Isabella, miro la frente de su joven esposo, ardía con la
fiebre, luego aquellos extraños bultos debajo de sus axilas, y, sus ingles, el
médico llego con un equipo extraño,
vestido con trajes que parecían espaciales, le dijeron que el edificio había sido
evacuado. Y, algunos vecinos aislados en zonas especiales, lo mismo iban hacer
con ella
Con su marido no se podía hacer nada, aunque estaban en el
año 2017. Le había atacado el virus, “Yesina pestiae”, no era el único caso,
pero era un caso de peste negra, para la que no había cura, era la misma que
había matado miles de personas en el siglo XIII
Solo quedaba aislar a los que aún no estaban contaminados,
pero habían convivido con los enfermos, como era su caso
Isabella miro al médico, lo miro muy seria, luego le dijo
Doctor. Yo iré a donde vaya mi esposo, promete ante Dios,
estar con él en la salud y la enfermedad, amo a mi esposo, si Dios quiere que
muera con él, iremos juntos al cielo, mientras seguiré cuidándolo con cariño,
sin tanta higiene y tantos guantes, déjenme algún medicamento y váyanse
Los médicos trataron de convencerla, fue inútil, y, como no
era la Edad Media, hubieron de dejarla
Isabella, lavaba a su esposo, le aplicaba cremas, le daba de
comer, ella también cayó enferma, y, temió por su propia vida. Hasta que una
mañana, vio que su marido le traía el desayuno a la cama
¿Estoy en el cielo, y me sirven los ángeles?
Estás en tu casa, en nuestra casa le respondió su esposo. Debí
contagiarte la gripe, menos mal que te libraste de los pequeños bultos que tuve
yo, pero ya estamos curados los dos, gracias a Dios
Ella no le contó lo que habían dicho los médicos, no quería
asustarlo. Pero al día siguiente, al poner el televisor, se enteraron de que los médicos habían confundido una
epidemia de gripe con la peste negra, cierto que estaba el problema de los
pequeños bultos que habían tenido algunos enfermos, y, eso no es común en la
gripe, pero se daba el caso de que había habido una invasión de pequeños ácaros,
y, ellos serían los causantes
Había habido muertos, pues los casos que creían avanzados no
los trataron por creer que era una pérdida de tiempo
Juan habría muerto de no ser por su joven esposa Isabella, a
ella no le había importado morir a causa de la peste con él, porque lo amaba
Al final todos perdonaron a los doctores, porque es cierto
que la peste se parece a la gripe, y, porque un médico es un ser humano, y,
acierta como dice La Biblia cuando Dios le deja
Isabella y Juan, se amaron toda la vida, murieron muy
viejitos, rodeados de hijos, nietos, bisnietos, tataranietos
Fin