sábado, 12 de septiembre de 2020

Candelas, cuento bíblico

Candelas, cuento bíblico


Las 10 jóvenes reían y conversaban entre ellas, aquel era un día grande, su amiga la que para todas ellas era como una hermana, había sido conducida desde su hogar paterno, entre cánticos y, bailes al que sería su nuevo hogar, él de su esposo, esperaba debajo del baldaquino, colocado cerca de la puerta del hogar, a que llegará el esposo, ya eran esposos desde que firmaran el contrato matrimonial, pero la ley o la costumbre mandaban que no fuesen plenamente esposos, hasta que al cabo de un año la novia o esposa fuese llevada a casa del esposo.

El novio estaba con sus amigos, y, las 10, jóvenes deberían alumbrarlo con sus candelas, o alcuzas de aceite, hasta la casa, les entro el sueño y se durmieron, al despertar, miraron sus candelas, bien, bien dijeron algunas, pero otras vieron que el aceite se iba acabar, Rebeca una de las que se estaba quedando sin aceite, dijo a las otras si podrían darles alguno, pero todas se negaron, no por egoísmo es que acabarian todas sin él, así que mejor fuesen al pueblo, y, al pueblo que se fueron cinco de las muchachas, y, se entretuvieron  con las flores, los pájaros, y, charlando, y, el tiempo paso, mientras llego el novio, lo recibieron las cinco jóvenes que lo acompañaron hasta donde esperaba la novia, entraron todos en casa, y, se cerró la puerta, cuando llegaron las otras cinco, no les quedo otra que golpear,  y fue el propio esposo, él que salió a la puerta.
"ábrenos, señor dijeron, somos cinco de las jóvenes y, fuimos por aceite", lo siento, dijo el esposo, las jóvenes ya han entrado, a vosotras no os conozco, ni son horas

Ellas se echaron a llorar, tenían miedo, tenían que volver a sus casas solas, ya se iban llorando, cuando a Rebeca, se le ocurrió una idea, iban a volver a llamar, a las otras les pareció una locura, pero que podían perder, así pues, Rebeca golpeo la puerta, de nuevo pregunto tras ella el esposo, y, Rebeca respondió, soy Rebeca, y, conmigo están Sara, Raquel, Rut, Elena, Salome, somos amigas de María tu esposa, amigas casi hermanas desde niñas, tú José también nos conoces, y, jugaste con nosotras de pequeño, hicimos mal es cierto, pero vas a dejar a las amigas de tu esposa fuera, eso no esta bien, no es de un buen judío,  tras la puerta se oyó otra voz, la de otra jovencita, José es Rebeca, ya me extrañaba que no vinieran, venga ábreles, no ves que empieza a hacer frío, además quiero a mis amigas conmigo, y, José el esposo, abrió porque se lo pidió su esposa, porque eran sus amigas, las amigas de su esposa, y, nadie se quedo fuera

30 años más tarde el hijo de José y de María, contaría la historia, obviando que todas habían entrado, él sabía que descubriríamos el truco, de que no importa, si nos quedamos sin aceite en nuestra lámpara María, se encarga, como buena Amiga, de que entremos al banquete de bodas, ya no el suyo, El de Su Hijo, sí podemos como las jóvenes de este cuento llamarla amiga, y, también es bueno contar con el esposo de esta historia nuestro querido San José.

Fin

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