miércoles, 8 de enero de 2014

El Sol siempre vuelve aparecer

El sol siempre vuelve aparecer 

Ramón; había quedado, con su amigo Juan, en la terraza de un café, este llego al cabo de unos cinco minutos, y, al cabo de un rato, hablando de cosas intrascendentes, el semblante de Juan, se nublo, y, dijo, muy serio, que la vida, no tenía sentido; que Dios, lo había abandonado, su vida, era un continuo sufrimiento; Ramón, trato de consolarlo, en vano, así, que desvío, el tema, de la conversación, y, lo invito, a ir el fin de semana, a su chalet de la sierra

El sábado llego Juan, al chalet de su amigo

A la mañana siguiente, Ramón, invito, a su amigo, a dar un paseo, y, fijarse en el sol.

¿Ves el sol? Sin él no habría vida, aunque lo desconozcan plantas, y, animales, no pueden vivir sin él

No, te entiendo, respondió, Juan de mal humor.

¿Qué, piensas que tengo 5 años, para sacarme al campo, a las 6 de la mañana y, hablarme del sol?

Ojala tuvieses, 5 años, si te he sacado para que veas el sol.

¿Y, me digas, si la vida podría subsistir, sin él?

No, claro que no.

¿Contento? Respondió más enojado que antes

El tiempo siguió su curso, a los cinco días, el tiempo, cambio, amaneció, un día lleno de nubarrones, y, también esta vez, Ramón; invito a Juan a mirar al cielo

¿“Ves?. No se ve el sol, da miedo mirar las nubes; pero tú, y, yo, sabemos que el sol, sigue, ahí, pues la vida sigue, y, sin el sol, no habría vida.

¿Entiendes?

No, dijo, pero si entendía; aunque el nubarrón de la calumnia; lo había dejado en la calle, y, luego el viaje, en el que por su conducción temeraria, debido al disgusto al verse echado de la empresa, por malversador cuando era falso, y, todo por la calumnia de un miserable, sin aquella conducción temeraria, no habrían muerto su joven esposa, ni el hijito su primer hijo, que iba en sus entrañas, no él no veía el sol, por más que Ramón, insistiese, en su vida, sólo había nubarrones, que no saldrían nunca

Al día siguiente, Ramón le hizo reparar en un pequeño rayito; que se iba abriendo camino; entre las nubes ayudado por el viento; allí, estaba el sol, siempre aparece

Al cabo de cuatro meses, Juan regreso a su casa.

Ya hacía varias semanas que Juan, había vuelto a la ciudad, se había ido tan sombrío como llego; el esfuerzo de Ramón, había sido en vano.

Por eso, le extraño, que lo llamase por teléfono, para decirle, si no le causaba molestias, ni a su señora, ni, a él, que fuese pasar otro par de días, con ellos, con ellos, pues tenía, algo muy importante, que decirle.; Ramón, y, su esposa, aceptaron encantados

La persona que llego, era otra completamente distinta, un hombre alegre, cuando Ramón, le pregunto la razón de tan importante cambio, le dijo; tenías razón empiezo a ver el sol, Ramón entendió y, trato de averiguar, pensando sin duda que su amigo, había encontrado otro amor

No, Ramón, no me he enamorado, pero he descubierto muchas cosas, gracias a aquellas calumnias, supe que sólo tenía, un amigo, tú, la muerte de mi esposa, y, mi hijito, ó, hijita, evitaron una joven viuda; y, un huérfano, porque hoy el médico me ha dicho, mejor, me ha confirmado que padezco un linfoma canceroso, y, me quedan, a lo sumo cuatro meses de vida

Ramón, avanzo hacia su amigo; pero este lo detuvo, no, no quiero consuelo, no lo necesito, sólo unos meses y, volveré abrazar a mi esposa, conoceré a mi hijo; y, veré, El Sol, el verdadero, Sol, sin quemarme, ó, mejor, quemándome en su Amor, si hoy el viento de Dios, ha barrido mis nubes, gracias, amigo.

Han pasado, cinco meses, Ramón, y, su esposa, asisten a un entierro, están alegres en su dolor, es el entierro de Juan, y, el Sol, como no podía ser menos, luce en todo su esplendor.







Fin





















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