miércoles, 30 de enero de 2013

El humo


Ana, Carlos, Noha  y,  Samuel, habían llegado a la cabaña, muy temprano, los acompañe de mal grado, el campo, nunca me gusto, y, no entiendo.a la gente, le guste, más el olor a estiércol, que el olor a gasolina; pero ellos insistieron tanto, “ven Carlota”; que no tuve, más remedio

Madrugué, porque me era imposible dormir, mire, por la ventana, y, vi humo en uno de los montes próximos, los desperté, para que viesen el posible incendio, y, ver cómo podríamos ayudar; al que más le costo, despertarse, fue a Carlos, su primo Samuel, fue el primero, en levantarse
“Tú estas soñando Carlota, no hay ningún incendio”
no, estoy soñando, porque no he dormido, y, el olor a quemado llega hasta aquí
tu cerebro primita, respondió Noha.

Nadie, veía el humo, excépto yo, sali, hacia el pueblo; pero ninguno, de los que se cruzaron, en mi camino, veían, nada extraño en el monte, en el que yo había visto, el incendio
¿ Me estaré volviendo loca? Pensé, al llegar a la cabaña, dije, que les había querido, gastar, una broma; mientras pensaba visitar, el psiquiatra tan pronto. llegásemos, de nuevo a la ciudad

Sin embargo al otro día, volví ,a ver el incendio, sólo que esta vez era, como más vivo, y, mis compañeros, también lo vieron, igual que yo

Hay que, hacer algo, dijo Carlos, que siempre, era el más decidido, aunque luego no hiciese, nada, sin Samuel

¿ Hacer qué? Pregunto Ana, vamos, a soplar, por favor, somos 5 personas, que no disponen, de material anti incendios, ni siquiera, disponemos, de vehículos para llegar, allí lo que debemos, hacer, es llamar a las autoridades

Lo hice yo, me atendió, una funcionaria más interesada, en que se hablase gallego, que en evitar una tragedia, ni que decir tiene, que no le dije, ni una palabra en gallego, y, no porque no lo sepa, ó, desprecie, cómo voy, despreciar, la lengua que, mamé de las tetas de mi madre, no, lo hice, por lo mismo que, hace años, cuando era de paletos “ lo hablaba” porque no me gusta, que me manden, que me impongan.


Después de un buen rato, conseguí, que me pasase, con la persona responsable, un señor encantador, y amable, me escucho pacientemente, y, luego me dijo

“ Vamos a comprobar, gracias”
Le deje el número de mi teléfono para que me llamase, si necesitaban ayuda

Me llamo, al cabo de 1 hora, muy enojado; porque habían ido, hasta allí, y, no había ningún incendio, me advirtió, ( ya no era el hombre amable de antes) que si se enteraba, de que se había declarado, un incendio en otro sitio, nos acusaría por cómplices.

No entendía nada, el fuego, estaba allí

Entonces volví hacia el pueblo, pero la gente, que encontraba tampoco, veía ni olía nada, uno de los hombres del pueblo, y, su mujer, se ofrecieron, a llevarnos, en su tractor al monte, para que pudiésemos comprobar in situ, que no estaba, ardiendo nada.

En efecto todo, el monte, parecía normal, mejor dicho era normal, sólo dañaba, el paisaje un montón de piedras, y, grava que, debían, de llevar muchos, muchos años.

Algo pasaba, porque todos no, nos habíamos vuelto locos

Noha, dijo que, a lo mejor eran almas, que pedían justicia, sus hermanos, y, sus primos se rieron, yo no.

Al día siguiente, le pregunte, a la mujer que, nos limpiaba la cabaña, y, nos llevaba, la leche para el desayuno.
Al principio fingió, sentir extrañeza, pero luego se soltó, a hablar eso, si dejando, bien claro que ella en esas cosas, ni creía, ni dejaba de creer.

Su abuela, le había contado; que haya por el año 1875, el cacique, ó, sea el hombre ,para el que trabajaban casi todos los de la aldea; tenía una hija, una niña buena, y, hermosa, sucedió, con ocasión de la siega vinieron, campesinos de otros pueblos, y, la joven se enamoro de uno de ellos, Manuel se llamaba, la niña Celia; ellos querían, casarse pero D. Justo, ( nombre que no le cuadraba para nada) no estaba decidido a permitirlo

Un día los dos jóvenes, habían ido al campo, a ese campo, que usted dice, que vio arder; pasaron allí la noche, en una cabaña, que los pastores, se habían hecho con paja; por favor señorita, no piense usted mal, los dos eran puros, e, inocentes, simplemente con la tormenta, que se desato, era imposible, volver al pueblo

Cuando D, Justo se entero, se marcho hacia el monte, no dejo que nadie, fuese con él, luego bajo diciendo que todos a trabajar, y, que no había pasado nada, y, pobre del que en adelante hablase, ni una palabra de su hija.

Después mando, a dos hombres,  que echasen piedras, y, grava, esa que vio usted, para tapar su crimen, los había quemado vivos

¿Pero por qué nadie lo denuncio?

Hija, usted no sabe, cómo eran entonces las cosas, él era el cacique, no se podía, hacer nada, y, además para que arriesgarse, ellos ya, estaban muertos

Desde entonces, hay personas, que el día en que, fueron asesinados ven el humo, y, el fuego, que los mato, ellos quieren, decirles algo

Si, de eso estoy segura; y, voy ayudarles, dónde puedo encontrar a un sacerdote

La mujer, me condujo a la iglesia, el sacerdote muy mayor, pero muy lleno de Dios, me escucho atentamente, “ los caminos de Dios son inexplicables”

Luego me dijo, que no era necesario, e´l permiso  de las autoridades, él no era partidario, de levantar los cadáveres, bueno los huesos calcinados, toda tierra es sagrada, y, más los montes desde que, Jesús fue el primer escalador; además ellos ya no estaban allí, “la gente hija, va demasiado a los cementerios, es como si cuando un amigo, se nos va de viaje, en vez de escribirle, ó, llamarle, por teléfono fuésemos a su casa, a hablar con su ropa vieja”

Sacamos las piedras, y, el sacerdote bendijo, y dijo una oración, sobre los huesos, los dos esqueletos tenían las manos agarradas, y, estaban sentados, alguien dijo de estirarlos, pero yo me opuse, en el fondo pensaba como el sacerdote.

Rece, una oración por aquellos dos infortunados jóvenes.

A la mañana siguiente, cuando nos disponíamos a regresar; Ana me señalo el monte, ya no se veía el humo, pero si se veían 2 garzas blancas aves, no comunes en aquellos parajes, que estaban reconstruyendo su nido

“Fíjate, han vuelto para amarse” si claro, le dije es muy bonito, y, para darnos las gracias

Claro esta, sabía que no,pero,  por una razón, que se me escapa, las aves habían desviado, su rumbo.

¿Ó,  no, tú que piensas?

Fin

martes, 29 de enero de 2013

La mosca

La mosca

De todas las criaturas de Dios, la mosca es uno de los más despreciados; y, casi siempre porque los humanos tenemos la manía, ó, costumbre de juzgar todo, poniéndonos por modelo, y, claro si hiciésemos lo que hacen las moscas; pues seriamos.... que, hay quien lo hace, .y, peor; pero no lo es en el caso de las moscas, porque son moscas; no hombres

Se dice que propagan enfermedades, pero también las evitan al deshacer las bacterias de los detritus.

Bueno ellas como todos los seres creados tienen una misión, y, esta es la historia de una mosca concreta

La Madre, se levanto, y, con un lienzo de los que usaba como pañal, trato de espantar; ó, de matar la mosca, que atrevida se había posado, en el piececito desnudo del bebe, era normal, que, en aquel sitio hubiese moscas y, tábanos, y arañas; porque era una cuadra; cuando siglos más tarde los artistas representaran aquella escena, se olvidarían de los insectos, es que hay gente que piensa poco, ó, que no conoce el campo, donde hay herbívoros hay insectos: son como su corte, y, allí estaban también,

La Madre que, era ya reina de las moscas, y. no es irreverencia es que si es Reina de todo lo creado, pues en todo, entran las moscas, no dejaba de ser una “ mamá” y, a las mamás, les dan “ alergia” las moscas, no a las mujeres, mujeres a unas. si a otras no; a las mamás, y, allí habia una mamá, que no iba permitir que aquel insecto molestase a su Niño, pero el pequeñín, hizo unos pucheritos, como si le molestase que su mamá, fuese a matar a la pobre mosca; al fin y al cabo, Él era también el Rey de todos, y, lo que es más aún su inventor, le hacía gracia, en su recién estrenada humanidad; que uno de sus subiditos le rindiese vasallaje haciéndole cosquillitas, La Madre; entendió, y, no mato al insecto, luego cuando este dejo al pequeño, Ella, le abrió una ventanita de la cuadra, sacando un poco de paja, para que pudiera volar libre, y, no se la comieran las arañas.

La mosca, se fue pensando que tenía que hacer algo, para agradecer aquello, pero no sabía que podría hacer, sólo era un insecto.

De pronto sintió un galopar de soldados, que iban buscando, y, asesinando niños, se dijo que era la suya; y convoco a todas sus congeneres.

Y, así cientos de moscas se dirigieron; al Establo. donde hacia unos días, había nacido el Mesias de Israel, en aquel momento, el esposo estaba ayudando, a la Madre a envolver el pequeñín, y, salir por un hueco, ó ventana de la cuadra; la Madre temblaba, porque el ruido de los cascos de los soldados, era cada vez mayor; Maria sintió que se le apretaba el corazón, cuando oyó la voz de uno de los esbirros de Herodes, formulo una oración.

“Es tu Hijo, Señor, pero hágase tu voluntad”, luego temblando miro hacia atrás, todo el Establo era una nube de moscas, y, tábanos, que también habían ido en ayuda, ,y escucho una voz; vamonos aquí no hay nadie, no hay ser humano ni animal, que pueda vivir en un sitio así, eso es una nube de moscas.

Maria, sonrió gracias amiguita, luego se dijo que, la mosca no la había entendido, sólo habia ido allí porque Dios así lo quiso

La mosca por parte, respondió

No hay de que Majestad, vuestros súbditos estamos para serviros, pero Ella no lo oyó, y, de haberlo oído, de haber entendido aquel lenguaje, tampoco lo hubiese comprendido, porque Ella, no se veía como Reina aunque lo era; si no como la Esclava del Señor; y, como una joven mamá

Fin

lunes, 28 de enero de 2013

Acab



Hacía dos años;  que Yahvé, se había llevado a su esposa; como fruto de su amor, le quedaba únicamente, un hijo enfermo.

Acab, rey de Israel, descendiente de David; se había enamorado de nuevo;  esta vez de una princesa, extranjera de la fenicia; Jezabel; es decir de una idolatra, de una gentil,  la princesa,  era bellísima, con unos ojos muy negros, y, muy joven tan sólo 16 años.
Rey

El rey, anuncio, su intención de casarse con ella. Pero los ancianos,  le recordaron el precepto del Señor “no os casareis con extranjeras”

Acab,  era demasiado inteligente, para hacer, caso de una ley  tan antigua, lo que contaba era el amor, y, él amaba a Jezabel, y, ella a él, sería una buena reina, una buena esposa, y sobre todo una buena judía

Comunicó,  su boda con Jezabel, todos callaron, menos Elías, Elías no callaba nunca, no sabía respetar al rey de Israel.

Los primeros meses fueron felices, Jezabel; se estaba ganando al pueblo, pero poco a poco, sin lo notase,  empezó a cambiar su corazón,  primero lo convenció de  tener sus propios servidores, luego quiso, convencerlo, de que dejase el culto, a Yahvé, por el culto a Baal, Ishtar, y, todo el panteón fenicio; le decía que el monoteísmo, era absurdo, sólo Israel era monoteísta, que no podían, seguir como un pueblo extraño, si querían ocupar su lugar en el mundo, y, no ser la rechifla de sus vecinos.

Acab, amaba mucho, a su reina, y, esposa, y, le costo no ceder; pero se mantuvo firme, aunque debería, repudiarla, y, no lo hizo.

Un día, un criado le informo,  que la reina; ofrecía,  sacrificios, incluso humanos, a los dioses, que tenía, más de 16 años cuando se casaron, que en realidad, era mayor que el rey, que pensaba, matar, al príncipe, y, poner en el trono,  a  su propio hijo, que había dejado oculto en Sidón.

Jezabel, lo negó todo, y, el criado fue condenado a muerte.
Después aconteció, lo de un tal Nabot, que tenía una finca, y, no quiso venderla, a  Jezabel, cuando esta se  encapricho, de la misma; Nabot, decía, que la finca era herencia paterna, por eso, no quería venderla, ella lo tomo, como ofensa personal, y, se propuso, hacerse con  la misma como fuera,  para ello, solicitó, a su esposo Acab, el sello real;  este, se lo dio, sin sospechar nada, sin ver, que era cómplice de un crimen de Jezabel

Lo comprendió, cuando Elías, lo maldijo, y, le llamo, “asesino”. Entonces reconoció, su error, pero el miedo lo paralizo, tenía, miedo a Jezabel, no porque fuese, un demonio, sino porque era, una mujer que no creía, en Dios; se preguntaba.

 ¿Qué pasaría, si él moría, antes, asesinaría a su hijo?

 Pero de pronto, recordó, la maldición, que, Elías había pronunciado. “... y, Jezabel será comida por los perros”
 Por ello, al caer, cayo herido; sonrió, si se cumplía, su castigo, también el de Jezabel, y antes de morir, dirigió, una oración, al Dios, que sólo sabe amar, “Yahvé Dios de Israel; perdona, a Jezabel, concédeme, tenerla, a mi lado, en la Resurrección, cuando venga el Mesías ; si no la hubiesen educado, en la idolatría, si yo fuera mejor judío, pero, ella fue educada así, y, mi mal ejemplo, en el fondo; Señor no es mala, y, yo la amo, la amo, y de esta forma se durmió,
Fin


jueves, 24 de enero de 2013

Zacarias

Zacarías; beso, en la frente a su esposa, Isabel.

Y, salió hacia, el Templo de Jerusalén; hacía años, que hacía aquel camino, pero cada vez, se le hacía más largo, y, más pesado; sentado, sobre una piedra, recordó, sus años mozos, cuando era un joven sacerdote, e, iba en todas las fiestas, del Pueblo elegido, a presentar, las ofrendas al Altísimo.

Después, vino, su boda con Isabel, era la novia, más guapa, del  mundo.

Con ilusión, habían aguardado, los hijos; que no llegaron, y,   con los hijos, que no llegaron; llego la maldición, y, el desprecio del pueblo, y, de los otros sacerdotes, sobre todo, de Anas, de la casta de los saduceos;  quien,  había instigado, para que no se le permitiese ofrecer el incienso más que dos veces en el año. Él sabía; que un  día  la prohibición sería absoluta. Era un maldito; los hijos,  lo sabía todo el pueblo, eran, la bendición del Eterno, y,  quien no los, tenía, era, que no los merecía.

Una lágrima furtiva,  asomo a sus ojos, se la seco, con el revés de su mano; luego como tantas veces, hurgo, en su conciencia, trato de ver que pecado; tan horrible podrían haber cometido él, y, su esposa, para merecer, semejante castigo; y, por más que busco, no encontró nada. No, porque se creyese justo, que bien sabía, el viejo sacerdote, que no hay justo ante Dios, entre los nacidos de mujer; pero no se veía, más injusto, que otros, que envejecerían llenos de nietos. 

Más,  de una vez; su esposa; le había dicho, que Dios tiene, planes secretos; que el hombre, no puede conocer.

Y,  que si bien, no habían tenido, hijos propios, si había podido, ejercer; aunque sólo fuese temporalmente de padres; y, con una criatura excepcional; Miriam;  la hija de la sobrina nieta, ó, prima nieta; de Isabel; la pequeña de Ana;  y, Joaquín


También él quería a Miriam, porque, era, como un ángel. Pero no era su hija. De hecho hacía más de dos, años, que no la veían. Si, es cierto, que los quería, y, ellos la querían; pero sólo, era una pariente lejana, los hijos de Miriam, serian nietos, de Ana y Joaquín; no suyos, y, de Isabel.

Se dio cuenta, de que estaba anocheciendo, y, apuro el paso; sólo faltaba, que no llegase a su hora, para la función litúrgica.

Cuando llego,  el pueblo, se encontraba orando, en el atrio de los fieles; avanzo hacia, el Santo de los Santos; Del Templo de Jerusalén, para presentar, en nombre del pueblo, y, en el suyo propio, el Incienso vespertino; pues no se le permitía, ofrecer, los sacrificios de los animales.

Frente al altar del Incienso, recordó, las veces que, había invocado al Altísimo, pidiendo que hiciera florecer, el seno estéril de Isabel, ahora hacía tiempo; que, ya no pedía nada.

Se había resignado, con la voluntad de Dios, resignado, porque no le quedaba otro remedio. De pronto. Lo vio allí, de pie. A la derecha justa del altar, y, se asusto, no, porque le viese alas, que no tenía alas, ni tampoco, porque brillase, no, se asusto, porque sabía, que ningún profano, Podía entrar allí; y,  estaba claro, que uno había entrado, ahora, él iba ser el culpable; se encamino, hacia el desconocido,  Para interrogarle, pero este se le adelanto


“No temas Zacarías; tu plegaria, ha sido escuchada, e Isabel tu mujer, te dará un hijo. Que se llamara Juan,  y,  que al nacer alegrara a muchos; no beberá vino, y, será lleno del Espíritu de Dios, ya en el seno materno, muchos volverán al Señor Dios de Israel,  caminara, delante del  Señor, para prepararle, el Camino.”

Zacarías, no estaba de humor para bromistas. Y, no cabía duda de que aquel, lo era. así que lo interrogo

“¿Qué pruebas, tengo de lo que dices; porque como ves, soy un viejo, y, mi mujer lo mismo; así, que no entiendo, de que hijo hablas?

El desconocido, no se inmuto, miro a Zacarías, como a un niño travieso, y, le dijo:

“Yo soy Gabriel, uno de los Santos ángeles de Dios. Que presentamos ante su trono las oraciones de los fieles;  entre ellas la tuya,  té vas a, quedar mudo, hasta que cumpla lo que te he dicho, y, creas”.  Dicho esto, desapareció


Zacarías, trato inútilmente de articular palabra, pero todo fue inútil, se había quedado mudo; trato por señas, de explicarle al pueblo; y,  con los ojos, llenos de lagrimas. Puso rumbo a su casa, en Ain –Karin.

Allí en la puerta, con el cabello, completamente blanco, con la espalda corvada, por los años; lo aguardaba, su amada esposa; quiso, decirle, unas palabras; pero no pudo, no podía, hablar con su mujer; que era, lo único que les quedaba ya.

Isabel, con su amor de esposa; lo envolvió, como una nodriza al niño, que esta criando; cierto, que no podían hablarse, con palabras, pero si, con el corazón; y, con todo, su ser de esposos, cuerpo, y, alma, y, su amor, se hizo tan fuerte, como en el comienzo, de su matrimonio, y, aquel amor, hizo, que la vida, brotase en el seno estéril de Isabel; sin que esta acabase, de creérselo, y,  se ocultase cinco meses.

Seis meses más tarde. Los dos esposos, estaban,  sentados, en el porche de la casa. Isabel tejía, una mantita de bebe, para el hijo, que aleteaba, en sus entrañas, y. se preguntaba. ¿Cómo lo criaría? Cuando sintió a lo lejos, la voz, de la pequeña Miriam.

Se puso en pie, con dificultad. Para recibir, a su pequeña, a, la que seguía queriendo como una hija. Le extrañaba su visita, ya que no conocía, su estado.

“Dijo, ven esposo; vamos;  esperar a la pequeña, seguro que, tiene muchas cosas que contarnos”. Y, tomo a Zacarías del brazo.

.
Pero al tenerla cerca. Isabel noto, que la criatura, que vivía en su cuerpo, se ponía a dar saltos de alegría, y, le comunicaba, que allí en aquella, Mujer, estaba su Señor. Entonces Isabel callo de rodillas, ante aquella jovencita.

 Diciendo

“¿Quién soy yo; para recibir, la visita, de la Madre de mi Señor? Bendita tu entre las mujeres, y, bendito el fruto de tu vientre.”

Su niño, se lo acababa, de decir, su pequeña Miriam, era, su Señora, La Madre de su Señor, allí estaba el Mesías, que tanto habían esperado, y, en ella, Su Precursor......

Pasaron los meses, en los que Zacarías,  oía, en silencio los relatos. Y, las conversaciones, de las dos futuras madres, y,  se admiraba, de la capacidad de servicio, de la joven Miriam, y, llego el momento deseado, Isabel, puso en el mundo, un niño; un muchachote, sano, y, gordito, de ojos negros, y, un llorón empedernido.

A los 8 días, llego el momento; de circuncidar al niño, y, ponerle nombre; como el padre, estaba mudo, preguntaron, a la madre, qué nombre, le iban a poner. Y, dijo,  que Juan.

Trataron, inútilmente, de hacerla desistir, puesto que; no había nadie, en su familia que llevase, aquel nombre, pero como seguía empeñada, en ponerle Juan;  decidieron dar, unas tablillas, al padre, y, preguntarle; al fin. Y, al cabo, aunque mudo, era hombre, y, no diría, tantas tonterías, como una mujer.

 Zacarías; tomo las tablillas, miro sonriendo, al Cielo. Y, escribió;  “Juan es su nombre” y, comenzó, a hablar, y, proclamo, a su pequeño, como, “Profeta del Altísimo, y anuncio, la venida del Salvador”.

Por la tarde, con su pequeño en brazos, despidieron, a Miriam, fue entonces cuando. Zacarías, se miro en el espejo del rió; y, vio que su hijo, lo había rejuvenecido, era un hombre joven,  y, bendijo al Eterno


Cizaña

Cizaña

Era una planta agreste,  salvaje. No, puede decirse, que fuera mala; muchas de sus hermanas habían servido para curar enfermedades.

Pero “Cizaña”; era diferente, estaba llena de rencor, y, de envidia sobre todo, del trigo; “ese necio ese, creído si, pudiera, le bajaría los humos.”


Observó; en  el campo, unos hombres sembrando, el trigo, cosecharían en el mes  de agosto. El dueño de la finca, era, un joven príncipe, que se sumaba, también a las labores de siembra;  más bien  se podría, decir, que era el único, que trabajaba.

Ella,  vio como miraba, a sus empleados, y, les encargaba, vigilar el campo. Ya, que él había de ausentarse, por razones de Estado.

A la noche siguiente. “Cizaña” recibió, la visita de un enemigo, del príncipe;  se trataba, de un ex marques, que había sido expulsado del reino, por el  padre del príncipe, por delito de “lesa majestad”;  es decir, alta traición;  siempre vestía de negro;  se acerco, a la planta, la agarro, y,  le dijo: “mira querida amiga; vas hacer, un gran servicio; ahora que, los criados de, de S.A.R. están durmiendo, la mona; te voy a sembrar en su campo y, cuando,  crezcas; En la cosecha; teñirás de negro, todo el trigo; que no  valdrá en absoluto para nada.

A “Cizaña”, su conciencia arbórea, le dijo que, debía, decir que no; agarrarse con fuerza;  por medio, de sus raíces, a la tierra: que,  aquello, estaba muy mal.

Pero odiaba, al trigo. Y,  pensaba que, se merecía, una lección, así que, se dejo arrancar y, plantar sin problema.

A los pocos días. Ya mezclada, con el trigo. Escucho, a los empleados del príncipe, que ya había regresado. Preguntarle, qué,  hacían con la cizaña

El príncipe, dijo, que aquello era, obra del enemigo. Y, debido, a su gran bondad se callo, que también por su culpa: por haberse quedado dormidos.

Pero añadió, que no la cortasen, para no cortar el trigo; que en la siega; él mandaría, a los segadores, que la atasen aparte, y. la quemasen.

“Cizaña” no pudo, evitar, un sollozo; y, no, porque, le importase, ser quemada, que  le importaba; sino, por  el daño tan grande, que le había hecho, al príncipe, que era tan bueno, y,  al trigo; porque mucho trigo, en la recolección, se teñiría de negro, y, no valdría para nada.

Si pudiera hacer algo.¿ Por qué se habría dejado arrancar?
.
En esto, se acerco, a ella, el  príncipe.

 “! Oye tú eres la “Cizaña”.

“Lo siento, Alteza”. Fue lo que alcanzo a decir. “Y. acepto mi condena”.
¿Pero quien, habla de condena. Si tú, me dejas, puedo arreglarlo?
“Claro, claro que si”. Respondió, la plantita. “Estoy en vuestras manos”.

Entonces sucedió, algo maravilloso; el príncipe, la apretó en sus manos,  y al frotarla se le abrieron, unas heridas recientes, que había recibido, en el campo de batalla ese, precisamente, era su “razón de Estado”, por cierto el enemigo derrotado, había sido el “ex –marques “que, ahora andaba, a la fuga, haciendo aún más tropelías.

Claro, que, el príncipe, que se había casado, con una joven bellísima, aunque de origen plebeyo,  había dado, a la nueva princesa; las armas, con que atizarle, al “ex –marques”.
Bueno el caso fue;  Que cuando;  “Cizaña” se impregno, de la sangre del príncipe, se convirtió en trigo.

Y,  en la Siega, los segadores, sólo metieron; trigo,  en el granero, y, brindaron, y bailaron, con el príncipe, que era todo, alegría.


FIN

lunes, 21 de enero de 2013

El Agape


Sarai, era una joven esclava hebrea, como sus  amos, de los que se rumoreaba, eran seguidores, de aquella “nueva secta”, que, se reunía para dar culto, al hombre que había sido crucificado, hacia ya unos cuantos años en la Pascua.

Recibía,  un buen trato, por parte de sus amos; pero era una esclava. Dormía en la cocina, y, sobre todo, llevaba, al cuello, una cadena, con el nombre de su amo,"Elías Bar  Simon”.

Sarai, había oído decir, que en la nueva secta, en la que estaban sus amos, todos los hombres, eran iguales, es más, que eran hermanos, que así, lo había enseñado, el crucificado, un carpintero, que se había hecho pasar por mesias, y, “Dios lo haya perdonado, por Hijo natural de Dios”, como si Dios, fuese un hombre, para tener hijos, y, como si de tener hijos, iba permitir,  que, lo crucificarán, claro, que sus seguidores, según había oído, Sarai, decían, que Dios lo había resucitado


El caso, era, que, sus amos, Elías y, su esposa, Rebeca, serían muy seguidores, de la doctrina de aquel Hombre, pero, ahí, la tenían a ella, como un objeto de su propiedad.

En estos, y, otros pensamientos estaba, cuando, la llamó, su ama, fue corriendo, a ver, que deseaba.

Sarai, dijo ésta, te he mandado, llamar, porque, quiero, invitarte, a una de nuestras celebraciones, con el fin de que, conozcas "el Camino", y, tú, también te puedas salvar, pues Jesús, vino para todos.

Señora, respondió, sin mirar a su ama, a la cara, yo, iré a donde me mandéis, pero, siempre he procurado, ser una buena israelita, y, bueno, no, me parece, que deba, dejar, la Fe de mis padres, para seguir, la nueva doctrina, pero haré, lo que mandéis, por qué, que otra cosa puedo hacer

No, temas, pequeña, respondió, Rebeca, no tienes que abandonar, la Fe de tus padres, Jesús, no vino, abolir la Ley, vino, a darle plenitud, y. vida; vino, a, hacernos hijos de Dios, además, la última decisión será tuya; y, no, te hablo, como señora, si no como amiga, vienes, sólo si quieres
Sarai, se despidió de su ama, y, regreso, a sus ocupaciones.

llego, el Sabat,  a la noche, y, la joven esclava en compañía de sus amos, y, de los hijos de éstos, fue a la celebración, del Ágape, comida fraternal, en la que se realizaba, la Fracción del pan, ó, Eucaristía, hubo algo, que, le llamó, la atención, a Sarai, y. era la cantidad de personas, que jamás pensó, formarían parte, de aquel extraño grupo, vio que sus amos, saludaban, con un respeto, que le pareció, excesivo, a un hombre, que por sus manos, se veía era pescador, y, según oyó, uno de los seguidores del crucificado, pronto empezaron a acomodarse los participantes, sus amos, ocuparon, lo que podría llamarse un puesto central, como le habían dicho, que no iba; como esclava, Sarai, iba sentarse a su lado, pero, el pescador, de quien se entero, se llamaba Pedro, ó, Simón, la tomo, paternalmente por un brazo, y, la invitó, a ocupar un lugar más modesto; dado, que no se había olvidado, de que era esclava, obedeció, pero se dijo, para su fuero interno, “ con que todos hermanos, si, ya sé ve, los esclavos en un lado, y, los amos, en otro,  pero, tuvo, que desmentirse, cuando, vio, que una, “compañera suya”, esclava como ella, se sentaba al lado, de Rebeca su señora, mientras, su ama, se sentaba, al lado, de Sarai, fue precisamente, la ama, de la otra joven, quien le explico a la joven , porque, había amos, que eran tratados, como “ esclavos” y, a la inversa, es que,  "yo, al igual que tú, y, todos los que nos sentamos en este sitio, aún no hemos vuelto a nacer, por el agua”, los que están, en el otro lado, son los que como tus amos, en la tierra, y, mi sierva, Ruth en la tierra también, ya han renacido, por el agua, son hijos de Dios, han sido liberados del pecado, y, por lo tanto, son libres, yo, espero, que hoy, Pedro me bautice, y, pueda así, dar testimonio, de la Resurrección del Señor

A continuación, hubo, una especie de cena, parecida, a la que, sé celebraba, para festejar la Pascua, Pedro, leyó, unas lecturas de los profetas y, del libro de la Toral; y, contó, sucesos de la vida de Jesús, incluida su negación, del Maestro (Jesús), rompiendo a llorar, como un niño chico, al llegar a éste punto, de su relato, después se pidió al Padre Dios, por todos los hombres, empezando, por aquellos, que los perseguían
Y, acabado, esto, Pedro, puesto de nuevo en pie, pregunto
¿Creéis que Jesús, es el Mesías, el Hijo del Dios vivo, anunciado, por los profetas, él que tenía que venir al mundo, el que murió, y, más aún resucito, por nosotros, y, por todos los hombres, él que ascendió, al Padre y, se sentó, a su derecha, desde, donde, ha de venir, a juzgar a todos los hombres, que fueron y serán?

Y, todos respondieron, uno a uno, Creo,

Dijo Pedro, Los que aún no habéis sido lavados, con el agua purificadora, del bautismo. ¿Queréis bautizaros, si creéis en el Señor Jesús, podéis hacerlo, ya que, sólo hace falta, creer en Él, y, arrepentirse de los pecados?

Muchos se bautizaron,  Ruth, pero Sarai, no lo hizo, porque, aunque le había gustado, lo que escucho, no era suficiente, para dar un paso, tan grande, se quedo sentada, viendo, como eran bautizados.

Concluido, el rito del bautismo, volvió, hablar Pedro.

Hermanos, ruego, a los que no, se hayan bautizado, que abandonen nuestra reunión, “lo santo, para los santos”

 Lo que va suceder ahora aquí, no puede ser desvelado, a quienes aún, no han dejado las viejas ataduras del pecado, para seguir al Señor Jesús

Sarai, no entendía, y, tuvo, que ser, su ama, la que, viniese junto a ella, para decirle, que debía abandonar, y, esperar fuera.

Sarai, se preguntaba.  ¿Qué estaría pasando, por qué los habrían echado fuera, estarían conspirado contra el Templo, organizarían revueltas contra Roma?, bien cierto es, que, sólo había oído hablar de paz, pero, si, no estaban haciendo nada peligroso, por qué los echaron, desde luego, le preguntaría a su ama, sí, tenía interés, en que, adoptase la nueva doctrina, y, no hacían nada malo, se lo diría, y, en caso, contrario, pues, salvo, que la obligase, iba a seguir siendo, la joven hebrea de siempre, y, esperar el Mesías.

Al llegar, sus amos a casa, Sarai, acudió, junto a su ama, para preguntarle, por el acto misterioso, al que, no se le había dejado, asistir

“ay mi fiel y, buena Sarai, Dios quiera, que pronto, se haga, en tu alma, la luz, y, puedas, ya regenerada por el bautismo, asistir a la parte, más importante de nuestra reunión, aquella, en donde, una vez más, experimentamos, el Amor, y, la Entrega de Dios a nosotros.

¿Pues qué sucede ama?, pregunto


No, puedo, decírtelo, pues es un Misterio, tan alto, y, tan grande, que, ahora, no iluminaría, tu alma, te cegaría, pues no estas, en condiciones de comprenderlo

¿Vos, lo comprendéis, ama?

No, hija, no, lo comprendo, simplemente, lo creo, lo amo, y, lo adoro
Ama, Sólo se adora a Yahvé

Así, es hija, pero es que, bueno, ó, de lo dicho por Pedro, que es para nosotros, ahora él que esta, mandando, en su Nombre, pues lo haré encantada.

Sarai, por no ser descortés con su señora, y., por librarse por un momento del trabajo, hizo, algunas preguntas, que su ama, aunque adivino, la razón, le respondió, con, la misma atención, y, detenimiento, que, si, hubiesen sido hechas con interés.


Fueron, pasando los días, en aquellos tres meses; Sarai, vio, en la casa de sus señores, hechos que, le demostraban que no eran unas personas, como, las demás, vio a su amo, Elías, perdonando, a un viejo enemigo, y. es más, refugiándolo en su casa, vio a su ama, cuidando, día, y, noche, a una vieja esclava, quien fue bautizada por su ama, antes de morir, y, todo, esto, junto, a lo que había, oído sobre Jesús, llevaron a la joven, a decidir pedir el bautismo


Llegó, el día de su bautismo, y. por fin la joven pudo, saber que era el Misterio, que tan celosamente, guardaban aquellos, que se denominaban “santos” los seguidores de Jesús.

La Eucaristía, la donación del Hijo de Dios, como Comida, y. Bebida, con razón, le había dicho, su ama, que, era un Misterio tan grande que la cegaría, si, se lo mostraba, antes de tiempo, realmente, sólo, la Fe, podía, hacer que uno, no se volviese loco, ante tanto derroche de Amor, por parte de Dios, el corazón de la joven, no cabía en su pecho.

Las lagrimas, lagrimas de felicidad, bañaban sus ojos, era una emoción tras otra

Al acabar, su ama, se acerco a ella, y, le dijo
Sarai, ahora, somos hermanas, pues tenemos el mismo Padre, por ello, quiero preguntarte, si deseas abandonar mi casa, en ese caso, te daría, un escrito, que te, declararía liberta, en caso, de que, decidas seguir como hasta ahora, sabiendo siempre, que, todos, somos siervos de Dios, y Dios nos hizo sus hijos; pues en ese caso, ante los hombres, yo, seguiría siendo tu señora, y, tu mi sierva, pero ante Dios, somos ya para siempre hermanas.

La muchacha, dijo que aceptaba, seguir como hasta entonces, le pareció, que lo contrario, era ser desagradecida, y. además a donde iba ir, en el fondo, eran “su familia”, pero cuando estaba respondiendo a la pregunta de Rebeca, fue interrumpida por José, el hijo mayor, de sus amos, quien, se acerco, a sus padres, para decirles
Amo, a Sarai, y, deseo, hacerla mi esposa

Entonces, la mirada de Rebeca, cambió completamente, miro seriamente a su hijo, y, le respondió

Eres nuestro primogénito, nuestro heredero, no puedes, casarte con una esclava; ni con una liberta, tu matrimonio lleva tiempo, concertado, y, debes obediencia a tus padres

Yo, respondió el joven, he respetado, y, obedecido, siempre a mis padres, pero ahora, llego el momento, de que obedezca, a Dios, quien me manda, desposar a Sarai, pues ha sido él, quien ha hecho nacer, el amor en nosotros, así, pues, me gustaría, desposarla, contando, con vuestra bendición, pero, si, la negáis, lo haremos de todas formas

No, puedes, respondió Rebeca, Sarai, es esclava, y, no puede casarse sin el permiso, de sus amos.

Sarai, lloraba, ella, había tratado de ocultar el amor, por su joven amito, y, ahora, se veía rechazada, y, lo peor de todo, es que le empezaba a parecer, que todo, lo que había vivido, no era más que una farsa, sabía que su ama, tenía razón sin el permiso, de sus amos, nunca podría casarse, y, éstos nunca lo darían

Decidió pues, contárselo a Ruth, esta, se compadeció de la joven, y, prometió ayudarle, a realizar su amor;  así pues, al día siguiente, se levanto, muy temprano, y, fue visitar, a, su amiga, Rebeca,  para decirle, que deseaba, comprarle, a, Sarai.

Rebeca, la miro extrañada, y, dijo, que no estaba en venta, como si de un objeto cualquiera, se tratase, Rut, le replico, que no hablase, hasta ver lo que le ofrecía; a lo que me muy indignada, respondió; Rebeca,
Las personas no se, venden; los esclavos si, y, tu, recordaste a tu hijo, que Sarai es tu esclava, así, pues, has de aceptar mi oferta de compra, no voy a descontar los años que faltan para el jubileo, piensa que somos vecinas

Rebeca,  consulto con su esposo, y, llegaron a la conclusión, de que era una buena,  ocasión,  para sacar. A la joven de casa, y, de la mente de su hijo, y, bueno, en tal caso, la recompraré, así, que, aceptaron, y, se acordó, firmar el acuerdo, de compra al día siguiente

Y, llego por fin el día, Ruth ,compro a Sarai, una vez, que paso a ser su esclava, rompió, la cadena que llevaba al cuello, la beso, en la frente, y, le dijo, hija mía, quiero que sepas, que eres libre, pero puedes permanecer en mi casa, hasta que te desposes con José

Rebeca, y, Elías, salieron, completamente enojados, pero Ruth, los interrumpió, para decirles, “yo he comprado a Sarai, como esclava mía, puedo liberarla, y, como mujer libre, puede casarse, con José, y, José  ya no es un niño; que tenga que obedeceros, como un corderillo”

Un niño, no; y, si, puede casarse, pero, será desheredado.

José y Sarai, se casaron, y, cómo, era de esperar, ni Elías ni Rebeca fueron a su boda, y, no sólo eso, dieron orden a los otros esclavos, que no permitiesen a su hijo, y, a su esposa, la entrada en la casa paterna

llego, de nuevo, la celebración del ágape, Sarai, y, José, asistían por primera vez, como esposos, y, cuando llego el momento santo, Pedro, puesto en pie, dijo, las palabras de siempre que, invitaban a marcharse a los no bautizados, Elías, y. Rebeca, permanecían sentados, pero, Pedro, dirigiéndose a ellos, les dijo

“hermanos, hasta que no pidáis perdón, por vuestra falta de caridad, pues habéis quebrantado, la ley, más santa, de los seguidores del Señor Jesús, debéis, abandonar, nuestra reunión",

Fue un momento tenso, Sarai, rezaba, pidiendo a Dios, que no se desencadenara un drama, temía el estallido, del genio de Rebeca, pero en vez de esto, su antigua ama, calló de rodillas, ante Pedro, y, le dijo, Pedro, he pecado, contra el Amor, que nos ha mandado, tener el Señor, me he atrevido, a creerme ama, de una criatura humana, me he opuesto, al santo matrimonio de mi hijo, rogad a Dios, que me perdone",

Y, Pedro, temblando, recordando su propio pecado, y. cuando Jesús le había dicho, no digo, yo, perdonar 7 veces, sino 70 veces siete, dijo, a Rebeca, poniendo su mano, sobre su cabeza, "en el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, te perdono, pero, te impongo ante el Señor, para que este perdón, sea valido, que pidas, perdón a quienes ofendiste".

Rebeca, se levanto llorando, y. cayo de rodillas ante Sarai, y, su esposo, pero éstos, la levantaron no sólo, porque una madre, no puede arrodillarse ante su hijo, sino, porque, el Cristiano, sólo se arrodilla ante Dios, los jóvenes abrazaron. Llorando a Rebeca.

Y. así, regresaron; ya todos juntos a casa
Un año más tarde, Sarai, decía a su suegra.
Me gustaría, que el hijo, que Dios me acaba de dar, fuese ya desde ahora, seguidor de Jesús, que fuese bautizado; pero habrá que esperar a que lo decida él

No, hija, no es preciso, del mismo modo que ha sido circuncidado; (no hay que olvidar que eran cristianos hebreos, y, durante un tiempo largo, los judeo cristianos, practicaron la circuncisión) del mismo, modo, puede ser bautizado, tú, fe, y, la de mi hijo, es suficiente, y, además tiene la fe, de su abuela.

Así, pues, cuando acabo la purificación de Sarai, su primer hijo, fue bautizado, con el nombre de Elías, el ex amo de su madre, y, el abuelo, que como todos los abuelos, lo empezaba a malcriar.

El ático, y, la portería


En "la gran casa";  hay un ático, bueno lo de grande; es por decir algo; pues sólo tiene 4 pisos; y, lo de ático, también es pasarse buhardillas.  aunque no tengan, los techos demasiado inclinados

Allí vive, Doña Rosinda, una mujer mayor, que sólo sale, una vez al mes en compañía de su asistente social, a cobrar su pensión de viuda

Doña Rosinda, fue en tiempos una señora muy importante, con importantes relaciones sociales, por su esposo, militar fallecido en la División azul, según me contaron, por supuesto; como dice ella, con orgullo  de derechas de toda la vida


No suele recibir, visitas, sus viejas amigas, se han ido muriendo, unas tras otras, y. solo le queda una prima lejana, que cuando puede, la visita en Navidad, para pasar el rato, lee, aunque sus cansados ojos enseguida se nublan, y, tiene que abandonar la lectura.

Tiene fama de ogro, pero, es falso,  y. llora, y, reza y, hace su buena obra, de la que hablaremos más tarde, porque ahora, tenemos, que ir a conocer, a la otra protagonista de este relato

Se trata de,  Claudia la vieja portera, vive en el bajo, bueno la Sra. Claudia, viuda de un rojo, diría, Doña Rosinda, nosotros diremos “ un combatiente del bando republicano", prisionero, muerto en un campo alemán.

La Sra. Claudia, es mayor, como doña Rosinda, puede que 2 años más joven, es viuda, y, por un gesto de bondad, del propietario de la casa, que puso, la portería a su nombre, no tiene, que vivir en una pensión de mala muerte, ó, en un asilo

Aunque lleva tiempo jubilada, sigue, haciendo su trabajo, de portera, en la mansión, casi vacía

Sí, un periodista, le pregunta, algo relacionado con la política: parece su esposo resucitado

Todas las tardes, en vez de ir a la capilla, al rezo del rosario, va al súper, compra, media docena de huevos, 1 Kg. de azúcar; otras un queso, etc., también prepara, ó. bien unas croquetas, ó, tarta,  un caldo. Y, con sus piernas cansadas, y, llenas de varices sube, hasta el cuarto piso, para hacer, compañía a su “viuda facha” y, llevarle algo que comer, ó, merendar, porque con la pensión, que cobra, la pobre, apenas le puede quedar, para sus medicinas, y, el alquiler del ático


La Sra. Claudia, pide permiso. a Doña Rosinda; y, siempre le suelta aquello de “ me trajeron.... "aunque usted ya sé,  tiene de todo...; es posible, le gusten estos huevos caseros: ó, bien hice, una tarta, y, le traigo,  un pedacito”

Y, Doña Rosinda, que cuando habla, con su prima por teléfono, pone,  los que ella, sigue llamando "rojos"; peor que, lo hubiera hecho su esposo; la invita, a sentarse; y, acepta, los presentes, diciéndose, que la pobre Claudia, no tiene a nadie, y, sube para tener, un poco de compañía, y, ella Rosinda, prefiere, dejar la lectura. y. dar un poco de su compañía, a, aquella infeliz, que no tiene, culpa de las ideas de su esposo, ni de las suyas propias


Cierto, que lo que le lleva, le viene muy bien, pero aunque lo acepta, para,
no herirla, como se dice a si misma, siempre encuentra, un pequeño detalle, que darle
 piensa, que es ella, la que ayuda, a la Sra Claudia, y, por ella sacrifica, ó, cree hacerlo el libro, del que en realidad, sólo leería 2 hojas

La Sra. Claudia, vence su resistencia, a lo que ella llama ciertas clases, deja su rosario de la capilla, hay cosas más importantes, se priva, de unas pocas cosas, y, acepta el hacer compañía, a Doña Rosinda. y, que piense se la hace a ella

A la Sra. Claudia, le sale de dentro

Si un semanario ó, revista cristiana, buscase un vecindario, donde se viviese el Evangelio ,no se fijaría, ni en Doña Rosinda, ni en la Sra. Claudia

Pero Jesús, no piensa igual, porque es a Él. a quien hace compañía, y, admite pese a sus ideas políticas, en su casa. Doña Rosinda

Y, es a Él, a quien la Sra. Claudia, lleva unos alimentos, y, le hace compañía, y, la Virgen le dice a su Hijo, que prefiere las visitas de Claudita, La Virgen María, como todas las Mamás, siempre nos ve niños; que tantos rosarios mezclados con murmuraciones, ó, rezados por pasar, el tiempo, y, Jesús sonríe a su Madre, y, guiña un ojo, a, Vicente, primer Teniente de la División azul, muerto, en la fría URSS, por Dios, y, por la Patria, y, a Ricardo, comandante del ejercito rojo, luchador por la libertad de la Patria, y, la humanidad, no por, Dios, porque, no lo conocía

Ricardo, conoció a Dios, en el campo de exterminio, la última palabra, antes de abrir los ojos, en el Cielo, fue el nombre de su entonces joven, esposa Claudia, y, el grito de esperanza, y, Fe " Dios, ahora, sé que existes, no me eches fuera"; y, Dios no lo echo, porque ningún padre, ni el más ruin, puede echar fuera al hijo que llega

 Jesús, como hace siempre, le regalo sus méritos, los únicos que cuentan, y, le contó como buenas acciones, las que él había hecho, por lo que creía justo, y, los que en la tierra fueron enemigos, vueltos, a ser niños en el cielo, se sentaban en las rodillas de la Madre de Dios, y, sonreían, al mirar hacia la tierra, y, ver a Doña Rosinda, y, la Sra. Claudia, claro, que ellos no las ven, como dos viejas, las ven como lo que son, como lo que somos todos ante Dios, dos niñas, y, malo de quien no sea niño ante Dios, pues sólo,  de los niños es el Cielo, y, repito, las ven como dos niñas pequeñas que juegan, a ser buenas, ó, tal vez no, la verdad, es que es Jesús, quien juega con ellas, ya lo dijo, hace siglos, un profeta, “Es mi delicia jugar con los hijos de Adán”

Fin

jueves, 17 de enero de 2013

El patio


Recuerdo, la vieja casona de la abuela, aunque  fuese, para todos,  “la señora Ignacia” para mis hermanos, y, mis primos, así como para mí era;   “la abuela”, era ya, muy mayor; aunque es posible, que no lo fuese, tanto como nos parecía, pero ya se sabe con 6 años; c cualquiera te parece mayor


Era una mujer alta, esbelta, con un gran moño de pelo blanco, muy blanco de una blancura luminosa, viuda de un militar, con 2 hijos se había visto, obligada a realquilar su casa de campo, en el verano, su marido, había tenido, la mala suerte de morir en el sitio equivocado, pero esta no es una historia, de vencedores, ni vencidos, sino de, bueno, para eso habrá que seguir leyendo.

La casa,  de “la abuela” estaba situada, en medio de un bosque, rodeada al frente a lo lejos por las montañas, y, a la espalda, todavía más lejos por el mar, que sin embargo sentíamos,  rugir embravecido, se hallaba rodeada, de un jardín lleno de árboles frutales, pero lo que más nos gustaba, tanto a mis hermanos, y, primos; como á mi, misma;   era el patio, ó  terraza que estaba en medio de la mansión; en realidad, no era propiamente un patio, si no una terraza acristalada, pero a la que le faltaba un trozo de cristal, en el techo, por él mismo, se colaban todo tipo de aves, de los más vistosos colores que venían, a picar en las plantas, que como en un terrario natural, crecían dentro del ; mismo, allí solíamos jugar, y, merendar, la rica tarta de manzana, a la que nos invitaba, pese a ser huéspedes, su buen corazón, hizo, que siempre nos tratase, como a sus propios nietos, los domingos mientras íbamos, a Misa, ella nos hacía ,dulces,  no acudía pues no era creyente, a veces, le he preguntado a Dios, “ Cómo una persona, que lo tenía, en su corazón, pues estoy, segura de ello, no creía en él”.

Era, muy bondadosa, y, si alguna vez nos regaño, fue, por vernos pelear, ó, por  intentar maltratar un pajarillo, ó, un simple insecto.

Un día, sería por el mes de agosto, entro en el patio, un pajarito pequeño, como un colibrí, aunque no sean de estas regiones europeas, traído tal vez;  por un indiano, el caso fue, que el avecilla, venía todos los días, pero a mi hermano Paco, se le ocurrió la idea,  todos apoyamos, de meter al pajarillo en una jaula, y, dejarlo colgado en el patio, eso, si lo alimentaríamos bien, lo cuidaríamos, se lo dijimos,  a “ la abuela”  que nos dijo que no, el avecica, había nacido libre, y, no se le puede quitar, la libertad, a ningún ser, es un don, claro que, no sabía decir, de quien era ese don, el caso fue, que no tuvo más remedio, que ceder, mis tíos insistieron, y, claro, la buena mujer, ante el temor a perder, unos huéspedes que sentimentalismos fueran, le daban el dinero, que necesitaba para vivir, y, que su hijo menor pudiese, estudiar para médico, pues cedió, aunque con gran pesar.

Metimos, pues el avecica en la jaula, pero esta dejo de cantar, estaba triste, y, no sólo eso, los otros pájaros, que visitaban. Y alegraban el patio, dejaron de hacerlo, no sabíamos que, hacer, por si fuera poco, un día vimos un ave de presa, que intentaba entrar por la abertura del techo, nos asustamos mucho, y, fuimos corriendo en busca de “ la abuela”, espanto el ave, y, nos dijo, que la culpa era nuestra, el águila, no iba más que “ buscar su comida, que le teníamos servida”, y, ante nuestro asombro; por la supuesta maldad del águila, nos recordó, que aquella mañana, habíamos comido, pollo, así que éramos tan “ malos” con el águila; la solución, era, que soltásemos el ave, él volvería, como hacía antes, y, lo mismo harían los otros pájaros, que nos alegraban, las tardes.

Aceptamos,  aunque con gran pesar, pero no queríamos, que un día un ave rapaz, se lo comiese, así pues lo sacamos, de la jaula, apenas se movía, y, lo colocamos en una rama, esperando, que se echase a volar; pero al día siguiente, allí estaba inmóvil en su rama, triste sin cantar, y, así un día, y, otro, no sabíamos que hacer, estaba aún más indefenso, si cabe que en la jaula. ¿Por qué haría aquello, estaría enfermito?

La abuela, nos lo aclaro, le pasa, como a muchas personas, estuvo prisionero, y, se acostumbro, a, que le llevaseis la comida, ahora se ve libre, pero eso significa, buscar su comida, buscar una madre, para sus futuros polluelos, construir un nido, es más fácil, y cómodo ser esclavo, la libertad es un riesgo, es lucha por la vida; pero vamos ayudarle, no le vamos, a dar de comer, y, entonces como esta sanito, se echará a volar, así lo hicimos, y, fue todo un éxito, a los dos días, el colibrí, emprendió el vuelo, y, aunque tardo un tiempo, volvió a visitarnos, alegrándonos con su visita, hasta que un día lo vimos volar, con una ramita en el pico, señal del que se estaba construyendo “ un nido” y, que pronto habría otros de su especie, revoloteando.

Llego, el otoño,  momento de abandonar la casona, y, regresar a la ciudad, empezaban las clases, nos despedimos, de la abuela Ignacia, hasta el próximo verano, no sabíamos que sería, el último, un día su hijo mayor, la encontró dormida, con una sonrisa de ángel en el Patio, aquella atea, de buen corazón, que tanto amaba, a las creaturas de un Dios que le había sido velado, había sido sacada, por su Padre Dios, al que por fin iba conocer, de “la jaula de su cuerpo”, y, había sido conducida al, “Paraíso de la Verdadera Libertad”.

Ahora, soy vieja, y, siempre he recordado, lo que aprendí, en aquellos veranos, pero sobre todo su última lección, que la libertad es riesgo, y, es vida, y, que la pereza puede hacer, que amemos la esclavitud, por ello la mayor muestra de amor. no es hacer jaulas de oro, sino obligar, a los que se ama, que vuelen, que vivan su libertad

Fin


martes, 15 de enero de 2013

El soldado del sepulcro

Su, nombre era, Vinicio Marcus. Soldado,  de la décima legión romana. Afincada en Jerusalén.

 Había tenido que, asistir a la ejecución,  de tres desgraciados. No, le gustaba ver crucificar a nadie. Y, menos tener que hacerlo. Era una muerte demasiado cruel. Aunque, los  reos fueran culpables; y, por lo que  se veía, en aquel caso, no había duda

Pero,  él no estaba; seguro de  ello.


Por si fuera poco; los engreídos del sanedrín judío;  y, los sacerdotes,  les habían pedido que, custodiasen la tumba, de uno de los reos. De un judío llamado, Jesús acusado de rebelde, a Roma y, de blasfemo.


Era la petición más absurda que oyera, jamás.

Guardar una tumba.

¿Y, para que?

. Pues según aquellos individuos. Para evitar que, los seguidores de aquel infeliz. Fuesen a robarlo, y, dijesen que había resucitado.


Sus seguidores, e los que durante la ejecución: huyeron, como  gallinas”,  Vinicio no vio a nadie.  Sacando a unas pocas mujeres, y, a un chiquillo, que se refugiaba en las faldas de una mujer; la cual le,  dijeron, la  madre de uno, de los ajusticiados, de Jesús, aunque, por la forma, en que abrazaba, al chiquillo,  apenas un adolescente, pensó, que lo sería madre de ambos


Se trataba, de una mujer muy bella. Y, muy serena. Pese al gran dolor; que como es natural, estaba viviendo.

Los compañeros,  de Vinicio le informaron de que, Jesús tenía. Otros seguidores. Pero que lo abandonaron cuando fue detenido. Incluso uno de ellos, que ya se había ahorcado fue quien lo entrego. Y. otro un tal Simón, al que no se sabe bien porque, Jesús llamaba Pedro. Juro y, perjuro,  que no lo conocía.


Así, que no se arriesgaron, por su; líder, cuando estaba vivo, lo iban hacer, ahora, por un cadáver; desde luego que no; pero si el sanedrín, quería tirar el dinero de los judíos, a, él no le importaba, sobre todo, si una parte, de ese dinero, iba a su bolsa, sería el dinero mejor ganado.

Al principio la vela, y, guarda del sepulcro, paso, sin incidencias, jugando a los dados,  calentadose al fuego, y, bebiendo, con sus compañeros, pero sobré las 4 de la madrugada;  Vinicio noto, que el sueño quería apoderarse de él, lucho como pudo, pues sabía que la pena por quedarse dormido, en un puesto de guardia, era muy dura, aunque aquí nada podría pasar. De pronto,  se sintió empujado de un sitio a otro. Era un terremoto. Con cuidado puso su espada, en el suelo para no clavársela. Y, ayudo a levantarse a un compañero que, se había caído; una luz inmensa, una luz que nunca había visto.


Lo inundo todo, Vinicio, trato en un principio, de cerrar los ojos. Para que el resplandor no lo cegara. Pero algo desconocido, le llevo a mantener. los ojos abiertos y, a dejarse penetrar por aquella, luz ; que entraba en su alma,  en su corazón, y. derribaba los ídolos.

Para que sólo el Dios de Israel, ese Dios, del que tantas veces se había reído. Llenase su alma. Para que, sintiese que en verdad, el crucificado, cuya  tumba custodiaba era el Hijo de Dios.


Cayo de rodillas y exclamo ¡Te adoro Señor¡

Sus compañeros, vinieron a decirle que, tenían que entrar dentro para ver lo sucedido,  seguramente, el cuerpo, se habría caído con el temblor.


Movieron la piedra, con mucho esfuerzo, y, entraron en el recinto. El primer soldado exclamo no esta aquí.

Pero otro. Se apresuro a corregirlo. “fíjate en el suelo. Ahí lo tienes” se cayó como habíamos previsto


Vinicio,  se acerco. A lo que, su compañero había tomado, por el cadáver, y, observo. Que sólo estaban, los lienzos la sabana, y, paño con el que le habían envuelto, la cara.


No lo entiendo, fueron sus palabras. Pero si lo entendía.


No, nos hemos dormido, y, nadie ha entrado De haberlo hecho, la piedra estaría corrida.
Y, además; para qué,  iban a dejar esto así, parece que se evaporo.


Ha resucitado, tenemos que decírselo, a los de su pueblo que nos encargaron custodiarlo.


Pero cuando, lo dijeron,  les dieron dinero, y, les encargaron, dijesen, que sus discípulos habían robado el cuerpo.
Todos aceptaron,  menos Vinicio, él no sería cómplice de una mentira. El sabía que aquel hombre estaba vivo. Por eso había visto aquella luz.


Le aconsejaron prudencia. Que a lo mejor era, verdad lo que decían los senadores judíos. Hay gente, que tiene, la facultad de convencerse de lo que quiere.

Cincuenta días más tarde. Vinicio, asistió al nacimiento de la Iglesia. Pero el no fue admitido, porque era gentil. Era uno de los que, habían crucificado al Maestro de los que,  habían guardado su tumba. Y, ellos los puros no podían relacionarse con él.


Vinicio, ofreció a Dios su dolor. En su corazón, se sentía, miembro de aquella Iglesia, pero tal vez tuvieran razón, él no era digno de ella.

Jamás,  volvería adorar a los ídolos. Él era, ya uno de los adoradores del crucificado, ó, mejor dicho del Resucitado.


Fue, llamado a Roma. Se negó a participar, en unos actos en homenaje, y. adoración a Júpiter.


“Yo solo adoro a Dios” respondió al sacerdote del ídolo


Este, le recordó que, era una orden. del Emperador Tiberio. Y. Vinicio respondió.

“Tiberio, no esta por encima de Dios. No se debe, adorar el leño, ni la piedra sino sólo al Creador de Cielo, y. tierra. Y, su Hijo Jesús”,


¿Quién es ese Jesús? Pregunto un funcionario presente.


“Uno de los reos, que fueron crucificados en Jerusalén, hace 3 años, por la pascua judía”

¿O sea que un crucificado es hijo de un dios? Tú, te has vuelto loco. Vinicio. Descansa y, mañana no repitas,  la escena ante el emperador. Puede costarte la vida.


“No importa morir. Cuando,  se sabe; que se va, resucitar”


Al día siguiente, repitió lo mismo ante Tiberio. Y, aunque el emperador pese a ser idolatra, no era mal hombre. No podía tolerar aquello. El Imperio se acabaría desmembrando y, ya se sabe, el deber de todo gobernante, es velar, por el bien público así que, Vinicio  fue condenado, a morir decapitado.


Sus ojos,  sólo vieron el reflejo de la espada, porque al instante; Alguien que reconoció enseguida, lo tomo de la mano.

Y, le dijo:. “Ven a conocer tu nueva casa.”

¿No estoy muerto? “

 OH,  no;( respondió Jesús) la muerte no existe.

Yo la maté,  en la Cruz.

En la tierra, nadie tomo a Vinicio, como un mártir simplemente. se supo que Tiberio había ordenado. la ejecución de un soldado rebelde.

fin

miércoles, 9 de enero de 2013

la lotera


Raquel era vendedora de lotería; desde hacía mucho tiempo.  Le gustaba su trabajo, porque le permitía, ofrecer a la gente, un poco de ilusión, y,  muchos sueños.  Persona prudente,  y, educada que sabía ganarse el cariño, y, el afecto, de los que  acudían a su establecimiento, amiga, de los clientes fijos, a, los cuales, solía preguntar por su salud, e, interesarse sin caer en la indiscreción por sus problemas, procurando siempre tener unas palabras de ánimo; cuando los notaba decaídos.


Aquella tarde, había acudido, como siempre  a trabajar,  estaba  frente al mostrador, cuando escucho una voz muy débil, que la saludaba tímidamente, y, le pedía un décimo de lotería, se  asomo para ver, quién era, y, descubrió un niño muy pequeño, que no alcanzaba  el mostrador; le resulto extraño, por lo que decidió preguntar al pequeño


¿Qué numero te ha mandado comprar, papá?

Ninguno, señora, vengo yo solo; respondió el niño, muy serio

En ese caso, no puedo venderte, la lotería, cuesta mucho dinero, y, no es cosa de niños, mejor, te regalo una chocolatina. ¿Te gustan?

El niño, la miro con ojos tristes, y, poniéndose muy serio, respondió

Me llamo Ramiro, tengo siete años; y, sí, me gusta el chocolate, pero necesito la lotería, de verdad

Había un deje de pena, en sus infantiles palabras, que,  Raquel, tuvo que contenerse, para seguir hablando, y, fingiendo, tomar lo á broma, le hizo, una pregunta

¿Para comprar, juguetes, no, déjalo a los reyes magos?

El niño, como si fuese ya un adulto, o, un anciano, respondió, serio

No, señora, para que mi mamá, pueda llevar a mi papá, á,  un médico que lo cure, porque esta muy enfermo, somos 4 hermanitos, yo soy el mayor, y, somos pobres, en la tele, dicen que, la lotería cumple todos los sueños, por eso la quiero, para que mi mamá pueda llevar a mi papá al médico.

A Raquel, se le nublaron los ojos, trago saliva, y, procurando hablar  lo más normal posible, le dijo:

No hijo, la lotería, no hace nada de lo que, dicen en la televisión, pocas veces toca donde hace falta, es un juego, si no fuera así, yo misma, te regalaría el décimo, pero mira, toma la chocolatina, y, dale este papel a tu mamá, ahí va, mi número de teléfono para que me llamé si quiere.

A la noche, Raquel, recibió, la llamada de Ana, la madre de Ramiro, estaba asustada, pensando que, el pequeño, pudiera haber cometido, cualquier travesura; Raquel la tranquilizo, y, al día siguiente;  en una chocolatería, no quiso ir a su casa, no quería, que se sintieran, violentos, y, tampoco invitarlos a la suya, su situación era bastante desahogada, y, no quería, echárselo a la cara, así con el pretexto, de que, Ramiro tomase un chocolate con churros, quedaron, en el ya mencionado establecimiento, mientras Ana, dejaba al cuidado de su suegra,  a su esposo, y, a los otros niños


Raquel, se ofreció  que viese, al enfermo, un médico conocido suyo, y, famoso por sus diagnósticos, al principio Ana, se negó, no tenía con que, pagar, pero Raquel, le dijo que pagaría ella, y, luego ya se lo devolverían; ahora lo primero era la salud de  D Ramiro

¿Cuándo; cuando nos toque la lotería?

Pregunto Ana,

Cuando su marido, este ya curado, y, trabajando, ahora sólo importa él
Ana, se trago su orgullo, su marido estaba por encima de todo, y, acepto.

El médico, resulto ser aún, mejor profesional, y, persona de lo que, se decía, en pocos meses, Ramiro padre, estaba completamente restablecido, y, por si fuera poco; el médico, lo recomendó a la empresa de un amigo.

Con el primer sueldo, acudieron a pagar, la deuda que tenían con Raquel; pero esta les dijo que, se habían equivocado, que no era tanto, y, les cobro sólo una parte simbólica; sabía que, les hacia falta.

 Él que, piensan algunos que, mira desde arriba, y, no es cierto, esta al lado de cada uno, no se enfado, por esa “mentirilla” al contrario, sonrió de buena gana.
Ana, como no había tenido, que gastar todo el dinero, compro un décimo para Navidad

¿Sí les toco?

 No, claro que no, pero la lotería no se compra, porque toque, si no por la ilusión, aunque, ya le había tocado antes, y, el premio gordo, el encontrar una buena amiga, la salud de su esposo, y, el saber que tenía un hijo tan bueno.

La otra, la que salé de los números de un bombo;  pues que importaba, otro año sería.
Ahora, el día de Reyes, tomarían el chocolate, no en la churrería- chocolatería, si no en su casa, era humilde, pero es que Raquel ya no era una persona anónima, ya era una amiga

Fin


jueves, 3 de enero de 2013

El diario


Había llegado,  al pueblo,a la casa, de sus abuelos, situada, , en la hondonada, de un valle.

 Luscinda, era  orgullosa, soberbia, segura de si misma, no en vano, era la heredera, del principal hacendado; de aquellas tierras, aunque la verdad, es  que,  debajo, de aquellos ojos altivos, se encontraba, un gran corazón, eso, sí, difícil de encontrar

Al revés, que su hermano Miguel, 3 años mayor, que era todo bondad, sencillez, y,humildad, la jovencita, lo tenía bien claro, los empleados, de la casa, los criados les llamaba, por más que, sus padres,  abuelos, la reprendiesen eran eso, criados, personas a su servicio, cobraban por ello, eso hacía, que no le costase, ningún trabajo molestar, a Carmina la mujer, que atendía la casa, por el simple capricho, de  pedir un vaso de agua, a las 2 de la madrugada.

A las quejas, de sus abuelos, o,  de sus padres, las reconvenciones, de su hermano, solía responder.

 ¿Para qué están entonces?

Cierto día, sucedió, algo, Carmina, se encontraba muy cansada, en  la casa, había tenido lugar una fiesta, y, eso había aumentado, el trabajo, puesto que, muchos invitados, pernoctaron en la misma;  y, aunque tenían,  otras dos empleadas, casi todo el peso recayó, sobre la pobre mujer, que ya era,  mayor, eso hizo que al atardecer, estuviese tan cansada que, se dejase caer en un banco, de la cocina, y, se quedase dormida,  justo, en aquel momento a Luscinda, se le antojo un vaso de agua, y, en vez de tomarlo directamente, despertó a la sirvienta, con malos modos

Carmina, se levanto sobresaltada, y, a punto estuvo, de abofetear a la insolente, se detuvo a tiempo, pero lo que, no se detuvieron fueron sus palabras

¿Qué te sucede niña, es qué no puedes, tener un poco de compasión, de tu prójimo, por qué no tomas tú, el  agua, yo también soy de carne, piensa que tú podrías haber sido de mi condición social?

Luscinda, no se calló:

 “Estas loca, no le digo a papá, que te eche, porque en el fondo, me das pena, y, sé que no tendrías, a donde ir, pero debería hacerlo, por tu insolencia, en primer lugar tienes que llamarme;  “señorita”, y, eso de que, yo podría haber sido, de tu clase social, eso debe ser que, has bebido.....

Y, se fue corriendo, pero no era mujer, que, olvidase las cosas, y, trato de averiguar a que, se habría referido, la buena de Carmina, con sus palabras, se dijo.  

Que, lo mejor era preguntarle, a su abuela, pero esta le dijo, que seguramente la empleada, había hablado ,así porque ella, la había provocado, que por supuesto, Dios a veces permitía, reveses de fortuna, que hacía que los ricos, como decía la ,Biblia empobreciesen, y, pasasen hambre, por eso había que, ser humilde, caritativa, y, comprensiva, con quienes, no habían tenido, tanta suerte, al nacer.

Mas,  la joven, sabía,o,  presentía que, Carmina no había querido, decir nada de aquello, pero qué

Pasaron los días, y, poco a poco, se fue olvidando, hasta que una mañana, a la hora de la solana, decidió subir, al desván, pues el calor era muy sofocante, y, allí corría una suave brisa, una vez allí: le llamó la atención, una vieja cómoda, y, no pudo evitar. la tentación de abrirla. y curiosear, sus ojos, se fueron derechos hacia lo que, parecía un cuaderno, estaba atado con cintas rosas, y, ponía

“diario de Carmina”; en un principio, estuvo a punto de dejarlo, pero luego, se convenció a si misma ,de que no había nada de malo, en que lo leyese, al fin, y, al cabo debía de ser de su familia, pero la primera hoja, ya le demostró que no, era una letra vacilante, con muchas faltas de ortografía, borrones de grasa, como si la persona que lo escribió, estuviese cocinando, o, comiendo al mismo tiempo, además estaba el comienzo

“hoy.  4 de abril, de 1958, acabo de llega, a la casa de los señores Rovellon....”


Sí,  era el diario de Carmina, pero qué hacia allí, con las cosas de la familia, y, se decidió,  averiguarlo...


Y,  así,  poco,  a poco leyendo, cada día, fue conociendo, la llegada de la jovencita Carmina, llena de ilusiones, a trabajar al caserón, de sus comienzos, en el trabajo, del cariño, que le daba, la bisabuela de, Luscinda, entonces la señora de la casa.....

Y, tantas otras cosas, y, supo también, como, su corazón, se prendo, de otro corazón, del corazón,  del joven Miguel, 5 años mayor que ella, hijo de los dueños, y, recién doctorado en derecho, éste se encontraba en noviazgo, con una joven, de las mejores familias, la señorita, Matilde de  La  Serena, es decir,  con la abuela, de Luscinda

Continuo, leyendo, casi sin poder, dejar el diario, allí se entero que, Carmina había quedado embarazada, de su abuelo, y, una pregunta que, no deseaba hacerse, se asomo, a sus labios

¿Entonces, el hijo que tuvo, dónde esta?

Bueno, a lo mejor, fue inteligente, y, no lo tuvo, si es lo, que le aconsejaría, y, bien aconsejado el abuelo, y, en efecto, eso era lo, que el abuelo, le aconsejo, y, lo que la propia Carmina, llegó a aceptar, aunque le dolía, y, quería ya aquel hijo no nacido, pero qué suerte, le iba esperar, al hijo, de una sirvienta, además Miguel lo había dejado, bien claro, él la quería, pero no podía casarse con ella, sus padres lo desheredarían, así que lo mejor, era abortar el niño

Carmina, tenía pesadillas por las noches, trataba de convencerse, de que no, era tan malo, lo que iba hacer, pero sabía, que sí lo era, y, un día tomo, una resolución, iba tener a su hijo, pero sin dañar a Miguel, así que, hizo su petate, y, cuando lo estaba terminando, entro Matilde, en el cuarto de Carmina, qué haces le pregunto, y, la joven llorando le contó lo sucedido

No, tú, te quedas aquí, y, tienes a tu niño, además él, o, ella tiene, derecho a llevar el apellido de su padre, por eso, que te parece, si nos lo cedes, en adopción, cuando nazca, o,  mejor podemos, decir que, lo he tenido yo, ( para entonces ya Matilde se había casado con el abuelo de Luscinda)


En principio, a Carmina, no le pareció bien la idea, pero luego, se dijo, que peor sería matar a su hijo, u obligarlo, a vivir una mala vida, cuando podía hacer, que fuese todo un caballero, o,  toda una dama, y, ella sería feliz, al verlo, crecer, aunque no le llamase nunca mamá, porque eso sí, sólo aceptaría, si la dejaban, seguir sirviendo, en la casa, aunque a, regañadientes, Miguel, acepto, y, meses más tarde, nacía, Miguel el padre de Luscinda, al llegar, aquí ya, no pudo seguir leyendo, ahora entendía las palabras de Carmina, de su verdadera abuela, si, ella podía haber sido, de su misma clase social, es más ella, lo era, puesto que, su padre, era hijo de Carmina, y, si no fuera por los arreglos de su abuela, habría sido, un hombre humilde, un trabajador, tal vez un, peón del campo, y, ella sería la hija de un peón; o peor aún, no estaría vivo, no habría llegado a nacer, y, por lo tanto, ella tampoco, es decir, no, sería una señorita de clase alta, no sería nada, porque no, habría existido nunca


Bajo corriendo, y, fue a contárselo, a su abuela, bueno a la que, ya sabia, no era su abuela, aunque socialmente, y, legalmente lo fuese, “era lo único, que podía hacer, de lo contrario, tú hoy no estarías aquí”

Claro que no, sería una sirvienta

No, hija, no serías nada, tu padre, no hubiera llegado a nacer, Carmina no, hubiese, podido, resistir tanto, acoso tanto empeño, por parte de tu abuelo, a quien Dios perdone

Entonces... abuela, tú al salvar a mi padre, me salvaste a mi

No, hija fue Carmina, ella acepto el mayor heroísmo,  de una madre el ocultar se,  ante su hijo, y, pasar por sirvienta, porque este fuese, una persona feliz.

Pero dime abuela, qué hacia el diario, de Carmina en el desván

Ah muy sencillo, me lo dio para que, lo rompiese, pero algo me dijo que, debía guardarlo, y, me alegro de haberlo hecho, y, ahora ve a dar un beso a tu verdadera abuela.

No, a mi otra abuela, porque, tú también lo eres, siempre lo serás

Y, entro en la cocina.

 ¿Qué quieres pregunto Carmina?

Sólo, decirte abuelita, que eres muy guapa, y, si te parece.¿Este vestido, para el baile?

¿Abuelita?, Yo no soy, tu abuela, y, el vestido un poco más largo, no estaría mal....

Si, abuelita, lo eres, bueno, lo digo, porque eres mayor, y,  porque....
Y,  le planto un besazo, en la mejilla

En aquel momento, Carmina bendijo, el día en que, decidió sacrificar su corazón, de madre, y, dio, gracias a Dios, por ello
Fin