Vendimia
El Conde de aquel feudo, no era como los demás
señores feudales, el consideraba que sus siervos, tenían la misma dignidad que
tenía él
Simplemente él había tenido más suerte al nacer,
aunque eso era muy discutible
Y, así había educado a su primogénito, enseñándole a
respetar a sus siervos, no abusar de ellos
Se acercaba el tiempo de la vendimia, los siervos
iban a vendimiar los campos del Conde los que ellos trabajaban, antes
de irse para sus casas, el señor les entregaba lo que consideraba justo, por su
trabajo
Los demás señores feudales si un siervo robaba uvas,
le cortaba las manos, o lo colgaba
El Señor feudal de esta historia jamás lo haría,
pero sus siervos no lo sabían, por eso se abstenían mucho de hacerlo
Pero aquel día,
Brunilda una joven campesina que fue a vendimiar, escondió bajo un montón de ropa en su cesta
unos racimos para llevar a casa, para
sus hermanitos, y, su padre enfermo
Fue descubierta, y, llevada a presencia del Conde este miro a su hijo, Braulio, y, le dijo, encárgate tú, pronto serás el Conde y Señor del feudo
Braulio, pregunto a la joven, porque lo había hecho,
sí no sabía que había un castigo
La joven respondió que lo sabía, pero su padre y,
sus hermanos necesitaban comer
Y, además ella había trabajado aquellas cepas, y
vendimiando, la ley era injusta, y, las leyes injustas van contra Dios, y, no
se deben obedecer
Eres muy valiente, dijo Braulio, y, tienes razón,
has hecho lo que una buena hija, y, una buena hermana, pero te has expuesto a
la mutilación o la muerte, ya lo sabes
Lo sé, Señor, y, pido piedad no por mí, pues no la
merezco, pues no estoy arrepentida, sino por mi padre, y, mis hermanos, os
ruego Señor, que los entreguéis a una familia que se haga cargo de ellos
¿Y, porque no te haces cargo tú?
Yo sin manos, o muerta mal lo veo
·Es que piensas que mi padre y, yo, somos unos
ladrones y, unos asesinos, puede que otros señores feudales, lo sean, pero
nosotros no, sabemos que sólo hay un Señor Dios
Tú has obrado muy bien, y, mereces un premio no un
castigo
El Señor feudal aplaudió a su hijo, y, la joven
marchó para su casa, con las uvas, y, unas cuantas cosas más que metieron en su
cesto, los criados del Feudo por orden de Braulio
Pocos días más tarde, Braulio se presentó en casa de
Brunilda, acompañado de otros presentes y de un médico que curó a su padre, y, así
poco a poco, el amor fue naciendo entre los dos jóvenes
Hasta que un día, Braulio pidió su mano a su padre,
Brunilda dijo, que lo quería, pero no se casaría con él, hasta que no
convenciese a su padre, de que diese libertad a sus siervos
Y, así lo hizo
Y, entonces Brunilda acepto ser la esposa de
Braulio, ahora las gentes trabajaban sus viñas, y, el antiguo Señor feudal, les
pagaba a los que querían por ir trabajar las suyas, un sueldo justo.
Y, Brunilda y Braulio enseñaron a sus hijos, que ningún
ser humano, salvo que haya nacido de una Virgen en un establo es Señor de nadie.
Fin
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