Luisa iba todas las mañanas muy
temprano a comprar el pan, para preparar el desayuno a su esposo, que llevaba
muchos años enfermo en la cama
Todos en el barrio, admiraban a
Luisa, por el cuidado con él que ella trataba a Juan, su marido, sobre todo porque
el hombre cuando estaba sano, no había sido lo que se dice, un buen esposo. Es cierto
que nunca la maltrato físicamente, pero sí en otros sentidos, por ejemplo le
había prohibido que siguiera trabajando en la empresa de coches de alquiler en la que ella prestaba sus servicios, y, entonces la mujer precisaba la
autorización del marido para trabajar, así que tuvo que contentarse con ser una
simple ama de casa
Aquella mañana, Ana, la hija de
la dueña de la tahona, decidió averiguar por su cuenta, y, decidió preguntarle
a la propia interesada
Buenos días. Doña Luisa, puedo
hacerle una pregunta, Luisa le respondió que sí, y, Ana le pregunto porque
cuidaba con tanto esmero a su marido. Luisa le respondió, que por varias
razones, porque era su esposo, porque
era un hombre muy bueno, porque estaban enamorados, y, que no entendía la
pregunta
Entonces Ana, le hablo de cuando
le prohibió trabajar fuera de casa, y, Luisa le conto la verdad, Juan, no le
había prohibido nada, la había defendido, el dueño de dichas oficinas se había
propasado incluso había violentado alguna empleada, y, lo mismo intento con
ella, que se defendió como pudo y, logro escaparse, cuando se lo conto a su
marido, pensaron entre los dos que hacer, denunciarlo sería inútil, pues era la palabra del jefe contra la de
Luisa, decir que dejaba ella el trabajo
sería un riesgo pues podría denunciarla de cualquier falsedad para que volviese,
la única solución era que él su marido, “le prohibiese trabajar, aludiendo a
que era necesaria en casa”, y, asi se hizo, Juan tuvo que trabajar más, por eso
ahora estaba enfermo, concluyo Luisa
Y, por cierto de simple ama de
casa nada, he sido, educadora, pedagoga, psicóloga, catequista, biblista,
consejera sentimental, enfermera, algo médico, economista, cocinera, pastelera, en suma he sido mamá,
mamá y esposa, y, ahora soy doctora en
todo lo anterior porque soy abuela de 6 nietos, los que Dios nos dio por medio
de nuestros 3 hijos. Ya ves Ana, no todo es lo que parece
Ana, pidió disculpas, y, le rogo
a Dios le ayudase a encontrar un marido “tan malo” como el de Doña Luisa
Fin
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