La séptima tinaja
Eran siete tinajas de piedra;
regalo de boda de un joven judío, perteneciente a una rica familia; todas las
tinajas se sentían felices, pensando en su destino, todas, menos una, “La
séptima”; ella no iba permitir que la llenasen de agua, estaba destinada
a, albergar vino, y sólo vino, buen
vino, como él que bebían los griegos y romanos
Sin hacer caso, de sus sueños de
tinaja, llegaron los criados y las dispusieron en el patio, alguien dijo que
era un buen regalo, entre las 7 superaban los 600 litros de capacidad, y sería
suficiente para las purificaciones nupciales, y, para las abluciones, que
ordenaba La Ley.
Eso a ella a la séptima no le
gustaba. Vinieron risas, música, bailes,
murmullo de voces, se estaba celebrando una boda, y, de pronto llego junto a
las tinajas, un joven invitado, al que seguía otro grupo
El joven mandó, “llenad las
tinajas de agua, y llevadlas al mayordomo”, la séptima se negó; “llenarla de
agua, qué se habría creído, ella quería ser llenada de vino, empezó a moverse,
para verter el agua que le echaron, y, sólo pudieron llenar de agua, a sus
compañeras, así que el mayordomo recibió a los criados con 6 tinajas, seis
tinajas que no tenían agua, si no el mejor vino, que había probado nunca
Cuando se enteró de todo, el
joven esposo, quiso tirar aquella tinaja, que ni para contener agua servía
Pero el joven invitado, él que
había mandado llenarlas de agua, se compadeció de ella, y le pidió al recién
casado, le permitiese que la enviase a casa de un senador, el esposo acepto,
para qué, quería una tinaja que vertía agua, que no tenía estabilidad;
entonces, el invitado se acercó a la tinaja, y le dijo, “amiga, no temas
espera”, y, ella espero, que podía hacer
Y llego la Pascua, y le
echaron vino, no muy bueno, pero en La
Cena, el mismo joven que había sido invitado hacía ya tres años, a la misma
fiesta, se acercó a ella, y la eligió para escoger el vino que se iba a beber,
en la Cena Pascual
Y, ella la séptima tinaja, supo
en su corazón de barro, que había contenido la sangre del hijo de Dios; bueno
el vino que se convirtió en su sangre, y, no lloró ni se sintió más feliz ni
más desdichada, porque al fin, y, al cabo era una tinaja, y su corazón era de
barro, o piedra, que sí, no sería muy feliz
Bueno lo es, pero quiere que le
guardemos el secreto
Fin
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