martes, 14 de julio de 2015

Jesús negro

Ramiro, se consideraba un buen hombre, un buen cristiano, no un santo claro esta, pero si mejor que muchos otros,  no era un santo, porque  esos están en los altares, y, él caminaba sobre la tierra, pero era un hombre piadoso, que iba a Misa diariamente, amen de un buen padre de familia, y, un buen empresario, naturalmente no era racista

Eso, si cada uno en su tierra, no entendía, que hacían aquellos chicos negros, vendiendo, en el TOP manta, o viviendo hacinados en pensiones de mala muerte

Ramiro, sólo contrataba trabajadores blancos, no por racismo, si no, porque como decía él, España era un país de blancos, y, primero deben ser lo de la propia casa

Aquella mañana, llamaron a la puerta de su panadería, era un joven negro, si negro, no de color, de color son los marcianos venusianos, etc., si es que existen,  y, aquel chico era terrestre, un hijo de Adán, como todos nosotros, pero de piel negra, y, el negro no es color, si no ausencia de color;  prosigamos con el relato, el chico, que hablaba muy mal el castellano, consiguió hacerse entender, dijo que necesitaba trabajo, se llamaba Jesús, y, tenía 33 años, había llegado en una patera, desde Senegal.  País en el cual trabajaba, como carpintero, había protestado, por el trato dado a unos prisioneros,  y, ese fue el motivo por el que tuvo que exiliarse, para no comprometer a su familia, que de relacionarlo con él, habría sido asesinada legalmente, y, si dejaban alguno con vida, acabaría muriendo de hambre, ya que el gobierno, y, sus esbirros prohibirían que les diesen trabajo, ni que decir tiene, que la familia de aquel joven, no tenía ni un palmo de tierra de su propiedad, eran muy pobres, tanto que cuando nació, él su madre no pudo darle más cuna, que el comedero, de unos animales, es decir  un  pesebre

Por eso necesitaba el trabajo, para poder legalizar su situación; “Ve usted”, le dijo a Ramiro, mostrándole las heridas hechas por unos clavos en las muñecas; necesito antibióticos, para que no se infecten pero no tengo dinero, para las medicinas, por ello, le agradezco el trabajo

Lo siento chico, cuando ya no haya ningún español, sin trabajo tú serás el primero; pero ahora, no puede ser, y, por favor abandona mi local

Jesús, o, sea el negro, abandono el local de Ramiro; y, este siguió con su rutina diaria, pero,  era incapaz de dejar de pensar en Jesús; en sus manos,  sólo eran tonterías, se repetía a si mismo, tonterías, lo que hice es justo, si es justo

De pronto un grito surgido de la calle, lo volvió a la realidad, salio corriendo, a ver que pasaba, la gente se arremolinaba, alrededor de algo, o, de alguien que estaba en el suelo; se hizo un hueco como pudo, no podía creerlo era el mismo joven negro, que había dicho llamarse Jesús, el senegales,  estaba tumbado en un charco de sangre, y, tenía una puñalada en el costado izquierdo; una mujer lloraba desconsolada a su lado, murió por mí, repetía una y, otra vez, se interpuso  entre mi agresor, y, yo, y, se llevó el las puñaladas, pobrecito, que pena, y, lejos de su casa


Ramiro, se acerco a la mujer, y, vio horrorizado, que era su esposa, la madre de sus hijos,  a la que un loco, había querido apuñalar, quiso decir algo, al joven negro, pero este, ya había fallecido; entonces se fue corriendo a la iglesia, se arrodillo, frente al sagrario, con voz casi imperceptible, susurraba entre sollozos, “Lo siento, soy un miserable,  como no me di cuenta, de que eras, Tú, perdóname”

Fue entonces, cuando oyó, aunque no falta quien diga, que fueron imaginaciones suyas, debido a lo que había presenciado, pero Ramiro, insiste en que oyó la voz, una voz, que le decía, muy bajo, y, a la vez, muy alto, “Ramiro, Yo, voy siempre a ti, en cada uno de mis hermanos, de nuestros hermanos, no importa, que no veas heridas en sus manos, o, que las veas, siempre soy Yo, Jesús, como ahora, en este joven negro,

Fin

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