El río cuento
Un río pagano. Hace mucho tiempo
Esta historia comienza hace mucho
tiempo, en un país africano, cuna de una de las mayores civilizaciones de la
historia
El país es Egipto, y, había, y,
hay un río, el Nilo, en este río, adorado como un dios, iban entonces a beber
los animales, también adorados, a bañarse las princesas, a navegar, a lavar las
esclavas, y, a jugar los niños, también iban los sacerdotes a invocar a sus
dioses
El Nilo, era un río pagano, que
se decía a si mismo que era el favorito de los dioses, por algo, él también lo
era, y, era el mejor río, lo tenía todo
Mientras en otro lugar, no muy
lejano, otro rio, bueno en otro lugar y en otro tiempo
En otro lugar del mundo, no muy
lejos del anterior, en un país cercano, pero separado por varios siglos, otro
río, que por supuesto claro que existía en la primera historia, en la del río
pagano, entonces también él era un río pagano, ahora es el río del pueblo
Elegido, El Jordán, el río cuyas aguas se separaron, emulando al Mar Rojo,
cuando los sacerdotes pisaron sus riveras llevando, El Arca Sagrada, el Jordán
siempre se ha creído un río santo, pero ahora tiene sus dudas, y, sus miedos,
tiene miedo de que sus aguas se contaminen se manchen, con los pecados, los
crímenes de los que viene a bautizarse, bañarse en sus aguas, dejan él sus
culpas, sus aguas tienen que quedar impuras, el río, el Jordán siente
vergüenza, si pudiera impedirlo lo haría
Volvamos por nuestro túnel del
tiempo, al Egipto faraónico, al Nilo.
Una madre con un bebe
Volvemos al Nilo, muchos siglos
atrás, el Nilo está pensando en su grandeza, cuando ve llegar una mujer con un
pequeño bulto, lo abre con cuidado y deposita en el suelo un canastillo, con un
bebé recién nacido, al que cubre de besos. “Dios o los Dioses te guarden hijo mío, luego lo
coloca junto a unos juncos, pero las aguas arrastran a la criatura, entonces el
río que tiene su corazón, decide no permitirlo, y con sus corrientes de agua lo
empuja hacia los juncos, y, allí hace que, quede varada la canastilla
Era muy temprano, aún Ra,
dormitaba con su esposa Isis, es decir el Sol todavía no había salido, cuando
la mujer dejo al bebé en el río
Cuando ya el Dios sol, se paseaba
en su carro de oro, por las nubes, eso al menos creían los egipcios; el sol se
reflejaba en las aguas del río, las hacía brillar de una forma espectacular;
pero el río no pensaba en el sol, se preguntaba que sería del pequeño, y, un
tropel de caballos, de sillas de mano, lo detuvo en sus pensamientos un grupo
de mujeres había llegado al río, y, con ellos iba la princesa, Mairalia, la
hija del faraón, muy devota de la Diosa Isis, a quien oraba por la dicha de
poder abrazar un hijo, y, quiso Isis, eso pensaba el río, que fuese ella la que
encontrase al bebé
Nada más verlo lo tomo en brazos,
lo estrecho contra su pecho para darle calor, bendecía a la Gloriosa Isis, y,
daba gracias a todos los dioses
Pero había un problema, cómo
criarlo, entonces surgió una chiquilla, hablo con la princesa y volvió con otra
mujer, acompañada de un niño de 4 años, la mujer hablo con la princesa, el bebé
lloraba y el niño también de la mujer también lloraba, el río en su interior se
reía, porque sabía que la mujer que llevaba al pequeño era su propia madre.
Otras aguas, la misma agua
Han pasado siglos, son otras
aguas, las aguas de otro río, del otro río que antes también era “pagano”; o
tal vez sean todas las mismas aguas, acaso no vierten todos los ríos en la mar,
y, el sol y la luna beben el agua del mar, y la derraman como lluvia y de ahí
nacen fuentes, ríos, arroyos, y, todo vuelve a empezar. Quien sabe
En ese río el Jordán en sus
orillas unas gentes, discuten, hablan, piensan, tienen la mirada fija, en un
hombre, un hombre joven severo, vestido con piel de animales, que habla, que grita que se preparen para el Juicio que
viene, les dice que ya está puesta la hoz para siega, y, lo que no sirva irá al
fuego, las gentes tienen miedo, tiemblan, y se meten en el río para confesar
sus culpas, sus miedos, para decir que quieren empezar de nuevo, unos más que
crímenes son prejuicios temores, en otros si son auténticos crímenes, el hombre
grita y no para, les llama serpientes, raza de víboras, les dice que no huyan
de la Ira que está a punto de llegar, la que guardará el trigo en el granero, y
quemará la paja en el fuego inextinguible, y, todos, bueno casi todos los más
humildes se preguntan si serán paja, o trigo, y, para ser trigo se lanzan a las
aguas del río
Y, de pronto aparece un hombre
humilde, pobremente vestido, con ropas de campesino, se acerca al Profeta, para
ser bautizado, y, el hombre fuerte de pronto vacila, no quiere bautizarlo, “Tú,
no, tú no, dice,” el hombre humilde, insiste, “hay que obedecer a Dios”, el
otro, el hombre fuerte, el profeta, cede, el hombre humilde entra en el río
El río se siente mar
El río se ha sentido Mar, más
mucho más que mar, más que Océano, ha
visto como nada más tocar sus aguas, las carnes del hombre humilde, sus aguas eran más limpias, más
puras, y, no quedaba ahí, sus aguas llegaban a los Cielos, sus aguas se vertían
en todas las aguas, las purificaban, las santificaban todas. Sus aguas se
mezclaban con las de todos los ríos, océanos arroyos, lagos, mares, hasta el
Mar infinito de La Misericordia de Dios. No cabía en sí de gozo el rio, lo
llenaba todo si desbordarse, y, no lo entendía, hasta que comprendió el porqué,
el hombre humilde era Dios, Dios mismo su Creador, hecho hombre en sus aguas,
no era La Ira que anunciaba el hombre serio, el profeta, era un campesino
humilde, un carpintero, hijo de otro carpintero, pero era Dios en sus aguas
Ese era el motivo, el hombre
humilde, no era solo el hombre humilde era además su Creador, y, Aquel que
esperaban con miedo.
El pobre rio pensó, tenía a Dios
en sus aguas, a partir de ahora los demás ríos deberán rendirle tributo, sus aguas lo comunicarían
al lago, pero de pronto, su Ángel, le recuerda. “No olvides al Nilo”; si el
Nilo, si en ese otro río hace mucho tiempo, sus aguas no hubiesen empujado el
cestito con un bebé hasta los juntos, tal vez hoy no estaría el hombre humilde
en tus aguas, es decir Dios bañándose en tus aguas, pues su pueblo nunca habría
sido, y, al no tener pueblo donde nacer, no habría nacido”
Mientras en Egipto, el Nilo
recibe noticias del Jordán
El Nilo le da gracias al Jordán,
el Jordán le da las gracias al Nilo
El Jordán da gracias al Nilo, por
salvar a Moisés, y, el Nilo al Jordán por dejar que Jesús se bautizase en sus
aguas, porque ya sabe que los dioses de Egipto no eran más que criaturas
idolatradas, su Dios, es el que está en las aguas del Jordán. Los ángeles sonríen,
todas las aguas servirán a Dios, serán
el vehículo de su Gracia
Todas las aguas bendicen a
Dios, en ellas y con ellas el hombre, se
hará hijo de Dios
Bendita sea la hermana agua, los
ríos, mares, lagos, arroyos, cascadas, cataratas, saltos de agua, y, océanos
Fin
No hay comentarios:
Publicar un comentario