jueves, 29 de noviembre de 2007

El gorrión y el águila

El gorrión y el águila 
El era un pequeño gorrión que surcaba todos los días el aire en busca de un insecto que llevarar sé a la boca, o de un granito de trigo o de otro cereal. Un día, llego la época del “amor” y gorrión fundo un hogar; con otro gorrión hembra. Empollaron sus huevos y a su tiempo salieron al mundo los polluelos Gorrión se sentía feliz. Cuando observaba a su “esposa” alimentando a los pequeños. O saliendo a buscarles comida; mientras él los cuidaba. Los dos observaban con miedo, y con admiración el vuelo del águila, majestuosa. Blandiendo la envergadura de sus grandes alas. Señorial. Cada vez que cruzaba hacia su casa en los altos picachos de las rocas. Un día el águila. Tomo entre su pico a la “ esposa y a los hijos” del gorrión. Sin que este pudiera hacer nada para evitarlo. Con gran dolor vio como los mataba en el aire. Y se llevaba sus cuerpecitos para alimentar a los aguiluchos. Gorrión juro vengarse. Toda su vida la dedicaría a pensar el modo de aplastar aquel ser tan malvado. Paso el tiempo y ya. Gorrión había olvidado no su rencor, sí su venganza. ¿Qué podría hacer un pajarito como él contra un ave como el águila? Cierta mañana, se encontró con un hecho inesperado. Su enemiga el águila. Se hallaba dando revolcones en el barro. Atada por una patita a una estaca. El hilo era sencillo. Pero ella no podía romperlo, y cuanto más trataba de hacerlo más se enmarañaba. La pobre daba pena. Chapoteando en el lodazal. Cuando había sido criada para surcar los aires Gorrión se dijo. Ahora es la mía. Podía muy bien atacarla desde atrás y sacarle los ojos. Irla matando a picotazos. “Y demostrare que soy” su ángel de la guarda. Porque los gorriones tienen ángel de la guarda. Le dijo. “Demostraras que eres un bestia. Si quieres demostrarle, que eres mejor que ella. Ayúdala”. El gorrión asi lo hizo. Con mucho cuidado rompió el hilo que la sujetaba. Y el águila quedo libre. El pajarito pensaba que, ahora en agradecimiento le pediría perdón. Por sus hazañas anteriores. Pero una vez libre, lo primero que intento fue cazarlo; y de no ser por su destreza le hubiera servido de alimento. Otro día le preguntaron otros pájaros que haría si la viera de nuevo presa, o caída en una trampa. La salvaría. Respondió sin vacilar el avecica. Ella pobrecita no tiene culpa de ser así. Y es que el gorrioncito era en su corazón más grande que el águila. En cuanto a esta volvió a caer en otra trampa, y la vio otro pajarito. Al principio, iba ayudarla pero no era del tipo de gorrión y pensó. Que para acabar a lo mejor comido. Mejor sería dejarla atadita. El águila llamo y pidió socorro inútilmente. Pero el resto de las aves no eran como gorrión y no estaban dispuestos a figurar en su menú. Así que no encontró ayuda, acabo por morir ahogándose en el barro. Cuando gorrión lo supo lloro mucho. Aunque poco tiempo pues el amor había vuelto a llamar a su corazón de ave. Y pronto nuevos gorriones surcarían los cielos

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