sábado, 19 de enero de 2019

La mentira


La mentira


Mariana era una joven pastora, desde niña andaba con las ovejas de su padre por el campo, aquella mañana no fue distinto, salió como todos los días apastar su pequeño rebaño, acompañada de su fiel perro pastor. Laica

Ya era media mañana y se disponía a comerse su rico trozo de pan de maíz con una tajada de tocino, acompañada de un vaso de vino, cuando la asusto el ladrido de Laica, pensó en el lobo, pero pronto vio que no era el lobo, el perro ladraba, sin moverse de un sitio, fue corriendo, allí estaba un hombre herido

Como pudo le lavo las heridas, fue dar aviso a su padre y su hermano, para que le ayudasen a llevarlo a casa y curarle las heridas hasta que pudiera restablecerse, y, así lo hicieron

El hombre que estuvo unos días en casa, era un joven, les dio su nombre y les dijo que era uno de los servidores del rey, él que preparaba sus caballos, y, sus guarniciones. Mariana y, él se enamoraron. Una vez estuvo restablecido, volvió a su destino, pero venía siempre que podía a ver a su amada, le traía regalos, que a ella se le antojaban mucho, para ser regalos de un caballerizo, aunque fuera un caballerizo real, pero él se excusaba diciendo que los vestidos que le llevaba iban a ser para la reina, que los había comprado el rey, ella entendía que a la prometida del joven rey, pues este estaba aún soltero, no le habrían gustado, y, los habría desechado, por fin llego el día ansiado

El joven que había dicho llamarse Romualdo, pidió la mano de Mariana a su  padre y, este se la concedió, fijaron la fecha de la boda, pero Romualdo puso una condición, tenía que celebrarse en palacio, porque el rey va asistir, vamos sin el rey no hay boda; había dicho

Mariana estaba contenta pero asustada, ella sólo era una pastora, como se iba portar ante el rey, pero Romualdo la convenció de que el rey era una persona sencilla

Y, llego el gran día, allí estaba Mariana bellísima, pero ni aparecían el rey ni Romualdo de pronto, vio venir a Romualdo, elegantísimo, le extraño que las gentes se inclinasen ante él  ¿Vendría el rey detrás? No, claro que no, sólo estaba Romualdo, llego el obispo que bendeciría el matrimonio, y, tras las salutaciones rituales, y, recordar lo que iban hacer

Se dirigió a Romualdo

Majestad, habéis venido a contraer santo matrimonio, por eso os pregunto….
Romualdo, es decir el rey, porque Romualdo no era un caballerizo era el mismo rey

Respondió a todo que sí

Entonces el obispo se dirigió a Mariana
Mariana. Has venido a contraer santo matrimonio, por eso te pregunto
E hizo su primera pregunta

Mariana respondió, No acepto
El obispo se extraño pensó que tal vez no habría entendido, y, la formulo de nuevo

Ella volvió a decir, “No acepto”, y, prosiguió

No acepto, yo venía a casarme con un hombre que entendía era bueno y humilde, con un caballerizo

Me encontré con que me esperaba en el altar un mentiroso, si un mentiroso porque me mintió diciéndome que era otra persona, yo no me enamore del rey, no puedo casarme con otro hombre que no sea el caballerizo del que me enamore, y, no puedo casarme con un mentiroso

Hija, dijo el obispo, le estas llamando mentiroso al rey

Si padre, mentiroso es quién miente, qué más da sea rey, o caballerizo

Romualdo trato de justificarse, yo te quería, lo hice porque tuve miedo, acéptame por favor

No Majestad, dijo Mariana y abandono el templo

Pasaron los años, Romualdo se casó con una princesa, a la que no amaba, pero que llego a querer y dio príncipes a su reino, sobre todo un heredero

Mariana no se casó, su corazón era del caballerizo, pero fue feliz, con sus ovejas y los numerosos hijos de su hermano, sus sobrinos, y, luego los hijos de estos. Cuando sus sobrinos nietos, le preguntaban, porque había rechazado al rey. Ella les decía en un matrimonio es esencial la verdad siempre, si me había mentido diciéndome que era un caballerizo sin serlo, porque no me iba mentir en otras cosas. Mejor no arriesgarse

Claro que no faltaba quien dijera, que la vieja Mariana soñaba despierta, que no había visto al rey en su vida, sus sobrinos nietos casi lo creyeron hasta que un día, rebuscando en un viejo baúl vieron un vestido y, un camafeo, que sólo podría tener una reina

Entonces lo valiente, y, lo gran persona que era su tía abuela, que había puesto la verdad por encima de un amor, y, de un trono

Fin

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