lunes, 4 de marzo de 2024

El deseo del peregrino

 

El deseo del peregrino. El peregrino dijo al árbol
Hubo una vez hace mucho, mucho tiempo, un peregrino que iba hacia un lugar sagrado, no importa cual
El hombre caminaba despacio, pues ya estaba cansado. A veces su demonio de la guarda, le decía que se volviera, que total la divinidad, está en cualquier lugar, que eso de ir al lugar Sagrado, aquello era dicho con todo respeto, una mémez
El peregrino, mandaba al carajo, al demonio y seguía caminando.
Un día se encontró con un árbol, era hermoso, fuerte
El peregrino se sentó bajo su sombra, había llovido no hacía mucho y de las ramas cayeron, gotas de agua en su cara, que lo refrescaron, luego vio unos frutos, grandes hermosos, eran naranjas, tomo una la comió, le sirvió de alimento, y de bebida, y tiró las mondaduras, no al pie del árbol, sino hacia el camino. 
Se levantó y siguió caminando
Luchando con su demonio de la guarda
Llegó  por fin a la meta de su peregrinación
El lugar había sido derruido
Vaya dijo el peregrino, entonces ya no hay divinidad que adorar
He perdido el tiempo y la vida, viniendo aquí
No hay divinidad
Estamos solos en el mundo
Reemprendió el camino de vuelta, y se volvió encontrar con el mismo árbol
Se sentó de nuevo bajo su rama, hacía mucho sol, y se estaba a gusto
Miró para el árbol
Y, el árbol le hablo, como hablan los árboles, a quien sabe escuchar.
Eres un necio, un gilipollas, un imbécil
Dios ha caminado a tu lado, y no lo has visto, él dispuso me encontrases en tu camino, otro ser humano me plantó, y Dios me hizo crecer, esas naranjas que te has comido, y que por cierto, tenías que haber echado sus mondas a “mi pie”, no en el camino; esas gotas de lluvia que mojaron tu rostro, todo eso venía viene de Dios, que se preocupa de nosotros, de ti en especial.
Yo que soy un árbol le agradezco me haya hecho para servir de alimento, de casa para aves; de lugar de descanso
Las estrellas y la luna, y el sol, y las nubes que te acompañaron hacia el lugar sagrado, Dios las puso para ti
Las aves que amenizaron tu camino, los animalitos, las personas que te ofrecían comida y albergué, Dios las puso para ti
Y, ahora humano entupido, dices. “No hay divinidad, no hay Dios”
Pues pensabas necio, que Dios es un objeto que está en  un lugar, como las vasijas de arcilla de tu mujer
Mira lo que te rodea, ahí está Dios, mira tu corazón ahí está Dios, quieres hablar con él, hazlo aquí
Recuerda Dios siempre te espera, lo mismo que yo, que estoy aquí para todo él que me precisa, estoy porque Dios quiere.
El peregrino, no supo que responder al árbol
Pero su demonio de la guarda le susurro
“hombre eso son delirios de tu mente, los árboles no hablan, Dios no existe”
El peregrino que ya no lo era, se dijo que el demonio, bueno su pensamiento lógico, tenía razón
Se levantó y se fue
Siguió caminando cansando
Hasta que se encontró con una familia pobre, iban huyendo de la guerra, de una guerra pues esta historia pasó hace mucho tiempo
La familia iba cantando e iba feliz
El peregrino que ya no lo era.
Les preguntó porque iban cantando, ellos le dijeron, porque Dios va con nosotros, tenemos sed y hambre, pero sabemos que Dios ha dispuesto un naranjo, descansaremos a su sombra, con sus ramas más fuertes nos haremos una cabaña, y comeremos su fruto. Incluso dijo la mujer, haré juguetes con sus mondas

Qué tonterías, dijo el peregrino que ya no lo era. La divinidad no existe, estuve en el santuario
O sí existe, en realidad el santuario no le gustaba, sabemos que existe, dijo la mujer, por ese árbol y todos los árboles, por los animales, por el río, por nosotros, además hemos hablado con él, o ella pues no es ni hombre ni mujer, y como cualquier ser, se manifiesta

El peregrino que ya no lo era, dijo. Mejor dicho pensó, están locos.. luego preguntó
Cómo qué, hablasteis con él o ella

Sí dijo el hombre, nos pidió un trozo de pan, a  nosotros que vamos huyendo, lo hizo en forma de vieja.  Supimos que era Ella por sus ojos, luego se nos acerco, mejor dicho en un soldado herido, de los que  atacaron a nuestro pueblo, nos pidió ayuda, solo podía ser él, aquello era un disfraz
Después un gatito herido, nos movió a curarlo, ahí lo llevamos, supimos que era él quien lo cuidaba en nosotros
Un caminante que iba a un santuario, debías de ser tú, sí ahora recuerdo eras tú, me dijo hay un árbol con una fruta muy rica, supe que él hablaba por ti

O sea dijo el peregrino que ya no lo era. Entonces era verdad, Dios existe, y es un Dios peregrino, caminante, un Dios que nos acompaña. Voy a volver, quiero adorarlo junto al árbol

No, no lo hagas le dijo su ángel de la guarda, porque llegará un día, en que confundirás al árbol con Dios, y cuando talen el árbol, volverás a ser ateo. Sigue caminando, ese es tu destino.
Y, el peregrino que volvía a ser lo caminó, por la vida, agradeciendo, ayudando, admirando, sirviéndose y amando a los árboles y a todas las criaturas; encontrando en ellas a su Creador, hasta que lo encontró Cara a Cara






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