miércoles, 8 de enero de 2014

El tío Juan

Ana, y su esposo, habían recibido, carta, del tío Juan, de Argentina, les anunciaba su regreso, para vivir con ellos; era hermano, del padre de Ana; se había ido, muy joven, al país sureño, y, tenía importantes negocios; en más de una ocasión les había ayudado económicamente, sin pedir nada a cambio, sobre todo, cuando, Luis, el esposo de Ana, fue despedido, y, pensó abrir un pequeño negocio, los bancos no le dejaban el dinero, el tío Juan, se lo regalo

Para Ana, el regreso de su tío, sólo podía ser una buena noticia, por fin dejarían de ser pobres, podrían codearse con la alta sociedad, y, mandar a sus hijos, a los mejores colegios

Cuando sonó el timbre, fue abrir a toda prisa, allí estaba su tío, pero no era lo que aguardaba, volvía arruinado, vestido como un mendigo.

Lo invito a pasar a la cocina, y, dejo muy claro, que no podía quedarse con ellos, no tenían sitio, lo mejor sería que fuese a la residencia que regentaban las monjitas, y, debería irse, ya, porque esperaban gente importante, y, no quería que viesen que un mendigo estaba de visita en su casa, añadió, un, “¿Usted, me comprende, verdad?

Juan, no, dijo nada, salio llorando

Pero alguien lo había visto llamar, ese alguien, era, Luisa, la vecina de Ana, sabía que esta esperaba a un tío de argentina, pero no lo relaciono, con el mendigo; pensó que sería un pedigüeño, pero al ver que salía llorando, se intereso, y, Juan le contó lo sucedido, disculpando a su sobrina; entonces Luisa, lo mando pasar al interior de su casa, le dijo que podía quedarse con ellos, sabía que su marido, no se opondría, y, en efecto, Marcos, el esposo, llego enseguida, y, confirmo lo dicho, por su esposa; hasta los niños, le insistieron, Marcos le dio un traje suyo, y, le dijo que si quería podía tomar una ducha, a lo que accedió encantado

Fue entonces, cuando, Juan, tomo su móvil, e hizo una llamada, les sorprendió, que un mendigo, tuviese un teléfono que debía costar mucho dinero, pero no dijeron nada

Dos horas más tarde, sonaba el timbre de la puerta, Luisa, fue abrir, allí estaba un señor, con unos maletines, y, una carpeta, preguntando por D. Juan, Juan, al escuchar le dijo, a Luisa, deje lo pasar sin miedo, es mi abogado, el notario esta al caer; Luisa no entendía nada, pero pronto lo comprendió, Juan, no era un mendigo, al contrario era un hombre muy rico, pero no quería dar su dinero a quien no lo merecía, por eso, había montado aquella comedia, ahora sus herederos, serían Luisa, Marcos, y, sus hijos, pero ya iba empezar por poner varias propiedades a su nombre

No, es que tuviese nada, contra Ana, pero seguramente estarían con gente importante, y, no era cuestión de molestarles

Fin

















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