domingo, 26 de agosto de 2007

El siervo de los talentos


Recuerdo que yo por entonces era una muchacha muy joven. Me había escapado de mi amo. Diógenes;  nada que ver con el sabio griego, este también era griego pero de sabio nada.

Y caminando como pude, había llegado hasta una ciudad de cuyo nombre no me acuerdo; por las figuras que vi,  intuí que debía de ser egipcia, o si soy sincera eso me importaba muy poco me sangraban los pies,  tenía hambre, por lo que me metí por la primera puerta que halle abierta. Y allí fue donde; conocí a Majencio.

Majencio era de esas personas que siempre se quejan de todo, que jamás encuentran nada bueno,  yo eso, no lo sabía entonces, lo supe después.

Lo que sucedió en aquel momento, fue que escuche, no sin querer yo era muy curiosa, como todos los que tienen que proteger su vida.

Esta era la conversación
“Tuve miedo de ti., que quieres recoger donde no has esparcido.
 Y recolectar donde no has sembrado. Así que enterré mi denario”
Oí también las palabras del amo “Siervo malo y haragán....quitadle el denario y dádselo al que tiene 10”

Luego vi, salir a Majencio, con la vista baja, refunfuñando.

Me acerque para pedirle un vaso de agua, me contesto.
Cómprala o vete a beber al rio.

Le dije que ni tenía dinero, para comprarla ni pensaba ir al rio, y que si se había molestado con su amo, no era mi problema que tuviese un amo tan malo.

Me tomo por los brazos y me sacudió.
“Tú eres idiota, mi amo malo, es un padre para todos nosotros, un padre....”
Vale hombre, vale,  respondí.
 Un padre, pues tu padre, es un poco raro,  se ha portado injustamente contigo. ¿O no?

No. He sido yo, el que le he fallado.

No entiendo, ¿Eso de que quiere cosechar donde no sembró?
Esa fue una mentira mía, mejor dicho una disculpa, s cierto que yo tenía miedo, de que los banqueros no pagasen lo suficiente; pero no lo es menos, que los banqueros quedan en otra ciudad;  no tenía ganas de viajar,  no lo es menos, que pensaba que al ser sólo un denario, el amo me lo regalaría para mí, por eso, porque soy un ladrón, escondí el denario en tierra, porque pensaba que el amo, me iba decir.
 “Pues un denario sólo es para ti”
 Pero es un hombre justo.
Pregunte de nuevo. ¿No es cierto lo de que sea un hombre, que recoge donde no ha esparcido, y cosecha donde no sembró?

Claro que no, si recoge o si cosecha lo que hemos esparcido, o sembrado cosecha lo suyo.

Nosotros nada tenemos, si sembramos en su tierra, es suya simiente y tierra, y somos suyos nosotros, sus siervos. Si por ejemplo se esparcen flores o frutos por el suelo,  sucede lo mismo

Por el contrario, como te dije, es un hombre muy bueno, y muy justo, nos trata como a sus iguales, no lo hace nadie con un siervo.

¿Cómo a sus iguales, e entiendo?

Sí veras, él puso su dinero en nuestras manos, en las mías, podía llevarlo él mismo a los banqueros, se fio de nosotros,  yo le he fallado,  porque soy un vago y un ladrón.

Le recomendé que entrase a pedirle perdón; y aunque no le diese el denario,Por lo menos que no lo vendiese en la siguiente subasta de esclavos.

El amo no lo vendió,  tampoco lo quiso más en su casa, le dio la libertad, que no era ningún regalo ; ya que Majencio, aparte del oficio que ejercía en casa de su amo, era el encargado de las cuentas, no sabía hacer casi nada,  además, el trabajo no le hacia ninguna gracia.

Y así empezó nuestra vida juntos, empezó a llevar mis cuentas de lo que  ganaba cantando.

Y de ese modo la conocí.

Madre mía como me recuerdo. “que guapa era. Y muy joven”; recuerdo que llevaba al niño en brazos., un niño, muy guapo, muy moreno,  que se veía era un torbellino, se le antojo, uno de los diosecillos, que yo vendía, además de cantar hacia y vendía ídolos.

Ella lo sacaba de sus manitas, yo no entendía porque, pensé que sería; por si la criaturita se lastimaba, y,le ofrecí primero unos rollos de papiro, con las tragedias de Sófocles.
 Me dijo.: Soy judía no griega
Rebusque,  y halle un papiro con unas historias en hebreo.
Me sonrió y me dijo. Gracias,  soy la esposa de un obrero, no sé leer.

No podía quedarme así, y tome unos dulces que ofrecí al pequeño, se puso perdido. ”Como se manchó”

La Madre sonreía, y le dijo. “a ver Jesús, dile gracias a la señora.”
El pequeño me contesto. Con su vocecita infantil “gatias”
De nada guapo. Fue mi respuesta.

Dos días más tarde, volví encontrar a Maria, ese era el nombre de la mujer.
Oye: que te parece si me ayudas a cuidar de mi pequeño, es que voy empezar a ayudar a hacer las faenas en una casa, aquí José no tiene tanto trabajo,  necesitamos el dinero,  te daré una parte de lo que me paguen en la casa, será bueno para todos, para mí, para mi niño que no puedo dejar solo,  para ti, estar con mi pequeño es lo mejor del mundo,  sin Él lo peor.

“A mí me parecieron exageraciones de madre, pero acepte encantada,  dejaría de estar en la calle todo el día, expuesta a todo.

Y así empecé a cuidar a Jesús, era un niño muy bueno,  enseguida me cogió cariño, yo le contaba historias,  le conté, lo que le había pasado a Majencio, tal  como lo había oído

Claro que un niño pequeño no recuerda nada,  pensaba yo; hasta que...

Pero aún es pronto para eso,  un día me anunciaron que volvían a su tierra,  Jesús me lleno la cara de besos. Yo por aquel entonces ya me había casado con Majencio.

Han pasado 32 años. Ya no soy la que era, mi marido Majencio murió en una reyerta en una taberna.
 He llegado a Israel como la amante de un romano,  movida por la curiosidad he ido a escuchar lo que estaba oyendo un grupo de gente.

Me quede ensimismada al oír que era el cuento,  mejor dicho la historia de Majencio que yo le había contado a mi niño Jesús,  sólo a él, sólo que en vez de denarios, hablaba de Talentos,  era la misma.

Me fije en su rostro, sus ojos eran los de mi niño, y no pude captar nada más. Porque se trataba de un bebe,  y este era un hombre joven, pero un hombre.
Me dije que no podría acercarme a él. Los de su raza son muy escrupulosos con las mujeres como yo, no sólo soy gentil, sino la amante de un romano.

Entonces fue Él quien me llamo,  Sefora. (no os había dicho mi nombre todavía)
Me volví corriendo
¿Me conoces?
¿Y tú no conoce ya a tu niño?
Y me abrazo, con la pureza propia de un niño
¿No tienes miedo, de que puedan pensar mal de Ti?
No, han dicho de mí, lo que han querido desde que soy un endemoniado, a que soy un blasfemo.

No, mi querida Sefora; nada hay de malo en abrazar a un amigo;  tú me cuidaste, tengo que decirle a mi Padre que se ocupe de Ti.

¿A Tu Padre, viven José y Maria?

No me refiero a José cuando hablo de mi Padre, sino a mi Padre al de Verdad al Dios de este pueblo ingrato,  en cuanto a José vive,  Pero con su “colega”
¿Su colega? (Le interrumpí)

Si Dios mi Padre, Mi Padre, con mi padre, en cuanto a Maria vive,  digo vive, vivirá siempre, cada día está más guapa y más joven,  Y eso que yo le he dado disgustos, no voluntarios,  si por mi causa., y  le esperan más.

No entendí mucho de que me hablaba.

Después me presento a un grupo de personas entre las que había varias mujeres. Estas me aceptaron sin recelo. Y volvía a encontrar a María, con aquel grupo de mujeres

 Estaba mucho más hermosa,  más joven.
Yo pude seguir con ellos, pero lo que Jesús decía me era extraño, hablaba de perdón, de amar al enemigo, de cosas que una mujer que había sido tan maltratada como yo, no podía tolerar.

Así que me dije. Jesús y Maria su Madre. Son buenas personas pero son judíos, y tú eres griega, educada en Egipto y amante de un romano., lo tuyo no es un solo Dios, sino muchos, y sobre todo tener la protección de Venus y de Mercurio.

Y como auto respuesta deje el grupo, no  hizo presión para que me quedará. Pero vi lágrimas en sus ojos.

Regrese con mi amante a Roma.

Y ahora soy ya muy vieja, y apenas veo. Hoy he estado a punto de morir abrasada porque han prendido fuego a la ciudad. Dicen que han sido los miembros de la nueva secta judía, los cristianos, yo sé que ha sido Tigelino. “Ese monstruo”
No puedo, permitir que mueran inocentes. He pedido me lleven ante el Emperador, estaban juzgado a uno de esos cristianos.
Nos metieron a los dos en la mazmorra.

A mí por calumniar al noble Tigelino, seguro que también Nerón está detrás, y al cristiano porque se negó a adorar a los dioses.

Entonces le pregunte

¿Tú cara me suena. De dónde eres?

Soy Pedro, Simón el Pescador de Galilea, ahora soy el indigno representante de Jesús
¿Jesús?
Si Jesús.
¿Jesús, el joven rabí, hijo de Maria?
El mismo. Nuestro Hermano y Señor
¿Qué fue de Él,  Que fue de su Madre?
Pues mira. Él fue condenado a muerte de Cruz, negado 3 veces por el cobarde que te habla,  Pero resucito, y después de resucitar, comió con nosotros, ahora esta con su Padre en el Cielo, pero yo puedo hacer que esté con nosotros, a su Madre, se la llevo, después de unos años con Él.

¿Puedes hacer que esté con nosotros, como?

Tu eres muy buena Sefora( él también me había reconocido) has arriesgado tu vida, al venir aquí, pero tú no crees, o si crees que Jesús es el Hijo de Dios, que los ídolos no son más que hechura humana.

Si creo, creo, creo que mi niño Jesús era Dios.
Entonces. ¿Quieres ser bautizada?

Respondí que sí,  Pedro me explico rápidamente, lo que yo no había querido aprender de labios de Jesús.

Después con el agua que teníamos en una palangana me bautizo.
 Diciendo, Sefora yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
A continuación tomo un pedazo del pan que le habían traído para cenar; y un poco de vino.
Pronuncio unas palabras maravillosas
“Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre”
Y yo caí de rodillas al tomar en mis manos el pedazo de pan,  llevar la copa a mis labios. Supe que allí estaba escondido el pequeño que cuide en Egipto.
Esta mañana se han llevado a Pedro a la cruz.

Yo  me he declarado cristiana.
Qué bueno es Dios. Es mejor que el mejor de los amos. Con Él uno puede retomar los talentos.

Ya estoy divagando, soy tan vieja,  he sido condenada a ser despedazada por las fieras.

Vienen a buscarme, tropiezo con todo, apenas veo
Alto.  ¿Qué ha pasado, no hay fieras,  vuelvo a ser joven muy joven,  pero además llevo una diadema en mi frente, veo a María que se  acerca hija mía.
Hija mía,  todo ha terminado ya estás en casa.
En casa,  en el cielo, mi casa, la casa de Jesús.
La casa de todos, los que retoman el camino, y, la de los que nunca lo abandonaron

Fin


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