La tienda 2
Sigue de La tienda
Rosalía agradeció y salió con los ojos húmedos.
Le gustaría poder comprar allí más veces, pero sabía que no era su lugar
Cuando fue pagar al día siguiente, el tendedero le dijo que estaba equivocada, no quedará a deber nada.
"Es más añadió D. Felix, soy yo quien está en deuda con usted, discúlpeme se me olvidó su pedido el queso y el jamón y una botella de aceite,se lo preparo enseguida y se lo mando por un mozo.
Rosalía no entendía nada
Se lo comento a la señora Pura, cuando fue hacer su compra de siempre
Pura conocía a Felix y a Blas su hijo
"Es un buen hombre, y lo mismo digo de su hijo Blas. Son de mi pueblo, Felix se casó con Elena una joven modista, con la que me unía una fuerte amistad desde niñas, al poco de casar emigraron a Cuba. Que por cierto anda medio revuelta, entre nosotras ese chico, el barbudo y sus amigos, Fidel Castro, no me gustan nada. Ojalá no destruyan ese país tan hermoso. Y volviendo a Felix, Blas el hijo nació allí en la misma Habana, Elena falleció en el parto, y cuando el pequeño tendría unos cinco años volvieron para España, con lo que había ganado y ahorrado abrieron el Ultramarinos
Yo, dijo Rosalía, Pura, tú lo sabes estoy muy agradecida contigo, pero me gustaría alguna vez comprar en el Ultramarinos, como gratitud
Hazlo, dijo Pura, debes hacer lo, comprar alguna cosilla, y si puedes ahorrar un poquito una vez al año hacer le una compra mayor, solo si puedes, pero lo más importante es que hables de su amabilidad, de la calidad de sus productos.
A las ocho de la noche todos los establecimientos cerraban
Pura y Felix, coincidían en la iglesia en el Rosario
"Buenas noches Felix, me ha soplado un ángel que Cristo fue a tu tienda, menudo cliente, él mejor de todos
No te quejes Pura, en la tuya compra todos los días
Vamos entrar, hoy me toca dirigir lo a mi"
Ambos entran en el templo.
El Papa Francisco si hubiera estado allí habría dicho que eran dos santos de La Puerta de al lado.
Fin
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