sábado, 11 de julio de 2020

toro un relato de amor vacuno

El toro

Había nacido negro como la misma noche, con una estrella blanca en la frente y otra en el lomo, su amo le puso de nombre, Apolo, no supo porque, y, decidió desde el primer momento que lo dedicaría a la cría, Apolo, nunca bajaría al ruedo.

Su madre, la vaca Venus, nunca nadie entendió la manía de Ramiro el ganadero de Ecija de llamar a sus animales con nombres de planetas, de dioses griegos y, romanos, pero Emilio siempre había sido muy suyo, claro que este cuento, relato o historia de amor, no trata de Emilio, sino de Apolo, del toro Apolo, tan bello como el viejo dios romano.

Apolo creció sano y fuerte, con los demás toros de la torada, corriendo por el campo, mugiendo, paciendo, haciendo vamos lo que hace una criatura de su especie

Un día, sin saber porque al ir beber a la alberca, Apolo de pronto se quedo mirando, con sus ojos puros, limpios, , hacia el otro lado, y, la vio, era la ternera más hermosa del mundo, rubia, apenas le empezaban a asomar sus cuernecillos, lo mismo que él tenía una estrella en la frente, Apolo, mugió de amor, y. la ternerita le respondió, estuvieron un rato, con sus ojos y sus miradas enganchadas, como si fueran dos adolescentes, como si fueran lo que eran dos enamorados, a trompicones, consiguieron sus dueños,  mejor dichos sus mayorales que se pusieran en camino,

Ni que decir tiene, que nadie pensó en que se habían enamorado, pero así era, Apolo mugía de forma rara, y, se negaba a comer, se echaba a correr, abandonaba el cercado o el corral, y, se lanzaba a buscar a su amada, la cual hacia lo mismo, cuando se encontraban, se miraban pacían juntos, nadie entendía nada.

Un día el ganadero al cual pertenecía la ternerita que ya había llegado a la época en que podía ser madre, y, del que aún no dije se llamaba Felipe, fue visitar a Emilio, y, le propuso que podían cruzar sus ganaderías, si le parecía bien, tenía varias vacas y terneras ya en etapa fértil, listas para ser apareadas, una de ellas era la rubia, a la que llamaba, Flor de canela, porque si a Emilio le daba por dioses y planetas, a Felipe le daba, por nombres de flores y especies para su ganado.

Los dos hombres llegaron a un acuerdo, y, el toro Apolo, y, la ternera ya casi vaca, Flor de Canela, tuvieron su encuentro de amor, consumaron su amor, su relación.  Pero después Apolo se negó a montar a ninguna otra vaca o ternera, ni aquel día día ní el siguiente, Emilio, tuvo que echar mano de otros toros, que no destinaba para sementales,  menudo elemento, pensaba, es que no lo entiendo, se decía otra vez.

Le tenía cariño, porque Apolo, era un animal manso, casi como un perrillo, y, bueno, Flor de Canela se quedo preñadita, y el fruto de su amor por el toro Apolo fueron dos mellizos un ternero y una ternera, con dos estrellas cada uno, el macho negro y rubio a partes iguales la ternerita negra, con las patas rubias, no son muy corrientes los partos gemelares ni de mellizos en el ganado vacuno, pero pueden darse, y el dueño de Flor de Canela lo vio como una bendición

Pero cuando llego de nuevo la época del celo de Flor de Canela, fue ella la que se negó a la monta por otros sementales, ella no era un pendón desorejado, era una vaca decente, ella sólo era de Apolo

Dos animales enamorados, cómo si tuviesen alma, lo que hay que ver, decían las gentes, quien sabe si tienen o no tienen alma, decían otros, sentir sienten

El caso es que de acuerdo con Felipe, Emilio le compro a Flor de Canela, e hizo un corral especial para el matrimonio vacuno, y los dos el toro y la ya joven vaquita siguieron trayendo al mundo nuevos terneros y terneras, y, por supuesto Apolo, siguió negándose al apareo con otras vacas; aunque bueno, un día que se escapo y entró en una granja pequeña, y, al cabo de 9 mes la única vaca que tenía aquella familia, parió un ternero, igual que Apolo, todos dijeron y pensaron que a lo mejor, por fin al animal se le acababa la tontería, de ser monógamo, pero aquello sólo había sido un adulterio, una infidelidad por la que Apolo, pidió perdón a Flor de Canela, y, ella como enamorada le perdono.

Y, así siguieron mucho tiempo, hasta muy viejitos, aunque alguna vez, muy raras, Apolo, fuese infiel, pero quién esta libre de una tentación.

Fin

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