martes, 7 de agosto de 2007

Rut, una historia de amor completo

Rut, una historia de amor completo 
Rut. La moabita, cerró los ojos del cadáver de su esposo, hacia tantos meses que velaba a la cabecera del enfermo en compañía, de su suegra Noemí, de su cuñada Orfa, y el marido de esta última había fallecido hacía dos días.
Recordó, lo que había pasado en su vida hasta entonces. Como se había enamorado, del joven judío, y como a pesar de las opiniones en contra de su familia, que no querían ver casada a la hija del sacerdote de Baal con un extranjero; se había casado. La historia de su cuñada era similar.

Su matrimonio había sido dichoso, sus suegros fueron unos padres para ella. Y, como a un padre lloró, a su suegro. Seguía practicando su religión. Y, más de una vez, se rió en su interior de que su marido y su cuñado, así como su suegra siguiesen empeñados en ese “dios” invisible, que ellos decían era el único Dios. Y ellos su pueblo.

Pero la tragedia había llamado a su puerta, en las minas en que trabajaban. Su esposo y su hermano un áspid, los había mordido, y nada pudo hacerse por sus vidas. Rut, invoco a sus dioses. Con promesas. Con amenazas. Nada. Nada, los conmovía, y se admiro de la serenidad de la oración de su suegra. Y de los mismos enfermos. “Que sea lo que Yahvé quiera”, sus suplicas humildes. Más de una vez se dijo ¿por qué no amenazaran a su dios?, y sin querer se dio una respuesta, porque su dios, si era Dios.

Tras los funerales. Por los difuntos. Tanto ella como su cuñada, tomaron la resolución de quedarse con su suegra. Pero esta. Es decir Noemí, no lo acepto. Eran 2 muchachas jóvenes. Apenas tenían 22 años. Y no era cuestión de amarrar su vida, a una mujer a la que ya no les unía nada; excepto el afecto

La cuñada de Rut, acepto. Pero Rut se mantuvo en sus 13, y con su suegra, dejo que el Dios de esta. El único Dios. Tomase posesión de su vida.

Las dos mujeres regresaron a la tierra de Noemí, a Belén. Y se encontraron con que sus campos había sido agostados. Por todo el tiempo que no fueron trabajados. Ahora sólo quedaba una cosa buscar trabajo y trabajar. Pero no era fácil encontrar trabajo para una extranjera. Y tuvo que buscar trabajo como “ayudante de siega”

Fue ahí, donde conoció a Booz.; le cautivaron sus ojos, sus manos fuertes. Su sentido de la justicia. El modo de tratar a sus jornaleros y a sus esclavos. Le emociono verlo hacer oración. Con sentimiento. No como quien cumple un rito vacío le emociono. Verlo reírse contando unos chistes mientras bebía de la bota de vino. Y sin darse cuenta. Empezó a enamorarse, y a desilusionarse.

Pues se decía ¿cómo va un hombre, como él fijarse en una pobre muchacha, como yo; es cierto que habían hablado, pero no pasaba de ser lo que hoy se llamaría una conversación de trabajo.

Un día. Rut, se lo contó a su suegra, esta, le dijo cómo tenia que hacer para probar si Booz la elegía( esta en el libro de Rut, en la Sagrada Biblia). Noemí le explico que había una ley, por la que un pariente vivo, tenía que tomar la viuda de su pariente más próximo muerto sin hijos para dar hijos a este, y que Booz era pariente suyo.

Rut. Aunque sin mucha fe, en su suegra. Hizo lo que esta le dijo. Y Booz le declaro su amor. Hubieron de vencer los obstáculos de otro pariente, que no tenía ganas de esposa pobre.

La moabita. Se convirtió en la esposa de Booz; antes de la boda; dijo, al que sería su a su esposo; “quiero que Noemí, este conmigo, si no aceptas dímelo: y, ya no me casaré”; Booz, la beso, y, le dijo, que como iba, dejar ir, a Noemí, quien iba, a educar al pequeño; que, Yahvé; iba crear aquella noche de su boda.

Rut, al oírlo, se puso colorada

Nueve meses más tarde, las vecinas. Felicitaban, a Noemí, porque su nuera le había dado un hijo; al que Noemí, educo como un buen judío, enseñándole, a querer, y, temer a Dios; y, sus padres, le enseñaron, que no hay razas distintas; que es bueno que el corazón, domine a veces a la cabeza; a querer, mucho a su abuelita Noemí.; quien al morir, fue llorada, por su nuera Rut, y, por el bueno de Booz.

A Rut.; le parecía que Dios, el Dios de Israel, en quien creía ahora, la había premiado más de lo que merecía, no sabía que su premio, se enteraría, en la morada de los justos; si allí hubiese tiempo, muchos siglos después; su premio; fue que de su descendencia; nacieron María, José, y, Jesús.

Jesús, el Redentor de todos; acepto tener, en su ascendencia una mujer idolatra, una pecadora

Fin



2 comentarios:

Ariusk dijo...

Me gusto. Te felicito.

Dios te bendiga. Cristo te ama

Maite Parga dijo...

Gracias Ariusk; que te bendiga a ti también