martes, 1 de octubre de 2013

Los inmigrantes

Los inmigrantes 

Era el mes de diciembre, y, ya se olía, en el aire la navidad

Luisa, ayudaba a sus nietos, a poner “el belén”; con el que recordaban, el nacimiento del Hijo de Dios, de pronto, al colocar la figura, que representa, al divino Niño en el pesebre, Marta, su nieta una avispada chiquilla, de 4 años lista como una ardilla, le pregunto
Abuelita. ¿Por qué el niño Jesús, nació en una casa de animales?

La abuela, aprovecho, para enseñar a su nieta, lo mala, que era la gente, en aquel pueblo, que no le dieron, una habitación, en su casa, a La Virgen, y, a, San José.

La pequeña, pregunto

¿Abuelita, tú se la darías?

Y, Luisa, respondió, claro hija; la mejor de la casa, y, los habría escondido; para que, no tuvieran que, huir a Egipto, pero aquellos eran malos, también nosotros, hacemos cosas malas, pero aquella era, gente muy mala.

Marta, sonrió feliz, su abuela, no habría dejado nacer, a Jesús a la intemperie

Sonó el timbre de la puerta, y, Luisa, se levanto para ir abrir; miro por la mirilla, y, como no vio nada sospechoso, abrió la puerta; ante sus ojos, estaba una pareja joven de rasgos árabes, o, marroquíes, la mujer casi una cría, no debía de tener, más de diecisiete años, presentaba un abultado vientre, debido a una gestación que, se veía ya en sus últimos días

¿Qué desean?; pregunto

El hombre, chapurreando el español, le dijo:

“Vera, señora, hemos tenido que venir aquí, y, mi mujer esta saliendo de cuentas, puede nacer el niño, en cualquier momento, nos han robado el dinero, y, no podemos pagar una pensión, yo quisiera pedirle un favor, que vd, nos acompañase a una clínica, y, pidiese acogiesen a mi mujer, sino tendrá que, dar a luz en la calle, o, sabe Dios donde, y, a mi si no me puede, dar habitación en su casa, me diera dinero, para una pensión humilde, Ala, se lo agradecerá”

Luisa, los miro de nuevo; “vaya, conque ni siquiera son cristianos, pues mire, señor, aquí no hace falta, que vengan, a parir, moros, me importa un comino, que hayan vds, tenido que venir, nadie los llamo, aquí ya llegamos, los que estamos, acompañar a su mujer, a una clínica, nunca.

¿Qué quieren, que pongan a su hijo, o, hija, que no será bautizado, al lado de la cuna, de una criatura blanca, de una criatura, que será hecha cristiana?

Jamás, me oyen jamás.

¿Pagarle, a vd una pensión?

No le mandamos, venir.

¿Qué puede parir en la calle?

No es asunto mío, ahora les voy cerrar la puerta, tengo mucho que hacer.

La mujer, que había estado callada, alargo su mano; y, se toco el abultado vientre, y, con lágrimas, en los ojos dijo

“Señora Ud., es buena búsqueme, o, diga como buscar, un sitio para mi pequeño, póngase en mi lugar, por piedad”

Luisa, dio un portazo, “váyanse, no me puedo poner, en su lugar, porque no soy una mora preñada, no los quiero ver ni en pintura, ni en imagen. ¿Lo entienden?

El hombre dijo: Si lo entendemos, es natural tenía que ser; de todos modos procuraremos, que; “nuestro hijo”; cuando venga; “hablar,” con Ud. No este muy enfadado, le diremos; que, en el fondo buena.

Luisa, cerró la puerta, y, entro en la casa; fue al salón, donde había dejado, a los niños preparando el nacimiento, los encontró llorando, les pregunto el motivo, y, la pequeña Marta, dijo; “han desaparecido, San José, La Virgen, y, el nene de Dios” traducido, han desaparecido, San José , La Virgen y, el niño de Dios.

Luisa, se puso a buscarlos, pero no los encontró, mientras la joven pareja, bajaba las escaleras, y, el hombre decía, a la mujer

“Ves María, aquí también hubiera nacido, en un establo”.

Luisa se canso de buscar, y, decidió acudir a la oración, como ayuda, “Dios mío que aparezcan”; entonces escucho, una voz que, no sabía de donde venia

“Tú, les has dicho que no los querías ver, ni en pintura, ni en imagen”.

Recordó, las palabras que tantas veces había leído, en la Biblia, y, oído leer en la iglesia, lo que hagáis a mis hermanos, me lo hacéis a mi, salió corriendo a ver, si los alcanzaba, pregunto a la portera, si sabía que camino habían tomado, pero ésta no había visto a nadie.

De pronto, una vocecita la despertó, era su nieta Marta, abuelita, te has dormido, ayúdanos a colocar, a Jesito(Jesús), su nieto, interrumpió a su hermana, no nos dijiste, si tu les hubieras dado casa, Luisa respondió:

“No lo se hijos míos, nadie sabia quien eran, todos los hombres somos malos, pues todos somos hijos de Adán, y, todos somos buenos, pues todos somos hijos de Dios, si aquellos supieran, que era Jesús, el que iba nacer, lo habrían acogido, lo mejor que podemos hacer, es aceptar, y, querer a todo el mundo; sabéis una cosa, Jesús, esta en todas las personas, no importa color de piel, país, o, religión. Dios me lo enseñó, mientras dormía

Fin.





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