domingo, 20 de octubre de 2013

El hijo pródigo

Esta historia, esta basada en el relato del Evangelio, aunque, transcurre en nuestra época, en Europa, en concreto en España. Empezamos

Pedro, se sentía un hombre feliz, sólo una cosa empañaba su vida, la muerte hacía ahora 4 meses de la única mujer; que había amado; Alba, después de ese tributo de dolor pagado a Dios, lo tenía todo, 2 hijos encantadores, tanto el mayor Luis que ya había acabado sus estudios, y, había optado; por trabajar en la fabrica ocupándose del tema administrativo, como Víctor el menor, mal estudiante, pero buen chico, ya se sabe, cuando se es joven, se quiere vivir, si no acababa los estudios este año, lo haría el próximo, que comer, no les iba faltar, con la ayuda de Dios.

Amigos, que lo querían, y, no por su riqueza, eran los mismos, que habían estado con él en sus comienzos, cuando no era más que un pobre operario, porque Pedro, como suele decirse, se había hecho a si mismo; sus empleados, para quienes no era un patrón, era un amigo; en resumen, lo tenía todo; y, cuando se tiene, o, se cree tener todo, rara vez se piensa en perderlo.

Víctor el hijo menor, también lo tenía todo, si, por desgracia lo tenía todo; y, como lo había tenido todo desde la cuna, no valoraba nada, no era malo, claro que no, tenía un corazón de oro; pero sólo 18 años, y, a esa edad, se podrá ser, todo lo mayor de edad que se quiera, pero se, sigue siendo un niño, y. las ansias de libertad, que Dios ha puesto en el corazón de todos, se confunden, con lo de no tener, rumbo ni destino; como, era un buen chico, confiaba en todo el mundo, se había hecho amigo de una pandilla, de muchachos, mayores que él, resentidos de la mala fortuna de sus familias, y, que veían la ocasión propicia, de vivir bien, a costa del, “señorito”, otros de su misma edad, e, incluso alguno un año más joven, para quienes lo importante, era rescatar al amigo, de la tiranía paterna.

Lo convencieron, de que pidiese a su padre la herencia materna, y, se fuese con ellos a ver mundo, hacer, sus propios negocios.

Pedro, escucho atónito, la petición de su hijo; trato de razonar, pero era imposible, Víctor, aducía a su mayoría de edad, una, y, otra vez; y, Pedro tuvo que ceder.



Luis, el responsable Luis, no hizo nada, era el hermano mayor, que nunca se mete en los asuntos del pequeño; jamás se chivo de su hermano, jamás lo reprendió, era como si Víctor, no existiese para su hermano, por él, si se iba, que se fuera.

Y, Víctor, se fue, como el joven del relato evangélico, abandono la casa paterna; y, como el padre de la parábola, Pedro, espero, día, tras, día pegado, al teléfono aguardando una llamada, atento al timbre de la puerta, mirando el correo, día, y, noche, por si en el buzón, aparecía una carta en la que le, anunciara su regreso, nada, nada.

Luis, siguió trabajando; ocupándose de la empresa, tan sumido en el trabajo, que ni a divertirse, salía; sólo pendiente de la empresa de su padre, un buen hijo Luis, o, lo parecía al menos.

Víctor, siguió los pasos del joven de la parábola, también él gasto con prostitutas, y, con putas; lo siento, pero no es lo mismo parte de su herencia, la otra parte la consumió en juego, vino, y, drogas, sus amigos; no es que lo abandonaran, es que unos acabaron en la cárcel, otros perdieron, la vida victimas de esa lacra llamada; SIDA.

Y, otros, aquellos; a los que; sólo, les interesaban, las riquezas del, “señorito”; al no haber ya riquezas. ¿Qué podían hacer?

Víctor, se vio solo, nadie le daba trabajo, no tenía referencias, en 4 años desde que se fuera de casa, había visitado, varias veces la cárcel, y, en nuestra, “cristiana Europa”, si uno esta en la cárcel, una sola vez, se le condena para siempre, además, no era un chico que supiese trabajar, en cualquier cosa, Pedro, lo había educado para el nivel social, que ocupaban, y, claro, esta como suele decirse; “trabajo de corbata”; para un ex drogadicto, y, ex presidiario, no suele haber.



Por ello siguió, el camino del otro, “hijo pródigo” recuerdan que, fue cuidar cerdos, pues bien el cerdo, era, y, es un animal impuro para los judíos, Jesús, era judío, y hablaba para judíos, y, en entorno judío; con ello, quería decir que, había llegado a lo más abyecto.

Pues también Víctor, decidió prostituirse, se anunciaba en las páginas de un periódico, de esos diarios que, en una página nos denuncian la trata de blancas, la prostitución, o nos hablan de moral, y, en la otra por dinero, facilitan lo mismo que denuncian, Víctor atendía lo mismo, a mujeres que, a hombres, un día uno de sus clientes, no solo no le pago; “el servicio”, sino que le robo: lo poco que tenía, y, luego le dio una paliza, diciéndole, que cuidado con denunciarlo, pues lo acusaría de calumnias.

El otro, el cliente, era, “un señor respetable”, y, Víctor, sabía que, no le creerían

¿Qué podía hacer su, “trabajo” le daba asco, y, no sólo las relaciones sodomitas, todas el sexo, cuando no es por amor, cuando es por dinero, por hambre, es asqueroso, muchas veces, después de un, “servicio” había vomitado, cierto, que no había depravación sexual, que no se ofreciera a hacer; tenia, y, quería ganar dinero como fuera, pero ahora acababa de ver, que lo que, iba ganar de seguir así era la muerte.

Y, como el otro pensó en padre, no por arrepentimiento, tampoco el otro, por hambre, ni siquiera aquel sucio, y, maldito trabajo podía tener.

Así que decidió con lo poco que tenía escondido, y, lo único que aquel sinvergüenza, no se pudo llevar, volver junto a su padre, le diría, Padre, porque llamarle papá, después de todo lo que le había hecho, era una falta de respeto, soy un desgraciado, una mala persona, se que no tengo excusa, sólo quiero decirte que, me des una oportunidad, no como hijo, como operario, tuyo, ponme a barrer la fabrica, a descargar la basura, a lo que quieras; si asciendo en el trabajo lo haré con mi esfuerzo, para dormir, hasta que gane lo suficiente, me basta la caseta en la que se guarda la herramienta del jardín.

No tuvo tiempo, ni de decir, dos frases seguidas, Pedro, llorando se le echo al cuello, como el otro padre, no paraba de cubrirlo de besos, “anda pasa para dentro, deja de decir sandeces”

Después llamo. a Rosaura la doncella, y, le dijo, “mire, este es, Don Víctor mi hijo, encárguese Vd. de que manden, de los Almacenes Terema, un traje de su talla, mejor que manden varios, dígales que lo anoten en mi cuenta, ya iré yo a pagarles: o, si no mejor que lo pasen al banco”; “Y, tú pasa a la ducha, mañana, vamos a ver como hacemos para que acabes, la carrera, por cierto te tengo un regalo, te lo iba dar cuando te fuiste, pero no me diste tiempo, (Pedro le entrego un hermoso reloj de oro, y, una pluma, junto con una chequera), es para que dispongas de dinero, mientras no acabas, los estudios.”

Una vez, estuvo vestido su hijo, como correspondía; Pedro, llamo a Rosaura, “hoy es día grande para todos, y, Vd. fue una de las personas, que más me ayudo, diciéndome:

“Tranquilo don Pedro, yo le pido, a Dios todas las noches que, Víctor, regrese, por eso Vd. tiene que venir con nosotros, a celebrarlo; acabo de pedir mesa, en el Restaurante, y nos vamos a festejar, que mi hijo ha vuelto, que esta vivo, y, que pronto estará bien.

Por no llegar tarde, encargo a un empleado, de la fábrica que aguardase cosa de media hora, el regreso del hijo mayor, Don Luis, le comunicase lo que había sucedido, y, se encaminasen los dos al sitio de la celebración.

Cuando llego Luis, y, el operario, le contó lo sucedido, se puso hecho un basilisco, lo mismo, que el de la parábola.

Acompaño al obrero al restaurante, una vez allí, se negó a entrar, “que salga mi padre, yo no quiero que me vean en compañía de un...”

Pedro, salió, no entendía, porque Luis no entraba. a celebrar la victoria de su hermano.

“Vamos hijo (fueron sus primeras palabras), hoy es un gran día entra a celebrarlo”.

“Celebrar qué; que tu hijo, después de haberse gastado malamente el dinero que tomo de nuestra madre, después de haberse drogado, prostituido, si padre prostituido, ha vuelto a casa, a vivir como un señor decente, y, que tú haces esta fiesta, y, hasta me han dicho que le has dado chequera, a lo mejor, es que él, es para ti mejor hijo que yo, si papá que yo, que me dejo las cejas en el negocio, que sólo me permito, tomar una cerveza con los amigos, porque lo que me das no me llega para más, que jamás me has dicho, Luis toma este dinero; y, vete de vacaciones, o, de fiestas con tus amigos; pero a ese le haces fiesta, le das chequera”

Pedro, abrazo a su pobre hijo Luis, se dio de cuenta, que aquel hijo también estaba fuera, pero él, no se había dado cuenta, lo mismo que, su hermano también el había vendido, el amor familiar por dinero, era el puro interés, el que le movía a trabajar en la fábrica, no la consideraba suya, quería que medrara, para que cuando la heredase, fuese un negocio floreciente, si no fuera por eso, y, por el buen nombre, habría hecho como su hermano, o, peor.

Pedro, abrazo a Luis, “mi pobre hijo, perdóname, no te di, el dinero, para las vacaciones, porque de las finanzas, te ocupabas tú, y, como lo mío es tuyo, pensé que si no te ibas de vacaciones, o, de fiesta; era porque no querías, mira que no lo habré comentado; infinidad de veces con Rosaura, pero tu pobre hermano, al que pudimos, no volver a ver, al que unos sinvergüenzas, canallas, engañaron, tu pobre hermano, nuestro Víctor, ha vuelto, y, vamos a celebrarlo”

Luis, se quedo; mirando a su padre, si, él era el malo, el ruin, él que, no había hecho nada para evitar, la marcha de su hermano, ni siquiera le había dicho, dos palabras para convencerlo, de que se quedase, cuando se entero, de que estaba en la cárcel, no hizo nada para sacarlo de ella, que se había enterado de su degradación, y, no le había producido ni alegría, ni pena; le había producido indiferencia, y, en cuanto a su padre, él si que había sido, un mal hijo, tan mal hijo que no se consideraba hijo, por ello, su único objetivo era heredar la fábrica, es decir que, no le importaba si un día un infarto se llevaba, a Pedro, no que fuese atentar contra su vida, pero trabajaba sólo pensando en el momento de la herencia, no tomaba más que el dinero, que su padre le entregaba, y, que él administraba como un sueldo, más de una vez le tentó imitar al pequeño; pero claro esta era exponerse a acabar como él , y, Luis era un hombre con sentido común.

Si él, (Luis era un mal hijo, y, un mal hermano); por ello beso a su padre, le pidió perdón llorando, Pedro, no acertaba a comprender, de que podía, pedir perdón aquel; hijo ejemplar, pero Luis, si lo sabía.

En el restaurante, Luis, pidió perdón a su hermano, quien aún, entendía menos, que su padre; a continuación, secándose las lágrimas, añadió.

“Este fin de semana, te vienes conmigo, quiero que te conozcan mis amigos, y, tu futura cuñada, por cierto tiene una hermana guapísima, nos lo vamos a pasar bomba hermanito, después tendrás que estudiar, te prometo echarte una mano, has de acabar esos estudios pronto, no voy llevar yo solo nuestra empresa, que somos tres.

Pedro, sonrió sus dos hijos de nuevo juntos, y, ahora queriéndose de verdad como hermanos.

Casi sin darse cuenta, alzo la vista al cielo, y, muy bajo sin pronunciar palabras, hablo al Padre de todos los hijos pródigos, y, de todos los, “hijos honestos”, diciéndole:

“Como comprendo Dios mío; en este momento, que lo que más te alegre, no sea la perseverancia del justo, si no la conversión, del pecador, el regreso de tu hijo menor descarriado, te comprendo porque me has permitido vivirlo. Ahora te pido me los conserves siempre unidos.











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