martes, 14 de julio de 2015

La libélula

Perico, tiene 5 años, y, lo que más le gusta del mundo, es estar en compañía de los animalitos; en casa de su abuela Luisa,  en el campo, en su casa, en cualquier lugar, le apasionan, aunque tiene un poco de miedo a los insectos

Y, una mañana, vio pegada en el cristal de su ventana, a una libélula, fue corriendo a llamar a su abuela, si su abuela,  fuese una abuela convencional, le diría, que “la libélula era un duende”; pero la señora Luisa, no lo es, era una mujer, con los pies en la tierra, tal vez demasiado; así que le dijo, que no tenía de que tener miedo, que las libélulas, que tal era el nombre del animalico, eran  buenas, que no hacían daño a nadie; simplemente les gustaba la luz, y, por eso venían, las atraía la luz

Perico, lo pensó un poco, y, pregunto. ¿Para qué sirven?

Luisa, también lo pensó un poco, no demasiado, y, respondió, “mira hijo,  basta saber que Dios, que es su inventor, su Creador, las creará, para que esté bien que existan”

Ya, abuelita, ¿Pero para que sirven?

Pues para que un niño, este haciendo preguntas a su abuelita, que tiene mucho trabajo que hacer, para que unos señores, a los que llaman entomólogos,  porque estudian a los insectos tengan trabajo, y, no se mueran de hambre

Para que recordemos que es la luz, la que debe atraernos, y, no la oscuridad, ya ves, valen para muchas cosas, como  todo lo creado

Abuelita, esos señores que has dicho, los entomogos, ¿Las comen?

Entomólogos, no, hombre no las comen, las estudian y, así ganan dinero para comer; aunque hay pueblos que si lo hacen,  pero estos señores no, no las comen

Pues yo abuelita, seré entomólogo de mayor

Me parece muy bien, y, ahora ten en cuenta, que se trata de un ser vivo, no debes hacerle daño, si quieres darle de comer busca hojitas frescas, y, una cajita con agujeros donde pueda dormir, y, que este limpia

Lo haré, y, seremos muy felices

No hijo, tú tal vez, ella no, porque no será libre

Pues yo quiero que sea feliz, entonces. ¿Qué debo hacer?
Entonces, mejor que la dejes irse, libre

Y, Perico, dejo que la libélula, volase libre, aunque el se quedase un poco triste, porque nadie tiene derecho a privar a otro ser de su libertad, ni siquiera a una pobre libélula

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