La moneda del tributo (cuento)
Samuel era un niño judío, hijo de
uno de los seguidores del Nazareno, le encantaba oir a Jesús, porque le contaba
cuentos, le hacía cosquillas, y, le hablaba de Dios de una forma tan bonita
Aquella mañana había acudido
también aunque su padre, Bernabé, le decía que no molestase
La historia que Jesús les estaba
contando se había interrumpido, cuando un grupo de soldados de Herodes, habían
abordado al Nazareno, para preguntarle si era lícito pagar el tributo al César
Jesús había tomado la moneda en
sus manos, la había mirado, había preguntado de quien era la inscripción, y, la imagen, le dijeron que del César,
entonces había respondido, que si era del, se la diesen a él, al césar, a Dios
lo que es de Dios
A Samuel le gusto, y, se lo fue
contar a su abuela Rebeca
La mujer que aunque abuela era
muy joven, se quedo un rato pensando, al César lo que es del César su moneda,
con su efigie, donde se proclama dios, dios del bronce, dios de la nada, como
todo ídolo, a Dios lo que es de Dios
¿Eso qué quiere decir abuela?
Pues que al César el denario, y,
todas las monedas que lleven su imagen, pero hay algo que lleva la imagen del
Eterno, y, eso sólo puede ser para el Eterno
Abuela, no tenemos imágenes
Si hijo, las tenemos, no las
hacemos pero las tenemos, imágenes del Eterno, del Único Señor de Israel
Donde estan, quien las hace, los
saduceos lo van a castigar
No pueden pequeño, porque esas imágenes
del Eterno, las hace Él mismo, aunque pida la colaboración de otras imágenes
No entiendo. De qué hablas
De nosotros, de todos los seres
humanos, porque todos somos imagen del Eterno, creados a su imagen y semejanza,
por eso jamás podemos entregar nuestra voluntad, nuestro honor, nuestra alma,
nuestra vida a ningún César, solo devolverles su moneda
¿Obedecerles?
Sólo cuando sus leyes, sean
reflejo de la Ley del Eterno, ellos también son su imagen
Sabes abuela, yo creo que no han
entendido a Jesús
Pues yo creo que sí, y, me da
miedo y pena, pensar que hablar con La Verdad, estar al lado de la Justicia en
suma de Dios, le va costar la vida al hijo de mi buen amigo José, que bien
educo a su pequeño. Que orgulloso se sentirá en el Sheol del hijo que Dios le
dio
Bien no lo olvides Samuel, los
seres humanos solo somos propiedad de Dios
Fin
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