domingo, 17 de noviembre de 2019

Vendimia



Vendimia
El Conde de aquel feudo, no era como los demás señores feudales, el consideraba que sus siervos, tenían la misma dignidad que tenía él

Simplemente él había tenido más suerte al nacer, aunque eso era muy discutible

Y, así había educado a su primogénito, enseñándole a respetar a sus siervos, no abusar de ellos

Se acercaba el tiempo de la vendimia, los siervos iban a vendimiar los campos del Conde los que ellos trabajaban, antes de irse para sus casas, el señor les entregaba lo que consideraba justo, por su trabajo

Los demás señores feudales si un siervo robaba uvas, le cortaba las manos, o lo colgaba

El Señor feudal de esta historia jamás lo haría, pero sus siervos no lo sabían, por eso se abstenían mucho de hacerlo

Pero aquel día,  Brunilda una joven campesina que fue a vendimiar,  escondió bajo un montón de ropa en su cesta unos racimos para llevar a casa,  para sus hermanitos, y, su padre enfermo

Fue descubierta, y, llevada a presencia del Conde este miro a su hijo, Braulio, y, le dijo, encárgate tú, pronto serás el Conde y Señor del feudo
Braulio, pregunto a la joven, porque lo había hecho, sí no sabía que había un castigo

La joven respondió que lo sabía, pero su padre y, sus hermanos necesitaban comer

Y, además ella había trabajado aquellas cepas, y vendimiando, la ley era injusta, y, las leyes injustas van contra Dios, y, no se deben obedecer
Eres muy valiente, dijo Braulio, y, tienes razón, has hecho lo que una buena hija, y, una buena hermana, pero te has expuesto a la mutilación o la muerte, ya lo sabes
Lo sé, Señor, y, pido piedad no por mí, pues no la merezco, pues no estoy arrepentida, sino por mi padre, y, mis hermanos, os ruego Señor, que los entreguéis a una familia que se haga cargo de ellos

¿Y, porque no te haces cargo tú?
Yo sin manos, o muerta mal lo veo
·Es que piensas que mi padre y, yo, somos unos ladrones y, unos asesinos, puede que otros señores feudales, lo sean, pero nosotros no, sabemos que sólo hay un Señor Dios
Tú has obrado muy bien, y, mereces un premio no un castigo

El Señor feudal aplaudió a su hijo, y, la joven marchó para su casa, con las uvas, y, unas cuantas cosas más que metieron en su cesto, los criados del Feudo por orden de Braulio

Pocos días más tarde, Braulio se presentó en casa de Brunilda, acompañado de otros presentes y de un médico que curó a su padre, y, así poco a poco, el amor fue naciendo entre los dos jóvenes

Hasta que un día, Braulio pidió su mano a su padre, Brunilda dijo, que lo quería, pero no se casaría con él, hasta que no convenciese a su padre, de que diese libertad a sus siervos

Y, así lo hizo

Y, entonces Brunilda acepto ser la esposa de Braulio, ahora las gentes trabajaban sus viñas, y, el antiguo Señor feudal, les pagaba a los que querían por ir trabajar las suyas, un sueldo justo.
Y, Brunilda y Braulio enseñaron a sus hijos, que ningún ser humano, salvo que haya nacido de una Virgen en un establo es Señor de nadie.

Fin

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