Mi último tango
Es la historia de una mujer mayor. Corrían los años 60, en unas improvisadas terrazas puestas no lejos del monumento a Curros Enríquez, casi frente al viejo Hotel Atlántico, al lado de Copacabana, frente al Kiosco Alfonso. Que aún era cine
Yo era muy pequeña sentada con mi abuela bebía una naranjada, jugaba.
Mi abuela con su moño sentada regia bebía el suyo
Fue entonces cuando se acercó una mujer, no podría describirla; hay que tener en cuenta que era muy pequeña la mujer en cuestión era toda una anciana debería pasar ya de los 30 años
Pidió permiso para sentarse, que mi abuela le concedió encantada
La conversación la recordaría mi abuela muchos años después, por eso la tengo tan clara
El nombre no, por eso le llamaré, Carmen
Carmen acababa de llegar de Argentina a donde regresaría tras un mes de vacaciones en casa de unos familiares, su vida estaba en la capital bonaerense mi abuela le preguntó si tenía hijos, a lo que respondió que era señorita. Y, en la época de la que hablo eso lo decía todo
Llegaron los acordes de un tango. Mi abuela dijo
“Escuché música de su tierra”
Carmen sonrió y dijo
“¿Le gusta el tango?”
“Me gusta y lo bailo muy bien, libre de una soberbia”
La verdad era una buena bailarina yo no heredé ese don
Carmen volvió hablar
Yo bailé mi último tango hace cerca de 15 años fue el último no bailaré,jamás otro tango
Mi abuela le dijo que nadie sabía lo que Dios le tenía reservado
Carmen entonces contó su historia
Nieta de emigrantes españoles, había nacido en Buenos Aires, su padre era encargado de una empresa, y su madre se ocupaba de la casa y sus dos hermanos menores
Ella, es decir Carmen iba a la universidad tampoco dijo a cual ni que estudiaba. Allí se hizo novia de Alfonso, el heredero de los jefes, bueno del jefe de su padre, una de las familias más ricas de la capital. Ya se conocían pero fue entonces cuando se hicieron novios. Su madre le dijo que era un error; los padres de Alfonso nunca aceptarían que su hijo casase con la hija de un empleado
Lo cierto es que la familia de Alfonso la aceptó muy bien. La invitaban a todas sus fiestas
Carmen quedó encinta, lo dijo muy bajito como si confesará un crimen
Cuando lo contó a sus padres la reprendieron, y le mandaron hablar con su novio y su familia.
Mi abuela interrumpió un momento para decir
“Claro como no le iban a reñir. “Sí celebraron Misa, sin estar ordenados”
Carmen prosiguió. La madre de Alfonso se mostró comprensible
Ojalá en el mundo todos los problemas fueran de ese cariz. Unos días y solucionado
Carmen pensó en su pedida, en su boda
Cinco días más tarde. Alfonso la invitó al baile en el casino estaban también los padres del, al sonar un tango, Alfonso la sacó a bailar, mientras danzaban le dijo que ya su padre había hablado con un doctor amigo suyo que se ocuparía de todo. Carmen en su inocencia le dijo que aún faltaban meses
Alfonso le aclaro que no iba nacer ningún niño
Lo abofeteó y salió corriendo. Sus padres la consolaron. Su padre se cambió de empresa, ella dejó la universidad, ella fue enviada a casa de su abuela en el campo donde alumbró a dos pequeños niño y niña. A los que sus abuelos maternos llevaron al orfanato o Inclusa, había que cuidar el nombre de la familia ella no pudo oponerse.
Mi abuela la ánimo, le dijo que confiará en la Virgen, que le pidiera por sus hijos, volvería a verlos si era la voluntad de Dios
Carmen confesó rezar todas las noches una Salve a La Virgen de Luján. Como mi abuela no conocía la advocación le regaló una estampa y a mí otra
Pasaron los años, mi abuela falleció y yo me hice mayor debía andar por los veinte y algo.
Llegaban noticias horribles de Argentina. De lo que no voy hablar
Yo estaba en Bonilla en la calle de la Galera. Y se nos acercó una mujer de unos 50 o 60 años me había reconocido, preguntó por mi abuela, mi madre le dijo que había fallecido hacía un par de años
Entonces Carmen, pues era ella, nos presentó a un hombre maduro, muy feo, como debe ser el hombre para ser hermoso
Era Alfonso su esposo
Mi madre tan gentil les dio nuestras señas y los invitó a tomar café una tarde
Llegaron los dos con unos pasteles riquísimos de la confitería del Cantón
Contaron que habían salido de Argentina como pudieron al ver como se ponían las cosas salieron sin saber el Uno de la otra. El con los hijos que pensaba eran solo adoptivos, como su esposa Raquel fallecida hacía varios años; no había podido tener hijos. Adoptaron 2 hermanitos niño y niña
Al salir de Argentina, Alfonso con sus hijos ya jóvenes adultos se instaló en Barcelona donde residía ahora
Uno de sus hijos precisó un tratamiento especial, era ya por los años 80. Los médicos creyeron que sería necesario un trasplante de médula. Alfonso se hizo la prueba pero avisó de que no sería compatible pues eran adoptados. No era compatible, pero si era el papá el ADN, no mentía. Quién sí lo era, fue Carmen que trabajaba como limpiadora y se brindó como donante, y resultó ser la la mamá
Alfonso y Carmen se abrazaron, lloraron. Carmen perdonó a Alfonso y se casaron en la catedral del mar.
Nos enseñaron una foto de la boda, Carmen bellísima con un traje sastre de color crema sin tocado, con un medallón con La Virgen de Luján y dos rosas en la mano
El novio con un traje a rayas y una corbata roja
Luego mostraron la foto de otra boda. Hacía menos tiempo la novia iba de blanco, como una princesa era su hija Amelia el hijo Ricardo sería ordenado sacerdote con el permiso de Dios en cuatro meses
Carmen nos contó que tanto Amelia como Ricardo le llamaban por su nombre Carmen; cosa lógica pues su madre había sido Raquel
Yo, pregunté. ¿Y, su último tango?
Carmen sonrió. Que razón tenía tu abuela, cada día bailamos nuestro tango en casa en salones de baile. Y seguiremos si Dios quiere bailando en el Cielo.
Durante un tiempo se escribieron con mi madre. Una mano asesina puso fin a sus vidas en la tierra, a las suyas y a muchas más con un atentado criminal en un supermercado del Corte Inglés
Yo los imagino jóvenes danzando su tango en el Cielo sobre nubes de algodón.
Fin
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