miércoles, 7 de mayo de 2014

Gramola


Luisa, acababa de llegar a la casa, de su tía abuela- Carmen, una mujer soltera de 75 años, lo que no le hacía ninguna gracia, a sus 24 abriles, tener que vivir, en casa de "tata Carmen"; intuía que iban a tener encontronazos, pues que iba saber de la vida, una vieja solterona

claro, que tampoco era cuestión de sacar las armas antes de la batalla, era mayor de edad, y, eso hasta Carmen lo entendía, así que si la convivencia no funcionaba se iría y listo


Carmen, se alegro con la llegada de su sobrina, aún recordaba, su no tan lejana juventud, a veces aún le parecía que sólo había pasado un día, desde que cumpliera 24 años, pero había pasado mucho más tiempo, lo decía su pelo, sus arrugas, y, sus lagrimas nocturnas, cuando no la veían

Después de cenar, se dirigió a Luisa, para pedirle un favor, que le ayudase a escoger en el sótano (bodega) cosas para la tómbola de la parroquia, fue así como se encontraron con la gramola.

La primera reacción de Carmen, al ver la gramola, fue, decirle, a Luisa, que la apartase, no podía darla, no podía, porque allí, estaba parte de su  alma;  Luisa, no entendía nada, ella sólo veía, un objeto de museo.

Carmen, la trajo a la realidad, recordándole, que no había nacido con 75 años, había sido joven.

“En mis tiempos, le dijo, porque fui joven, llena de sueños, e, ilusiones, como todos los jóvenes, me gustaba la música, no había discotecas, una sala de baile, pero en el pueblo, nosotros vivíamos en la aldea, allí, sólo había música, cuando se podía contratar una orquesta, para la fiesta del patrón, el caso fue que  tu bisabuelo, mi padre, me trajo esta gramola de Paris, fue el mejor regalo, me encantaba poner discos, y, oír la música, como te puedes imaginar, no paso mucho tiempo, sin que invitase a  mis amigos, y, amigas; hasta que empezamos a organizar bailes, siempre bajo la atenta mirada de papá, o, mamá, y, en uno de esos bailes, al son de la música, que subía de esta gramola, conocí a Javier.

Luisa, interrumpió, a su tía, para decir; “ Lo estoy viendo, era pobre, y, el bisabuelo, se opuso".

No hija, no,  respondió, Carmen, ni Javier era pobre, ni tu bisabuelo se opuso a  nada,  muy al contrario, Javier le encantaba, nos hicimos novios, y, nuestras vidas discurrían, como las de los demás chicos, y, chicas, yo soñaba con el momento de mi boda.

Un día al llegar a casa del conservatorio;  estudiaba música, oí la gramola, me extraño que mis padres hubiesen puesto en marcha, aquel aparato, para ellos tan moderno, claro esta no habían sido ellos, si no mi hermana, tu abuela, pero no estaba sola, estaba con Javier, los dos cogidos de la mano, me puse como un basilisco, mi propia hermana, cómo era posible, ellos no sabían que excusa darme, lo único que acertaron a decirme, fue que se amaban; se habían enamorado, y, antes de que; te pongas a  novelar, te aclaro una cosa,  tu abuela no estaba embarazada; sólo se había enamorado, yo también lo estaba, pero Javier sólo quería a tu abuela, bueno, eso era lo que decía, entonces.

Así pues acepte, renunciar al amor de mi vida, rompí mi compromiso, por mi hermana; aquí Luisa, interrumpió a su tía, para preguntar. 

¿Cómo es que el abuelo, se llama Juan, y, no Javier, no lo entiendo?

Porque Javier, nunca se caso, con mi hermana, con tu abuela, era un sinvergüenza, que lo único que pretendía, de ella, es que convenciera a mi padre, de que le prestase una importante cantidad de dinero, a mí me conocía bastante, para saber que no lo iba conseguir; según él, ese dinero, era para no se que importante negocio; mi hermana, creyó su mentira, y, no paro hasta convencer a nuestro padre, de que le prestase el dinero, y, ni que decir tiene, que una vez lo tuvo en la mano, desapareció; más tarde nos enteramos de que estaba en América,  tu bisabuelo, mi padre, decidió olvidarlo, mi hermana tu abuela, lloro mucho, le dolía no sólo el desengaño, si no el quebranto económico que había hecho sin querer a su familia.; conoció a Juan, que fue un buen marido, yo continúe asistiendo a fiestas, pero mi corazón seguía ocupado, por Javier, al que todavía quiero, por ello, no quiero despedirme de la gramola


Luisa, beso a la anciana, ahora sabía que su tía, no era una solterona, de pronto la contemplo joven llena de ilusiones, bailando al son de la música que salía de una gramola, recién traída de Paris

fin

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