martes, 14 de julio de 2015

Las parteras de Egipto

Sifra  y, Púa, eran dos  mujeres egipcias, cuyo oficio consistía en ayudar a  las madres a traer al mundo a sus hijos,  ambas eran amigas, desde su infancia, les encantaban los niños, y, daban gracias a los dioses, por haberles concedido colaborar con el milagro del nacimiento,  eran por ello especialmente devotas de Isis, la diosa madre, y, de Bets, el  dios gato protector de los partos, bueno en realidad era una diosa; cada vez que los dioses las acompañaban, y, todo terminaba felizmente, es decir sobrevivían  el niño,  y, su mamá, porque a veces las cosas se complicaban,  y, moría uno, de los dos, cuando no, los dos, y, esto aunque sólo fuera, una sola  vez, era algo, muy doloroso.

Por eso, aquel día,  no pudieron contener, un grito de horror, menos mal, que no había nadie cerca, ya, que no estaba permitido, maldecir las ordenes del faraón Ramses, el dios viviente, la encarnación de Amon, la orden era clara y precisa, y, venía  firmada con el sello real; iba dirigida tanto a los hombres, como a las mujeres, que asistían a los partos, y, tenía relación con aquel pueblo que vivía entre ellos, y, a los que consideraban como sus esclavos

Esto era lo que decía,  el bando real

“Yo Ramses, dios viviente, hago  saber, a todas las mujeres, y, hombres, que asistan partos, de mujeres hebreas, que en el momento del parto, observen el sexo de la criatura, si se trata de un varón, mátenlo, si es una hembra, dejen la con vida,  quien lo haga, será recompensada, pero sobre los infractores, caería todo el rigor de Amón”

Sifra y Púa;  no podían creerlo,  “maldito sea Ramses, no es la encarnación del Dios Amón, es la encarnación del Dios Seth, el Dios del mal, no vamos hacerlo, no,  no, nos mancharemos con la sangre de los niños inocentes, ahora tenemos que buscar una estrategia, que nos ayude a todos

Y, esto fue, lo que pensaron, e hicieron.

La orden no iba dirigida, a los partos de las mujeres egipcias, si no al de las mujeres hebreas, un sub pueblo, que tenían en medio del suyo,  como una especie de mano de obra barata, y, cuyo crecimiento había alarmado al faraón.

Púa,  dijo, “lo que nos manda, el faraón, es un crimen espantoso”, su amiga, y, compañera Sifra,  le recordó, que desobedecer un mandato imperial, podía  traer como castigo la propia muerte, pero ella tampoco iba asesinar bebes, tenía que haber otra forma, estaba segura que los Dioses, le ayudarían a encontrarla.

Así fue, las jóvenes parteras dejaban con vida, a todos los niños hebreos a cuyo nacimiento acudían

Hasta que un día, la cosa se hizo pública, y, fueron llamadas a Palacio

Un guarda las condujo, al interior del Palacio, fue el mismo visir del faraón, quien las recibió

¿Hablad, mujeres, por qué desobedecisteis la orden real, no sabéis que desobedecer al faraón, lleva pareja la muerte?

Sifra, , tomo la palabra, mirando de frente al ministro, le dijo, “Os han informado mal, señor, no hemos desobedecido, orden alguna que sepamos,  es decir si tal hemos hecho, ha sido por  desconocer la ley, y, en ese caso, a los Dioses, y, al faraón Dios viviente, reclamamos clemencia

El ministro bajo, de su sitio, descendió los cuatro escalones de mármol, que  lo separaban de las dos mujeres,  y, casi rozándolas volvió a preguntar

¿Queréis decir, que no habéis dejado con vida, en los partos, a los hijos, de las  mujeres hebreas, de los judíos, o, que no conocíais tal ley?

Esta vez, respondió Púa. “Conocíamos la ley, y, no la hemos incumplido, no se nos ordeno ir a las casas, y, matar recién nacidos, la orden era clara, “cuando asistáis al parto, a una hebrea, observar el sexo, si es niño, lo matáis, si es niña que siga viva”; pues bien,  resulta que las mujeres judías, no son como las egipcias, son más fuertes, paren sin ayuda, así, que  cuando llegamos para ayudarlas, ya han parido, y, ya le están dando la teta, a la criatura”

Como nunca habían quebrantado ley alguna, las creyeron, y, las dejaron en paz, aunque les hicieron una advertencia que tuviesen cuidado, y, no desobedeciesen al faraón

Cierto día, recibieron una llamada de una familia hebrea la madre, ya tenía un niño de 7 años, y, una jovencita de 13, estaba a punto de traer otra vida al mundo, les obligaban  a llamar a las parteras egipcias, y, estas tenían que ser llamadas no cuando apareciesen los dolores, si no cuando la madre salía de cuentas, así no podían decir que cuando llegase la partera, ya había nacido el niño, cuando la madre rompía aguas, la partera tenía que estar allí, no podían llamar a las de su pueblo, se penaba con la muerte de toda la familia

Sabían que tenían que recurrir a las parteras egipcias, y, tenían miedo  no querían  la muerte de su hijo, sólo se salvaría si era niña

Por ello el rostro de Jacobed, se nublo, al ver entrar a las dos jóvenes parteras de los egipcios; Sifra, se acerco hasta la cama, más bien camastro donde descansaba la mujer, y, la tranquilizo,  todo ira bien, Ram,  e Isis nos ayudarán, y, la Diosa Beth, te ayudaremos a traer a tu hijo al mundo, tranquila

No, quiero que mi hijo muera,  dijo Jacobed, aunque lo diga el faraón; no morirá, tranquila, respondió Sifra, ,  nosotras también consideramos indigno matar un recién nacido

¿Y, la orden?

La incumpliremos, como se debe hacer con toda ley, que vaya contra Ram; eso si procurad que no llore mucho, bueno si es niña, que llore lo que quiera, después habrá que buscar una solución, que no sea la muerte,  pero como comprenderéis, tu, y  tu esposo no puede quedarse con vosotros, sería la muerte de todos

Jacobed dio a luz un niño, un niño hermoso de abundante cabello negro,  las estrellas en el Cielo, parecían festejar su venida a este mundo

Ni Sifra, , ni su compañera quisieron cobrar nada, por sus servicios, tomaron una rata muerta, la envolvieron en unos paños manchados del parto, que quemarían fuera, haciendo creer a todo el mundo, que quemaban el cadáver de un bebe hebreo

Antes de irse, el esposo de Jacobed, les dijo, sois muy buenas, os arriesgáis por unos esclavos, nunca podremos pagaros lo que hacéis por nosotros

El premio, dijo Púa, es ver a  los niños vivos, ese es el premio

En ese caso, os  esperamos dentro de 8 días para la circuncisión del pequeño; ni que decir tiene que a los 8 días, acudieron  las dos, y, conocieron dos hebreos que les contaron la historia de su pueblo, de cómo habían llegado a Egipto; se llamaban Judá y Joaquín, el amor nació entre ellos,  y, pronto tanto Sifra, como Púa,  se casaron convertidas ya en mujeres hebreas,  fueron unas esposas amantísimas, y, unas excelentes mamás, ese fue el premio, que Dios les concedió, por no ser unas asesinas.

En cuanto al niño que había nacido; un vecino lo oyó llorar una noche, cuando ya iba cumplir 3 meses, y, denunció… pero esa es otra historia,  la de Moisés, esta era la de las parteras egipcias

Fin

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