donas, e, non vamos a deternos; pra que pase unha campesiña; e, ela quen por respeto a nos, debe recuar, e, deicharnos paso.


O cocheiro, insistiu, en vano, en que iso era imposible; somentes elas, e decir a carroza, podía recuar; mais elas non escoitaban, amenazarono de forma que non lle quedo outro remedio que ceder, a carroza, atopabase a piques de matar a vacar, a muller fixolles sinais de que parasen, e o cocheiro, iba facelo, mais as catro tomaron a rendas, dos cabalos e lles obrigaron a seguir, a carroza matou, o pobre animal

Enton a muller; cos ollos cheos de bagoas, mirou pra o Ceo, , en naquel intre, as catro fidalgas, trocaronse en crato frorciñas, pequenas, pouco vistosas, que renacen cada día, nos muros do camiño

O cocheiro, a quen non alacanzou, o castigo, porque non teña culpa, chegou, o pazo, e contou, que lles atacaran uns bandoleiros, a verdade, non ya houbese crído ninguén; o, que contou tampouco, e, foi acusado, de ser un asasiño, e de haberse defeito dos corpos.

Consiguiu fuxir hastra Portugal, onde se perde a sua historia, mentras, Luisa, Maria, Lourdes y Crisanta, siguen convertidas en frores; conservando somentes a forma, e, a cor do tocado que levaban


Hasta o día, en que as ceibe do seu encantamento, unha persoa non importa sexa home, ou muller, que ceda o, pasiño do camiño, a quen precise pasar primeiro, e, se leva carga, lle axude con ela, sen emportarle, emporcarse, e tome, as frorciñas na mán; esquecendo a fachenda, nese intre, as frorcillas, volveran a ser as catro raparigas

Pasou moito tempo, e, siguen ali, sinal de que; ninguen, cedeu, o camiño, e, si, o, fixo alguén, non tomeu nan man as catro frores


Fin











martes, 17 de septiembre de 2013

Otty, y Betti, dos cabritillos

“Blanquita”, la cabrita: que habían tenido que comprar, para la mamá de Cesariño, estaba algo rara, no acudía a jugar, cuando la llamaba su amito, al volver del colegio, también estaba torpe al caminar.

El niño, sospecho, que estuviese enferma, y, se lo contó a su mamá, esta le contó, que “Blanquita”; se encontraba estupendamente, pero que pronto, iba a ser mamá, y, por eso se encontraba un poco rarita, y, añadió; “espero que no la molestes”.

Una semana más tarde; nacieron 2 cabritillos, a los que, Cesariño, puso de nombre, Otty. Y, Bety, porque así se llamaban, unos payasos de un circo, al que su abuelo lo había llevado y, que le habían gustado mucho.

Decidió hacer, de los 2 cabritos, unos auténticos artistas de circo, con el permiso de las dos mamás, la suya, y, la de los cachorros; los “bebes” eran preciosos, Otty, el macho era negro. con una gran mancha blanca en el lomo, y. en la puntita del hocico, su hermana Betty, era blanca como su mamá, pero tenia una mancha negra en el hocico.


Tan pronto empezaron a conocerlo, que fue a los pocos días de nacer; comenzó su entrenamiento, los llamaba, y. les ofrecía un puñado de hierba fresca, pues aún no comían el pan, o, un cuenco de leche, aun que ellos preferían la de su mamá, y, luego les enseñaba a dar la patita, como si fueran perros a saltar por encima de sus brazos, colocaba un taburete, o, banqueta con las patas hacia arriba, y, ellos se ponían encima de las mismas, y, hacían cabriolas.

En unos días ya eran unos artistas, eso si cuando; “mamá cabra”, los llamaba con su balido dejaban, todo y marchaban corriendo, ella los besaba, los lamía, y, les daba a comer su rica leche.


Los vecinos acudían, a ver las piruetas, y, ejercicios que hacían los cabritillos, a todo el mundo les encantaban, y, decían que ni en un circo, se veía c osa semejante.



Un día le dijeron a los papas de Cesariño, que debían de vender, a los cabritos porque ya iban muy grandes, y, era la mejor época, porque la fiesta estaba próxima, y, unos cabritos alimentados, y, también criados como ellos, la gente los pagaría muy bien; a los padres de Cesariño, no les sobraba el dinero, pero tampoco lo necesitaban hasta el punto, de que tuviesen que vender de inmediato a los cabritillos, así que decidieron no, hacerlo, sin embargo a los pocos días llego de visita, a casa Don César, el maestro, y solicito comprar, uno, o, a poder ser los dos para la fiesta, al maestro no podían negarse, le debían muchos favores, y, además en aquella época; al maestro no se le negaba nada era como si lo pidiese alguien muy especial, uno no podía exponerse, a caerle mal, claro que tampoco se lo podían cobrar, para eso tendrían que estar muy mal, y, ya he dicho que no estaban, así que sintiéndolo mucho, le dijeron que se los regalaban, el maestro insistió en pagar su precio, pero la mamá de Cesariño, dijo que no de ningún modo, era un regalo, pero eso si tendrían a, “Otty, y, a Betty, hasta el víspera de la fiesta a lo que el maestro acepto sin ningún problema.

Cuando el niño lo supo, lloro mucho, ya que no ignoraba, el destino que les aguardaba pero no podía hacer nada, quienes mandaban eran sus papas.
Pensó podía hablar con Don César, y, decirle que no los aceptase, pero pronto rechazo la idea; pensaría, que iba de parte de sus padres, así que se resigno.
Procuro, estar el mayor tiempo posible con ellos, y, se prometió consolar a, “Blanquita”.

Más he aquí, que llego el fatídico día, don César llego, a por “los hermanitos”, Cesariño se despidió de ellos llorando, a lo que el maestro le dijo

” ¿Parece que no te gusta que los lleve yo?”

“No es eso don César, yo le quiero a vd; es que les tengo cariño ¿Sabe?.”



El maestro le acaricio la cabeza, y, le dijo que le parecía muy bien, que reflejaba buenos sentimientos querer a las otras criaturas Dios, que podía decirse, que quien no quería a los animalitos, no quería a Dios, que los había creado, la verdad es que al niño, le sonaron raras las palabras, de su viejo maestro, porque él sabia, o, creía saber lo que les iba pasar a los dos borreguitos.
El maestro, se despidió, y, pese a la negativa de los padres de coger dinero , dejo unas monedas para los niños, y, marcho llevando en una cesta, a los dos cabritos, que balaban desesperadamente.
Cinco días más tarde, volvió de nuevo don César,y, hablo con los padres de Cesariño rogándoles, que fuesen con sus hijos hasta la escuela, donde vivía él, pues quería llevarles a un sitio, que les iba a gustar mucho, y, que llevasen también, a “Blanquita” esto los desconcertó, un poco, pues a ésta no la podían vender, pero hicieron lo que el maestro les dijo, y. se fueron todos a su casa, este los mando, subir a su coche, y , los llevo a la villa, y, allí al circo.
Y, allí estaba la sorpresa, “Otty y Betti”; trabajaban como artistas de circo, pronto iban a marchar, a los EE.UU., y, de allí a recorrer el mundo, el maestro de Cesariño, era el que los representaba, pero no tenia pensado, quedarse con una peseta; el dinero que ganasen seria para los papás, del niño que cuidaban a su “mamá;” aunque la verdad la mamá, los cuidaba a ellos; Cesariño, beso a su maestro le dio gracias, le dijo, que era el maestro más guapo, y, bueno del mundo, y que haría lo que él le pidiese siempre, este como es lógico le pidió que estudiase mucho, por fin pidieron ver a los; “dos hermanito” a solas; éstos se alegraron, mucho de ver a sus amitos.

Y, de pronto don César, los tomo en el brazo, hablo con un señor del circo, y, los llevo a su casa en donde había quedado, “Blanquita”, quien se alegro de ver de nuevo a sus hijitos, estos le contaron, que estaban trabajando en el circo, y, que pensaban llegar a ser famosos, como es lógico, y, como hacen todas las mamás, “Blanquita” los animo a ser buenos, y. trabajadores, y, se despidió de ellos.

Tal vez penséis, que todo esto fue un truco del maestro, para engañar a Cesariño; y, que este no sufriese por los dos animalitos, y, que la suerte de éstos habría sido la de sus congéneres; así lo creyeron también, los padres de éste.
Pero el día, de la fiesta, don César, que estaba viudo acudió a comer, a una casa de comidas con su hija tenia una niñita, lo que no tendría mucho sentido si les hubiese dado el destino que todos , excepto Cesariño suponían.
Pasaron dos años, y, don César les mando, una invitación para ir al circo, un circo muy famoso, que iba estar unos días en Ferrol, él se ofrecía a llevarlos a todos en su coche, y allá se fueron, y ¿Qué paso?, pues que, allí estaban con los mejores artistas, “Otty, y Betty”; Cesariño se alegro mucho. Y, pidió verlos, entonces se entero de que “Betty, ya había sido mamá, o sea que” Blanquita era abuela”.

Así concluye la historia de los, 2 cabritillos, que seguro que triunfaron mucho pues estaban en una tierra, en donde ser el primero, es una obligación, aunque lo importante, como decía Cesariño, al ser mayor no es ser el primero, si no ser bueno, y, no olvidar que siempre habrá, quien sea, o, sepa más que, uno, ah, y, por supuesto amar siempre a los animalitos, que los hizo Dios, y, después de las personas deben ser lo primero.

jueves, 12 de septiembre de 2013

El hombre rico

Se llama Salomón; y, es muy, muy rico; en eso si se parece, al viejo rey judío, pero sólo en eso; bueno, que él también es judío, pero en nada más.
Salomón, sólo piensa en una cosa, en tener, y, tener cosas, para ello, no duda si es preciso, en hacer lo que sea; entiéndase bien; Salomón, no es un ladrón; ni un hombre que, incumpla sus deberes religiosos, pero; sabe andarse, con tiento.
Él paga, los diezmos, para el Templo, como ordena, la Ley, pero procura que se de el diezmo justo; ni centavo de más, de menos tampoco, pero de más, nunca.
Salomón, da limosnas, lo mando Moisés, pero Moisés, no indico, las veces ni las cuantías, pues se contenta con dar, 1 ó 2 centavos, una vez al año.
Tiene pocos amigos, bueno en realidad, ninguno; ni siquiera falsos, ya que estos, se suelen acercar; esperando obtener algún tipo de beneficio, y, Salomón, no esta ni para perder tiempo, que tiene que invertir, en sus negocios, ni menos dinero; “hay que ahorrar”; repite una, y, otra vez.
Tampoco tiene familia; sus padre fallecieron, y, sus hermanos, y, hermanas apenas lo visitan; al principio lo hacían, pero vista, el hambre que, les hacía pasar; y, que los ponía, a trabajar todo el día; y, los trataba, como esclavos; decidieron; dejar al; “hermanito”; con sus cosas.
A veces, aunque pocas visita, la taberna; casi siempre, para contratar personal para sus múltiples haciendas; le es difícil encontrar; “porque en este mundo; no hay más que vagos; (es decir gentes que no quieren trabajar gratis).
Cuando consigue, alguno suele ser un desesperado, que le trabaja casi por un trozo de pan; no, no vayáis a pensar, que les da a sus operarios, o, jornaleros sus obras; nada de eso; comen como él; lo que, sucede, es que, él apenas come.
No tiene esposa, aunque se enamoro, de una joven muy bella; Raquel pero tiene tiempo de casarse, “Lo primero es hacerse un porvenir”; “llenar los graneros de trigo”; “llenar las dispensas”; y, cuando tenga aceite, mosto, trigo, cebada, fruta, dátiles, carne, para muchos años; entonces, sólo entonces empezara a divertirse, y, ya verán.
Sus amigos le dicen: que piense, que; a lo mejor ese día no llega; pero Salomón se ríe, es un hombre joven sólo tiene 30 años; sus abuelos murieron como el viejo Salomón con más de 80; nada tiene que temer; tiene mucha vida por delante, después cuando, su vida este solucionada; se buscara amigos; se buscara una esposa; y, hasta se comprara, un esclavo, y, una esclava, a los que promete tratar, lo mejor que pueda; y; él se divertirá; acudirá a fiestas, dará más limosnas; hasta es posible que haga un viaje; enseñara, a sus hijos a trabajar.
Pasan los años, Salomón, hoy cumple 35 años; su vida, no ha variado nada, de la que hemos conocido; eso sí; por fin ha visto cumplido, su sueño.
Es necesario que, abandone su trabajo, ya no es posible, guardar más de lo que tiene; se siente satisfecho.
Antes de acostarse, da Gracias a Dios; y, luego se dice a si mismo.
“Bravo, Salomón”.” Tienes, bienes acumulados para muchos años; ahora, sólo te queda descansar, darte buena vida, y, cumplir tus sueños”.
Pero sus palabras interiores. Son interrumpidas, por una visión sombría; las de una mujer pálida, de rubios cabellos, y, ojos azules.
Salomón, se frota los ojos; creyéndose presa de un sueño.
Pero la aparición lo toca; y, le dice, no duermes, he venido a buscarte.
¿A buscarme, a mi, por qué, y, para dónde?
La enigmática figura responde.
Porque, este es el día que, El Creador, te había asignado; la hora de tu muerte, y en cuanto al lugar, no temas serás, conducido al seno de Abraham
¿La muerte, pero si sólo tengo 35 años, y, tengo tantos planes?
El tiempo de la vida, lo marca Dios, no los hombres, tuviste tiempo, para hacerlos realidad, pudiste formar una familia, y, tener amigos, fue cosa tuya el no hacerlo.
No, espera (suplica), tengo que avisar a mis hermanos; viven fuera de Israel en la, Diáspora, y, es preciso que les avise; que redacte, mi testamento.
No hay, tiempo (repite la muerte).
¿Pero entonces lo que, yo he ahorrado de quien será?
De Herodes, de Pilatos, o, tal vez se lo repartan los soldados; es posible que lo manden al César; desde luego no va ser para tu pueblo; ni tu familia
¿Entonces he trabajado en balde, me voy, y, tengo que, dejar aquí todas estas cosas; y, ningún amigo que, llore, y, rece por mí?
Salomón, Salomón, despierta, has dicho que hoy, teníamos mucho trabajo; y, me pediste, que, te viniese ayudar.
Salomón, abre los ojos a su lado esta, Heli, su vecino, mira la mesa, y, ve un vaso, con un poco de vino aguado, que le sobro, o, que hizo, sobrar de la cena.
Todo fue un sueño, aún no tiene 35 años, el tiempo paso, únicamente en el sueño, tampoco lo ha visitado, la muerte; pero si lo ha visitado Dios.
Heli, deja la azada, hoy vamos a descansar; ven, vamos a cargar, unos sacos con trigo, y, cebada, unas ánforas con aceite, y, vino; vamos, a repartirlo, a los que, no han tenido cosecha, este año.
Heli, no da crédito, a lo que ven sus ojos, no se atreve a hacer, lo que le dice, por si es una broma, pero Salomón insiste, y, ambos salen a repartir, a los menos favorecidos.
Y. ahora sabes, que voy hacer, pues declararme, a Raquel, y, si me acepta nos casaremos, y, voy dar tierras, a mis hermanos, yo para que quiero tantas, con unas pocas, que nos den para vivir, y, educar los hijos, con que, El Eternos, nos bendiga, nos llegan.
Desde aquel día, Salomón, fue un hombre alegre, se lleno de amigos, amigos de verdad, como todo el mundo, pocos claro esta.
Fin



No, no se volvió un vago, simplemente, supo darle a las cosas su valor.



Y, cuando murió, que murió pero muy viejito, le lloraron, y, rezaron por él sus nietos, sus amigos, los pobres, a los que había ayudado, los esclavos, para los que había sido como un padre.









Instrumentos abandonados


Siempre, he amado, la música desde niña; cada nota, hacia volar, mi alma, a lugares, maravillosos, a mundos encantados, tan pronto, asistía a una boda, como era protagonista, de un baile cortesano; con Dvorak, penetraba, el espíritu de las estaciones, o, era la pequeña aprendiz, de un brujo bueno, con Mozart, cada uno, de los viejos compositores, era para mi, un contador de historias.

Y, sucedía con todo tipo de música, excepto el rock duro, soy melómana, hasta los tuétanos

Pero para desdicha mía, no tengo actitudes para la misma, no sé cantar, ni tañer ningún instrumento

En mi casa, hubo miembros de la familia, que si sabían tocar, unos por afición, otros por trabajo, de ellos aprendí, a amarla, no, a interpretarla; aunque ya no vivimos juntos, pues unos han sido llevados por Dios, otros viven en otros países, si, están en casa, los instrumentos que tañían, cuando yo era niña

Y, cada día, cuando, limpio el polvo, que se amontona, sobre ellos; no, puedo evitar una lágrima esquiva, pese a mi fama de dura

Al contemplar la guitarra, recuerdo cuando oía a mi prima Lourdes, sacar la música de sus cuerdas, yo era entonces una niña pequeña, y, me sentaba en el suelo a su lado, mirando hacia el interior de la guitarra, a ver, si conseguía ver los duendes que me hablaban con la música


La mandolina, me volvió, a traer las serenatas, que mi primo- hermano, o, mejor podría decir, mi hermano César, me tocaba, cuando estaba triste; a los 4 ó 6 años; era una señorita, a quien cantaban serenatas.


El clarinete, y, el saxofón.

Me trajeron, a la mente, el primero los conciertos, en los que César participaba, dando vida, a los que llamo; los viejos compositores


Y, el saxofón, aquellas viejas orquestas, en las que mi querido primo, participaba para alegrar, la no muy boyante economía familiar; y,, me hicieron, recordar canciones, como “Chiquitina”; que me solían cantar, para darme rabia, cuando, yo no media ni medio metro; o, la de muchachita, que mi primo toco, para mi el día, que cumplí 16 años.

Que lejos queda todo; mi amado primo, toca, ya los instrumentos de los ángeles.

Como en el arpa de Becquer, también en los instrumentos que hay en mi casa, duermen los genios, duerme la música, no son más que instrumentos abandonados, que se llenan de polvo; y, que sólo valen, para sacarles el polvo cada día

Espero que un día, regresen, algunos de los que hubieron de irse, a tierras lejanas. Espero que un día, la magia, que se esconde en esas cuerdas. Vuelva a salir

Sé que Mozart. Beethoven, Bach. Debussy, Bizet.... están durmiendo, dentro de ellos, y sería tan bonito, que alguien los sacase fuera, que esos personajes, que duermen dentro, saliesen de nuevo, como cuando yo era niña.

Pero la realidad, es que están sólo, para cubrirse de polvo, intente alguna vez arrancar una nota, pero sólo consigo, hacer un ruido infernal.


Tal vez sea, porque la música esta dentro del alma, y, es el alma del músico, la que se introduce, en los instrumentos, mas no puede ser; pues yo en mi corazón, si canto, y, no hay melodía que se me escape


¿Entonces que, es lo que impide, que sólo seres privilegiados, puedan, transformar el aire, en poesía?


Mis queridos instrumentos musicales; llenos de música, de historias, pero transformados en unos cachivaches inútiles, por no haber una mano, que pueda sacar la magia que guardáis dentro.



Fin













El tonel

Carlos, Pancho, Luis, y, Carina, eran amigos, desde la infancia, ahora, se hallaban de vacaciones, en la casa del tío de Pancho
Decidieron bajar; a la bodega, hacía apenas unos días estaban, allí, para, participar, en la vendimia, en casa de los tíos de, Antonio; un pequeño, y, pintoresco pueblo, enclavado los verdes valles del Ribeiro
Carlos, el tío de Pancho, era uno de los mejores enólogos, y, fue, él quien, les sugirió la idea de bajar, a, las bodegas, para que pudiesen ver, el proceso, de transformación del vino, su crianza.
Les explicó, que estaba en ebullición varios días; en los cuales deberían, tener cuidado, no acercarse, demasiado a la boca de los toneles, pues; quien tuviese, la mala suerte de caer en el mismo; estaba perdido, el ácido del vino, deshacía hasta los huesos; para que viesen, que no era exageración, arrojo un hueso de jamón, removió, con un garfio, no quedaba nada.
Los jóvenes quedaron, asombrados, como si fueran niños, aunque el más joven, Luis, contase ya 18 años.
Después de almorzar; empezaron a bromear entre ellos, con Carina, la única chica del grupo; quien inocentemente, apoyó su cabeza, en Pancho, al que consideraba como su hermano mayor, aunque sólo hiciera tres años que, lo conocía; pero este gesto no fue del agrado, de Pablo que, estaba enamorado de la joven; aunque mantuviese su amor, en secreto.
Al ver el gesto afectuoso, no pudo contenerse; y, recrimino, duramente, e injustamente, a Pancho, éste como era de esperar, le respondió, diciendo, que Carina no era de su propiedad.
Y, en ese momento, Pablo, pronunció una frase fatal, " te matare, Pancho, te mataré"
El resto de la tarde, la pasaron sin hablarse.
Llego la noche, y, Pablo dijo que, iba a la bodega por vino, e invito, a Pancho, a que lo acompañará, el resto del grupo, se alegro de que ya se les hubiese pasado el enfado; tardaron un buen rato en subir; bueno tardo Pablo, porque Pancho; no subió con él, Pablo, dijo que se había quedado en la bodega.
Lo cierto es que fueron pasando las horas, llegaron las 12 de la noche, y, Pancho, seguía sin dar señales de vida; entonces todos, uno, a uno, empezaron a recordar, las palabras amenazantes de Pablo " te mataré"
Luis se levantó, y, dijo, vamos a la policía, tengo un mal presentimiento, pero antes de llamar a la policía, y, al tío de Pancho; debemos estar seguros.
En la bodega, se resolvieron, sus dudas, o, eso pensaron, no estaba el amigo perdido, pero en el suelo, había un botón de su chaqueta; botón que ahora estaba claro, se había desprendido, cuando Pablo, lo arrojó al tonel, para cometer, el crimen perfecto
Llamaron por teléfono, a Carlos, que había tenido que salir de viaje; y, le dijeron que regresará lo antes posible, que Pancho, se había puesto muy enfermo; no querían darle la fatal noticia, por el móvil; mientras habían encerrado, a Pablo en una habitación, lo de llamar, a la policía, preferían, lo hiciese Carlos
Lo que les dejo de piedra, fue la respuesta de Carlos
"Es imposible que mi sobrino, se haya puesto enfermo; lo digo porque esta aquí conmigo; Luis casi se desmaya; al oír la voz de Pancho, por el móvil
Unas horas más tarde, se aclaraba todo
Al subir Pablo de la bodega, Pancho, se había quedado escogiendo, unas botellas, que su tío, le había pedido, luego había salido, usando una salida que sólo conocían él, y, su tío, como esperaba volver pronto, no aviso a sus amigos, pero el tiempo se alargo más de lo esperado, por lo que hacía al botón; este se le había caído, cuando su tío, les había mostrado, como hervía el vino, no cuando bajo con Pablo; naturalmente; entonces, nadie, se fijo, pero si lo hicieron, cuando sospecharon que su amigo, era su asesino
Cuando supieron la verdad, les falto tiempo, para liberar, a Pablo de su "prisión"; y, pedirle perdón, este no respondió, ni que sí, ni que no, prefirió, no dirigirles, la palabra, hasta que llegasen, Carlos y, su sobrino, en ese momento, si abrió la boca, para pedir perdón a Pancho, por sus tontas amenazas, y, sus celos mal fundados, se fundió en un abrazo con Pancho, quien riendo le dijo, que pesaba mucho, para que pudiese echarlo al tonel.
Luego Pablo, agradeció la hospitalidad a Carlos, y, se despidió, no sin antes decir a los demás Carina, incluida, que esperaba, excepto, a Pancho, no verlos más, no podía tener por amigos, a quienes, habían creído que era un asesino
Fin





















El Coro


Iriana, Noha, Jaime, y, Carlos; habían llegado al pueblo; a pasar unas cortas vacaciones, mientras continuaban; sus investigaciones, sobre el arte románico.



El quinto día; de su estancia, en la aldea; en una de tantas visitas, a la vieja iglesia parroquial; cuando, Iriana, se fijo en el coro, creyó escuchar, una voz muy débil, que repetía.


“Socorro, socorro, sacadme de aquí, me ahogo...”


Pensó, que, eran sus nervios, pero luego aguzando, el oído comprobó, que la voz existía, y, lo mismo; corroboraron sus compañeros


Pero. ¿Quién era el que hablaba?


Allí no había nadie, el coro estaba vació, no había personas en el mismo, que además, llevaba, mucho tiempo, abandonado, sólo estaba el viejo órgano, los bancos, ó, sillares medio carcomidos; por la polilla, y, una estrecha teca, ó, alacena en la que, no cabía nadie, así que la cosa apuntaba misterio


Jaime, dijo que sería, alguna grabación de casette; colocada, por un gracioso del pueblo, decidieron hacer averiguaciones; miraron en todas partes, puestos a no haber, no había ni luz eléctrica, ahora si que, los embargaba el misterio.


Noha, apunto que, serían almas de los asesinados en la guerra civil, ó, por la inquisición, esto les llevo días comprobar, que tampoco era posible, “la guerra incivil”; no había dejado más muertos, que los que causo en el campo de batalla, en ese sentido había sido un pueblo afortunado, por lo que; hace a la Inquisición, no se conocían registros de juicios, y, menos de condenas; aunque no era demasiado creyente, Carlos, propuso, ir hablar con el viejo cura, porque la voz era cada vez más angustiosa


D. Elías, al principio se negó, pero era un bonachón, y, acabo cediendo, así pues se dirigió hisopo en mano, a exorcizar, ó, preguntar al alma, que se quejaba desde ultratumba, en primer lugar donde estaba, para recordarle, que si se hallaba en el infierno, nada podían hacer, y, en el caso de que estuviese en el purgatorio, qué deseaba, si quería algún sufragio, ó, que pagasen, algo que tuviese pendiente en este barrio.


Pero a las preguntas de D. Elías, hechas siempre en Nombre de la Trinidad Santísima, y, apoyándose en la Santísima Virgen, la voz, sólo repetía,


“Socorro, sacadme de aquí me ahogo”


Lo que, agotaba, la paciencia del buen sacerdote, hasta que llego corriendo, Doña Carmen, la maestra; y, al oír la vocecita exclamo, “ay que es mi Manolo”


¿Algún pariente suyo, Dña, Carmen?


¿Qué pariente, ni que niño muerto?

Respondió esta; con su buen mal humor de siempre; mi loro, que se me escapo hace días?

¿Un loro?


Repitieron todos a coro, cómo no se les habría ocurrido,


La vieja maestra, pregunto, llamándolo por su nombre al mismo lorito, donde estaba, y, este los fue guiando, se había metido, en la caja del viejo órgano, que hubo que romper, pese a su valor, pero era la vida de; “Manolo”; para que este saliese volando, bueno, un poco, porque fue derecho a sacar, las gafas, a D. Elías, y, luego a buscar protección en el hombro de su dueña


De regreso, en la ciudad, Noha , dijo a sus amigos.


¿Os habéis dado cuenta, de la importancia de la investigación, de buscar las causas?, si no hubiese sido por el lorito, de doña Carmen, que, a todo esto nos ha dado, unos chorizos riquísimos, no, nos habríamos enterado, de lo que paso en ese pueblo en la guerra, ni en la época de la inquisición.


¿Hay más?


Le corto, Carlos, de no haber querido encontrarnos con el misterio, he ido a buscar al sacerdote, “Manolo”; habría muerto ahogado, y, acabaríamos contando a nuestros nietos, si un día los tenemos que, en la iglesia; “Do Monte redondo”; había almas en pena, gritando en el coro”


¿Cuántas leyendas, habrán surgido por ignorancia, y, miedo a ver lo que hay?

Repuso. Iriana

Bueno, mientras no hayan; muerto “Manolos”, es bueno, que sea así; me encantan; las leyendas, y, los cuentos sentenció, Jaime



Fin













miércoles, 4 de septiembre de 2013

Rebeca


Rebeca;  se echo hacia atrás su negra melena, sostuvo un instante en sus manos la ajorca de oro, que le había regalado su hermano mayor; Laban, y, esbozo una ligera sonrisa.
Con tan sólo 16 años; era una muchacha alegre, jovial, pero con el corazón entristecido, la muerte de sus padres al ser alcanzados por un rayo, había llenado de tristeza su joven corazón.
 Siempre había soñado;  que sus padres, le ayudasen a educar a sus propios hijos, y, eso no había podido ser;  “los dioses no lo habían querido”,  aunque, no estaba muy segura, de la existencia de los dioses.
 Recordaba, que su madre; le hablaba del pariente, que siguiendo la llamada de un dios; que según, él era, Dios; había partido, a un rumbo desconocido.
Como a cualquier muchacha de esa edad; también a ella, le encantaba la aventura, y, se imaginaba, que el primogénito de aquel pariente, vendría un día a llevarse la, para hacerla, su esposa.
Será, se decía, alto, fuerte, con el pelo muy negro, y, espeso; los ojos negros, o, verdes.; no mejor azules; me amará, y, me protegerá; y, los dioses, o, mejor la diosa de la fecundidad, bendecirá nuestro amor, seremos padres de muchos hijos, y, tendremos nietos, luego le venia a la mente la muerte de sus padres.
Y, que si existía ese primogénito, debía de ser un hombre tan mayor, o, más que lo era su padre, que mejor  sería dejarse de soñar, y, aceptar el pretendiente que le habían buscado sus hermanos;  Ragulo.
 Era cierto que no amaba, a Ragulo.; pero es que no tenía que amarlo; sólo tenia que ser su esposa, y, darle hijos.
Decidió, decirle que sí, en la fiesta del plenilunio; no quería hacerse vieja, Mitandra, su mejor amiga, sólo era, dos años mayor que ella, y, ya tenía  cuatro hijos
Después dio gracias, a los dioses de cuya existencia dudaba; y, sin darse cuenta rezo al Dios, en quien quería creer; y, con esos pensamientos se durmió
A la mañana siguiente; llevo a abrevar al rebaño de burros, y, se encontró con un hombre y, sus dos asnos; recostado cerca del pozo; como buena cananea,  no se asusto, y despertó al intruso con un grito 
“¿Quién eres tú, y, que haces aquí?”
El hombre que por sus vestimentas, se veía que era esclavo de un amo rico. Se levanto e hizo una inclinación a la muchacha.
“Disculpadme, señora”
No soy señora. Me llamo Rebeca. ¿Te he preguntado que quien eres, y, que haces?
“Descansaba, he llegado fatigado;  vengo de lejos; me envió mi amo, y, bueno ahora quisiera pedirte un favor. ¿Puedes darme un poco de agua?
Claro que si, y, no sólo voy a darte a ti, sino que voy a echar agua a estos pobres animales; que sólo piensas en ti, egoísta.
“Gracias. Señor”
¿A que Señor hablas?
“Al Señor de mi amo Abraham. Al Único Dios, y, Creador de todo”
¿De Abraham yo soy, la hermana de Laban, bueno quiero decir que Abraham es nuestro tío. ¿Pero que haces tu aquí, y, no me refiero al pozo?
“Buscar esposa al hijo de mi amo, y, Yahvé,  ha respondido a mis plegarias”
¿Y es muy viejo el hijo de tu amo?
“Mayor que tú, si es como conviene que sea el esposo; para enderezar a la esposa;  “dijo sonriendo; para demostrar que no estaba de acuerdo,  que en el matrimonio hubiese relación de mando, entre los esposos.
Yo nunca me dejaré dominar por mi esposo, pero ese hombre tiene que ser muy mayor.
“No lo es, porque nació, por voluntad del Altísimo, cuando mis señores. Sara, y Abraham, ya eran ancianos. “
Los ancianos sobre todo las ancianas, no tienen niños, que no soy tonta
“No es lo normal. Pero El Señor lo puede todo; no es como tus dioses de arcilla, yo le pedí; que vinieses tú, y, me ofrecieses agua, para mi;  y, para mis burros; que seguro que si alguien escribe la historia, los convertirá en camellos, y, ahora dime
 ¿Puedo acompañarte para hablar, con tus hermanos?
Claro que si
Y, emprendieron el camino hacia la casa, de Laban, y. los otros hermanos,

Laban, era seis años mayor que Rebeca.; era egoísta., y, calculador pregunto a su hermana, quien era el desconocido, y, al enterarse de quien era, lo invito a pasar, y,  le ofreció un trozo de carne salada, y, un vaso de vino.
Eleazar, el criado de Abraham, le hablo de su intención, siempre que ella quisiera, de llevarse a Rebeca; para ser, la esposa de su joven amo Isaac.; si aceptaba allí, estaban aquellos presentes, y, desplegó un manto; en el que habían sido envueltas las más bellas joyas; si no acepta; tengo el encargo de regalarle, sólo este collar, como prueba ante el Señor, de que no quiso ser la esposa del heredero de Abraham
Rebeca escuchaba en silencio; y, no se lo podía creer, por fin su sueño; se hacia realidad.
Acepto.
Dijo, antes de que sus hermanos, hubiesen abierto la boca.
Acepto, partiré contigo, seré su esposa; es el hombre con el que siempre he soñado; lo acepto a él, y, a su Dios.
Laban, intervino en la conversación para preguntar
. ¿Y, nosotros que, si se va Rebeca; habremos de comprar, una esclava que haga; las labores, los hombres no sabemos hacer, determinados trabajos, y, somos gente pobre, ya sabes?
Ya había pensado en eso. Dijo Eleazar; en ese cofre, esta el regalo que os hace mi amo Isaac, como presente de sus bodas, con la que ya es mí, Señora Rebeca.
Entonces sus hermanos la besaron, y, la despidieron diciéndoles.
 “Adiós hermana nuestra, que te conviertas en millares de millares”.
 Le entregaron, dos asnos.
 Y, Laban le ofreció, dos idolillos, que, el joven rechazo.
Mi Dios es ahora, el Dios de mi Señor, Él nos ha unido.; a Él serviré siempre
Y, dicho esto se sentó en la grupa del asno; se cubrió el rostro con el velo, de las jóvenes vírgenes, y, cabalgo tras el asno en que iba montado Eleazar.
Soñando; como cualquier novia.
Con una vida llena de maravillas, con una vida en un jardín, con rosas sin espinas.
 El viaje fue largo; y,  cada día, crecía en su alma el amor por Isaac.
De repente;  Eleazar salto del asno.
Y, dio un grito;  mi amo ,mi amo.
Rebeca que se había descubierto el rostro.
Se lo cubrió de nuevo.
Al darse cuenta de que estaba frente a su esposo; era mucho más de lo que había soñado.
Cerró los ojos, y empezó a imaginarse al niño; que acunaría al año siguiente
Isaac, se acerco, beso a Eleazar; a quien consideraba como un tío, más que como un esclavo.
Y, ayudo, a Rebeca a desmontar.
“ ven, voy a presentarte a mi padre; hoy no se encuentra muy bien, y, se ha quedado en la tienda. Se alegrara al verte”
Rebeca, completamente ruborizada; se apeo,  del burrito.
 Y, siguió a pie, hasta la tienda de Abraham,  El patriarca se alegro al verla., y, bendijo a los dos jóvenes, les recordó que debían de fiarse siempre del Señor.; aunque pareciese que se olvidaba de uno; no era cierto, nunca se olvidaba
Los que olvidaban,  eran los hombres, pero Dios tiene, muy buena memoria, que se amasen mucho, pero en el Señor; que recordasen que a Él se lo debían todo; y, que todo, debían de dárselo si se lo pedía.,  él le pedía al Eterno; los hiciese padres de pueblos; como estaba seguro de que así; haría.
Tres días más tarde,  Isaac, introdujo a Rebeca en su tienda, haciéndola así su esposa.
De acuerdo con la costumbre del lugar.
Cuando a la mañana siguiente Isaac,  confirmo que Rebeca, es su esposa ante el Altísimo; y que es sólo del; y Rebeca; lanza al aire el velo que le cubría antes la cara, propio de las jóvenes vírgenes, y, aparece luciendo el manto de las casadas.; empieza la fiesta que dura quince días.
Fiesta que es, interrumpida para dar sepultura al patriarca Abraham, al lado de su amada Sara.
Después del entierro de su padre, Isaac beso a su esposa, y, le dijo
“Querida, ahora somos nosotros los herederos de la promesa”
¿De que promesa?
“La promesa de que de nosotros saldrá la bendición del mundo, Uno, en quien será benditas todas las naciones”
¿Y, en que hombre pueden ser benditas todas las naciones, cómo no se haga el Altísimo hombre?
“Calla, no sabes lo que dices”
Rebeca callo, pero su corazón de mujer, le dijo que no se equivocaba; el descendiente de Abraham,  en el que todos serian benditos, sería el mismo Dios hecho hombre; pero se lo callo; y se dispuso a empezar, su vida de casada, con su esposo Isaac.
 Vida en la que habría de todo, risa, llanto, mediocridad, días grandes, días alegre, días oscuros, como en la vida de cualquier persona, y, de cualquier matrimonio
Pero por encima de todo: la presencia de un Dios,  que ya había empezado, a revelarse como Amor.
Fin



Alas para volar



El joven aguilucho,  miraba sus alas;  no entendía,  porque tenía aquel; “pegote”,


Miraba,  los cachorros de perro;  pero él; corrían, mientras que él, tenía que permanecer inmóvil en el nido; esperando que sus padres, viniesen a darles el alimento a él, y, a sus hermanos.


Si pudiese se cortaría,  las alas; sus hermanos, y. sus padres; le decía, que tenía que tener paciencia, que sus alas necesitaban crecer, y, fortalecerse.

Y, cuando esto sucediese, él podría correr, pero también algo mucho mayor, un don que sólo tenían las aves.

Volar; subir hasta el cielo; oír la misma voz de Dios.


Pero el aguilucho no lo creía; además las alas, no eran necesaria para volar; como mucho serían un estorbo; un peso añadido al cuerpo; para volar lo que hacia falta era mover las patitas; y, menear un poco el pescuezo, si, tan pronto pudiese se cortaría las alas.


Pidió ayuda a sus hermanos, pero estos,  lo tildaron de loco, y, se lo dijeron a sus padres.


No, es que fueran chivatos; debían hacerlo, si querían a su hermanito. Para evitar que éste se hiciese daño.


Papa águila, y, mamá águila, le regañaron, y, lo castigaron sin darle de postre, un delicioso hígado de escarabajo;(todo un manjar, para cualquier aguilucho goloso, algo así como el helado de chocolate, para un niño; o un adulto).

El aguilucho no desistió, siguió en sus trece, ahora lo haría a solas, no podía pedir ayuda a otras aves.

Porque nadie, iba  querer problemas, con los padres águilas; pues bien lo haría solo.


Fue un trabajo duro, doloroso, días, y. días durmiendo sobre las alitas dobladas; hasta que consiguió que, se quebrasen, y, crac.

 Las enterró con el pico.

Y, se sonrió a si mismo.

Se echaría a volar.

Daría unos paseos por el cielo.

Y, de nuevo volvería al nido; a decir a sus progenitores; que ya se había hecho mayor de edad; (Los pájaros son adultos, cuando pueden volar, y, buscarse la vida.) y, que se iba a construirse otro nido.

Y, lleno de ilusiones, se asomo al borde del nido.
(Las águilas construyen, sus nidos en lo alto de las rocas, en lo más alto de los macizos rocosos; a una altura que marea, si se pudiese subir hasta allí,   y, mirar, hacia  abajo).

Al pobre aguilucho, le paso algo parecido; pero como de los cobardes, no se ha escrito nada, simplemente, cerro sus todavía débiles ojitos.

Meneo arriba, y, abajo su cuello, y, salto al vació.

Cuando volvieron sus padres; encontraron a su otros polluelos, dormidos en el nido; y, a su pequeño muerto en el suelo.

Si hubiese esperado tan solo una semana; sin cortarse las alas; si hubiese confiado en sus padres.

Llegaría a surcar el cielo, con la majestuosidad de sus progenitores.

Pero el pobre se había dejado llevar; por la envidia a otros animales; por la falta de confianza en sus padres; por la prisa por ser mayor.

Y, se había olvidado; de que no se puede volar sin alas.

Que las alas no son, aunque lo parezca un estorbo.

Uno andaría más ligero, pero jamás volaría.

Y, a los humanos,  también nos pasa igual, también a nosotros; Dios nos da alas; tenemos que volar más alto; a ese Cielo que es la morada de Dios.


Las alas de cada uno son distintas; se componen, de un montón de plumas,  alegrías, penas, enfermedades, etc.

 Amor a lo que Dios quiere, risas, llantos. ... y, un largo etc.

 A veces podemos caer, en el error del aguilucho.

Y, querer arrancarnos las alas; o, quitar las plumas que no, nos gustan, otras podemos querer sacar el timón del ala; la fe, y, la esperanza en Dios; para que las plumas vuelen por el aire; y, quedarnos para adorno, con las que nos agradan;  y,  así echarnos a volar.

Pero lo único que hacemos, es estrellarnos en el suelo.

Claro que;  lo que no pudieron hacer papá, y, mamá águila, Dios puede hacerlo; y, lo hace, si le dejamos;   y es volvernos a la vida; y, darnos de nuevo las alas, para poder volar al cielo

No, te cortes las alas

Fin