sábado, 17 de abril de 2021

Chocolatería


Chocolatería. Reflexión
Era una chocolatería pequeña, estaba en la calle de La Franja, en La Coruña, tenía una entrada con un escalón roto de piedra, el local era pequeño alargado, hace tiempo que desapareció.
Mi madre solía llevarme alguna vez, a merendar allí, a tomar un chocolate con churros, ella tomaba café
Aquel día, en la mesa cercana a la nuestra, había una mujer con 2 niñas, más o menos de la misma edad, una de las niñas no paraba quieta, molestaba a los camareros, se cayo al suelo, se mancho una manga, la señora le dío un azote, entonces se podía, la sentó con fuerza en la silla, y, le increpo que se estuviera quieta, la pequeña sollozo compungida, mi madre mando con la mirada una señal de apoyó a la otra madre, y, aprovecho para recordarme a mí, la necesidad y obligación de portarme bien. 

De pronto la otra niña empezó hacer travesuras peores, sé mancho todo el jersey, la señora, no decía nada, mi madre le lanzó una mirada, y la dama replico, “no es mi hija, es de mi hermana”
Es decir no educaba a la pequeña, le daba igual, porque no la consideraba suya, era de su hermana, así que tanto le daba. 
Entonces me pareció fabuloso, ahora no, ahora sé el desapego que tenía hacia aquella criatura, por suerte para mí, el tiempo en que mi tía me crío y educo, lo hizo no como a la hija de su hermana, sino como a otra hija, a la que se castiga, y da un azote, cuando es preciso
Pero más allá de eso, me ayudó a no escandalizarme de los actos purificadores de Dios, Dios nos purifica, porque nos tiene por hijos, somos suyos, no como lo sucedido con la señora de la chocolatería.

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