martes, 29 de octubre de 2013

El censo

Podríamos, titularla; “Historia de 3 ciudades”, ya que la acción, se desarrolla, tres lugares distintos
La primera es Roma, la capital del imperio, más poderoso del mundo; el emperador es César Augusto; quien tras la muerte de su último rival, Marco Antonio, reina en paz, en todo el mundo.

¿Paz autentica, o, paz de la bota opresora?

Más de lo segundo, que de lo primero, pero esta no es una historia sobre emperadores, así, que ese trabajo, para los historiadores.

El emperador, recibe en su palacio, a un decurión; Marco Lecuyo; que, informa al César de que Cirino, nuevo gobernador de Siria, quiere hacer un censo de Judea

Al César le hace gracia, Judea, un pueblo extraño, con un dios invisible, ve la oportunidad de reírse, de los judíos, se hará el censo, pero yendo cada uno; a inscribirse en el lugar de origen de su clan, o, tribu, así, se moverán un poco, y, no pensarán tanto, en ese rey, que según ellos va venir, para liberar a Israel

Marco Lecuyo, recuerda al emperador, que a ese rey, le llaman Mesías, y, le advierte, que la decisión que ha tomado, puede ser peligrosa, ya que es un pueblo levantisco

Pero Augusto, no se arredra, tenemos cruces, dice, casi con una carcajada; da orden de que además del censo, paguen 5 denarios, algo como los 5 siclos que pagan a su dios, de ese modo, espera saber, cuantos perros judíos tiene en el imperio; toma unas tablillas, y, escribe un edicto, para que se cuelgue en todas las ciudades de Judea, el edicto debería ser llevado por Marco Lecuyo, al puerto de Ostia, para llegar a Haifa, y, de ahí, a los distintos pueblos

Esto era, lo que decía el Edicto


“Yo Cesar Augusto, divino Emperador, hijo de Júpiter, Señor de Roma, dominador del mundo, ordeno que, todos los judíos, han de acudir a censarse a su lugar, o, tribu de origen, allí se anotarán tras el pago de 5 denarios”.

Firmado C. A. D. I. (César Augusto, Divino Emperador)

El papiro, conteniendo la orden, se clavo en cada pueblo, y, entre esos pueblos estaba Nazaret, un pueblo metido en un valle con una mezcla de gentes, y, un suave olor a jazmín; y, romero

Estamos frente al taller de un carpintero, se nota el olor a la madera fresca, y, se siente, el ruido de la sierra mezclada, con el canto de una joven.

Al entrar, la vemos en un rincón, manejando la rueca, y, cantando, es una jovencita muy hermosa; el hombre, sólo un poco mayor que ella, se dirige a ella, llamándola, María, y, pidiéndole un vaso de agua; ella trae presurosa el vaso de agua, y, entonces, descubrimos que en el taller pronto se escucharan las risas, y, el llanto de un recién nacido; también nos enteramos del nombre del hombre, José.

Entra una mujer con ropas de bebé, que pese a ser usadas, María, agradece como si fuesen joyas, le dice, a su amiga, que José esta teniendo poco trabajo, así, que las ropitas para su niño, le vendrán muy bien; entran más mujeres, con ropas, y, cosas de bebe, otras, a ofrecerse para el momento del parto, y, desear, que sea un niño, algo que la joven madre, tiene claro, es un niño

De súbito, entra un hombre furioso, maldiciendo contra Roma, al oírlo; José, se levanta, y, se dirige, al visitante, es su hermano Cleofás, le pregunta que le sucede, y, éste habla del edicto imperial, puesto, por los que califica, cerdos, y, perros idolatras de la maldita Roma; le extraña que su hermano, no se haya enterado, y, le pregunta, qué piensa hacer.

José responde, que censarse, ruega, cuiden de María, y, de su hijo; pero María, no esta conforme, como esposa, dice, su lugar esta al lado de su esposo, irá con él, y, cuando José le dice, que piense en el niño, ella, contesta, que su niño, cuidará de ellos

Así, que dos días más tarde, en su burro, al que llaman, Estrella, se dirigieron a la ciudad de Belén, José pago los 5 denarios, aunque fuese una fortuna para él, el soldado romano, muy joven, se compadeció, de María, y, le ofreció, su silla para sentarse, ella, se sentó muy agradecida, después el soldado, dio a José 2 denarios, José, pesé a venir de un pagano, y, ser dinero pagano, los acepto, agradecido, y, dijo, al soldado; “Dios te bendiga”; ; el soldado, no entendió, a que dios, de tantos, como había, se habría referido, el judío, porque no esperaba, que su dios invisible, fuese agradecerle, algo, a, un romano; de cualquier modo, no lo había hecho, por ningún dios, si no, porque le habían dado pena; los dioses no le importaban mucho; un día, cambiaría de modo de pensar; pero de esa historia, hablaremos, otro día.

Los acompañó, a la posada, pero estaba atascada de gente, y, no hubo más remedio, que guarecerse en la cuadra; allí María, parió a su hijo, lo adoraron los ángeles en silencio, sólo los oyeron cantar los de puro corazón, cantaron, y, a esos sí, los oyó todo el mundo los pastores, lloro el recién nacido; los animales emitieron sus voces, al aire, alegres, muy alegres, mugidos, balidos, ladridos, maullidos, piares, y, un largo etc., porque sin que hubiese motivo racional, para explicarlo, todas las criaturas estaban muy alegres, de aquel nacimiento

En el Palacio del reyezuelo Herodes, se decía, “El Mesías ha de nacer en Belén, así lo dice, el profeta, Miqueas; pero que falta hace, el Mesías, Judea, ya tiene su rey, Herodes, no va, existir otro rey, él desde luego, no lo permitira; los profetas, ya se sabe, dicen tantas cosas, y, lo dijeron hace tanto tiempo, recuerda, las palabras del profeta, las aprendió de memoria, cuando “ se convirtió”; al judaísmo, no le costo trabajo, porque nunca creyó, más que en un dios, como los judíos, sólo que él no adora a Yahvé, él, adora, la panza de Herodes, su panza, así, que siendo ateo, le da igual, ser de una religión que de otra, hubo que pasar por la circuncisión, que no llego hacerse, aunque el pueblo todo, cree que su rey Herodes, esta circuncidado, pero no pueden; comprobarlo, y, quienes lo hacen, no pueden decirlo, ya, se imaginaran porque: qué decía el profeta, ah, sí, esto

“Tú Belén de Efrata, pequeña para ser contada entre las ciudades de Israel, no eres, la menos importante, pues de ti, saldrá el caudillo de mi pueblo Israel...”

En Roma, Augusto, ni sabe, ni le importa, que una joven de 20 años, una aldeana judía, esposa de un carpintero, judío, ha tenido un niño, otro aldeanito judío en una cuadra.

Augusto, como todos los poderosos de la tierra, cree que, se ha burlado de un pueblo sometido, no sabe que, ha sido Dios, quien se ha reído, y, servido del, para hacer que su Hijo, naciese en Belén, como lo había profetizado; del mismo modo, que no sabe, que ese Niño, es el Único Príncipe de la Paz, Señor, y, Salvador de todos los hombres que lo acepten; también de Augusto, y, del propio Herodes

Fin





















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